miércoles, 28 de diciembre de 2016

Infiltrado (The Infiltrator, 2016)****

Dir: Brad Furman
Int: Bryan Cranston, John Leguizamo, Diane Kruger, Amy Ryan, Joseph Gilgun, Benjamin Bratt, Juliet Aubrey, Rubén Ochandiano, Simón Andreu, Saïd Taghmaoui, Elena Anaya, Jason Isaacs, Olympia Dukakis, Niall Hayes, Yul Vazquez

En la boca del lobo     


Cuarta película de Brad Furman con guión de Ellen Brown Furman basado en la novela homónima y autobiográfica escrita por Robert Mazur. Director que se estrenó  en el largometraje con The Take (2007), un interesante thriller en el que ya contó con John Leguizamo y Yul Vázquez. Su obra más interesante hasta ahora había sido El inocente (The Lincoln Lawyer, 2011) un thriller legal de calidad notable protagonizado por Matthew Mc Conaughey. 

Basada en hechos reales, Infiltrado nos sitúa en la década de los ochenta, cuando el denominado Cártel de Medellín, dirigido por el despiadado Pablo Escobar, introducía en Estados Unidos veinte toneladas de cocaína por semana. Robert Mazur, un agente experto en infiltración, se introducirá  en la cúpula del cártel con la ayuda de la agente Kathy Ertz (Diane Kruger), que se hará pasar por su esposa. Contará también con el apoyo de de Emir Abreu (John Leguizamo), un policía poco ortodoxo. Juntos trabajarán, codo a codo, para ganarse la confianza de la cúpula de la organización criminal. 

Con un tono de falso documental que recuerda a grandes filmes policíacos de los años setenta y ochenta como Serpico (1973), El príncipe de la ciudad (1981),  ambas de Sidney Lumet, y también al The French Connection, dirigido en 1971, por William Friedkin, que se basó en la que fue una de las mayores operaciones de aprehensión de droga denominada “Conexión francesa”. Todos estos filmes son referencias indudables de las que bebe este Infiltrado que, salvo por una “s” coincidiría plenamente con el más reciente Infiltrados, dirigida en el 2006 por el genial Martin Scorsese. En esta cinta de Scorsese, se trataba también con maestría la figura del agente encubierto introducido en una red criminal para torpedearla. Furman, nuestro Infiltrado, es incorporado por un actor que sobresale muy por encima de sus compañeros de reparto, y éste no es otro que un excepcional Bryan Cranston que ya dio sobradas muestras de su talento en la serie Breaking Bad (2008-2013), la reciente Trumbo (Jay Roach, 2015), así como en Drive, otro thriller con aura ochentera dirigido por el danés Nicolas Winding Refn. 




Infiltrado introduce de lleno al espectador en este submundo tan sórdido como real en el que conviven grandes narcos y agentes de la ley que se juegan la vida en cada momento, pues cualquier desliz, cualquier pequeño fallo puede resultar fatal.  

Bien ambientada y con la alargada sombra de Pablo Escobar planeando durante toda la historia (aunque no esté físicamente presente salvo en un momento puntual), Infiltrado avanza liderada de forma brillante por Cranston, que va arropado en todo momento tanto por Diane Kruger como por un elenco de secundarios entre los que destaca John Leguizamo (un actor al que le van como anillo al dedo este tipo de papeles). Hay que sumar además a los españoles Rubén Ochandiano, Simón Andreu y la maravillosa Elena Anaya, que ejerce de esposa de uno de los hombres de confianza de Escobar. 

Por cierto, comentar en este punto que la figura de Pablo Escobar está ahora de nuevo de plena actualidad gracias a la afamada serie Narcos y al biopic que está preparando el director español Fernando León de Aranoa y que, con estreno previsto para el ya cercano 2017, contará en sus papeles protagonistas con los internacionales Javier Bardem, Penélope Cruz y Peter Sarsgaard.  

Con una fotografía de tonos terrosos, característica de los filmes policíacos de finales de los sesenta y setenta, Infiltrado, a pesar de sus dos horas de metraje, se disfruta con interés mientras nos muestra la evolución de este agente encubierto que se mueve sobre la delgada y difusa cuerda floja que separa el bien del mal y que, como en los mejores clásicos de cine negro, resulta implicado y salpicado por los comportamientos y actitudes del mundo criminal, mientras al mismo tiempo forja lazos de cordialidad y casi amistad con algunos de sus componentes. De este modo, el bueno y blanco se va tiñendo de toda esa escala de grises que esculpe a los mejores personajes de los thrillers neo noir (como el protagonista de El príncipe de la ciudad, de Lumet). Al fin y al cabo, consecuencias inevitables de lo que finalmente no dejan de ser relaciones humanas entre seres con diferentes inquietudes y límites morales y empresariales. El tono realista que impregna el filme de principio a fin (una historia absolutamente real basada en las propias vivencias de Robert Mazur, agente de la DEA y posterior escritor de la novela sobre la que pivota el guión de Infiltradoproporciona a la película una veracidad fuera de toda duda. Además, como también ocurría en obras  maestras ya citadas del Neo Noir, de los 70 y primeros años 80, como Serpico o  El príncipe de la ciudad, donde la figura del agente infiltrado estaba brillantemente retratada por directores de la talla de Sidney Lumet, la crítica al sistema (con sus evidentes claroscuros y corrupción), es uno de los pilares fundamentales sobre los que se sustenta, al igual que lo son la violencia y su lenguaje propio.  

La figura del agente duro y estoico vuelve a cobrar protagonismo como aquellos extraordinarios Frank Bullitt, Popeye Doyle, Danny Ciello o Frank Serpico, que protagonizaron brillantes thrillers de finales de los sesenta y década posterior. Por todo ello, Infiltrado se erige en un filme imprescindible para los amantes del cine policíaco y del thriller, en especial del Neo Noir de las décadas sesenta a ochenta, etapa que he desarrollado a fondo en Balas, sirenas, patillas y jazz: las décadas del Neo Noir (Esebook/Vivelibro 2016), un amplio estudio-ensayo sobre el tema. 

Gonzalo J. Gonzalvo

-Aragonia-

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