lunes, 30 de noviembre de 2015

Conexión Marsella (La French, 2014)****

Dir: Cédric Jimenez
Int: Jean Dujardin, Gilles Lellouche, Céline Sallette, Benoît Magimel, Guillaume Gouix, Pauline Burlet, Eric Godon, Mélanie Doutey, Xavier Alcan, John Flanders.


Segunda película del director, guionista y productor francés, nacido en 1976, Cédric Jimenez, cuya ópera prima, la 
terriblemente profética Aux yeux de tous (2012) centra la acción en un atentado terrorista en París, conformando un thriller más que interesante. Está Conexión Marsella nos habla del mundo criminal y de la eterna lucha del bien  contra el mal a través de dos figuras antagónicas: el juez Pierre Michel (Jean Dujardin), trasladado a la ciudad de Marsella a mediados de los 70 (enfrentándose de modo directo al crimen organizado, cuya base operativa está en dicha ciudad portuaria), y el capo marsellés Gaetan Zampa (Gilles Lellouche), dueño y señor del imperio de la droga en dicha localidad y promotor de lo que se llamó la "French Connection", o la "conexión francesa" en el tráfico internacional de drogas entre la mafia marsellesa y la italiana (con sede central en Nueva York), un hecho real que trató ya en la gran pantalla, en esa misma época, el director William Friedkin con su The French Connection, de 1971, y, 4 años después, John Frankenheimer con una segunda parte centrada precisamente en la ciudad de Marsella. La primera es una obra maestra del thriller policíaco, protagonizada por nuestro recordado Fernando Rey, el gran Gene Hackman, Roy Scheider y Tony Lo Bianco, que se hace de obligada revisión tras ver esta cinta, y también para todos los que no la hayan visto. 
Basado en hechos reales y con guión del propio Cédric Jimenez y de Audrey Diwan, Conexión Marsella (con dos nominaciones a los Premios César franceses y también premiada en el Festival de Cine de Toronto en Canadá), se inspira principalmente en los hechos que rodearon al asesinato del joven juez Pierre Michel, muy bien encarnado por el actor Jean Dujardin, y su enfrentamiento con el capo Gaetan Zampa, también muy bien interpretado por Gilles Lellouche. Todo un enfrentamiento "tête à tête" en la que ambos establecen una relación muy parecida a la que tenía lugar entre Al Pacino y Robert De Niro en el film Heat, de 1995, dirigido por Michael Mann, donde también coincidían cara a cara en una sola escena. Destacar igualmente la siempre impecable presencia fílmica del actor francés 
Benoît Magimel, que en esta ocasión de vida a "el loco", uno de los hampones del grupo de Gaetan Zampa. Conexión Marsella entronca directamente con la tradición del género Polar francés (con Alain Delon y Jean Gabin como principales figuras de su historia pasada), y que a su vez bebe de las fuentes del noir, ejemplificadas por El muelle de las brumas (Le quai des brumes, 1938), todo un  clásico que dirigió el magistral director francés Marcel Carné, convirtiéndose en adaptador y heredero de toda una tradición literaria de finales del XIX y principios del XX, canalizada a través de las novelas por entregas protagonizadas por personajes como el Inspector Lecoq y sus  famosos casos. 
Con una estudiada fotografía de Laurent Tangy, que clava los colores y los tonos terrosos y sepia, y el ambiente grisáceo de los filmes policíacos originales de los 70 (como el ya citado de French Connection y otros), Conexión Marsella parece apuntarse a una clara moda de homenajear y revitalizar el género policíaco y a ésta década, al igual que recientemente han hecho otros realizadores que nos han dado títulos como Black Mass y la excelente cinta protagonizada por Jessica Chastain El año más violento, dirigida por J.C. Chandor en 2014. Parece pues que tanto los años 70 y 80, como el neo-noir que les homenajea, gozan de excelente salud, algo que me congratula pues en mi particular apetencia cinematográfica se encuentran muchos de los títulos pertenecientes a este género y a está época dorada del género negro. Si son amantes del thriller policiaco con ese toque francés que tan bien se les da, no deben perderse esta La French / The Connection,  que rinde sin tapujos y hasta en su título, más que un homenaje, al The French Connection norteamericano de 1971.

Gonzalo J Gonzalvo.


-Aragonia-

lunes, 23 de noviembre de 2015

El Clan (2015)***

Dir: Pablo Trapero
Int: Guillermo Francella, Peter Lanzani, Inés Popovich, Gastón Cocchiarale, Giselle Motta, Franco Masini, Antonia Bengoechea, Gabo Correa. 


La historia se basa en el caso policial del Clan Puccio, que conmocionó a la sociedad argentina a principios de los 80. Tras la aparente normalidad de los Puccio se oculta un siniestro clan dedicado al secuestro y al asesinato. Arquímedes (un brillante Guillermo Francella), el patriarca,  lidera y planifica las operaciones. Alejandro (Peter Lanzani), el hijo mayor, estrella de un club de rugby, se sirve de su popularidad para no levantar sospechas. Los demás miembros de la familia son cómplices en mayor o menor grado de los crímenes del clan y viven de los beneficios obtenidos de los rescates que pagan los familiares de los secuestrados. 
Pablo Trapero tiene una trayectoria, como realizador, bastante sólida. De momento he podido ver, entre sus largometrajes: Mundo grúa (1999), El bonaerense (2002), Carancho (2010), Elefante blanco (2012) y El clan. En todas ellas hay un retrato feroz de la sociedad argentina, muy potente siempre en cuanto a las actitudes y la claridad el mensaje de denuncia, y actores comprometidos con unos personajes a veces, ciertamente oscuros, con historias que no ocultan los perfiles más escabrosos de su historia. Las conexiones entre las actividades de extorsión, secuestro y asesinato que Arquímedes Puccio llevaba realizando al servicio de la dictadura militar desde hacia unos cuantos años, seguirán siendo las mismas,  al subir al poder el presidente Raúl Alfonsín; ahora el poder militar disminuye y sus secuaces que se amparaban hipócritamente en la defensa de la patría para llevar a cabo sus salvajadas, pasan a tener que ocultar sus inquietantes actividades y, de algún modo, al sector privado.Hubo entonces algunos inconvenientes añadidos para mantener la actividad: primero que el paraguas de sus protectores y antiguos comitentes se ha cerrado y además las posibles víctimas de un secuestro que sea rentable tienen que pertenecer a las clases económicamente mejor situadas y, hasta cierto punto, vinculadas con las fuerzas más reaccionarias de su país. Cualquier error (y se cometen unos cuantos) se paga caro y la historia escrita por Pablo Trapero, Esteban Student, y Julián Loyola no hace concesiones. Relata con dinamismo implacable la caída en los infiernos de toda esta familia dedicada sin freno al secuestro y al asesinato. El rostro y la expresión del patriarca Puccio se mantienen sobrios, e impenetrables, y su actitud firme hasta el final...Quizás la precisión del trazo, el intento de mostrarnos el horror como algo cotidiano -y lo era en el día a día de los Puccio- tiene el problema de aproximarnos demasiado (¿identificarnos?) a esta familia  que aparentemente se mantiene en la normalidad: son educados, limpios, religiosos, cultos y 
"bienpensantes", pero ocultan y soportan al peor monstruo posible. Ofrecen una fachada de normalidad pero son monstruos deformes; y Trapero vuelve a hurgar en la herida y a pedirnos que no nos fiemos de las apariencias de esta sociedad burguesa y liberal que muy a menudo los engendra.

Roberto Sánchez

-Aragonia, Cervantes-

Nadie quiere la noche (2015)***

Dir: Isabel Coixet
Int: Juliette Binoche, Rinko Kikuchi, Gabriel Byrne, Matt Salinger, Velizar Binev, Ciro Miró, Reed Brody.


Un poco antes de su estreno en salas comerciales (el 19 de noviembre) pudimos ver en los cines Aragonia de Zaragoza, y dentro de la ceremonia de apertura del Festival de Cine de Zaragoza, la más reciente realización de Isabel Coixet. Probablemente, desde Mi vida sin mí (2003) o La vida secreta de las palabras (2005), no había dado Isabel Coixet con una historia con tantas posibilidades como la de este guión de Miguel Barros, capaz de darle la vuelta a una historia de conquista y sacrificio a la búsqueda del Polo Norte, protagonizada solo por hombres como Robert Peary  y su lugarteniente Matthew Henson. Una película producida para la televisión, titulada Glory & Honoren 1998, dirigida por Kevin Hooks, nos contaba la controvertida peripecia de la expedición, así como las serias dudas sobre la veracidad en cuanto a su llegada al Polo Norte. La historia, en el film de la Coixet, gira de modo radical hacia las mujeres, siempre ocultas en esa anterior revisión a las expediciones de Peary, que serán, ahora, personajes decisivos. Peary estará presente, como obsesión  y motivación constante, en Josephine (Juliette Binoche) -la esposa del explorador norteamericano que nos narra en primera persona su aventura boreal-, y con una calma existencial muy especial, en la de la esquimal Allaka (Rinko Kikuchi), las verdaderas protagonistas en el film de la Coixet. El trabajo de las dos actrices es impecable y nos ayuda, junto a la bella fotografía de Jean-Claude Larrieu, uno de sus colaboradores habituales, a convertir las heladas localizaciones noruegas en un pavoroso protagonista, un territorio cuya naturaleza rechaza con tozudez al hombre blanco y que solo permite, y a regañadientes, la presencia de los esquimales, los únicos humanos adaptados a ese ambiente hostil que parece negar la vida. Josephine es una mujer sofisticada, acostumbrada a un tipo de existencia que nada tiene que ver con las privaciones necesarias para poder sobrevivir en una zona tan extremada. Su fuerte personalidad decimonónica no impedirá que descubra, poco a poco, que su supervivencia sólo es posible gracias a Allaka, una esquimal muy joven, además embarazada, pero que atesora toda la sabiduría ancestral de los Inuit y que terminará por ser su única tabla de salvación cuando la naturaleza polar decide imponer sus vientos helados. El análisis psicológíco de los dos personajes femeninos es apasionante, la situación extrema en el que se sitúan permite analizar sus reacciones y  una vez más, sin alejarnos de la cortante frialdad de los páramos que sirven de escenario, Coixet construye unas imágenes cargadas, al mismo tiempo, de poesía y dureza. 




Roberto Sánchez

-Cervantes-

jueves, 19 de noviembre de 2015

Eduardo Ducay. El cine que siempre estuvo ahí (2015)***

Dir: Vicky Calavia


Este documental de Vicky Calavia sobre la figura del productor zaragozano Eduardo Ducay, ha logrado aunar con equilibrio dos aspectos fundamentales en cualquier buen trabajo de este género: la emoción y la información. La decisión de que sea el propio Eduardo Ducay (nacido en 1926) quien nos haga de introductor a su trayectoria vital en un paseo muy cinematográfico por su Zaragoza natal, nos permite aproximarnos a su personalidad tierna y dura (al mismo tiempo), por otro lado un rasgo, creo, bastante aragonés...Su quehacer profesional es glosado con oportunas imágenes de archivo, recuperadas con un buen criterio científico, y el trabajo se completa con entrevistas a un variado elenco de personalidades vinculadas directa (por haber colaborado en su labor como cineasta) o indirecta (por parte de críticos o especialistas que valoran su papel en la cinematografía española) a la trayectoria profesional de Ducay como Luis Alegre, Jean Claude Carrière, Alfredo Castellón, Fernando Daroca, Javier Espada, José Luis García Sánchez, Guillermo López Krahe, Fernando Méndez-Leite, Julio Pérez Perucha, Alicia Salvador o Carlos Saura. Gracias a su capacidad como productor se hicieron realidad películas como Tristana (1970), de Luis Buñuel, El bosque animado (2001), de J.L.Cuerda, o la serie de televisión La regenta (1995), de F.M.Leite. Produjo e impulsó numerosos productos de cine industrial, publicitario y musical de la historia del cine español. También destaco por su participación directa en la creación del cine club Zaragoza en los años 40, por su ejercicio en la crítica y traducción de cine, y por su participación activa  en las conversaciones de Salamanca (en 1955), fundamentales para el futuro cine español. Todo ese material, dispar pero complementario, ha sido perfectamente engarzado por el editor Álvaro Mazarrasa, del Laboratorio Audiovisual del Ayuntamiento de Zaragoza, respetando y enriqueciendo los criterios de Vicky Calavia, una documentalista muy activa en los últimos años, empeñada en recuperar de un injusto olvido a algunos aragoneses decisivos para la cultura cinematográfica como Eduardo Ducay. Antes ya nos contó algo sobre algunas de esas figuras olvidadas en sus trabajos anteriores: Manuel Rotellar. Apuntes desde la fila 8 (2009), Alberto Sánchez. La proyección de los sueños (2011); o bien hizo un extenso recorrido sobre el cine rodado y concebido en nuestra tierra en Aragón rodado (2014).  
Se estrenó oficialmente en la SEMINCI de Valladolid de este año, y pudimos verla el martes 17 de noviembre en las Salas Aragonia de Zaragoza.


Roberto Sánchez

miércoles, 18 de noviembre de 2015

Sicario (2015)****

Dir: Denis Villeneuve
Int: Emily Blunt, Benicio Del Toro, Josh Brolin, Victor Garber, Jon Bernthal, Daniel Kaluuya, 
Maximiliano Hernández, Dylan Kenin, Frank Powers, Bernardo P. Saracino, Edgar Arreola, Marty Lindsey, Julio Cedillo.


Con guión de Taylor Sheridan y un pulso narrativo impecable, que firma el canadiense Denis Villeneuve, Sicario nos cuenta la historia de una idealista agente del FBI (muy bien interpretada por la actriz Emily Blunt) que se ve envuelta en una trama enrevesada y oscura en la que los horizontes de la bondad y la maldad aparecen difusos y desdibujados en un filme lleno de tensión, escenas y momentos que clavan en la butaca al espectador. Con indudables referencias (incluso en esa espléndida fotografía granulosa y de tonos terrosos de Roger Deakins) al Traffic (2000), de Steven Soderberg, y a los filmes mexicanos que tratan el tema del narco, especialmente en el reciente y polémico Heli (2013), del director azteca Amat Escalante, Sicario exhibe una puesta en escena brillante en la que describen dos mundos igualmente opuestos: el del narcotráfico y el de las agencias de inteligencia. Con un buen reparto en el que destacan especialmente Emily Blunt, Josh Brolin y el puertorriqueño Benicio Del Toro (experto en encarnar personajes oscuros e inquietantes como ya demostró sobradamente en  2012 para el film Salvajes de Oliver Stone), esta impactante cinta contiene también escenas nocturnas que me recuerdan inevitablemente a La noche más oscura (Zero Dark Thirty2012), de la realizadora norteamericana Kathryn Bigelow. El mérito de mantener al espectador clavado en la butaca pertenece, sobre todo, a su director Denis Villeneuve, que en 2010 sorprendió con el  más que interesante Incendies. También documentalista, Villeneuve consiguió diversos premios y nominaciones con sus dos anteriores trabajos: EnemyPrisioneros (ambos del 2013), entre ellos 5 premios de la Academia de Cine Canadiense para el primero de ellos. 
Sicario se sitúa en ese mismo universo moral, oscuro e inquietante, donde las líneas entre el bien y el mal se muestran difusas y se mueven a su antojo, trasladando también de ubicación ética a los personajes, que no saben muy bien cuando pisan o traspasan esas líneas rojas. En un mundo actual globalizado, lleno de lobos, donde el mal, ahora más que nunca, nos está dejando claro que existe y que es una bestia que se oculta en lo más oscuro del alma humana, Sicario, con un estilo realista que entraría, en algunos momentos, en el terreno del falso documental, nos traslada durante dos horas a un viaje de pesadilla a un infierno real y palpable, personificado en la inhóspita Ciudad Juárez de México. Un lugar inhabitable donde, sin embargo, intentan sobrevivir cotidianamente miles de Mexicanos, envueltos en una indeseada guerra, la del narcotráfico, que causa anualmente en el país más muertos que en las guerras de Irak y Afganistán juntas.Sicario se erige en un film imprescindible para los amantes del thriller, pero también de las historias con trasfondo político y/o bélico y del buen cine en general.

Gonzalo J Gonzalvo

-Aragonia, C. Grancasa, Palafox, Puerto Venecia, Yelmo-

lunes, 16 de noviembre de 2015

Spectre 007 (Spectre, 2015)***

Dir: Sam Mendes
Int: Daniel Craig, Christoph Waltz, Léa Seydoux, Ralph Fiennes, Monica Bellucci, Naomie Harris, Rory Kinnear, Ben Whishaw, Dave Bautista, Andrew Scott, Jesper Christensen, Stephanie Sigman. 



Un críptico mensaje del pasado envía a James Bond (Daniel Craig) a una misión secreta a México D.F. y luego a Roma, donde conoce a Lucía Sciarra (Monica Bellucci), la hermosa viuda de un conocido mafioso. Bond se infiltra en una reunión secreta y descubre la existencia de una siniestra organización conocida como Spectre. Mientras tanto, en Londres, C (Andrew Scott), el nuevo director del Centro para la Seguridad Nacional, cuestiona las acciones de Bond y pone en duda la importancia del MI6, encabezado por M (Ralph Fiennes). De modo encubierto Bond recluta a Moneypenny (Naomie Harris) y Q (Ben Whishaw) para que le ayuden a buscar a Madeleine Swann (Léa Seydoux), la hija de su antiguo archienemigo, el Sr. White (Jesper Christensen), que quizá tenga la clave para desentrañar el misterio de SPECTRE. A medida que Bond avanza en su misión, descubre una estremecedora conexión entre él mismo y el enemigo que busca. 
El equipo de guionistas formado por John Logan, Neal Purvis, Robert Wade y Jez Butterworth ha servido ya bien cocido a Sam Mendes su segundo Bond. El director de las apreciables American Beauty (1999), Camino a la perdición (2002) o Revolutionary Road (2008), ha afrontado su entrega de esta interminable serie (ahora la cuarta protagonizada por Daniel Craig) sin poder poner otra cosa que su marcado virtuosismo en las escenas más dialogadas (en las que están especialmente bien Fiennes, Waltz y casi todos los demás) que pronto enlazan con largas escenas de acción y persecuciones trepidantes, magníficamente resueltas por los especialistas de esta franquicia del cine de acción. La serie había girado ligeramente hacia un mayor realismo y verismo, casi sucio (de la mano de Martin Campbell en Casino Royale de 2006, o Marc Foster en Quantum of Solace de 2008, las primeras con Craig), pero ha vuelto a los vericuetos argumentales habituales con la presencia (otra vez) de un malo, malísimo que ahora se llama Blofeld (el líder de Spectre), o lo que es lo mismo Christoph Waltz, quizá y de modo inesperado lo más flojo de la película, al copiarse a si mismo, recordando al infame coronel Hans Landa de la tarantiniana Malditos bastardos (2009), un personaje que le perseguirá con más insistencia aún que el mismo Bond.  
Resumiendo, los 148 minutos de Spectre, convencerán a los fieles a la serie, sin producir demasiado entusiasmo, y aburrirán ligeramente a los que hayan renegado del necesario ritual añadido de toda la serie: disfrutar de la  espectacular escena de acción inicial, en este caso rodada en Mexico D.F. y de los inmediatos títulos de crédito iniciales, diseñados por Daniel Kleinman (un veterano de la serie responsable ya de los de las seis películas anteriores), ahora con la canción Writing´s in the Wall, interpretada por el joven cantante británico Sam Smith. Ninguna sorpresa, pero buen cine de acción, en definitiva...

Roberto Sánchez


-Aragonia, C. Grancasa, Palafox, Puerto Venecia, Yelmo-

Una pastelería en Tokio (An, 2015)****

Dir: Naomi Kawase
Int: Kirin Kiki, Miyoko Asada, Etsuko Ichihara, Miki Mizuno, Masatoshi Nagase, Kyara Uchida.

Con guión y realización de la japonesa Naomi Kawase, seleccionada en Cannes y en la Seminci de Valladolid del presente año, Una pastelería en Tokio es una coproducción entre Japón, Francia y Alemania, que nos cuenta la historia de Sentaro (Masatoshi Nagase) y su pequeño negocio de pastelería, donde a diario prepara incansablemente decenas de "dorayakis", un dulce típico relleno de una pasta de judías llamada "Anko". 
Naomi Kawase ha sido documentalista desde comienzos de los 90, posteriormente, pasó al cine de ficción, y ha estado siempre interesada por los lazos afectivos y familiares en una búsqueda permanente quizá debida a la separación de sus padres al poco de nacer ella. Una búsqueda que indaga en las figuras progenitoras y los sentimientos, a veces contradictorios, que surgen entre padres e hijos. La japonesa Kawase gana la Cámara de Oro, en 1997, del Festival de Cannes con su ópera prima Moe no suzaku, la historia de un cabeza de familia que debe mantener a todos los suyos en un lejano pueblo japonés con un entorno triste y pobre. Sin abandonar el documental, en 2003, es nominada a la Palma de Oro en Cannes con el filme Sharasôju, otro drama de carácter familiar. En 2007 gana con El bosque del luto (Mogari no moriel Gran Premio del Jurado también en Cannes. Tras habernos entregado recientemente la maravillosa Aguas tranquilas (Futatsume no mado), ahora ha llegado a nuestras pantallas la no menos deliciosa Una pastelería en Tokio. En esta hermosa historia, que adapta la novela de Durian Sukegawa, nos narra como un buen día aparece en la puerta de la tienda Tokue (la veterana actriz Kirin Kiki), una encantadora ancianita, que se ofrece para trabajar en el negocio de dulces por poco dinero, para estar ocupada y ayudar en su dura labor cotidiana a Sentaro. Ella lleva más de 50 años elaborando con una receta secreta un delicioso "anko",  la pasta de judía dulce que rellena y hace  tan especiales los "dorayakis". Entre ellos surgirá un especial relación de amistad en la que, poco a poco, se confiarán hechos muy íntimos de sus vidas. A modo de maravilloso cuento, con una historia que recuerda por momentos a Chocolat (2000), otra deliciosa película, dirigida por Lasse Halström, en la que Juliette Binoche aparecía de la nada para ponerse a elaborar maravillosos dulces y pasteles con esa savia negra casi mágica, Una pastelería en Tokio nos muestra con otro ritmo, con esa otra mirada que solo los cineastas japoneses saben hacer, una historia llena de ternura, de amistad, de sensibilidad; donde la belleza nacida de la simplicidad (al igual que ocurre con un haiku), lo termina por inundar todo. Cada escena, cada plano (especialmente los exteriores, dónde se luce la espléndida fotografía de Shigeki Akiyama), nos muestra toda la belleza de la naturaleza y de esos preciosos sakura (los cerezos en flor, tan importantes en la vida de los japoneses en su tiempo de ocio y, especialmente, en la celebración del "Hanami" o fiesta de los cerezos). 
Una pastelería en Tokio es una película sencilla y hermosa, que dentro del subgénero de la gastronomía profundiza en aspectos tan dramáticos como reales para las vidas de sus protagonistas, y lo hace sin estridencias, con esa sutilidad, elegancia y estilo que solo la visión de la milenaria cultura japonesa nos puede ofrecer con su especial prisma de delicadeza y encanto.

Gonzalo J. Gonzalvo.

-Aragonia-

jueves, 12 de noviembre de 2015

Tras Nazarín. El eco de una tierra en otra tierra (2015)****

Dir: Javier Espada
Guión de Javier Espada y Alberto Andrés Lacasta
Música: Sergio González Carducci
Con la participación de: Luis Eduardo Aute, Asunción Balaguer, Juan Luis Buñuel, Jean Claude Carrière, Armando Casas, José de la Colina, Gabriel Figueroa Flores, Francisco Gaytán, Emiliano Gironella, Ignacio LópezTarso, Emilio Maillé, Mauricio Maillé, Rosenda Monteros, Rafael Navarro, Carmen Parra, Pilar Pellicer, Silvia Pinal, José María Prado, Carlos Reygadas, Arturo Ripstein, Carlos Saura.



Tras Nazarín pertenece al género documental, aunque conviene aclarar que  estamos ante un documental de creación, en el que la pasión del director por la figura de Luis Buñuel y sus conocimientos sobre el director de Nazarín (1959), se funden en un viaje por la memoria, acompañados de las fotografías que el propio Buñuel tomó con su cámara Leica en localizaciones del estado mejicano de Morelos, antes de filmar la película y por las fotografías realizadas durante el rodaje por Manuel Álvarez Bravo. A los estudiantes de cine Tras Nazarín les ofrece una importante información sobre la forma de trabajar de uno de los mejores cineastas de todos los tiempos y referencias a la industria mexicana del cine de la época, además de mostrarnos otros elementos ligados al proceso de la creación artística, y pese a que no se trata de un trabajo didáctico, la fuerza poética del cine de Buñuel aparece por todos los poros del documental, viva e inspiradora.

Javier Espada, su realizador, es otro calandino como Buñuel, responsable y culpable de los contenidos de la exposición permanente del Centro Buñuel de Calanda (CBC), dedicada con mimo y pasión por igual, al cineasta aragonés. El CBC ha sido dirigido, desde su creación en el 2.000, por Javier Espada, mostrando viva e intensa una continua y  "estupenda" obsesión por el cineastas español más importantes de la historia del cine mundial.
Deseamos fervientemente que este documental pase cuanto antes a las salas de exhibición
comerciales y debemos agradecer especialmente a Proyectaragón (y a su directora Vicki Calavia) la oportunidad de disfrutarla ya, como han hecho en unos cuantos festivales de cine por todo el mundo, y de recuperar la película de Buñuel que se ha programado también como complemento imprescindible del documental, dentro de una muestra que cumple su novena edición con un excelente estado de salud a pesar de los tiempos que corren....

Roberto Sánchez.

-Proyectaragón, Sala CAI Luzán de Zaragoza-

miércoles, 11 de noviembre de 2015

Black Mass: Estrictamente criminal (Black Mass, 2015)***

Dir: Scott Cooper
Int: Johnny Depp, Joel Edgerton, Benedict Cumberbatch, Rory Cochrane, Jesse Plemons, Dakota Johnson, Kevin Bacon, Peter Sarsgaard, Corey Stoll, Juno Temple, Julianne Nicholson, Adam Scott, David Harbour, Jeremy Strong, W. Earl Brown, Brad Carter, Sienna Miller.


Con guión de Mark Mallouk y Jez Butterworth, y basada en personajes reales y en la novela de Gerard O'Neill titulada Dyck Lehr, la película centra su temática, dentro del thriller, en el subgénero de gánsters y, en concreto, específicamente en la mafia irlandesa (la más antigua que opera en Estados Unidos, principalmente en las ciudades de Boston, Chicago, Filadelfia, Nueva York y Nueva Orleans), organización delictiva que existe desde el siglo XIX, y cuya hegemonía desaparece cuando en 1925 sus tres principales dirigentes Dinni Meehan, Bill Lovet y Richard Lonergan, son asesinados y la mafia italiana procedente de Sicilia toma el poder criminal en las principales ciudades norteamericanas (proceso que veremos maravillosamente retratado en la saga de El padrino de Francis Ford Coppola).  
Black Mass entronca pues con filmes especializados en tratar este particular clan criminal con películas como la clásica Ángeles con caras sucias (1938), dirigida por Michael Curtiz; pasando por Muerte entre las flores (1990), de los hermanos Coen, El clan de los irlandeses ( 1991), de Phil Joanou, El general (1998), de John Boorman,  y la magnífica Camino a la perdición (Road to Perdition, 2002), de Sam Mendes. 
También, tanto temática como estéticamente, el filme acusa claras referencias a todo el cine policíaco de los 70, además del cine de gángsters, siguiendo en éste el ciclo clásico de comienzo, ascensión y declive del delincuente que también puede verse en el El precio del poder (Scarface, 1983), de Brian De Palma. Dentro del cine policíaco de los 70 y 80, la referencia más clara y directa es la película El príncipe de la ciudad (1981), obra maestra dirigida por Sidney Lumet, espejo tanto a nivel argumental (con un metraje extenso pero que se disfruta con mucho agrado), como en su ambientación y estética. Además de en una buena dirección, reparto y ambientación, Black Mass se apoya en el excelente trabajo de su protagonista, Johnny Depp, perfecto en su papel de gángster despiadado e irreconocible físicamente. Un registro del que ya había hecho gala en el biopic Enemigos públicos (2009), de Michael Mann, centrado en la figura del escurridizo John Dillinger.  Su director, Scott Cooper (que comenzó a dirigir en 2009 con Corazón rebelde), hace con ésta su tercera película. Johnny Depp con una ya dilatada carrera, es su baza principal. Un actor centrado actualmente en proyectos más comerciales (con su eterno personaje de Jack Sparrow de la saga de Piratas del Caribe), pero que ha desarrollado una extensa y más que interesante carrera, en especial, gracias al genio de la imaginación, Tim Burton, junto al que dio vida al inolvidable Eduardo Manostijeras (1990), así como a personajes (tanto enternecedores como peligrosos), tales como Ed Wood, Sleepy Hollow, el Willy Wonka de la fábrica de chocolate o el inquietante y sanguinario barbero de la calle Fleet en Sweeney Todd (2008). Otra referencia que une este thriller con la figura del protagonista Johnny Depp, es el filme Donnie Brasco (1997), de Mike Newell, cinta en la que, junto a Al Pacino, encarnaba esta vez el lado de la ley en la figura de un agente infiltrado (también de existencia real) llamado Joe Pistone. En el caso de Black Mass, es la connivencia con el delincuente y la corrupción policial representada por el detective del FBI John Connolly, (interpretado por el actor Joel Edgerton), como ya ocurría en el citado film El príncipe de la ciudad de Sidney Lumet, la corrupción policial es la cuestión principal desarrollada. El actor que da vida a Connolly se ve arropado por un buen reparto en el que también destacan el siempre impecable Benedict Cumberbatch (como el hermano del gángster que ha elegido el camino del bien, llegando a ser senador de los Estados Unidos), Kevin Bacon o Peter Sarsgaard. También (y un poco a modo de anécdota), destacar la presencia de Dakota Johnson (hija de Don Johnson y Melanie Griffith) que protagoniza un par de escenas. Whitey Burger, el mafioso irlandés encarnado por Johnny Depp, que acaba de salir de la cárcel, es captado por  el agente John Connoly para que colabore como informante con el fin de eliminar a la mafia italiana y a su principal capo en la ciudad de Boston. En esta alianza, el policía sufrirá un fatal proceso de fagotización por parte de la fuerte y oscura personalidad de Bulger, que llevará al villano a la cima del poder criminal en la ciudad de Boston. Estamos ante una historia real impregnada con un tono de falso documental que, como ya sucedía en el citado filme de Lumet y en otras joyas de la misma década de los 70 cómo The French Connection (1971), de William Friedkin, o The Seven-Ups (1973), de Philip Dántoni, resulta muy creíble por su tono de veracidad, apoyado éste por una estupenda fotografía de Masanobu Takayanagi, la perfecta ambientación, y un reparto muy sólido y convincente en sus interpretaciones. 
Black Mass es, sin duda, un film imprescindible para los amantes del thriller policíaco, (en especial del subgénero de gánsters), igualmente recomendable para los que disfrutaron con las películas del neo noir de la década de los 60 y 70, que llenaron las pantallas de cine y televisión con multitud de títulos, algunos de los cuales he citado, muy prestigiosos.

Gonzalo J. Gonzalvo.

- Aragonia, Palafox, Yelmo-

martes, 10 de noviembre de 2015

Mi gran noche (2015)***

Dir: Alex de la Iglesia.
Int: Raphael, Mario Casas, Pepón Nieto, Blanca Suárez, Carlos Areces, Luis Callejo, Carmen Machi, Jaime Ordóñez, Santiago Segura, Enrique Villén, Hugo Silva, Carolina Bang, Terele Pávez, Carmen Ruiz, Marta Guerras, Marta Castellote, Tomás Pozzi, Ana Polvorosa, Toni Acosta, Luis Fernández, Alberto Chaves.


De la Iglesia, Álex (junto a su inseparable Guerricaechevarria, Jorge, al guión), explícita la impostura esperpéntica del programa televisivo de la Noche Vieja en España. 
Todos los excesos tienen cabida, excepto en la comida y la bebida que son de mentira, así como la voz en playback de los divos del pasado y el presente.  
El plató está sitiado por los manifestantes despedidos de la cadena televisiva y el público (esquiroles indiferentes) contratado para grabar este espectáculo premonitorio está atrapado en el falso tiempo de la realidad virtual construido por la televisión, que aunque sea patas arriba sigue con el espectáculo. 
Escucharemos, casi al final, el tema de Alphonso / Raphael que parece lo más apropiado para estas fechas: Escándalo, de la mano de Raphael, aparición fantasmagórica sobre fondo de esvásticas de otro tiempo que reivindica, en algún momento de sus desquiciados diálogos con Yuri (Carlos Areces), su hijo / sirviente, unos orígenes míticos ligados a su amistad con John (Lennon), y una descendencia ilegítima y parricida, parodiando al eterno dictador que dejó en herencia esta democracia nuestra. 
Los chistes negros de esta especie se suceden con el brillante ballet de la gala que rememora el de otras épocas (recuerden las coreografías de Giorgio Aresu y los zooms de Valerio Lazarov); el joven ídolo de la canción, Adanne (Mario Casas), presentado como una máquina de hacer fans y hasta con las chonis, que buscan a cualquier precio tener un hijo suyo para extorsionarlo. Tampoco falta el ERE que consigue de forma corrupta el director de la cadena: Benítez / Segura / Torrente...
El propio director se autoparodia al hacer aparecer un crucifijo, siempre en manos de Dolores (Terele Pávez), la madre de Jose (Pepón Nieto), uno de los figurantes, que nos recuerda su primera gran obra: El día de la bestia (1995), aunque esta vez algo disminuido en su tamaño... 
Por fin, todo se dispara con esta esperpéntica y caótica recreación de los programas televisivos para el año nuevo, en una continuidad que remeda la nueva situación política del país.

Antonia Bordonada.

-Aragonia,C. Grancasa,Palafox, Puerto Venecia, Yelmo-

lunes, 9 de noviembre de 2015

Truman (2015)****

Dir: Cesc Gay
Int: Ricardo Darín, Javier Cámara, Dolores Fonzi, Àlex Brendemühl, Javier Gutiérrez, Eduard Fernández, Elvira Mínguez, Silvia Abascal, Nathalie Poza, José Luis Gómez, Pedro Casablanc, Francesc Orella, Oriol Pla, Ana Gracia, Susi Sánchez, Àgata Roca.

Coproduccion hispano-argentina que se llevó ex aequo el premio al mejor actor en el Festival de San Sebastián de este año para Ricardo Darín y Javier Cámara, Truman se asienta sobre estos dos actores y también sobre una dirección, tan sólida cómo austera, por parte de su director Cesc Gay.Truman nos cuenta la historia de Julián (Darín) y Tomás (Cámara), dos amigos con una larga relación separados por miles de kilómetros que se reunirán de nuevo debido a la enfermedad terminal de uno de ellos. El título hace alusión a la inseparable mascota canina del personaje protagonista que interpreta Ricardo Darín, y que ejemplifica también esa amistad y lealtad indisoluble que también existe entre esos dos amigos de la infancia. También hace referencia a la honda preocupación que el propietario de Truman siente por su futuro incierto, una vez que él haya desaparecido y no pueda hacerse cargo de su día a día. La muerte, la amistad y el amor componen una trilogía temática qué bien podría ser el leitmotiv argumental de un film del maestro neoyorquino Woody Allen, tan preocupado por estas cuestiones y sus derivaciones y consecuencias éticas y personales. En este caso, Truman se mueve entre la comedia y  la tragedia gracias a un par de actores protagonistas Darín y Cámara, en estado de gracia, que además muestran y transmiten una química indudable a través de la pantalla. Su director, Cesc Gay, ya demostró en títulos como En la ciudad (2003), que sabía tratar situaciones cotidianas e intimistas con maestría, rodeándose de buenos actores españoles como el siempre extraordinario Eduard Fernández, o Alex Brendemühl, estupendos profesionales de los que vuelve a echar mano en este Truman. En cuanto a sus dos protagonistas, Darín, uno de los mejores actores del momento del cine en hispano argentino, nos lleva dando excelentes interpretaciones desde finales de los 70, aunque es a partir del año 2000 con Nueve reinas , cuando salta cualitativamente al éxito internacional con una carrera en la que a continuación destacarán títulos como El hijo de la novia (2001), El aura (2005), El secreto de sus ojos (2009), o la más reciente y extraordinaria Relatos salvajes (2014), una de las mejores películas del año pasado. 
En cuanto a Javier Cámara, es de alabar en este filme su registro dramático después de haber destacado, tanto en el género de la comedia, como en filmes también provistos de una considerable carga dramática, como es el caso del Hable con ella (2002), dirigido por el español universal Pedro Almodóvar. 
Sin sensiblería, con gran elegancia narrativa, Truman es un film en el que los silencios son tanto o más elocuentes que las escenas dialogadas. Su director, Cesc Gay, compone el que hasta ahora quizás sea su mejor trabajo. Gay que se dio a conocer con la polémica Krámpack (2000), ya había dirigido a Ricardo Darín hace tres años en el filme Una pistola en cada mano (2012). Ahora, con este Truman refuerza esa capacidad narrativa intimista de la que ya había dado buenas muestras en su filme En la ciudad, para entregarnos una obra redonda, un excelente trabajo fílmico que sin duda vuelve a poner en todo lo alto el listón artístico del cine español y latinoamericano.

Gonzalo J. Gonzalvo


-Aragonia,Cervantes, Puerto Venecia-

martes, 3 de noviembre de 2015

Bendita calamidad (2015)***

Dir: Gaizka Urresti
Int: Jorge Asín, Nacho Rubio, Luis Varela, Carlos Sobera, Juan Muñoz, Gorka Aguinagalde, 
Enrique Villén, Carmen Barrantes.


Rodada durante este último año en Zaragoza, Tarazona y diversas localizaciones del Moncayo, la producción aragonesa Bendita Calamidad está basada en una novela de Miguel Mena y tiene a Jorge Asín (Anselmo), Nacho Rubio (Ricardo), Luis Varela (el Obispo), Enrique Villén (el Abogado), Carmen Barrantes (Laura) y Carlos Sobera (Lacarra). como principales protagonistas (además de todo el elenco de actores de Oregón TV). Nos narra las esperpénticas desventuras de dos hermanos (Anselmo y Ricardo), más bien con pocas luces, que en graves apuros económicos planean el secuestro de un rico constructor (Lacarra) durante la fiesta del Cipotegato. En su lugar acaban llevándose al obispo de Tarazona, con el que iniciarán una frenética huida por tierras del Moncayo... 
El día de su preestreno pudo disfrutarse en la modélica e histórica sala 4 del complejo de los cines Palafox de Zaragoza, quizás uno de los mejores lugares de España para ver una película. Esto es, pues, indicativo de uno de los principios de su realizador Gaizka Urresti, ganador de un Goya por su cortometraje Abstenerse agencias (2011), empeñado en dignificar el cine de entretenimiento, rodando con un magnífico equipo y en escenarios naturales aragoneses (de gran belleza y posibilidades), y exhibir los resultados de ese trabajo en las mejores condiciones posibles. 
Que sea una comedia ligera (con algún que otro chispazo irónico), tiene que ver con la novela
de Miguel Mena del mismo título, una historia que combina aventuras, humor, ironía y que
adaptada por Gaizka Urresti ha derivado al final hacia una película repleta de gags y situaciones, casi siempre afortunados, protagonizados en su mayoría por el equipo de Oregón TV, debidamente reforzado con la sabiduría y el buen hacer, entre otros, de Luis Varela, Enrique Villén y Carlos Sobera. La mezcla equilibrada de la historia novelesca, de unos actores con experiencia sobrada, y el buen hacer en el género cómico del equipo  de Oregón TV (que en muchos momentos parece apoderarse de la función y la lleva a su personal manera de entender el humor con denominación de origen "oregonés") creo que garantizan en Aragón el funcionamiento de su forma de entender el humor, en algunos momentos, muy localista. Su distribución nacional (a partir de enero),será la que termine por aclarar si esta visión de la comedia puede ser aceptada fuera de nuestra comunidad.
Gaizka Urresti, muy bien secundado por un extenso equipo de actores, el director de fotografía Pepe Añón, y con una banda sonora (quizá excesivamente evidente en algunos momentos) de Miguel Ángel Remiro, nos ofrece una correcta comedia que no ofenderá a nadie, y entretendrá a una gran mayoría.

Roberto Sánchez

-Aragonia, Palafox-

Taxi Téhéran (2015)****

Dir: Jafar Panahi
Int: Jafar Panahi

La comunicación más rápida en las grandes urbes sigue siendo el taxi, en algunos lugares, también de uso compartido como es el caso de Téhéran.  
El director, Jafar Panahi, convertido en taxista, nos conduce por los vericuetos de la comunicación entre la gente y el uso de la tecnología audiovisual más variada. Al principio, la televisión y la radio proporcionan noticias (la pena de muerte), y motivo de comentario, a los pasajeros de este recorrido. Aparecerán, el teléfono móvil, la cámara de fotos con opción a vídeo, la cámara de vídeo profesional, los vídeos piratas, el cine y las leyes de censura, así como la cámara web... 
En este viaje se nos cuelan los ladrones oportunistas e inevitables que terminan robando la palabra y la película. Todos los pasajeros comunican, producen o consumen información.  
El director-taxista presta su terminal para grabar la última voluntad de un accidentado, luego a la potencial viuda para recibir el archivo de la herencia.  
También permite llamar con su móvil a quien vende ilegalmente películas y no tiene crédito para contactar con su cliente (un estudiante de cine que pide ideas para su película), a cuya casa nos conduce el taxista, a su vez, antiguo cliente de copias piratas reconocido por el 
falsificador. 
No escapan a esta gran red de usuarios y productores de imágenes, ni las mujeres que olvidan su monedero-bolso; abuelas, deduce la sobrinita del conductor, consumidoras de tele series y supersticiones, que las llevan a un trayecto de vida o muerte en el taxi de la película, donde pierden su monedero e indirectamente abortan el film. 
Jafar Panahi lleva dirigiendo, con no pocas trabas por parte de la censura, desde 1988, con
bellos y reflexivos trabajos a medio camino entre la ficción y el documental. Alumno aventajado
de una escuala de cine iraní que va dando algunos de los nombres más destacados del arte
cinematográfico actual (Abbas Kiarostami, Moshen Makhmalbaf, Bahman Ghobadi, Amir Naderi o Samira Makhmalbaf, entre otros), ha llegado al extremo de tener que rodar sus últimas tres películas (incluida Taxi Téhéran) en la clandestinidad. 
Aunque con pocos pases, y ya en sus últimos momentos en la cartelera zaragozana, deberían
darle una oportunidad a este film que termina siendo toda una lección sobre el cine y como
logra sobrevivir en una actualidad tan hostil hacia la creación y la imaginación...


Antonia Bordonada


-Aragonia-