martes, 31 de mayo de 2016

La noche que mi madre mató a mi padre (2016)**

Dir: Inés Paris
Int: Belén Rueda, Eduard Fernández, Diego Peretti, María Pujalte, Fele Martínez, Patricia Montero.


Isabel (Belén Rueda) organiza una cena en su casa. Allí se encontrarán: Ángel (Eduard Fernández), su marido, que es guionista y escritor de novelas policíacas; y Susana (María Pujalte), su exmujer, de oficio directora de cine, que quieren convencer a un famoso actor argentino (Diego Peretti, haciendo de sí mismo) para que protagonice su próxima película. En mitad de la cena aparece Carlos (Fele Martínez), el ex de la anfitriona con su nueva novia Álex (Patricia Montero), que queda fascinada por el argentino. La cena se va enredando y todos acaban perdiendo los papeles...

Con guión de Fernando Colomo, la última película de Inés París funciona relativamente bien en su arranque, mezclando con cierta gracia elementos de sainete, vodevil, humor negro, comedia de enredos y guerra de sexos. A pesar de los esfuerzos de los actores, la gasolina (la historia de Colomo) que da energía a esta comedieta se agota casi sin haber llegado a la media hora de la función. Luego, todo resulta rutinario, repetitivo y falto de gracia.

Parece que la "gasolina" creativa de Inés París también ha ido consumiéndose paulatinamente. La soltura y buen hacer de A mi madre le gustan las mujeres (2002), codirigida y coescrita con Daniela Fejerman, han ido dejando paso a trabajos, muy correctos desde el punto de vista formal, pero con poco gancho, como Semen, una historia de amor (2005), en la que repitía colaboración con Daniela Fejerman, y Miguel y William (2007), atrevida reconstrucción de un hipotético encuentro entre Cervantes y Shakespeare, destacada por su punto de partida (una historia concebida por Tirso Calero, Eva cruz, Miguel Ángel Gómez e Inés París), pero decepcionante por su mediocre desarrollo. 

No es pues una sorpresa la poca calidad de este film. Sí lo es, la buena acogida general de la crítica especializada. 

Roberto Sánchez

-Aragonia-

martes, 24 de mayo de 2016

El hombre perfecto (Un homme idéal, 2015)***

Dir: Yan Gozlan
Int: Pierre Niney, Ana Girardot, Ludovic Berthillot, Valeria Cavalli, Marc Barbé, André Marcon,
Laurent Grévill, Thibault Vinçon.



El hombre que quiso escribir su propio éxito.

Matthieu Vasseur es un aspirante a escritor frustrado por el continuo rechazo de sus obras por parte de las editoriales. Un día, encuentra un viejo manuscrito entre las pertenencias de un anciano fallecido cuándo se ocupaba de la limpieza y el desalojo de su vivienda. La apropiación de dicho original le acarreará consecuencias imprevisibles. Vasseur , de 25 años, es un joven ególatra que busca el éxito rápido a cualquier precio exhibiendo un comportamiento psicopático y carente de toda ética y moral. 

Estamos ante una historia que supone el segundo trabajo del director Yann Gozlan, quien en 2010 se dio a conocer por Captifs, thriller sobre el cautiverio de una joven enfermera con guión del propio Gozlan. Con este El hombre perfecto Gozland parece querer  consolidarse en el género del thriller como un especialista. 

La historia narrada posee fuerza y contiene secuencias duras e impactantes que logran que al espectador se le vaya formando un nudo en el estómago presa del agobio y la situación límite que vive el protagonista. Un joven que puedo tenerlo todo pero, como decía Woody Allen en su espléndido Match Point (2005), uno de los filmes con el que mantiene similitudes y que, junto con Delitos y faltas (1989)  y El sueño de Cassandra (2007), componían el retrato con el que el maestro neoyorquino trataba de ilustrar los temas del éxito insano y el sentido de culpabilidad. La pelota, en un partido de tenis, cuando golpea la red, puede pasar al otro lado o caer en el nuestro impidiendo ganar el punto y el partido. 

El guión a tres bandas de Guillaume Lemans, Grégoire Vigneron y el propio Gozlan, además de seguir las huellas de los citados filmes de Allen, bebe de varias y evidentes fuentes cinematográficas. Y entre ellas, sin duda es inevitable pensar en el A pleno sol, dirigido en 1960 por René Clement, sobre la adaptación de  la novela de Patricia Highsmith, nuevamente adaptada por Anthony Minghella en 1999 con El talento de Mister Ripley. Pero si hay un film que nos recuerda vivamente este argumento, hemos de remitirnos al relativamente reciente El ladrón de palabras, dirigida por Brian Klugman en el año 2012; filme con casi idéntico argumento en el que un escritor fracasado que vivió la Segunda Guerra Mundial destinado en París, encontrará allí el amor de su vida y plasmará toda esa historia en un manuscrito. 



El hombre perfecto se articula y se apoya sobre todo en las buenas interpretaciones de Pierre Niney y Ana Girardot. El primero, es un joven y prolífico actor del que pronto veremos otro estreno titulado Franz, a las órdenes del gran director francés François Ozon, y al que se ha podido ver también en la reciente Altamira (2015, Hugh Hudson). Ana Girardot, que ha compartido cartel con Benicio del Toro en Escobar (2014, Andrea Di Stéfano), antes de ser ganadora del Lumière Award en 2015, fue mejor joven promesa un año antes por Le beau monde (2014) y La próxima vez apuntaré al corazón (La prochaine fois je viserai le coeur, 2014). 

El segundo punto de apoyo es lo que el maestro del suspense, Alfred Hitchcock, denominaba un "McGuffin". En este caso el McGuffin consiste en el hallazgo de un diario de la Guerra de Corea (1954 a 1962) que aparece en el piso de un anciano muerto sin familia.  En base a este elemento se construye una historia cuya temática: la mentira, el plagio y/o la suplantación para lograr el éxito rápido a cualquier precio (aderezada con el crimen), ha sido utilizada de manera recurrente en numerosos thrillers desde el cine clásico hasta la actualidad. La pérdida, el arte y el fraude (explorado tan brillantemente por Orson Welles en su interesante obra homónima), así como el sentimiento de culpabilidad, forman parte de un abanico de temas que tanto El ladrón de palabras como El hombre perfecto comparten, amén de todos los filmes clásicos relacionados ya nombrados (A pleno sol y su remake, y los del gran Woody Allen). Todo ello sería mucho más sorprendente si nunca hubiese existido una maleta (en cuyo interior se encontraban varios manuscritos del escritor Ernest Hemingway) que se extravió en el trayecto de Lyon a Berna cuando su primera mujer, Hadley, vivía con él en Francia. ¿Qué ocurriría si alguien con unas mínimas facultades para escribir se topase con esa extraordinaria maleta plagada de arte literario? Pues está claro que, a estas alturas, más de un avispado director de cine y/o guionista se lo ha preguntado. 

A pesar de todas estas limitaciones y similitudes, El hombre perfecto funciona y aprovecha bien todos los recursos del thriller de suspense para mantener al espectador en tensión y en un permanente desasosiego. Como ya dije, gran parte de este mérito es de su protagonista, un excelente Pierre Niney, así como de su "partenaire" Ana Girardot, esa novia perfecta que forma parte de los anhelos delirantes de ese escritor frustrado y farsante, encumbrado al éxito de un día para otro.

El resto del lubricante artístico de la maquinaria del filme pivota sobre la inquietante partitura del compositor Cyrille Aufor y la estupenda fotografía de Antoine Roch, pues ambas contribuyen a crear una buena atmósfera negra y perturbadora.

Gonzalo J. Gonzalvo

-Aragonia-

domingo, 22 de mayo de 2016

La bruja. Una leyenda de Nueva Inglaterra (The Witch: A New England Folk-Tale, 2015)***

Director: Robert Eggers
Int: Anya Taylor-Joy, Ralph Ineson, Kate Dickie, Harvey Scrimshaw, Lucas Dawson, Ellie Grainger, Julian Richings, Bathsheba Garnett, Sarah Stephens, Jeff Smith. 




Nueva Inglaterra, 1630. Una familia de colonos es expulsada por sus planteamientos religiosos (que parecen todavía más extremados que los de la comunidad puritana en la que habitan); tienen cinco hijos, y ahora deben vivir cerca de un bosque que, según las creencias populares, está dominado por el "Mal". Cuando el hijo recién nacido desaparece y los cultivos no crecen, los miembros de la familia entrarán en una espiral de violencia autodestructiva. Aparentemente un mal sobrenatural les acecha desde el bosque cercano. 

El guionista de esta inquietante historia es el mismo Robert Eggers (nacido en 1983), un realizador norteamericano que firma con The Witch su primer largometraje y que ha logrado una sugerente propuesta de cine de terror que no se queda en la superficie de lo tratado. La brujería y sus orígenes, desde un punto de vista antropológico, enlaza con los orígenes de las creencias precristianas, y fue debidamente "satanizado" por el cristianismo que, aunque se aprovechó, y adaptó, muchas de esas viejas creencias y conocimientos, intentó siempre relacionarlas con la pervivencia directa de ese conocimento diabólico que procedía de los cultos paganos del pasado. La película, como el mismo Eggers nos dice, mezcla varias leyendas sobre brujas que cruzaron al Nuevo Mundo desde Inglaterra (es decir desde la Vieja Europa) y que, en realidad, poco o nada tenían que ver con los pobladores indios que, por cierto, sólo son entrevistos, como en una ensoñación breve, "los otros", en la población de la que nuestros colonos son expulsados. 

Se establecen en el límite de un bosque que está prohibido, pero que será  "violentado" con la presencia de estos "extraños" y de algún modo reaccionará contra ellos. El bosque parece habitado, pero directamente por el "Mal" (la bruja). Para intentar explicar la desaparición del recién nacido se nombra al lobo y algunas de las  "apariciones" de esa bruja recuerdan, incluso por su iconografía, a cuentos populares como el de Caperucita Roja, cuyos orígenes seguramente son comunes a las historias de y con brujas. Eggers, en este aspecto, nos ha sorprendido agradablemente, siendo hábil al construir las imágenes de las brujas con referencias a Goya (recuerden algunos de sus grabados y pinturas) y a las ilustraciones de William Blake. Diálogo con las tradiciones presentes en el arte desde el origen de los tiempos.





El guión de Eggers ha sido capaz también de sumar a la historia de terror, las posibles explicaciones racionales (nunca explícitas). Por un lado, el fanatismo, por otro el desarrollo extremo de un sentimiento de culpabilidad, la sexualidad, la asunción plena del pecado original, que les lleva a un proceso de autodestrucción, al carecer de procesos racionales que expliquen lo que les está sucediendo. De modo inteligente, Eggers, va sembrando dudas sobre la "realidad" que presenciamos.

Robert Eggers logra también, con una gran pericia técnica (y muy pocos medios), llevarnos de paseo por un mundo perdido. La fotografía de Jarin Blaschke ha utilizado mayoritariamente la luz natural de velas y alambiques, logrando efectos expresionistas de gran eficiencia. La luz, el bosque, sus animales, son reales y al mismo tiempo inquietantemente fantásticos. La música, con cadencias dodecafónicas, de Mark Korven, nos ayuda a percibir la presencia del "Mal" (la irracionalidad). Los necesarios "sustos" genéricos son pocos, pero impactantes.






También es destacable el trabajo de sus actores. Intérpretes poco conocidos, pero que ha sabido meterse en sus personajes. Ralph Ineson es William, el padre; Kate Dickie es Katherine, la madre; Anya Taylor-Joy es Thomasin, la hija mayor; Harvey Scrimshaw es Caleb, el hijo mayor; y Ellie Grainger y Lucas Dawson son los mellizos Mercy y Jonas.



Roberto Sánchez
Antonia Bordonada

-Aragonia, Palafox, Puerto Venecia, Yelmo-

martes, 17 de mayo de 2016

El olivo (2016)**

Dir: Iciar Bollaín
Int: Anna Castillo, Javier Gutiérrez, Pep Ambrós, Manuel Cucala, Miguel Ángel Aladrén

La joven Alma, interpretada por Anna Castillo, ayudada por Wiki (la actriz María Romero), una amiga que domina el inglés e Internet, consigue la información necesaria para poder poner en marcha su proyecto: rescatar el olivo milenario que su abuelo identifica con su propia vida y que está allí desde la época de los romanos, dice. 

La familia lo ha vendido por 30000 euros para comenzar un negocio que doce años después ha fracasado, como el abuelo había anunciado. Han perdido su olivo milenario y el dinero, el abuelo de la protagonista se muere de tristeza. 

La película cuenta las peripecias su nieta Alma para intentar devolverlo a su pueblo y al mismo tiempo recuperar la vida del abuelo. La historia se transforma en ese momento y pasa a ser una "road movie" que les llevará Alemania, concretamente a la sede de una poderosa empresa que produce y vende energía eléctrica, propietaria de ese olivo, convertido en imagen corporativa. Alma logrará el apoyo de un grupo ecologista que provocará movilizaciones y protestas para recuperar el olivo.


Icíar Bollaín, con El olivo, ha dirigido ya siete largometrajes de ficción. Desde También la
lluvia (2010), en los guiones ha colaborado siempre Paul Laverty (habitual guionista de Ken Loach). En El olivo, de hecho, aparece firmado tan sólo por él. Creo que, en parte, la "simplonería" y el esquematismo de algunas situaciones planteadas en esta película son "marca de fábrica" de este guionista escocés.

El cine de Icíar Bollaín alcanzó un momento brillante con la arriesgada Te doy mis ojos (2003), honda y dramática reflexión sobre la violencia machista. Sus más recientes trabajos han sido más irregulares, pero mostrando un estilo propio, siempre apostando por sacarle a sus actores, profesionales o aficionados, un rendimiento excelente. Las diferentes problemáticas sociales y económicas tampoco le son ajenas y siempre las ha tratado con la intención de denunciar injusticias y de mostrar que todavía hay resquicios de esperanza. 

Su estilo como directora se mantiene sencillo, directo y fresco, también en El olivo, sólo que ahora todo es demasiado previsible, ingenuo y plano. El mensaje es tan obvio y los símbolos tan evidentes que casi da un poco de vergüenza hasta comentarlos. 

No ha sido un paso adelante en su trayectoria como directora, pero no dudamos para nada de lo oportuno de la tesis defendida por su película: la necesidad urgente de proteger nuestro patrimonio natural, uno de los pilares que nos identifican como españoles, y que como tantas 
otras cosas en nuestro país, está siendo dilapidado por los intereses de unos pocos.



Antonia Bordonada
Roberto Sánchez

-Aragonia, Palafox-

domingo, 15 de mayo de 2016

Trumbo. La lista negra de Hollywood (Trumbo, 2015)****

Dir: Jay Roach
Int: Bryan Cranston, Diane Lane, Helen Mirren, John Goodman, Elle Fanning, Louis C.K., Michael Stuhlbarg, David James Elliott, Roger Bart, J.D. Evermore, Mark Harelik, Peter Mackenzie, Toby Nichols, Becca Nicole Preston, Elijah Miskowski.

La cara oscura de Hollywood. 


En el Hollywood dorado de los años 40, no todo relucía como el oro. Guionistas como Dalton Trumbo (1905-1976), actores y directores que trabajaban para diversos Estudios, fueron objeto de la llamada "caza de brujas" anticomunista orquestada por el senador Joseph McCarthy y su Comité de Actividades Antiamericanas. Trumbo, comunista declarado, así como otros guionistas con apertura de pensamiento, fueron entonces incorporados a las llamadas Blacklist o listas negras, cuyo máximo exponente fue la llamada "Los diez de Hollywood". Tras ser incorporado a esa maldita lista, Trumbo sufrió persecución e incluso cárcel, aunque a través de seudonimos, pudo volver a incorporarse a la industria como guionista y firmar maravillosos trabajos como el de Vacaciones en Roma (1953, William Wyler) o el Espartaco, de 1960, de Stanley Kubrick. La psicosis anticomunista no se relajó hasta la década de los 60 con la llegada de la era presidencial Kennedy.

Trumbo es un biopic (como se dice ahora), que narra a la perfección la biografía de ese genio de la escritura llamado Dalton Trumbo. Novelista, guionista y también director de cine (dirigió en 1971, adaptando su propia novela, el excelente alegato antibelicista Johnny cogió su fusil). Trumbo nació con el siglo XX, en 1905, en la localidad de Montrose (Colorado), y  daría vida a filmes como Papillon. Logró ganar dos Óscar: uno en 1953 por Vacaciones en Roma y otro, en 1956, por el film El Bravo (The Brave One, dirigido por Irving Rapper).

En cuanto al reparto, Bryan Cranston, ya será inseparable de su Walter White de la brillante serie Breaking Bad (2008-2013), pero tiene una trayectoria cinematográfica más que apreciable y hemos podido verle en el interesante Argo (Ben Affleck, 2012) o en la excelente Drive (2011, Nicolas Winding Refn), también como uno de esos secundarios sólidos (Pequeña Miss Sunshine/Salvad al soldado Ryan/The Rockford Files) que en un momento dado, se atreven con un papel protagonista (como en este caso de Trumbo) desarrollando un trabajo brillante que, unido a una fiel caracterización, componen un retrato perfecto y fidedigno a la altura de la figura original.



Trumbo, además de Bryan Cranston (que lleva casi todo el peso de la película), cuenta con una cuidada ambientación y cuidados decorados, amén de un elenco de actores (especialmente sus actrices) en el que encontramos al siempre impactante John Goodman (con un papel que recuerda bastante al de avispado productor de filmes de terror y  ciencia ficción de serie B del Matinee, dirigido en 1993 por Joe Dante, filme que tan bien recreaba el cine de los años 50 y su ambiente). Además de él, dos fabulosas veteranas (Diane Lane, como Cleo Trumbo, y Helen Mirren, interpretando brillantemente a la amarillista Hedda Hooper) y un gran talento joven: Elle Fanning (hermana de Dakota, otra pequeña-gran actriz) a la que hemos podido disfrutar en filmes como Súper 8 (2011, J. J. Abrams), Babel (2006, Iñárritu) o Una mujer difícil (2004, Tod Williams).

 El eficaz guión de John McNamara y la  fotografía de Jim Denault, contribuyen a hacer de Trumbo un filme resolutivo y veraz, que cumple con creces sus expectativas y no resulta pesado a pesar de sus dos horas de metraje y que ,además, nos permite recuperar e introducirnos en los dorados años del Hollywood de los años 40 y 50; décadas en las que actores como Edward G. Robinson o un jovencísimo Kirk Douglas y directores como Otto Preminger  y el genial Stanley Kubrick, desarrollaban su labor creativa para ofrecernos a todos los cinéfilos grandes obras, que han superado la prueba del "tiempo" y han trascendido en la historia del séptimo arte.


Gonzalo J. Gonzalvo.


-Aragonia, Palafox-

sábado, 14 de mayo de 2016

Reina Cristina (The Girl King, 2015)***

Director: Mika Kaurismäki
Int: Malin Buska, Sarah Gadon, Michael Nyqvist, François Arnaud, Laura Birn, Peter Lohmeyer, Martina Gedeck, Patrick Bauchau, Lucas Bryant, Samuli Edelmann, Hippolyte Girardot, Veera W. Vilo, Jenny Rostain, Timo Torikka, Micci Martin.


Coronada en 1633, a los seis años, y educada como si fuera un príncipe, la Reina Cristina de Suecia fue una joven dirigente enigmática y brillante dispuesta a "modernizar" Suecia al tiempo que experimentaba el amor y exploraba su incipiente sexualidad. Huérfana de padre que murió en la Guerra, rechazada por su madre y criada en una Corte Luterana dominada por hombres que piensan que no tiene 
otra opción que casarse para tener un heredero, Cristina (ahora interpretada por la sueca Malin Buska) se verá envuelta entre la pasión y la razón. 

Revolucionaria, estudiosa de las artes y las ciencias, amiga de René Descartes. Cristina era al mismo tiempo confusa, inquieta, excéntrica, solitaria, y en la Corte todos la subestimaron y despreciaron, recibiendo críticas por su interés por el filósofo francés, como por su relación con la Condesa Ebba Sparre (Sarah Gadon). Dividida por el conflicto que le plantean sus aspiraciones políticas y sus deseos  personales, Cristina tomará una de las decisiones más controvertidas de la historia.

El guión del autor teatral canadiense Michel Marc Bouchard, ha aportado unos diálogos bastante atractivos que no lastran en ningún momento una película que resulta irregular por que no parece haber sabido encajar las necesarias escenas grandilocuentes de reconstrucción histórica (que resultan un tanto ridículas), con las más intimistas, en las que sus atractivas conversaciones con el Canciller Axel Oxenstierna (Michael Nyqvist) o con Descartes (Patrick Bauchau) tampoco adquieren la necesaria densidad que podría deducirse de sus textos.

Mika Kaurismaki (nacido en 1955) es hermano de Aki Kaurismaki (nacido en 1957), y ambos son dos buenos ejemplos de una cinematografía (la finlandesa) poco conocida en nuestro país, pero que está dando muestras de gran frescura y calidad. De los dos hermanos, es el que menos reconocimiento crítico internacional ha tenido, aunque tiene más de una película apreciable. Se ha atrevido, siempre con una mirada desenfadada y muy particular con diversos géneros (documental y ficción) y formatos (cortometrajes y largos para el cine y la televisión). 




Aunque la reina Cristina de Suecia (1626-1689) fue un personaje realmente llamativo por lo revolucionario de sus planteamientos vitales y políticos, sobre todo por su relación de amistad con el filósofo René Descartes (1596-1650), por su reconversión al catolicismo y por terminar su vida en Roma como "La reina virgen", siendo una de las mecenas artísticas más destacadas de su siglo (mientras llegaron los fondos de Suecia), lo cierto es que yo la recordaba sobre todo transfigurada en el cuerpo de la mítica Greta Garbo, que la incorporó en el film La reina Cristina de Suecia (1933), de Rouben Momoulian. Mika Kaurismaki intenta mostrarnos, mediante una reconstrucción de época bastante fiel en lo superficial, la evidente modernidad de un personaje adelantado a su tiempo. La película es fallida por que no acierta, precisamente, a contarnos con eficiencia como fue una época marcada, en Suecia, por un protestantismo represivo que por un lado reclamaba su independencia de Roma (de los católicos y del Imperio), pero por otro pretendía mantener a su pueblo sometido mediante la ignorancia y la interpretación rigorista de las enseñanzas de Lutero. El tono ligero, y en ocasiones muy desenfadado, parece muy opuesto a algunas de las situaciones que quieren mostrarnos. 












A pesar de que el film es irregular resulta llevadero y bastante entretenido, y nos permite recuperar la figura de una reina que tuvo entre sus más cercanas amistades a Descartes, uno de los padres de la física, filosofía y matemáticas modernas, y hacerlo mostrando igualmente sus aspectos más humanos, enseñándonos algunas de sus luces y sombras, sus debilidades y retratando una situación política europea convulsa y marcadas por guerras de religión en las que inevitablemente se involucró. 

La película supuso un importante esfuerzo de producción en el que colaboraron además de Finlandia, Canadá, Alemania, Suecia y Francia. 

Roberto Sánchez

-Cervantes, Palafox-

lunes, 9 de mayo de 2016

El libro de la Selva (The Jungle Book, 2016)***

Director: Jon Favreau
Int: Neel Sethi, Ben Kingsley (voz), Idris Elba (voz), Bill Murray (voz), Scarlett Johansson (voz), 
Christopher Walken (voz)

El niño que conquistó la selva 



Cuarta versión (sin contar las de animación) llevada a la gran pantalla de El libro de la selvainmortal novela de aventuras del escritor Rudyard Kipling qué, allá por 1942, plasmaba por vez primera el director Zoltan Korda con una inolvidable partitura compuesta por el gran Miklós Rózsa. Tendrían que pasar bastantes años para que, en 1994, Stephen Sommers dirigiese El libro de la selva: la aventura continúa. Sólo tres años después, en 1997, Duncan McLachlan adaptaba de nuevo la historia nacida de la mente de Kipling con el título Mowgli y Baloo.

El libro de la selva de 2016, dirigida por Jon Favreau, tiene algunos atractivos adicionales (sobre todo para el público que opte por verla en versión original subtitulada) al contar con las voces de Bill Murray, Ben Kingsley, Lupita Nyong'o y Scarlett Johansson; además cuenta con el sello de calidad que supone ser una producción Walt Disney Pictures, que en este caso se ha aliado con Fairview Entertainment y MPC (Moving Picture Company) para componer un trío con un potencial tecnológico insuperable. En este sentido, esta versión juega a caballo ganador, pues técnicamente es de una factura irreprochable. Sin embargo este alarde de tecnología digital ha logrado un filme tan impecable como carente de la magia y  la profundidad de los filmes anteriores, en especial si recordamos el clásico de Korda. Y a pesar de ser fiel a la maravillosa historia de Kipling, queda también muy lejos de lo que uno lograba imaginar al leer, especialmente siendo un niño, este excepcional relato. Todo intenta parecer real y, al mismo tiempo, es muy falso. Todo resulta demasiado perfecto, demasiado medido. La imperfección de los seres auténticos, humanos y animales, daba en la versión clásica una pátina de realidad y un carisma a los personajes que toda la imaginería digital, con sus millones de píxeles y sus super ordenadores, es incapaz de igualar. 




Comentar en este punto que la versión de Zoltan Korda de 1942, que obtuvo cuatro nominaciones al Óscar (fotografía, banda sonora original, dirección artística en color y efectos especiales), y que tan especial resulta en el recuerdo y en el imaginario colectivo cinematográfico de todos los que hoy pasamos de los cuarenta, contaba además con el inolvidable Sabú. 
El libro de la selva era uno de esos clásicos que impregnaba las televisiones los fines de semana con el mejor cine de aventuras, algo que ahora es casi misión imposible a no ser que se recurra a canales temáticos de pago o a nuestra colección privada de películas en DVD, Blu-ray e incluso a viejas grabaciones de vídeo VHS. En cuanto a las versiones de animación, bastante numerosas, la de 1967, dirigida por Wolfgang Reitherman, en la que el gran actor George Sanders ponía la voz al malvado tigre Shere Khan, Sterling Holloway a la serpiente Kaa y el gran Louis Prima a Louie: el rey de los monos, es otra joya que persiste en la memoria y resiste comparaciones ante esta versión digitalizada del siglo XXI. El Mowgli de esta versión animada es otro icono de la historia del cine que, junto con el Sabú de la versión de Korda, no se lo pone fácil a Neel Sethi (el único cachorro humano y no digital de esta cinta del 2016, un niño de 12 años que cumple con su papel).

Nos quedamos pues con esa fidelidad al Libro de la selva salido de la pluma de Kipling como mayor virtud de esta cara y actualizada versión. Respecto al aliciente para los cinéfilos que la vean en versión original subtitulada, de las voces de famosos y taquilleros actores y actrices norteamericanas prestando sus cuerdas vocales a los personajes, decir que este aspecto pasará desapercibido para la gran mayoría del público (que en España sigue optando por las versiones dobladas), y no tendrá el tirón que en la taquilla USA suponen este tipo de curiosidades.

Como conclusión final diré que, en muchas ocasiones, la perfección puede resultar demasiado aburrida.

Gonzalo J. Gonzalvo


-Aragonia, C. Grancasa, Palafox, Puerto Venecia, Yelmo-

viernes, 6 de mayo de 2016

Capitán América: Civil War (2016)***

Dir: Anthony Russo y Joe Russo 

Int: Chris Evans, Robert Downey Jr., Scarlett Johansson, Sebastian Stan, Anthony Mackie, Don Cheadle, Jeremy Renner, Chadwick Boseman, Paul Bettany, Elizabeth Olsen, Paul Rudd, Emily VanCamp, Tom Holland, Daniel Brühl, Frank Grillo, William Hurt, Martin Freeman, Marisa Tomei, John Kani, John Slattery, Alfre Woodard, Stan Lee, Heidi Moneymaker, Gene Farber, Florence Kasumba.


Después de que otro incidente internacional involucre a Los Vengadores, causando varios daños colaterales, aumentan las presiones políticas para instaurar un sistema que exija más responsabilidades y que determine cuándo deben contratar los servicios del grupo de superhéroes. Esta nueva situación dividirá a Los Vengadores, mientras intentan proteger al mundo de un nuevo y terrible villano. 

Tercera entrega de la saga Capitán América que asumen los hermanos Anthony y Joe Russo, realizadores norteamericanos habituados a las producciones televisivas y al género de la comedia, como demostraron en Tú, yo y ahora...Dupree (2006) que tenía como estrella a Owen Wilson. 

De un modo un tanto inesperado asumieron en 2104 la dirección de Capitán América: El Soldado de Invierno, y ahora apoyándose en los conceptos del guionista escocés Mark Millar, que ha desarrollado toda una serie de cómics sobre los personajes de Marvel implicados en esta "Civil War" entre los años 2006 y 2007, aprovechan para construir quizás, y por el momento, la mejor entrega de la saga. 




El guión, inspirado en esos cómics y en las anteriores entregas cinematográficas, está firmado por Christopher Markus y Stephen McFeely, buenos conocedores de los entresijos de estos personajes de la Marvel trasladados al cine.

Quizá estemos ante una de las tramas más maduras y complejas de la serie. Las reflexiones previas a los duros enfrentamientos entre los superpoderosos Vengadores, tratan de temas trascendentes como el sentido de la responsabilidad, y la resolución de conflictos que implican el uso de la violencia, con inevitables daños colatarelas y muertes de inocentes. 

Asumir o no, que es necesario controlar a los "poderosos", aunque sean "buenos", decidir quién y cómo pueden ser controlados, permite a los guionistas ir más allá de una trama simplona de mamporros estratosféricos. Han logrado, por otro lado, mantener espectaculares escenas de acción, y dar a los más acérrimos seguidores de los personajes Marvel, esos enfrentamientos espectaculares entre los superhéroes que de modo habitual trabajan juntos contra el "mal". Todo ello favorece la gama de "grises", los matices en cuanto a las personalidades y super-super egos de estos seres casi inmortales que parecen, de este modopor sus evidentes imperfecciones que no se ocultan,  mucho más humanos y próximos al resto de los mortales.



Roberto Sánchez.


-Aragonia, C. Grancasa, Palafox, Puerto Venecia, Yelmo-