martes, 29 de diciembre de 2015

Palmeras en la nieve (2015)***

Dir: Fernando González Molina
Int:  Mario Casas, Adriana Ugarte, Macarena García, Alain Hernández, Berta Vázquez, Emilio Gutiérrez Caba, Celso Bugallo, Laia Costa, Fernando Cayo, Djedje Apali, Emilio Buale. 

La película de Fernando González Molina apuesta de modo descarado por un tratamiento de superproducción grandilocuente, partiendo de los materiales que le ofrece el best seller de Luz Gabás. De entrada ha logrado tener a la Warner como distribuidora y una campaña publicitaria potente que parece estar garantizando unos buenos rendimientos en taquilla; y como puede comprobarse se ha estrenado en seis salas de la ciudad de Zaragoza, como cualquier superproducción norteamericana. 

Historia de nuestro pasado colonial en África, nueva en nuestras pantallas y a priori atractiva para el público español, contada a la americana, simplificada y sin sorpresas. Por cuestiones de producción (y  quizás también para evitar problemas político-administrativos) se ha rodado entre las Islas Canarias y Colombia, además de las necesarias localizaciones pirenaicas. 
A nosotros nos hubiera gustado que se rodara realmente en África, en Guinea.  Al menos hubiera sido un paso adelante en el tratamiento cinematográfico de las novelas de tema colonial ambientadas en el golfo de Guinea.  


La novela de George Simenon Le coup de lune, escrita en 1933, ambientada en Gabón, fue adaptada al cine en Équateur, un film de Serge Gainsbourg del año 1983, protagonizado por Francis Huster y Barbara Sukowa, rodado en efecto en localizaciones en Gabón, pero dándole máximo protagonismo a los actores blancos y sus tórridas relaciones sexuales. Menos tiempo hace de la segunda adaptación de la novela titulada Adela, dirigida por el argentino Eduardo Mignona en el año 2000, una coproducción entre Argentina y España, que sitúa la acción en Bolivia (rodada en realidad en los parajes de Jujuy en Argentina y en Barcelona), traspasando la historia de Simenon a un ambiente latinoamericano, provocando tal acumulación de desatinos que la convierten en fallida. En esta adaptación cinematográfica están presentes algunos tópicos propios de la novela colonial, convenientemente adaptados al caso hispano, que nos evocan la novela de Simenon y sus dos versiones cinematográficas.










Con Palmeras en la nieve, partimos de la situación previa a la descolonización en la Guinea española y volvemos en la actualidad, acompañando a Clarence (Adriana Ugarte), la heredera del hijo mayor (Jacobo, interpretado por Alain Hernández) de Antón (Emilio Gutiérrez Caba), el patriarca, que nunca volvería a la tierra, entre las nieves, que le vio nacer.

Primero Luz Gabás en su novela, y ahora Sergio G. Sánchez, el habitual guionista de Fernando González Molina, que ha adaptado la novela de la escritora oscense, han vuelto al Golfo de Guinea, ahora ambientando la acción entre Bioko (Fernando Poo), y los nevados paisajes del Pirineo Aragonés. Pero el rodaje, como dijimos, no ha tenido lugar en África y aunque se ha recurrido a localizaciones en las Islas Canarias y Colombia de gran belleza, no resultan suficientemente convincentes y se termina por echar en falta los auténticos paisajes africanos, a pesar de que en general la ambientación es correcta, salvo por algunos detalles en cuanto a comportamientos sociales que han sido suavizados o "modernizados". 

Mario Casas (Killian, en la ficción) es un actor joven de gran popularidad, por otro lado muy querido del director con el que ya incorporó a "H" en dos de sus éxitos (Tres metros sobre el cielo, en 2010, y Tengo ganas de ti, en 2012) y de ahí su protagonismo. A veces, popularidad y atractivo físico están alejados de la calidad interpretativa, y éste es un buen ejemplo. Con diferencia es el personaje menos creíble y buena culpa la tienen actor y director, que probablemente pensaban en atraer también a un público más joven -el que ya acudió a ver a Mario Casas en las citadas películas- que no ha leído la novela. 

Con todo, la película aporta alguna que otra virtud a la hora de transmitir ciertas realidades de nuestro pasado colonial reciente, y, a pesar de apostar por un tono melodramático algo cargante y algunas secuencias más pensadas para vender unas vacaciones en los trópicos que otra cosa, el resultado final es medianamente entretenido.

Un lugar donde volver...

Antonia Bordonada
Roberto Sánchez

-Aragonia, C. Aragonia, Cervantes, Palafox, Puerto Venecia, Yelmo-

sábado, 26 de diciembre de 2015

El Club (2015)*****

Dir: Pablo Larraín
Int: Roberto Farias, Antonia Zegers, Alfredo Castro, Alejandro Goic, Alejandro Sieveking, Jaime Vadell, Marcelo Alonso. 


No nos gusta en "Los cines de Robersan" hacer balances, pero resulta necesario destacar el valor de esta película del chileno Pablo Larraín. Y lo decimos por que seguramente estamos ante la mejor realización del año. Estuvo poco tiempo en la cartelera comercial zaragozana, pero con un criterio excelente, la recuperó la programación del cine club Cerbuna de la Universidad de Zaragoza. Allí fue donde pudimos ver esta estupenda creación cinematográfica. El 24 de diciembre, "Días de cine", espacio dedicado al cine de RTVE, también la situó como primera en su ranking de las mejores películas internacionales del año y, en general, la crítica especializada la ha valorado entre las mejores.

El cine latinoamericano atraviesa un buen momento y la trayectoria del chileno Pablo Larraín no hace más que ratificarlo. Ya nos parecieron muy destacables sus trabajos anteriores, sobre todo, Tony Manero (2008) y No (2012).
En El Club  nos encontramos con cuatro hombres mayores (El Padre Vidal / Alfredo Castro, El Padre Silva / Jaime Vadell, El Padre Ortega / Alejandro Goic y El Padre Ramírez / Alejandro Sieveking), residentes en una casa afincada en un pueblo costero de la zona central de Chile, donde no pasa mucho. Una monja (La Hermana Mónica / Antonia Zegers) se encarga de que respeten un régimen bien definido, que en teoría incluye horarios estrictos y oración en abundancia. La mayor distracción permitida consiste en asistir a las carreras de galgos que se efectúan en el pueblo, en las que apuestan con su posesión más preciada. Pero la quietud a la que están acostumbrados se ve amenazada cuando a la casa llega el Padre Lazcano (José Soza). Así, rutinas y hábitos, crímenes y pasado, se verán removidos por encima de sus deseos. Pablo Larraín, Guillermo Calderón y Daniel Villalobos han escrito un guión de gran perfección, que funciona como un mecanismo de relojería. 
Han sido capaces de enlazar varios elementos temáticos con habilidad y eficiencia. La reciente historia de Chile (muy marcada por el golpe de estado y el régimen de Pinochet), los numerosos casos de pedofilia en la Iglesia Católica y el conocimiento de indagaciones tan sólidas en las profundidades de la psicología humana como las que ofrece Jean-Paul Sartre en A puerta cerrada (Huis Clos), una pieza teatral de 1944, que, aunque sea lejanamente, les da a los guionistas un escenario interior y exterior. Una de las frases más célebres de Sartre, procede de esta obra y podría aplicarse muy bien a El Club: "El infierno son los otros" ("L´enfer, c´est les autres"). La obra teatral de Sartre fue adaptada unas cuantas veces al cine, destacándose la dirigida por Jacqueline Audry en 1954, que no tuvo estreno comercial en España. Ni el guión, ni la realización pretenden adaptar la obra de Sartre, pero logran aunar la profundidad de análisis psicológico, que algo le debe al filósofo y dramaturgo francés, con aspectos argumentales de actualidad, habitualmente obviados por los poderes establecidos y sus medios de comunicación que prefieren olvidar o sepultar mediante toneladas de naderías espectaculares y vacías de sentido. 



Con una gran precisión y sin concesiones va mostrándonos las retorcidas personalidades de unos seres aparentemente normales, pero cuyos crímenes se adentran en los territorios del horror más profundo, aunque no por ello la película pierda un ápice de su realismo. Una sólida y brillante interpretación de actores y un trabajo fotográfico que nos transporta a una  tierra de grises y penumbras (de Sergio Armstrong, habitual director de fotografía de Larraín), imágenes que nos atrapan y nos sujetan a un ámbito en el que no queremos estar, pero al que Larraín nos obliga a seguir mirando. 
Estos "curitas" son culpables de pedofilia, secuestro y tráfico de niños, y en algún caso de colaboración directa en los asesinatos del régimem de Pinochet; una colección de deformidades, las de estos sacerdotes que durante demasiados años fueron toleradas (y convenientemente ocultadas), pero con las que Larraín (y sus guionistas) no están dispuestos a transigir. La postura oficial, todavía no demasiado clara, de la Iglesia ante estos individuos queda también retratada en la figura del Padre García (Marcelo Alonso), que llegará a la casa para intentar cerrarla y poner "orden" después de unos sucesos que han removido las "aguas sucias" de estos peculiares inquilinos... 
Por su valor simbólico, por la eficiencia de sus actores y por la magnífica realización de Larraín, sin duda la mejor película de 2015.





Roberto Sánchez
Antonia Bordonada

martes, 22 de diciembre de 2015

Star Wars: El despertar de la Fuerza (Star Wars. Episode VII: The Force Awakens, 2015)

Dir: J.J. Abrams


Int: Daisy Ridley, John Boyega, Harrison Ford, Carrie Fisher, Oscar Isaac, Adam Driver, Domhnall Gleeson, Max von Sydow, Gwendoline Christie, Lupita Nyong'o, Andy Serkis, Anthony Daniels, Mark Hamill, Peter Mayhew, Kenny Baker, Katie Jarvis, Christina Chong, Miltos Yerolemou, Warwick Davis, Daniel Craig

-Aragonia, C. Grancasa, Palafox, Puerto Venecia, Yelmo-

Esta "franquicia" cinematográfica ha logrado, desde hace muchos años, despertar una gran espectación. El  estreno reciente del que será el episodio VII, ha provocado todo un revuelo publicitario y un éxito masivo más allá de cualquier consideración crítica. Como consecuencia de ello, incluimos dos puntos de vista sobre el film bastante opuestos, con sus respectivas valoraciones.

Bajo el punto de vista de Gonzalo J. Gonzalvo ****

Hace mucho mucho tiempo...en una galaxia muy muy lejana...Un director de cine llamado George Lucas hizo soñar a toda la humanidad con un film de ciencia ficción titulado La Guerra de las Galaxias. Ahora, terminando el año 2015, un año que  en nuestra niñez y adolescencia nos remitía sin duda a un futuro galáctico con naves espaciales, descubrimiento de nuevos planetas y coches voladores, ha llegado de nuevo a nuestras pantallas y a nuestra vida Star Wars: El despertar de la fuerza. Continuando la historia justamente después de lo que nos contaba la primera trilogía, 30 años después de El Retorno del Jedi (el episodio VI en el cómputo de toda la saga galáctica), la galaxia sigue en conflicto. La "Primera Orden" ha sustituido al siniestro Imperio de Darth Vader, y la República reorganiza la resistencia con nuevos personajes clave (entre ellos un simpático androide, un soldado de choque desertor de la Primera Orden y una joven chatarrera). Todos ellos deberán enfrentarse a las fuerzas del mal comandadas por Kylo Ren, un digno admirador de la figura tenebrosa de Darth Vader. Con una dirección experta en manos de J.J.Abrams, que ya demostró su pericia reactivando y renovando la saga galáctica de Star Trek, y un guionista archipremiado y también experto, como Lawrence Kasdan (Fuego en el cuerpo, Reencuentro, Grand Canyon, etc.), El despertar de la Fuerza es un film que devuelve la magia y la ilusión a todos los espectadores que crecieron con la trilogía original, y estoy seguro de que captará numerosos adeptos a "la fuerza" entre las nuevas generaciones. Todo ello es mérito de Abrams y de Kasdan; pero también de todos los actores veteranos, de los nuevos, y de todo el ingente personal técnico que ha trabajado para lograr que esta película respire y transmita un respeto y un profundo amor hacia la trilogía clásica que comenzaba en el episodio IV (La guerra de las Galaxias) y continuaba con El imperio contraataca, finalizando en El retorno del Jedi. Una nueva y fascinante trilogía arranca pues aquí; una nueva trilogía que, sin duda, hará casi prescindible a la anterior (episodios 1 a 3). En definitiva, cine de aventuras y de ciencia ficción unidos al alimón con mayúsculas. Los temas universales que siempre triunfan (la lucha del bien contra el mal); la figura del héroe legendario y de la heroína (estupenda la chatarrera Rei encarnada por Daisy Ridley). El film introducen también la transición y el relevo entre un héroe clásico de la saga (el Han Solo interpretado por Harrison Ford) y otro nuevo (el piloto de caza  espacial Dameron). Queda por ver sí, dentro de los nuevos personajes, su carisma llegará a la altura de un Luke Skywalker, la Princesa Leia, el siniestro Darth Vader o el propio Han Solo. De entre las nuevas figuras, hay para mí una que ha nacido con indudable carisma, y me refiero a Rei, la guerrera chatarrera interpretado por la actriz Daisy Ridley. En El despertar de la fuerza, la nostalgia y la emoción conviven a partes iguales con el entretenimiento. Personajes legendarios como el robot C3PO, interpretado nuevamente por Anthony Daniels, el Han Solo encarnado de nuevo por Harrison Ford ; o una princesa Leia que reconocemos perfectamente (con unos cuantos años más), en la piel de Carrie Fisher, aportan el peso y el carisma de unos veteranos (a los que se añade la clase  y magnetismo indiscutible del gran Max Von Sydow). Y todos ellos comparten escenas y pantalla con las nuevas figuras. Todo un ejercicio de respetuosa puesta en escena que actúa sobre el espectador como un arma fílmica y de atracción tan poderosa como la Estrella de la Muerte, o la propia "Fuerza", encandilando a espectadores de todas las edades. 
Les aconsejo que vayan a las salas a disfrutar de El despertar de la fuerza y vuelven a ser niños, adolescentes y jóvenes. Esos que fuimos y que aún somos en nuestro interior. Y que, por supuesto, a todos "La Fuerza" les acompañe siempre para vencer al mal y las tinieblas.



Bajo el punto de vista de Roberto Sánchez **

No es lo más habitual, pero puede ocurrir que no coincida con la opinión sobre una película de nuestro colaborador Gonzalo J. Gonzalvo. Que conste que aún respetando su valoración y su justificación, a mi esta nueva entrega de Star Wars me parece muy muy floja y muy muy vieja. De hecho, la insidiosa y machacona campaña publicitaria y todo el merchandising que la rodea, supone una poderosa pantalla que emborrona la verdad sobre esta inane y poco original recuperación de la Saga Galáctica. En realidad estamos ante la más floja realización, de momento, de J. J.Abrams y uno de los peores y más torpes guiones de Lawrence Kasdan (en general un buen guionista, pero que ya ha cometido errores en más de una ocasión, y este es uno de ellos) en colaboración con Michael Arndt y el mismo Abrams. Todos (Abrams, Kasdan y Arndt) han seguido las órdenes de la nueva propietaria de la franquicia  (la Disney) aunque se cayera en la vulgaridad más absoluta: acrecentar la "simploneria",  la infantilización y la repetición (casi sumisión) a la línea argumental que se pudo ver en la ya legendaria primera entrega que dirigiera George Lucas en 1977, y que, con el tiempo, en lo que respecta a sus valores cinematográficos, ha sido cada vez más puesta en entredicho. Las semejanzas son tales que no puedo entender como Kasdan, Arndt y Abrams (Kasdan ya escribió El imperio contraataca, junto a Leigh Bracket, en 1980, logrando que se la considerase como la mejor película de toda la saga) hayan cobrado, simplemente por ir “remozando” los sucesos que se cuentan en la trilogía inicial (en realidad los capítulos IV, V y VI). La falta de originalidad, los chistes facilones, el ñoño e insufrible nuevo robot (BB-8) que, por cierto, le debe mucho a otro producto infantilizador del género como WALL.E (el personaje de Andrew Stanton y Pete Docter convertido en película en el año 2008), hacen que los que ya vamos teniendo canas tengamos la sensación de que se nos ha tomado el pelo. El que firma esto fue a ver el film con ilusión, es un devoto de la buena ciencia-ficción, sitúa a 2001: Una odisea del espacio (1968), de Stanley Kubrick, entre las mejores películas de toda la historia, incluso confiaba en el trepidante sentido del ritmo de J. J. Abrams, capaz de recuperar otra saga fantacientífica como la de Star Trek con buen criterio y respeto, o de mantenernos en vilo a medio planeta con las seis temporadas de la serie Perdidos; a pesar de todo ello, solo pude admirar, en todo el lío de idas y venidas de las naves en combate (seguro que muy reaprovechables en los videojuegos), la capacidad que tiene para copiarse a sí mismo el compositor John Williams, con nuevos arreglos de melodías y fanfarrias sobradamente conocidas. Tengo la sensación de que esos, precisamente, han sido los planteamientos de los continuadores de la saga: ¿Para qué crear nada nuevo, si lo que ya estaba hecho en 1977, funcionaba tan bien?  
Los padres y abuelos que hayan acompañado a su parentela, y hayan olvidado las viejas entregas no tienen que preocuparse. Estamos ante una fotocopia idéntica (aunque convenientemente digitalizada). Ni siquiera los gráficos y trucajes nos pueden sorprender demasiado, aunque hay que reconocer que se han gastado un poco más que en los chapuceros trabajos de digitalización para el  reestreno que tuvo la primera trilogía y el rodaje de la segunda. Con todo, ya nos habían acostumbrado a ver con un nuevo "look" el universo Star Wars.  
Atendiendo a los valores más puramente cinematográficos esta película es un desastre y no augura nada bueno para sus continuaciones (mínimo, otras dos). En cuanto a sus rendimientos en taquilla, seguramente es fácil predecir que batirá récords importantes, hará más ricos a Abrams y a la Disney. Hollywood ha logrado convencernos, desde hace muchos años, de que su basura es pura delicia y, si está bien empaquetada y superficialmente brilla lo suficiente, nos abalanzamos a consumirla aunque apeste a lo peor de una cultura reaccionaria que pretende embrutecernos y convertirnos en seres sin capacidad de discernimiento, una capacidad del ser humano la de razonar que, aunque no lo crean, también es útil a la hora de la diversión. La "fuerza", lamentablemente, no nos acompaña...




jueves, 17 de diciembre de 2015

El cuento de los cuentos (Il racconto dei racconti / The Tale of Tales, 2015)**

Dir: Matteo Garrone
Int: Salma Hayek, Vincent Cassel, Toby Jones, John C. Reilly, Alba Rohrwacher, Bebe Cave, Shirley Henderson, Hayley Carmichael, Stacy Martin, Jessie Cave.


El elaborado y esforzado guión ha sido escrito por Matteo Garrone, Edoardo Albinati, Ugo Chiti y Massimo Gaudioso, e intenta, con un dudoso éxito, adaptar libremente al napolitano Giambattista Basile (1575-1632), escritor responsable de una colección de cuentos, Lo cunto de li cunti overo lo trattenemiento de peccerille que publicó póstumamente su hermana en dos volúmenes en 1634 y 1636. Fueron escritos siguiendo el modelo del Decamerón de Boccaccio, por lo que es conocido como  el Pentamerón desde 1674. 
Ambientada en un Barroco reinventado, tomando elementos de cineastas tan dispares como Federico Fellini o Pasolini, narra, con tintes fantásticos, la historia de tres reinos y sus respectivos monarcas. Los de la Reina de Longtrellis (Salma Hayek) y su marido (John C. Reilly), la de dos misteriosas hermanas que encienden la pasión del Rey de Strongcliff (Vincent Cassel), y la del Rey de Highhills (Toby Jones), obsesionado con una pulga gigante, que le lleva a romper el corazón de su joven hija que termina en los brazos de un terrible Ogro. Libre adaptación de la citada obra del napolitano Giambattista Basile, rodada con elegancia, plasticidad y un brillante colorido, Garrone ha querido, parece, huir de los ambientes saturados de odio y realidad de sus últimos trabajos: Gomorra (2008) o Reality (2012). Pero lo cierto es que esta revisión "barroquizante" de las fábulas de Giambattista Basile ha querido incidir en los elementos más sucios y desagradables, en el "barro" y la porquería que habita tras los cortinajes y escenarios de ensueño, en esos mundos que más parecen de pesadilla y terror que de tierna fábula fantástica, y que intentan alejarse de una infantilización latente, y un tanto inevitable, que siempre acompaña al uso de efectos y trucajes que, a su vez, permiten visualizar esa pulga gigante, los variados monstruos y otras criaturas fantásticas que aparecen en el film. 
Una pequeña decepción, producida sobre todo por el poco sentido de la medida en la duración de algunas secuencias, que devienen totalmente vacías de sentido, y por elegir esa estructura de entrelazamiento entre tres historias que podrían haberse contado perfectamente de modo independiente... 

Roberto Sánchez.

-Aragonia-

Ocho apellidos catalanes (2015)**


Dir: Emilio Martínez-Lázaro
Int: Dani Rovira, Clara Lago, Karra Elejalde, Carmen Machi, Berto Romero, Belén Cuesta, 
Rosa María Sardà, Alfonso Sánchez, Alberto López, Agustín Jiménez.


Las alarmas de Koldo (Karra Elejalde) se encienden cuando se entera de que su hija Amaia (Clara Lago), tras romper con Rafa (Dani Rovira), se ha enamorado de un catalán (Berto Romero). Decide entonces poner rumbo a Sevilla para convencer a Rafa de que lo acompañe a Cataluña para rescatar a Amaia de los brazos del joven y de su ambiente. 

Este nuevo guión de Borja Cobeaga y Diego San José, pretende y logra darle continuidad a Ocho apellidos vascos (2014), que también dirigió Emilio Martínez-Lázaro. Mezclando el estilo de las comedias norteamericanas de éxito más inanes y superficiales, al de gloriosas figuras de la comedia hispana más rancia como las facturadas por los Ozores o Paco Martínez Soria, y después del aparatoso éxito de público, a los productores, Álvaro Augustín y Gonzalo Salazar-Simpson, no les ha quedado otro remedio que repetir la fórmula, y parece que los resultados económicos volverán a ser excelentes, al igual que en la primera entrega.

Afrontar crítica de un producto de estas características, no es sencillo. Si hubiera que valorar los aspectos más creativos (entiéndase artísticos), habría que puntuarla seguramente más abajo del cero, pero es necesario reconocer que el cine es también un modo de ocio y entretenimiento. Para muchos, no debería ser otra cosa y por tanto, dentro de sus planteamientos de búsqueda de puro entretenimiento (al que se suma un ¿estudiado? proceso de atontamiento del público medio), ésta sería una película sobresaliente. Y desde la vertiente más puramente económica (el cine también es industria) supone un éxito pleno, que probablemente provocará más secuelas e imitaciones. 
Les prometo que está será la última crónica que yo le dedique a esta saga, si se cumple el augurio de su continuidad directa o indirecta. 
Insisto, para mi, es difícil de valorar una película que se aleja conscientemente de la creación, para  entregarse a la producción meramente artesanal de un espectáculo de ocio intrascendente, y lo que es peor, profundamente deformador de una realidad tan dura como la que está viviendo España. Ah, y es tan poco recomendable como la de los apellidos vascos.

Al final, me he decidido a valorarla del mismo modo que la primera entrega, por que algunos de los excelentes profesionales que la han construido siempre merecen un respeto. La suma al reparto actoral de Rosa María Sardà, y su parodia de lo que puede ser una "señorona" catalana;  a lo que hay que añadir los bellos arreglos musicales de Roque Baños, con su peculiar remembranza sinfónica -que resulta irónica al mismo tiempo- de las melodías tradicionales vascas, catalanas y andaluzas, merecen reconocimiento, y me hicieron medianamente soportable "el producto". De todo lo demás, mejor no hablar...

Roberto Sánchez 

-Aragonia, C. Grancasa, Palafox, Puerto Venecia, Yelmo-

martes, 15 de diciembre de 2015

La novia (2015)****

Dir: Paula Ortiz
Int: Inma Cuesta, Asier Etxeandía, Álex García, Luisa Gavasa, Carlos Álvarez Novoa, Ana Fernández, Consuelo Trujillo, Leticia Dolera, María Alfonsa Rosso, Manuela Vellés, Mariana Cordero, Carmela del Campo, Álvaro Baumann, Anchel Pablo.


Mi aplauso para Paula Ortiz por este cine poético que tantas veces echamos de menos, íntimo y personal; de autora. 

Un tema eterno, el amor más allá de la muerte, la ley del deseo, el verso de Lorca que repite a lo largo del film en varias ocasiones: "Porque me arrastras… y voy… y me dices que me vuelva … y te sigo por el aire… como una brizna de hierba...".

La pasión, contra la que no se puede luchar en el sentimiento amoroso, se concreta en esta película inspirada en Bodas de Sangre de Lorca, en sus escenarios, personales, íntimos, profundos y poéticos. 

El guión de Paula Ortiz, escrito con Javier García Arredondo, ha logrado actualizar Bodas de sangreobra escrita por Federico García Lorca en 1931, estrenada en 1933, y con múltiples adaptaciones cinematográficas. Ya en 1938, la llevó al cine el argentino Edmundo Guibourg, protagonizada por la muy lorquiana diva teatral Margarita Xirgu. Destaca también, en el recuerdo, Bodas de sangre (1981), la personal visión de Carlos Saura, en clave de danza y flamenco, apoyándose en Antonio Gades y Cristina Hoyos.

En la versión de Paula Ortiz, la belleza que se impone en este trío de jóvenes en la plenitud de la vida es la de tres heridas, "la del amor, la de la muerte, la de la vida".
   
Están magníficos Inma Cuesta (La novia), Asier Etxeandía (El novio) y Álex García (Leonardo), y no desentonan ninguno de los actores con papeles más pequeños, resultando igualmente intensos y eficientes Luisa Gavasa (Madre), María Alfonso Rosso (Mendiga), Ana Fernández (Vecina) o Leticia Dolera (Mujer de Leonardo).
  
Es cultura universal y cultura española, la del trágico sentir de la vida en el siglo XXI. Es la memoria social como una fuerza atávica y profunda que ata a los personajes a su destino de manera fatídica.
Los planos son trágicamente bellos, mejor dicho, bellos en su tragedia, quizás demasiado centrados en sí mismos, pero los  creadores cinematográficos deben amoldarse a criterios comerciales poco compatibles, a veces, con la libertad artística. Sin embargo la historia del film  nos llega, aunque cada una de sus partes pugne por ser un todo en sí misma.

Han colaborado, entre otros profesionales, para lograr construir este bello poema cinematográfico: Santiago Amodeo, en la sofisticada y elegante dirección de fotografía, Jesús Bosqued y Pilar Quintana, en el ajustado pero brillante diseño de producción y el japonés Sigheru Umebayashi en la música.

Esta película confirma la entrada de la directora aragonesa Paula Ortiz en el palmares de los mejores directores de cine españoles; de momento ya ha logrado 12 nominaciones para los Premios Goya y figura entre los claros favoritos para llevarse a casa unas cuantas estatuillas. ¡Felicitaciones!


Antonia Bordonada

-Aragonia, Palafox-

domingo, 13 de diciembre de 2015

El puente de los espías (Bridge of Spies, 2015)***

Dir: Steven Spielberg
Int: Tom Hanks, Mark Rylance, Amy Ryan, Scott Shepherd, Sebastian Koch, Billy Magnussen, Alan Alda, Jesse Plemons, Eve Hewson, Peter McRobbie, Austin Stowell, Domenick Lombardozzi, Michael Gaston.


El guión de esta película de Spielberg ha sido escrito por Matt Charman, Ethan Coen y Joel Coen, tomando como punto de partida una serie de hechos reales sucedidos durante la Guerra Fría. 
James Donovan (Tom Hanks), un abogado de Brooklyn (Nueva York) se ve inesperadamente involucrado en la Guerra Fría entre su país y la URSS, cuando se le encarga la defensa de Rudolf Abel (Mark Rylance),  un espía al servicio de la Unión Soviética. Después de no pocas controversias, logra salvarlo en los tribunales, después de que los fiscales del estado pidieran la pena de muerte para este acusado de alta traición. Un tiempo después, la mismísima CIA le encarga una difícil misión: negociar la liberación de un piloto estadounidense (Austin Stowell), capturado por la Unión Soviética. 
Lo mejor y lo peor de la película proviene de la mezcla-fusión entre los estilos de los Coen y el de Spielberg. La solidez del estilo seco de los Coen entra en una evidente contradicción con el estilo elegante, sentimental, y a veces meloso, de Spielberg. Para muchos críticos la combinación ha resultado magistral, y ha sido saludada como un nuevo clásico del género de espías. Para mí,  es una película digna, con profundas inconsistencias entre lo que se cuenta y el cómo se cuenta. Tom Hanks  (el abogado James Donovan) es un héroe típico de Spielberg, marcado por su obsesión por respetar el sistema democrático,  y la justicia "a la americana" que debe aplicarse a todo individuo más allá de su ideología política, y el resto de personajes, en especial el del espía Rudolf Abel, genialmente incorporado por Mark Rylance, sí que se parecen al peculiar universo de los Coen que, aunque anclado en la realidad, parece querer destacar ese lado surrealista, poblado de seres que son manejados por el azar, y que creyéndose los amos de su destino, no son otra cosa que muñecos desechables. Relacionar el universo blando y bien pensante de Spielberg, el de un hombre normal y entrañable (el buen abogado), enfrentado al sistema de los espías, es decir de la CIA y la KGB con sus prácticas inconfesables al margen de la justicia y el sentido de la democracia, en las que los Coen se mueven con comodidadera una apuesta arriesgada ya que el sentido de la acción aventurera e inocente que caracteriza al mítico director de la serie Indiana Jones, nada tiene que ver con los creadores de Fargo la película  y la más que apreciable serie del mismo título
Resumiendo, estamos ante una buena película de espionaje, ambientado en la época de la Guerra Fría  con una espectacular reconstrucción de la época en la que se levantó el infame Muro de Berlín, pero alejados de la obra maestra que muchos han deseado ver. El cine norteamericano tiene algo atascados a sus grandes (y pocos) maestros...

Roberto Sánchez 



-Aragonia, C. Grancasa, Palafox, Puerto Venecia, Yelmo-

sábado, 12 de diciembre de 2015

En el corazón del mar (In the Heart of the Sea, 2015)**

Dir: Ron Howard
Int: Chris Hemsworth, Benjamin Walker, Cillian Murphy, Tom Holland, Ben Whishaw, Brendan Gleeson, Michelle Fairley, Charlotte Riley, Joseph Mawle, Jordi Mollà, Andrew Crayford, Jamie Sives, Donald Sumpter, Paul Anderson, Frank Dillane. 

El guión de Charles Leavitt, Rick Jaffa, Peter Morgan y Amanda Silver adapta la novela de Nathaniel Philbrick In the Heart of the Sea: The Tragedy of the Whaleship Essex y que, a su vez, intenta relatar unos sucesos reales que ya inspiraron la célebre Moby-Dick de Herman Melville, publicada en1851.
En el invierno de 1820, Owen Chase (Chris Hemsworth) y otros marineros de la tripulación del Essex  sobrevivieron en alta mar en durísimas condiciones después de que el barco chocara con una enorme ballena blanca. Owen, obsesionado con la idea de dar caza al cetáceo, se enfrentó a las tormentas, al hambre y a la desesperación.
Ron Howard, en otros tiempos celebrado director del género de aventuras y fantasía (Cocoon, WillowLlamaradas, Un horizonte muy lejano o Apolo 13), ha afrontado más recientemente las taquilleras adaptaciones de El código Da Vinci y Ángeles y demonios, pero su estilo ampuloso y nervioso, ya parece algo desfasado. Hubo un tiempo en el que se le comparó con Steven Spielberg, pero sus habilidades están lejos de las de este director. En este remedo de Moby-Dick (todavía sigue sin superarse la  versión de John Huston en 1956, aunque también dista bastante de otras de este maestro un tanto díscolo de la era  dorada de Hollywood.  
La película nos muestra de un modo algo rutinario el encuentro entre El mismísimo Melville (Ben Whishaw) y Tom Nickerson (Brendan Gleeson), el único superviviente del navio ballenero Essex. Una serie de largos flash-backs recrean lo que sucedió en realidad a la tripulación. Es, en esos momentos, cuando la película, gracias a la grandilocuencia visual de los trucajes, y a su dinámico montaje gana en intensidad. Hollywood cada vez nos da películas más ampulosas e intrascendentes, nada se perderán si no encuentran un hueco en su agenda para verla... 

Roberto Sánchez


-Aragonia, C. Grancasa, Palafox, Puerto Venecia, Yelmo-

lunes, 7 de diciembre de 2015

Paulina (La patota, 2015)***

Dir: Santiago Mitre
Int: Dolores Fonzi, Oscar Martínez, Esteban Lamothe, Cristian Salguero, Verónica Llinás, Laura López Moyano.


Firma el trabajo Santiago Mitre, director y guionista argentino que, en esta última faceta, alcanzó fama internacional con el film Carancho en el año 2010. En esta ocasión, el guión está escrito en colaboración con Mariano Llinás sobre una historia de Eduardo Borrás. 
La ópera prima de Mitre titulada El amor, mostraba su preocupación por las relaciones humanas y sus imprevisibles caminos. Con su segundo filme, El estudiante (2003), consigue tres premios Condor de Plata y el Premio Especial del Jurado en el Festival de Locarno (Suiza); así como el galardón a mejor película en el Festival de Cine de Gijón (España). 
Paulina nos cuenta la historia de una mujer (interpretada Dolores Fonzi), hija de juez, que decidió incorporarse a dar clases dentro de un programa social para adolescentes problemáticos de la periferia de su ciudad natal. En ese ambiente, sufrirá un ataque brutal por parte de una violenta pandilla de jóvenes. El título original La patota, hace referencia expresa a estos grupos de pandilleros denominados así en Argentina: Patotas. 
La dura historia que nos narra Mitre, con una visión actualizada que se llevó tres premios en el 
Festival de San Sebastián y el Gran Premio de la Crítica en el Festival de Cannes de este año 2015, es algo que, en 1961, con guión original de Eduardo Borrás, se llevó ya a la gran pantalla con ese mismo título de La Patota por parte de otro cineasta argentino. En esa ocasión, Paulina Vidal, la atractiva profesora ultrajada, era interpretada por la actriz Mirtha Legrand. Esta hija de un juez jubilado es el personaje poliédrico creado por el guionista, periodista y dramaturgo español Eduardo Borrás. Apoyándose  en la construcción de Borrás, Santiago Mitre, con la inestimable ayuda de una extraordinaria Dolores Fonzi, nos traslada la particular visión ética de este personaje femenino en aspectos como el perdón, la carga del castigo, el funcionamiento del sistema judicial y la redención. La visión del sistema es encarnada por su padre y juez, con un excelente trabajo por parte del veterano actor Óscar Martínez. También nos muestra Mitre el descarnado punto de vista de los pandilleros, que contrasta con el de la propia víctima; que adquiere pátina de heroína, capaz de llevar adelante sus controvertidas decisiones hasta sus últimas consecuencias. 
Todas estas diferentes visiones de los personajes se combinan en una estructura narrativa original, no lineal, apoyada en flash-backs para ir desglosando mejor todos estos diferentes puntos de vista éticos y morales. Con escenas interiores que remiten a una escenografía bastante teatral, el filme se apoya en las poderosas interpretaciones tanto de sus protagonistas como secundarios. En cuanto a referencias posibles, resulta imprescindible recordar filmes como Semillas de maldad (1955), de Richard Brooks, en 1955 sobre una novela de Evan Hunter, interpretado por un estupendo Glenn Ford. También e indudablemente, el film Rebelión en las aulas (1967), dirigido por James Clavell, y fenomenalmente interpretado por el actor negro Sidney Poitier en el papel del profesor. Otra referencia, en una versión más actualizada y encarnando la figura femenina del profesor, la encontramos en el film Mentes peligrosas (1995), dirigido por John N Smith, basado en la historia real de la profesora Lou Anne Johnson, de nuevo la docente tenía que enfrentarse a un alumnado problemático regido por los códigos de la violencia. 
Paulina es un drama social que ejemplifica la lucha del ser humano por hallar luz y esperanza, inclusive en las situaciones más duras y terribles dentro de una sociedad moderna, contaminada por la agresividad, la violencia y el crimen; con un castigo que el sistema se encarga de impartir para, aún con sus imperfecciones intentar equilibrar la balanza entre el bien y el mal. 
Paulina es un film interesante, que plantea dilemas morales y distintas posiciones éticas y personales tan variadas como respetables, y que nos mueve a una reflexión profunda sobre los pocos avances evolutivos respecto a la faceta más malvada y oscura de este ser qué llamamos genéricamente "humano".

Gonzalo J. Gonzalvo

-Aragonia-

Langosta (The Lobster, 2015)**

Dir: Yorgos Lanthimos
Int: Colin Farrell, Rachel Weisz, Jessica Barden, Olivia Colman, Ashley Jensen, Ariane Labed, 
Angeliki Papoulia, John C. Reilly, Léa Seydoux, Michael Smiley, Ben Whishaw, Roger 
Ashton-Griffiths, Rosanna Hoult, Heidi Ellen Love.


En su quinto largometrajede de ficción, el griego Yorgos Lanthimos, se ha arriesgado a rodar una coproducción en inglés que incluye a Grecia, Irlanda, Gran Bretaña, Países Bajos y Francia. 
Vuelve a escribir el guión con su habitual Efthymis Filoppou y podría decirse que desarrolla algunas ideas ya presentes en su inquietante Canino (Kynodontas, 2009). En ella se esforazaba  y lograba situarnos en un universo familiar cerrado sobre sí mismo, aislado por la imposición de un padre-dictador que cría a sus cachorros aislados por completo del mundo exterior. En Langosta nos enfrentamos a un universo distópico en el que nadie puede vivir solo. La norma impuesta es la de tener una pareja estable. Los "solteros" son pues unos seres extraños, perseguidos y que, como descubrirá David (Colin Farrell), se defienden en un colectivo "terrorista", liderado por una joven mujer (Léa Seydoux). Antes de llegar a descubrir de nuevo el amor y una posible pareja, David (y su hermano, ya transformado en perro) ha sido llevado, al quedarse viudo y por lo tanto "soltero" a un "hotel-campo de concentración" en el que tiene 45 días para encontrar pareja. Además, allí, puede ganarse unos días extra cazando a "solteros" rebeldes, si no quiere ser transfigurado "voluntariamente" en un animal (el ha elegido ser una ¡¡langosta!!)...
Lanthimos logra, como lo hacía en Canino, alterar el orden natural extremando, llevando al 
absurdo, una serie de convenciones antropológicas tales como la necesidad de una correcta y
protectora educación en el seno de la familia burguesa (como en Canino), o la necesidad de
perpetuar la vida en pareja, no importando la tendencia sexual, por imperativo legal, como modelo obligatorio e ideal de convivencia, como ocurre en Langosta
El trabajo en la fotografía de Thimios Bakatakis es soberbio, apostando por un cromatismo
apagado y frío, que retrata espacios que solo podemos intuir como bellos. Los ritmos de vida apagados y grises, programados por los guardianes de ese "hotel-campo de concentración" en el que están nuestros "solteros", han contagiado esta fallida parábola sobre el doble miedo que existe al afrontar la soledad o la vida en pareja, sobre el absurdo de ciertas convenciones sociales que parecen estancadas y que dañan profundamente nuestro desarrollo personal en el seno de unas sociedades que son cada vez más estereotipadas y clasistas.
Lanthimos es un cineasta apreciable, contundente y fiel a sí mismo y a una visión muy personal que reaprovecha planteamientos surrealistas, e incluso citas al cine de Pasolini, llevándonos en un viaje hacia los aspectos más deformados del sistema social y de convivencia de la burguesía capitalista occidental, sobre el que debemos reflexionar seriamente si no queremos llegar a situaciones tan sin sentido como las que se relatan en esta distopía. 
Al final, le sobran minutos, hay un inquietante y atractivo planteamiento inicial, se intuye 
un soterrado sentido del humor (muy negro, muy enrevesado), y la culminación de la historia es, lamentablemente, demasiado tópica. Este intento de "internacionalizar" el peculiar estilo de Lanthimos no ha sido exitoso, pero debemos seguir de cerca a este interesante cineasta griego y sus arriesgadas apuestas...


Roberto Sánchez


-Aragonia-