viernes, 28 de mayo de 2021

Mamá María (2020)****

 Dir: Jean-Paul Salomé

Int: Isabelle Huppert, Hippolyte Girardot, Liliane Rovère, Farida Ouchani, Youssef Sahraoui, Kamel Guenfoud, Iris Bry.



La camaleónica Isabelle Huppert               

Son tiempos en los que la comedia apetece más que nunca para terminar de superar esta triste época de pandemia que, por desgracia, nos ha tocado vivir. Y, para alegrarnos la vida, que mejor que una buena comedia y, si además, la protagonista es la gran actriz francesa Isabelle Huppert, el resultado está garantizado.



Mamá María nos cuenta la historia de Patience Portefeux, una traductora especializada en escuchas telefónicas para la brigada de estupefacientes de París. Harta de un trabajo precario y mal pagado, Patience decide hacer un favor al problemático hijo de la mujer que cuida de su madre anciana y acaba involucrada en un trapicheo de drogas que aprovecha para hacerse con un suculento botín cannnábico. 


Mientras sigue con su trabajo en la brigada anti-droga, Patience cruza al otro lado y se convierte en la reina parisina del chocolate. 

Que se puede decir, a estas alturas, de la Huppert. Pasan los años y, con una carrera cinematográfica apabullante en la que ha trabajado con los mejores directores del mundo, sigue ahí, en el  “Top Ten” de las mejores actrices del planeta. Desde comienzos de los 70, ha pasado por la lente de cámara de Alain Robbe-Grillet, Yves Boisset, Otto Preminger, Bertrand Tavernier, Claude Chabrol, Michael Cimino, Joseph Losey, Michael Haneke, François Ozon, Paul Verhoeven o Neil Jordan. Historia viva, por tanto, de la Nouvelle Vague y del mejor cine francés, europeo y mundial de los últimos cincuenta años. 





En Mamá María, se pone a las órdenes de Jean Paul Salomé (director en 2008 de la exitosa Espías en la sombra) que escribió el guion junto a Antoine Salomé adaptando la novela de Hannelore Cayre. Isabelle Huppert es soporte y arquitectura de todo el filme, eclipsando con su habitual magnetismo y registros actorales (lo mismo domina el humor negro que el drama y, al mismo tiempo que borda una escena, podría estar pelando una mandarina) al resto del reparto que, no obstante, cumple perfectamente con sus respectivos papeles. A destacar también la veterana actriz Liliana Rovére, perteneciente a “La Comedie Française”, la mayor estructura teatral de directores de escena y actores desde el siglo XVII.


El cine galo sigue en plena forma y demuestra, una vez más, calidad y elegancia, haciendo gala de esa fina ironía tan “chabroliana”, si me permiten la expresión. 

Mamá María es una curiosa y divertida mezcla de comedia, thriller y drama social (toca también el problema de la inmigración y la dificultad de esta población para sobrevivir en las grandes ciudades europeas, así como el trato y cuidado de los ancianos en esta Europa cada vez más vieja) que funciona maravillosamente bien, y nos despierta la sonrisa en más de una ocasión. Uno sale del la sala contento y con esa sonrisa que, a pesar de la mascarilla, está ahí, gracias a la magia del cine y de la capacidad artística y creativa de actrices tan divinas como Isabelle Huppert. 


En los tiempos que vivimos, pasar una tarde divertida con una comedia inteligente y con gusto alejada 
de las habituales vulgaridades que nos invaden no tiene precio. Así que, regresen a los cines y permítanse sonreír… que yo creo que ya nos lo merecemos. 

GONZALO J. GONZALVO

jueves, 13 de mayo de 2021

Nomadland (2020)****

 Dir: Chloé Zhao

Int: Frances McDormand, David Strathairn, Linda May, Charlene Swankie, Bob Wells, Gay DeForest, Patricia Grier.



Una mujer, después de perderlo todo durante la recesión, se embarca en un viaje hacia el Oeste americano viviendo como una nómada en una caravana. Tras el colapso económico que afectó también a su ciudad en la zona rural de Nevada, Fern (Frances McDormand) toma su camioneta y se pone en camino para explorar una vida fuera de la sociedad convencional, como nómada moderna. 


Zhao tiene cuatro cortometrajes de 2008 a 2011 y dos largometrajes anteriores, Songs My Brothers 
Taught Me (2015) y The Rider (2017), que después de triunfar en Sundance, fue un escalón ascendente en un modo de contar y hacer que se perfecciona todavía más en este extraño y sugerente "western existencial", basado en el libro de Jessica Bruder, adaptada por esta realizadora nacida en Beijing (China) en 1982, que busca en su cine profundizar en las historias de seres heridos gravemente por la vida pero que siguen adelante, que sobreviven y luchan a su manera por encontrarse a si mismos. 



Hay mucho de Frances McDormand en esta película, es decir la reconocida actriz apostó decididamente por la historia (al ser uno de los productores y su protagonista). Siempre está brillante en sus trabajos, pero en esta aventura parece especialmente comprometida con un personaje complejo que forma parte fundamental de ese paisaje retratado con sabiduría por Joshua James Richards, habitual colaborador de Zhao, y principal responsable del aire poético de todas las imágenes con las se construyen los escenarios vitales de un cine de elevada sensibilidad y buen gusto.


En definitiva, una película llena de delicadeza y buen gusto narrativo. En Chloé Zhao, más que 
su ascendencia china, se nota que es una realizadora, una mujer, capaz de trascender con sus imágenes e historias y que hasta el momento siempre se ha responsabilizado de sus guiones, aunque en este último caso se haya dejado seducir por el libro autobiográfico de Jessica Bruder que ha sido una inspiración directa, junto a la implicación de McDormand, para construir las peripecias de Fern. 



La elección del italiano Ludovico Einaudi para la composición de la banda sonora y la selección de temas interpretados por el mismo Einaudi, Morrissey, Willie Nelson, Lynn Anderson, Gram Parsons y otros, nos ayudan a entender la psicología de los personajes (incluidos esos paisajes eternos del "Oeste" americano), que son a veces interpretados por veteranos y brillantes actores como David Strathairn, Linda May, Bob Wells, Gay DeForest o Patricia Grier; y en otros casos por actores no profesionales, extras reclutados en Dakota del Sur, Nebraska, Arizona y California, los paisajes recorre Fern, por lo más profundo de la profunda Norteamérica.


Roberto Sánchez

El olvido que seremos (2020)***

 Dir: Fernando Trueba

Int: Javier Cámara, Aída Morales, Patricia Tamayo, Juan Pablo Urrego, Sebastián Giraldo, Whit Stillman, Nicolás Reyes Cano, María Tereza Barreto, Laura Londoño, Elizabeth Minotta, Kami Zea, Luciana Echeverry, Camila Zarate, Laura Rodríguez, Luz Myriam Guarin, Gustavo Angarita, Kepa Amuchastegui, Gianina Arana, Adriana Ospina, John Camilo Pinzón, Juan Manuel Aristizabal, Jesús Orlando Cadavid, Maria de las Marcedes Hernandez.


El guion de David Trueba (eficiente guionista y realizador, hermano de Fernando), adapta la novela de carácter 
autobiográfico de Héctor Abad Faciolince, hijo de Héctor Abad Gómez. El film narra de manera íntima la vida de este hombre bueno, médico y activista político, interpretado de manera brillante por Javier Cámara.


Héctor Abad Gómez siempre trabajó por los derechos humanos en el Medellín polarizado y violento de los años 70. 
La historia relata la vida de este doctor, padre de familia preocupado tanto por sus hijos como por los niños de clases menos favorecidas. En su casa se respiraba la vitalidad y la creatividad características de una educación fundamentada en la tolerancia y el amor, pero la situación y el contexto social que los rodeaban no eran fáciles. Los Trueba han apostado por un relato marcado por la intimidad familiar, y en especial por mostrar la relación del padre con su hijo.


La fotografía del colombiano Sergio Iván Castaño (que trabaja algunas secuencias en blanco y negro o en colores 
virados o con buscados desenfoques) y la sólida banda sonora del polaco Zbigniew Preisner (el habitual colaborador del añorado Krzysztof Kieslowski) refuerzan un equilibrado drama, que roza el sentimentalismo sin caer nunca en lo sensiblero, ni huir, por otro lado, de la dureza con la que puede mostrarse la vida.


Creo que este largometraje (de más de dos horas y cuarto) ha vuelto a situar a Trueba entre los grandes. Quizás 
le sobren algunos minutos, pero hay momentos de gran cine, momentos en los que se fusionan a la perfección, el espectáculo visual y la profundidad necesaria de una historia, que nos ha permitido entender la vida de un "hombre bueno", del que se no se muestran sus posibles fisuras, respetando el apasionado retrato que puso su hijo al escribir la novela que inspiró esta película.


Roberto Sánchez.