lunes, 22 de noviembre de 2021

Última noche en el Soho (2021)****

 Dir: Edgar Wright

Int: Thomasin McKenzie, Anya Taylor-Joy, Matt Smith, Terence Stamp, Diana Rigg, Rita Tushingham, Synnove Karlsen, Joakim Skarli, Andrew Bicknell, Colin Mace, Michael Ajao, Will Rogers, Will Rowlands, Craig Anthony-Kelly, Lisa McGrillis, James Phelps, Oliver Phelps, Jessie Mei Li, Michael Jibson, Connor Calland, Katrina Vasilieva, Abdul Hakim Joy, Milica Guceva.



El Londres de los 60 y su eterna aura criminal

Una joven apasionada por la moda (interpretada por una Thomasin McKenzie a la que se merienda sin medida Anya Taylor-Joy cuando coinciden en pantalla) se traslada misteriosamente al fascinante y glamuroso Londres de los años sesenta para conocer a su ídolo, una deslumbrante aspirante a cantante. 

Pero los brillos y oropeles del Londres de la época no son lo que parece. Inmersa en un mundo alucinógeno con más sombras que luces, el tiempo parece jugar en su contra y la frontera entre ficción y realidades amenaza con destruir su equilibrio mental. 


Con esta premisa argumental, el director Edward Wright (autor de títulos como Zombies Party, de 
2004, o la vibrante y más reciente Baby Driver, de 2017) nos propone, esta vez, una película original e inclasificable. 

Última noche en el Soho es, fundamentalmente, un musical, pero también un thriller y, en no pocos momentos, también tiene cabida el terror. Y, se preguntarán ustedes. ¿Cómo se coordina, argumental y visualmente, este extraño cóctel? Pues esa es la mayor dificultad y, sin embargo, Wright la ha resuelto con bastante soltura, aunque en la segunda parte de la película abuse un tanto de repetir determinados recursos visuales. 


Última noche en el Soho tiene varios puntales que la convierten en un filme original, diferente y 
bastante brillante, sobre todo a nivel visual. Primero, una Anya Taylor-Joy en estado de gracia, una de mis actrices actuales favoritas desde que la vi en La bruja: Una leyenda de Nueva Inglaterra  (Robert Eggers, 2015), sin duda, una de las mejores actrices jóvenes del panorama actual, protagonista de la excelente Múltiple (2016) de M. Night Shyamalan, así como de la exitosa serie Gambito de Dama (2020). Anya se mueve con glamour y elegancia, canta, baila y se camela al espectador desde el minuto uno con su mirada hipnótica, su belleza felina y ese encanto sobrenatural, que aquí le viene al pelo. 


Segundo, una ambientación perfecta del Londres de los 
años 60, tanto a nivel visual, con una extraordinaria fotografía del coreano Chung-hoon Chung, como a través de una banda sonora realmente deliciosa de mano de Steven Price. Y, en tercer lugar, un ritmo y una estructura narrativa que hace que el espectador permanezca enganchado a la pantalla, aunque la segunda mitad del filme no sea tan brillante como su comienzo y primera mitad del metraje, por cierto adecuado, lo que también se agradece. 

Con referencias diversas, el cine de Tarantino y, especialmente a Pulp Fiction (1994), el particular sentido del gore de Wright del que ya hizo gala en Zombies Party, unido a un excelente sentido del ritmo (del que Baby Driver también era un perfecto ejemplo) compone un filme muy entretenido y que, además, contiene una importante crítica social en la línea actual de defensa de los derechos de la mujer y del empoderamiento femenino, poniendo por desgracia de relieve que, desde la prodigiosa década de los sesenta, algunas cosas apenas han cambiado en el actual siglo XXI en cuanto a los comportamientos machistas de los hombres que ostentan el poder. En este sentido, entronca también con Una joven prometedora (Emerald Fenner, 2020), otra producción británica, estrenada hace unos meses que me gustó especialmente, y que también estaba protagonizado por otra gran actriz actual por la que también siento debilidad, la maravillosa Carey Mulligan.


Última noche en el Soho es pues, al igual que el anteriormente citado, un filme de mujeres 
aguerridas, valientes y luchadoras, que luchan por hacer realidad sus sueños a pesar de todos los inconvenientes y piedras que se encuentran en su camino. El trasfondo dramático del filme de Wright, mantiene su impagable humor negro, que no aparecía en el filme de Emerald Fennel. Si mantiene el punto gore y terrorífico, que la relaciona también, algo de refilón, con el exitoso subgénero de “casas encantadas”. 

Lo dicho... Última noche en el Soho es una película tan inclasificable como hipnótica, gracias, sobre todo, a la increíble mirada de la gran Anya Taylor-Joy. Un filme para disfrutar en la pantalla grande y con un estupendo Dolby Atmos. Yo que ustedes... no me lo perdería.

GONZALO J. GONZALVO

lunes, 8 de noviembre de 2021

El último duelo (2021)***

 Dir: Ridley Scott

Int: Matt Damon, Adam Driver, Jodie Comer, Ben Affleck, Harriet Walter, Nathaniel Parker, Marton Csokas, Sam Hazeldine, Michael McElhatton, Zeljko Ivanek, Alex Lawther, Clive Russell, William Houston, Ian Pirie, Julian Firth, Caoimhe O'Malley, Serena Kennedy, Bosco Hogan, Kevin McGahern, Florian Hutter, Zoe Bruneau, Brian F. Mulvey, Simone Collins, Paul Bandey, Thomas Silberstein, Kyle Hixon, Daniel Horn, Jérome Verney.



Ridley Scott (nacido en 1937) es un veterano productor y realizador británico con una larga experiencia. Como director ha firmado unos cuantos largometrajes que han quedado, sin duda, en la reciente historia del cine: Alien, el octavo pasajero (1979), Blade Runner (1982), Thelma & Louise (1991), Gladiator (El gladiador) (2000), Hannibal (2001), El reino de los cielos (2005), American Gangster (2007) o Marte (The Martian) (2015). En su haber tiene, además, en torno a 150 producciones audiovisuales (series, cortometrajes, publicidad, largos) y ha dirigido más de 50 de ellos. Todos responden a criterios de calidad en su acabado formal y suelen responder a una narrativa sólida y eficiente, aunque no siempre brillante. Los destellos de calidad suelen estar muy condicionados por sus equipos. Normalmente, en sus películas más destacadas es fácil encontrarse a algunos de los mejores argumentistas y guionistas del momento, así como diseños de producción espectaculares, necesarios para muchas de las películas de ciencia ficción o de reconstrucción histórica que suele preferir, aunque no reniegue de otros géneros.


Quizás, con cierto sentido del oportunismo social (feminismo y movimiento "Me Too" presentes) y encima 
con uno de sus apreciados temas de reconstrucción histórica (La Edad Media, en concreto el siglo XIV), ha apostado por un guion escrito por Ben Affleck, Matt Damon y Nicole Holofcener. Estamos ante una adaptación del libro de Eric Jager, basado en hechos reales, la película se centra en el duelo entre rudo Jean de Carrouges (Matt Damon) y el sofisticado Jacques Le Gris (Adam Driver), dos amigos que se convirtieron en rivales. Localizada en la Francia del siglo XIV, cuenta la historia de Marguerite de Carrouges (Jodie Comer), que declara haber sido violada por el caballero Le Gris, el mejor amigo de su marido Jean. Al no creerle nadie y ante tal ofensa, su marido acusa a su mejor amigo ante el rey, Carlos VI (Alex Lawther), quien decide autorizar un duelo a muerte entre ambos. En esa época, ya no eran habituales estos "Juicios de Díos", así que la presencia de personajes conectados con estamentos de la nobleza cercanos a la realeza, el escándalo y la valentía de esta mujer al delatar al violador convirtieron estos hechos en memorables, envueltos en un cierto tono legendario, de novela de caballerías.


Los guionistas, se pertrechan de cinefilia y deciden contar la historia desde tres puntos de vista (los 
de Jean de Carrouges, Jacques Le Gris y el de Marguerite). En realidad, todo un homenaje a dos obras maestras: Rashomon (1950) de Akira Kurosawa (guion de Akira Kurosawa y Shinobu Hashimoto) y su remake Cuatro confesiones (The Outrage, 1964) de Martin Ritt (guion de Michael Kanin) que ya escogieron ese novedoso ejercicio de ofrecer hasta cuatro visiones diferentes de la misma historia, para que el espectador pueda construir la suya...Y es precisamente en este planteamiento triple donde esta sólida reinterpretación de un suceso de la Baja Edad Media está a punto de naufragar. A mi me ha parecido poco útil (y algo pesada) la repetición de unos hechos que el cine y su capacidad sintética hubiera podido contarnos en una menor duración; así que no hay aportación ni novedad alguna, solamente un juego retórico falto de variantes originales. Las 2 horas y 32 minutos son un lastre que sólo se supera por los soberbios trabajos de interpretación de Damon, Driver y Comer, capaces de matizar unas situaciones que ya conocemos de sobras, después del primer capítulo. Otro aspecto destacable, marca de fábrica de Ridley Scott, es el sólido y creíble diseño de producción. La crudeza de las escenas de combate y la escenografía son irrebatibles, y junto al citado trabajo de interpretación hacen recomendable su visionado.



Por cierto, también me parece forzado el alegato feminista, que inevitablemente tiene que ser sutil e indirecto, si no quiere traicionar definitivamente el retrato "¿fiel?" de una época en la que como en las viejas producciones de los años cuarenta y cincuenta, todos hablan en inglés, aunque sus personajes sean franceses (y de vez en cuando canten las mesnadas en ese idioma).


Roberto Sánchez