sábado, 29 de septiembre de 2018

La mujer que sabía leer (Le semeur, 2017)*** Referencia esprés 14

Dir: Marine Francen
Int: Geraldine Pailhas, Pauline Burlet, Iliana Zabeth, Alban Lenoir, Françoise Lebrun

La francesa Marine Francen se formó como historiadora y pronto empezó a trabajar en el cine, como asistente y directora de segunda unidad. Ha trabajado para James Ivory o para Michael Haneke, entre otros. Después de Les voisins (2010), su primer cortometraje, ha debutado en el campo del largometrajescon esta película inspirada en el relato corto L'Homme semence de autoría incierta, que firmó Violette Ailhaud, que probablemente protagonizó de verdad esta historia. 

Violette (Pauline Burlet) está en edad de casarse cuando en 1852 su pueblo es brutalmente privado de todos sus hombres tras la represión ordenada por Napoleón III. Las mujeres pasan meses en aislamiento total. Desesperadas por ver a sus hombres de nuevo, hacen un juramento: si un hombre viene, será para todas. La vida debe continuar en el vientre de todas y cada una de ellas. 

Con un estilo seco y eficiente, con una óptica feminista evidente, Marine Francen construye una historia diferente de corte naturalista y que, al parecer, se inspira en hechos reales, contados por una de sus protagonistas. 

Pasó sin pena ni gloria en la cartelera zaragozana, pero tiene la suficiente calidad para que intenten recuperarla y además deberían estar pendientes de esta nueva realizadora francesa..

Roberto Sánchez.

miércoles, 26 de septiembre de 2018

Mi querida cofradía (2018)** Referencia esprés 13

Dir: Marta Díaz
Int: Gloria Muñoz, Pepa Aniorte, Carmen Flores, Juan Gea, Rocío Molina, Joaquín Núñez, Alejandro Albarracín, Manuel Morón, Rosario Pardo. 

Después de cuatro cortometrajes y varios episodios de la serie del Canal Sur Brigada de fenómenosMarta Díaz de Lope Díaz, debuta en el campo del largometraje con Mi querida cofradía

Carmen (Gloria Muñoz) lleva más de 30 años desviviéndose por la hermandad de su pueblo y su sueño es convertirse en hermana mayor de la misma, siendo esto algo utópico en un círculo social aún en la actualidad representado por hombres principalmente. Después de producirse una votación, Ignacio (Juan Gea) es elegido hermano mayor y, tras un desafortunado accidente, Carmen lo deja inconsciente, tiene que esconderlo en su casa y asume con decisión la dirección de la cofradia, necesitada de liderazgo ante las inminentes celebraciones. Todo se complica cuando su hija discute con su marido, actual alcalde del pueblo, y decide volver a casa de su madre. 

Una comedia de enredo que tiene como fondo el funcionamiento de las cofradías andaluzas, más una ligera crítica al machismo que impera en esos colectivos y algún momento hilarante que juega con el absurdo de las situaciones.

Poca cosa...

Roberto Sánchez

The Rider (2017)***

Dir: Chloé Zhao
Int: Brady Jandreau, Tim Jandreau, Lilly Jandreau, Cat Clifford, Terri Dawn Pourier, Lane Scott, Tanner Langdeau, James Calhoon, Derrick Janis.

The Rider demuestra que el cine no tiene fronteras de ningún tipo. Y el Western, tampoco.

Chloé Zhao, la directora y guionista de este peculiar y sutil Western nació en Pekín pero pasó su adolescencia en Brighton (Reino Unido). Estudió ciencias políticas en Mount Holyoke College, en Massachusetts (Estados Unidos), y después se inscribió en un programa de dirección de cine de la Universidad de Nueva York. Sus primeros trabajos fueron cuatro cortometrajes, debutando en la dirección de largometrajes con Songs My Brothers Taught Me (2015), un drama cuyo contexto ya era típico del Western y que se estrenó en el Festival de Cine de Sundance de 2015. Que su atracción por ese mundo era poderosa, parece evidente al aproximarse, casi como una antropóloga al mundo del rodeo actual, reminiscencia de un mundo ya desaparecido o casi.



Se interpretan a sí mismos auténticos "vaqueros", jinetes de rodeo que con un evidente verismo nos muestran el lado duro de ese oficio anclado en las viejas tradiciones del Oeste de Estados Unidos. Jóvenes que dado el evidente riesgo físico de su oficio pueden quedar inválidos, deshauciados de la única actividad que conocen. Chloé Zhao se aproxima a ellos con delicadeza, pero sin dejar de lado un naturalismo casi documental.




Brady (Brady Jandreau), que fue una de las estrellas del rodeo y un talentoso entrenador de caballos, sufre un accidente que le incapacita para volver a montar. Cuando vuelve a casa se da cuenta de que lo único que quiere hacer es montar a caballo y participar en rodeos, lo que le frustra bastante. En un intento por retomar el control de su vida, Brady quiere recuperar sus hábitos, aunque el tremendo golpe que recibió en la cabeza le está pasando factura de un modo terrible.



Sorprende la habilidad de Zhao para lograr una convincente interpretación (brillante en el caso de Brady Jandreau) de actores no profesionales. También sorprende su buen hacer a la hora de captar la poesía de unos paisajes tan apegados a una forma de vida que se resiste, que quiere mantenerse fiel a la proximidad de los campos, praderas y montañas de una zona ya desaparecida en el tiempo y en el espacio de la actual América. Son especialmente duras y expresivas esas secuencias en las que Brady, tiene que dedicarse a trabajar en una galería comercial para sobrevivir. Allí, un hombre que se entiende perfectamente con los caballos, que se integra en la naturaleza con facilidad, parece dejar de existir, parece morir lentamente. 

Una pequeña gran película, un pequeño gran Western. El género del Western ha muerto, ¡viva el Western!

Roberto Sánchez

-Aragonia, Palafox-

El capitán (Der Hauptmann, 2017)****

Dir: Robert Schwentke
Int: Max Hubacher, Milan Peschel, Frederick Lau, Bernd Hölscher, Waldemar Kobus, Alexander Fehling, Samuel Finzi. 

El director alemán Robert Schwentke, tiene una curiosa trayectoria. Viene de ser un director adaptado y "complaciente" con el sistema norteamericano de producción. En el seno de esa industria ha dirigido unas cuantas películas: Plan de vuelo: Desaparecida (2005), con Jodie Foster, Más allá del tiempo (2009), RED  (2010), con Bruce Willis, R.I.P.D. Departamento de Policía Mortal (2013), La serie Divergente: Insurgente (2015) y La serie Divergente: Leal (2016). Impecable, desde el punto de vista estrictamente formal, parecía siempre sujeto a los clichés y estructuras genéricas y, en definitiva, al servicio de las "majors". Este Der Hauptmann, su regreso a Alemania, ha sido, sin embargo, toda una sorpresa.





En un hipnótico blanco y negro (la dirección de fotografía es del siempre eficiente Florian Ballhaus) nos relata las andanzas de un joven soldado alemán, interpretado por Max Hubacher, que cómo muchos otros ha desertado del ejército ante el derrumbe absoluto del III Reich. Hambriento y  desesperado, huyendo de la policía militar, se encontrará casualmente con un coche abandonado y una maleta que alberga un vistoso uniforme de oficial condecorado que le permitirá transformarse en Der Hauptmann. Su mala suerte ha cambiado e inmediatamente iniciará un recorrido dantesco por el infierno de la Alemania vencida, en la que comandará a un grupo de soldados convertidos en una jauria ¿humana?, capaz de reproducir en poco tiempo las mismas salvajadas (asesinatos indiscriminados y caprichosos, masacres, etc...) que el régimen del que estaba intentando escapar.




Que un realizador alemán (y guionista) se atreva a contarnos con desparpajo (y con un cierto aire de picaresca) lo que pasó en Alemania en los últimos meses de una guerra ya perdida, tiene su mérito, que además lo haga con una pericia formal indudable, ratifica la esperanza en que el 7º Arte sirva, además de entretenimiento, como una forma de creación artística que permita profundizar y analizar algunos temas tan complejos como el papel real y la psicología del pueblo alemán durante el ascenso del nazismo, la Segunda Guerra Mundial y su derrota. Quizás (no quiero tener razón), una explicación válida también para entender el renacer de las viejas tendencias racistas y xenófobas de las llamadas ¿nuevas? derechas nacionalistas en toda Europa.




Una película que indudablemente hay que ver y de la que no debe perserse ni un minuto de sus créditos finales. Ya entenderán por qué...

Roberto Sánchez

-Aragonia-

lunes, 24 de septiembre de 2018

Roman J. Israel, Esq.(2017)*** Referencia esprés 12

Dir: Dan Gilroy
Int: Denzel Washington, Colin Farrell, Carmen Ejogo, Shelley Hennig, Nazneen Contractor, Amanda Warren, Andrew T. Lee, Cynthia Dallas, Niles Fitch, Dominic Pace, Pablo Ramos, Ludwig Manukian, Margaret Newborn, Elisa Perry, Jean-Pierre Mouzon, Jocelyn Ayanna, Vince Cefalu. 

Aunque su protagonista, Denzel Washington, estuvo nominado en 2017, esta película pasó sin pena ni gloria, y creo que de modo injusto. El guion y la dirección de Dan Gilroy son eficientes y logran retratar en todas sus dimensiones al letrado Roman J. Israel, Esq. que se sitúa en el lado oculto del saturado sistema penal de Los Ángeles.Denzel Washington interpreta con su habitual maestría a este abogado defensor idealista y con vocación, cuya vida cambia drásticamente cuando su mentor, un icono de los derechos civiles, muere. Para sobrevevir accede a ser contratado por una empresa dirigida por uno de los antiguos estudiantes del legendario hombre, el ambicioso abogado Geoge Pierce (Colin Farrell), y comienza una amistad con una joven luchadora por la igualdad de derechos (Carmen Ejogo) una turbulenta serie de eventos desafían el activismo que siempre ha definido la carrera de Roman.




Por cierto, la excelente música, con temas de Pharoah Sanders, Marvin Gaye , The Spinners y Funkadelic, ayuda (y mucho) a retratar este estrambótico y complejo Roman J. Israel. También suena en el film: Bill Evans Trio, con sentidos homenajes a Duke Ellington y Miles Davis. 

Lo dicho, fue injusto que pasara desapercibida por las salas..., merece la pena que la recuperen.

Roberto Sánchez.

Una casa, la familia y un milagro (La casa di famiglia, 2017)***

Dir: Augusto Fornari
Int: Valentina Chico, Marco Conidi, Libero De Rienzo, Luigi Diberti, Antonio Fornari, Stefano Fresi, Matilde Gioli, Lino Guanciale, Nicoletta Romanoff, Michele Venitucci.

No hay nada como la familia...sobre todo en Italia

Este artículo se podía haber titulado: “La comedia italiana”, pero entonces no acabaría nunca. Pues en este género cinematográfico, Italia ha marcado siempre un sello de identidad y una habilidad notable para ello. En este sentido, solamente dar unas pinceladas recordando filmes como Matrimonio a la italiana (Vittorio De Sica, 1964), con Marcello Mastroianni, El gran atasco (Luigi Comencini, 1979) o Llegan los bribones (Mario Monicelli, 1960).  En estos títulos aparecen tres de los directores que contribuyeron a hacer de la comedia italiana un arte del sentido del humor, aunque otros grandes directores con estilos muy personales,  como Federico Fellini o Ettore Scola, siempre han utilizado ese humor autóctono italiano teñido de ironía y sarcasmo. 

Y, dicho esto, vamos a entrar en harina con esta película de larguísimo título y que, en origen es mucho más sencillo: La casa di famiglia. Con dirección de Augusto Fornari y guion de éste y de su hermano Antonio Fornari sobre una idea de Andrea Maia, se trata de la ópera prima de un italiano que, como actor, tiene una filmografía mucho más extensa, especialmente en series de televisión. La casa di famiglia (título mucho más sencillo y menos rimbombante, que manía con cambiarlos y desvirtuarlos) nos cuenta la historia de eso mismo, una familia italiana compuesta por Alex, Orestes, Jacinto y Fanny, cuatro hermanos bien distintos que crecen felizmente junto a sus padres en una preciosa villa familiar en el campo. Cuando aparentemente su padre ya mayor, Sergio, se encuentra en un coma irreversible todos acuerdan vender la casa familiar con todo su contenido para ayudar a Alex con sus problemas financieros. Una vez han vendido la casa y los muebles, se llevan la sorpresa de que el padre se despierta por sorpresa. Esto desencadenará una serie de vicisitudes que dan pie para dar rienda suelta a la comedia. Los italianos llevan este género en la sangre y, no cabe duda de que Fornari, a pesar de ser su primer trabajo en la dirección, ha visto mucho cine italiano de este género. 

No estamos ante una de las obras maestras de los ya citados Mario Monicelli, Luigi Comencini o Vittorio De Sica, pero “La casa de familia” se disfruta con agrado, hace reír y hace que ese buen rato que nos dispensa en la oscuridad de la sala se nos pase rápido y salgamos con una sonrisa en los labios. No es moco de pavo teniendo en cuenta los convulsos tiempos que vivimos en todos los sentidos, aunque la política española actual daría, desde luego, para una buena comedia a la italiana. 



El reparto cumple con su cometido y nos da a conocer a actores no muy familiares en España, valga el término. Las bellas Valentina Chico, Matilde Gioli y Nicoletta Romanoff ponen ese indiscutible punto de atractivo de las mujeres italianas, además de interpretar de forma convincente. Mención especial aparte para ese padre comatoso pero vital y melancólico encarnado por el veterano Luigi Diberti. 

Por tanto, si les gusta la comedia y les apetece reír con las ocurrencias de esta familia y salir de la sala con una sensación agradable, no duden en ir a ver una película que nos recuerda que la comedia italiana fue un género muy muy grande en la historia del cine.

Gonzalo J. Gonzalvo

-Aragonia-

jueves, 20 de septiembre de 2018

Isla de perros (2018)** Referencia esprés 11

Dir: Wes Anderson.

Después de que todas las mascotas caninas de Megasaki City sean exiliadas a una isla que es un vertedero, un niño de 12 años emprende un viaje para buscar a su perro extraviado. 

Creo que nadie tiene dudas sobre la especial personalidad de este director tejano. Wes Anderson ha dejado su peculiar estilo en una serie de películas admirables y muy diferentes a las de la media del cine norteamericano: Los Tanenbaums. Una familia de genios (2001), Viaje a Darjeeling (2007), Moonrise Kingdom (2012) o El gran hotel Budapest (2014), para mí la mejor de su filmografía. En el año 2009 rodó Fantástico Sr. Fox, película de animación que a mi me llevó a tener unas muy elevadas espectativas de Isla de perros. Pero lamentablemente me encontré con una especie de haiku, simplón, esquemático y muy infantiloide. Contiene una pequeña e insuficiente dósis de la habitual magia de Anderson, que escribió el guion apoyándose en una historia concebida conjuntamente entre Roman Coppola, Jason Schwartzman, Kunichi Nomura y él mismo. Vamos, que está lejos de sus otros trabajos y a pesar de alguna que otra buena idea, me aburrí soberanamente.

Roberto Sánchez.

miércoles, 19 de septiembre de 2018

Predator (The Predator, 2018)**

Dir: Shane Black
Int: Boyd Holbrook, Olivia Munn, Trevante Rhodes, Sterling K. Brown, Jacob Tremblay, Jake Busey, Edward James Olmos, Yvonne Strahovski, Thomas Jane, Keegan-Michael Key, Kyle Strauts, Alfie Allen, Niall Matter, Paul Lazenby, Crystal Mudry, Devielle Johnson, Augusto Aguilera, Andrew Jenkins, Dean Redman, Rhys Williams, Steve Wilder.

Alienígenas con muy mala leche 

El cine de ciencia ficción (o “películas del espacio”, como decíamos de pequeños), ha sido siempre un género fascinante que ha cautivado al espectador. Desde los comienzos del séptimo arte, George Méliès con su Viaje a la luna (Le voyage dans la lune, 1901) ya mostró esa fascinación por lo misterioso y lo desconocido de esa dimensión que igualmente maravilló a escritores como Julio Verne y, posteriormente, a muchos otros (como Ray Bradbury o Philip K. Dick). Durante los años sesenta y setenta, series como Star TrekEspacio: 1999, Galáctica, estrella de combate y otras, contribuyeron a popularizar aún más ese género en el que la visita o encuentro con seres extraterrestres de otras culturas planetarias era un ingrediente indispensable. 




Más adelante, los ochenta, con filmes como Alien, el octavo pasajero (1979), de Ridley Scott (y sus secuelas de 1986 y 1992) y La cosa (El enigma de otro mundo) (1982), de John Carpenter, arrancaron de un modo vigoroso que continuó con versiones cinematográficas de la ya citada serie Star Trek y, también, con un alienígena con tan mala leche (o peor) que el Alien, que nos visitó allá por 1987. Se trataba de Depredador (Predator, de John McTiernan), filme con guión de Jim Thomas y John Thomas, y una gran banda sonora de Alan Silvestri que fue un auténtico taquillazo a nivel mundial además de estar nominada al Oscar a los mejores efectos visuales. A ésta, como casi siempre, la mejor, siguió Depredador 2  (de Stephen Hopkins, 1990), filme que tiene más semejanzas con esta nueva versión de Predator, pues también se desarrollaba en territorio urbano. En 2004 y 2007 llegaron dos Alien versus Predator, películas de puro entretenimiento para fans de ambos aliens que poco a nada aportaban a los susodichos personajes. En 2010, el húngaro Nimród Antal, nos obsequió con Predators, filme que Stephen Holden del New York Times definió en su artículo de crítica cinematográfica (yo soy más suave), como: "Este caótico potaje de fuego, sangre, fango y explosivos resulta tan carente de terror y suspense que cualquier análisis metafórico es irrelevante".




Han tenido que pasar ocho años para que Shane Black, un curtido guionista muy conocido por Arma letal (Richard Donner, 1987), con agradables incursiones como director en el cine negro con Kiss Kiss, Bang Bang (2005) y en la Marvel con Iron Man 3 (2013), con guion propio y de Fred Dekker, desempolvaran el personaje 
creado por Jim y John Thomas en los ochenta. A pesar de una mejora evidente de los efectos especiales, esta nueva versión de Predator apuesta poco por la sorpresa y el suspense, elementos que fueron tan inteligentes como vitales narrativamente en el filme dirigido por McTiernan en 1987. El nuevo Dolby Atmos es también un evidente elemento de apoyo para que  este Predator 2018 resulte espectacular (no cabe duda) y entretenido, aunque ello se base en gran medida a la propia fuerza visual y el fabuloso diseño físico de este poderoso alienígena de entre 2,20 y 3 metros de alto y 150 a 190 kilos de puro músculo. Aún con eso y con todo, la película se me hizo algo larga. 




La película que inauguró la saga tenía a su favor todo: no conocíamos al personaje, éste se nos iba mostrando con misterio y poco a poco, y el reparto contaba con un primer espada del cine de acción de los ochenta y ya de todos los tiempos: Arnold Schwarzenneger (Swarchie o “el tío Arnold” para los amigos), acompañado por Carl Weathers (el Apolo Creed de Rocky) y otros duros muchachos. Éste nuevo Predator del siglo XXI poco o nada tiene a su favor en ese sentido, salvo la tecnología de los FX y el espectacular sonido Atmos del nuevo Dolby. Un batiburrillo de referencias y guiños e filmes como E.T. El extraterrestre (llegada de la nave), Star Trek (el camuflaje invisible de la nave Klingon y las naves de Predators o Cazadores Yautjas, pues ese es el nombre de su planeta), Alien (tan peligroso o más que nuestro Depredador  por su sangre ácida pero igual de feo y letal) y alguna otra película de serie B desde los cincuenta a los ochenta (incluido el monstruo de Creature from the Black Lagoon de la Universal, posible tatarabuelo o pariente lejano de este Predator, aunque mucho más amable que éste). 




Como conclusión, cine “del espacio” bastante palomitero (y, por ende, entretenido) que recupera para nosotros a este personaje ya conocido e integrante de la mochila sentimental cinéfila de las películas de Aliens, con buen aparato visual y tecnológico de soporte. Lo peor, la falta de sorpresas y emoción. Lo mejor, ese cazador alienígena que colecciona cráneos y columnas vertebrales de sus enemigos, con un diseño visual y físico muy logrado, y al que no nos gustaría encontrarnos si salimos al campo de picnic. Un portento de criatura.

Gonzalo J. Gonzalvo

-Aragonia, C. Grancasa, Palafox, Puerto Venecia, Yelmo-

martes, 18 de septiembre de 2018

Todos lo saben (2018)***

Dir: Asghar Farhadi
Int: Penélope Cruz, Javier Bardem, Ricardo Darín, Eduard Fernández, Bárbara Lennie, Elvira Mínguez, Ramón Barea, Inma Cuesta, Sara Sálamo, Carla Campra, Sergio Castellanos, Roger Casamajor, José Ángel Egido, Tomás del Estal, Esteban Ciudad, Nella Rojas, Jaime Lorente, Jordi Bosch. 

Laura (Penélope Cruz) viaja con su familia desde Buenos Aires a su pueblo natal, en España, para asistir a la boda de su hermana Ana (Inma Cuesta). Lo que iba a ser una breve visita familiar se verá trastocada por unos acontecimientos imprevistos, que sacudirán las vidas de los implicados, obligarán a viajar también a España a su marido Alejandro (Ricardo Darín) y generarán serias tensiones familiares y entre los vecinos del pueblo, resurgiendo viejas rencillas.


Todos lo saben es el octavo largometraje del director iraní Asghar Farhadi, un cineasta apasionante que ya ha dejado buenas muestras de su manejo de las situaciones dramáticas y el thriller, aunque es en el "cuerpo a cuerpo" de sus personajes (habitualmente también es el guionista) dónde consigue un brillo especial. Eso pasaba en A propósito de Ely (2009), Nader y Simin, una separación (2011), El pasado (2013) y en El viajante (2016). Ahora, con Todos lo saben, hace su primera incursión en el cine español, en esta coproducción entre España, Francia e Italia que ha reunido a unas cuantas estrellas del cine en Castellano (el argentino Darín, por ejemplo), y ha contado con un grupo de actores españoles en estado de gracia (Eduard Fernández, Bárbara Lennie, Elvira Mínguez, Inma Cuesta, etc...).




Lo mejor de la película es una vez más el brillante "enfrentamiento" entre los actores, en unas cuantas combinaciones dramáticas que irán desvelando los secretos (o no tan secretos) que llevan consigo los personajes. Nadie desentona, parece que la estancia de Farhadi en España para desarrollar este guion, que partió de un suceso relatado en la prensa española y que llamó su atención, le ha permitido analizar cuál entomólogo una de nuestras sempiternas debilidades: la envidia. El retrato que hace de nuestro entorno rural es a pesar de todo algo frío, algo distante, aunque la pasión y el verismo que ponen los actores nos vuelve a aproximar a situaciones tensas, difíciles pero que son fáciles de reconocer por cualquier español. Por otra parte, el drama generado por los celos, la envidia o la desesperación es un lenguaje que puede entender todo el mundo.




Penélope Cruz y Javier Bardem que apoyaron este proyecto desde sus inicios sabían que tenían una clara oportunidad de lucirse ante un muy buen director de actores. Y así ha sido, estamos ante un buen trabajo en ese aspecto que estoy seguro también ha agradecido el resto del reparto; y además los espectadores que se aproximen a ella sin prejuicios disfrutarán bastante. 




Por estas tierras se conoce poco y mal la trayectoria de Ashgar Farhadi (nacido en 1972), toda una esperanza para el drama cinematográfico, que utiliza con sabiduría el thriller, y gracias a su capacidad para transmirinos un apasionante verismo, y a que sus actores  van mucho más allá de la codificación teatral, nos hace creer que en el cine aún quedan muchas historias que contar... 

Roberto Sánchez

-Aragonia, C. Grancasa, Palafox, Puerto Venecia, Yelmo-

lunes, 17 de septiembre de 2018

Carmen y Lola (2018)***

Dir: Arantxa Echevarria
Int: Moreno Borja,  Carolina Yuste,  Rosy Rodriguez,  Zaira Morales,  Rafaela León

Carmen (Rosy Rodriguez) es una adolescente gitana que vive en el extrarradio de Madrid. Como cualquier otra gitana, está destinada a vivir una vida que se repite generación tras generación: casarse y criar a tantos niños como sea posible. Pero un día conoce a Lola (Zaira Morales), una gitana poco común que sueña con ir a la universidad, dibuja graffitis de pájaros y es diferente. Carmen desarrolla rápidamente una complicidad con Lola, y ambas tratarán de llevar hacia delante su romance, a pesar de los inconvenientes y discriminaciones sociales a las que tienen que verse sometidas por su familia. 

El primer largometraje de ficción de la bilbaina Arantxa Echevarria es valiente. Lo es por dos cuestiones, primero por atreverse a tratar un tema tabú todavía entre los gitanos, siendo la primera en hablar abiertamente del lesbianismo, y segundo por fusionar con eficacia aspectos documentales con la ficción. No carece de experiencia en el campo documental, la televisión y ha realizado ya varios cortometrajes, pero trabajar con actores no profesionales tiene serios riesgos que ha sabido superar con habilidad.



Una agradable sorpresa, un planteamiento visual y de puesta en escena que se quiere sentir próximo al cine de los Hermanos Dardenne, pero su cámara (su mirada) parece mucho más fresca y vital que la de los dos brillantes realizadores belgas, casi tanto como el ambiente y los
personajes que retrata. En alguna entrevista Arantxa Echevarria ha comentado que había visto con mucha atención películas como La vida de Adèle (2013), de Abdellatif Kechiche, Mustang (2015), de Deniz Gamze Ergüven, o Dheepan (2015), de Jacques Audiard, en las que las historias de mujeres y la represión sexual debida a viejas y rancias tradiciones son tema central. Sinceramente creo que ha sabido entresacar elementos y planteamientos válidos de todas ellas, pero para captar y traducir mejor al lenguaje cinematográfico las pecualiaridades de una cultura (la gitana) que convive con nosotros muy de cerca, pero que continúa viéndose como algo exótico.



Su inteligente acercamiento a un tema novedoso y el equilibrio logrado entre la sensación de realidad y ficción que debe tener toda buena historia cinematográfica, no me extraña que provocaran la buena aceptación que tuvo en Cannes...

Roberto Sánchez.

-Aragonia-

sábado, 15 de septiembre de 2018

La monja (The Nun, 2018)***

Dir: Corin Hardy
Int: Taissa Farmiga, Demian Bichir, Jonas Bloquet, Bonnie Aarons, Charlotte Hope, Ingrid Bisu, Jonny Coyne, Manuela Ciucur, Jared Morgan, Sandra Teles, Boiangiu Alma, Laur Dragan.

Una monja de cuidado en una abadía de pesadilla    

Los que me siguen y leen desde hace años saben que el género de terror y fantástico, junto con el cine negro, 
son dos de mis géneros favoritos. En los años 80, comencé a asistir al entonces Festival de cine de Sitges (que pronto comenzará una nueva edición), meca de las novedades y evolución del fanta-terror. Desde entonces ha llovido mucho y he escrito ríos de tinta que han llenado artículos, ensayos y novelas. Digo esto, no por nostalgia, sino porque La monja me ha recordado en bastantes aspectos a ese terror gótico en technicolor que el avispado productor de origen español Michael Carreras (al que conocí personalmente en dicho festival de cine) supo convertir en un fenómeno mundial a través de su sello Hammer Films. Directores comoTerence Fisher, Roy Ward Baker (también coincidió su visita en esas ediciones del 86 al 88) o Peter Sasdy supieron imprimir una ambientación, una elegancia y una sensualidad que, en gran parte, recupera este trabajo de Corin Hardy con guion de Dary Dauberman sobre una historia creada por James Wan, creador de las sagas SawInsidious y la también exitosa Expediente Warren



Es precisamente de la saga Warren de donde parten tanto este filme como la derivada de la siniestra muñeca Annabelle. "La monja" es un personaje que tenía sus apariciones en esta saga, pero que ahora se erige en maligna protagonista de la historia. Como apuntaba antes, Corin Hardy, director irlandés que tan solo tiene un largometraje anterior (también de terror) titulado The Hallow (2015), ha sabido como apuntaba al inicio de este artículo, beber y homenajear a todo ese cine británico de la Hammer (hoy día ya de absoluto culto) para crear un filme atmosférico de gran poder visual que el nuevo Dolby Atmos y la efectiva banda sonora compuesta por James Gosling potencian para redondear un ambiente absolutamente fantasmagórico y pesadillesco.



Además de referencias a todo ese cine de terror británico que hoy ya es clásico, existen también evidentes guiños a las películas de casas encantadas y monasterios/castillos tan malditos como ese en el que vive el mismísimo Conde Drácula. No en vano está rodada en Rumanía, hogar natal de Vlad Drăculea el Empalador (el Drácula real, Vlad Tepes, príncipe de Valaquía a finales del siglo XV) y, en cualquier momento, parece que vamos a encontrarnos con el desfiladero del Borgo. Además de al Drácula (1958) de Terence Fisher, el padre con poder de exorcizar demonios que acompañará a una valiente novicia en su arriesgado viaje a una abadía en la que ha sucedido la terrible muerte por suicidio de una monja, nos remite directamente a la figura (también legendaria) del padre Karras en el mítico El exorcista (1973) de William Friedkin, otra obra maestra del género. Con todas estas mimbres, el joven (y seguro que muy cinéfilo) Corin Hardy, ayudado por los nuevos efectos especiales tanto tradicionales (los ruidos, la música, las luces y las sombras y la oscuridad, todos ellos muy poderosos si se saben  usar) como digitales (de los que ha tenido la inteligencia de no abusar en exceso) logra un filme a camino entre el horror gótico clásico y la calidad tecnológica actual en imagen, sonido y efectos. El resultado es un filme que entretiene al aficionado de principio al fin, que logra arrancar gritos en la sala de algunas muchachas (como en los mejores tiempos del cine de terror de los 70 y 80) y que rinde respetuosos guiños y homenajes a todos estos trabajos que he citado. Quizá las notas humorísticas (algunas algo forzadas y más propias del filme de Robert Rodríguez con guion de Tarantino Abierto hasta el amanecer) le restan más que le suman, y aunque agradarán al público adolescente (mayoría en la sala el día de mi visionado) creo que un tono aún más serio y sin concesiones (como era el de la ya citada El exorcista la hubiera dotado de un nivel aún más alto en cuanto a dosis de terror de cara al público. 



Habrá que seguir de cerca a Corin Hardy, a Ari Aster (Hereditary) y a algún otro realizador joven que, entre todos, están revitalizando un género que estaba dando en general bocanadas de agotamiento y falta de ideas, salvo contadas excepciones. Y, por último, celebrar que, como diría el maestro Miguel Delibes, la sombra de la Hammer...es alargada.

Gonzalo J. Gonzalvo

-Aragonia, C. Grancasa, Palafox, PUerto Venecia, Yelmo-

jueves, 13 de septiembre de 2018

Rodin (2017)***

Dir: Jacques Doillon
Int: Vincent Lindon, Izia Higelin, Séverine Caneele, Edward Akrout, Olivia Baes, Patricia Mazuy, Magdalena Malina, Zina Esepciuc, Lea Jackson, Anthony Bajon, Serge Bagdassarian, Maxence Tual, Serge Nicolai, Régis Royer, Pascal Casanova, Nathalie Bécue.

Auguste Rodin (1840-1917) (Vincent Lindon), a sus 42 años, conoce a Camille Claudel (Izia Higelin), una mujer joven desesperada por convertirse en su ayudante. Él rápidamente se da cuenta de su potencial y la trata como una igual en términos creativos. Después de más de una década de trabajo y de relación apasionada, Camille se separa de él, una separación de la que nunca se recuperará y de la que Rodin saldrá profundamente herido. La película también muestra algunos de sus romances con asistentes y modelos así como su larga relación con Rose Beuret (Séverine Caneele). Afortunadamente va mucho más allá de la crónica rosa y resulta un excelente complemento a aquella producción de 1988, titulada en España La pasión de Camille Claudel, dirigida por Bruno Nuytten, e interpretada por Isabel Adjani (Camille) y Gérard Depardieu (Rodin).



Si aquellas interpretaciones ya llamaron la atención en su momento, algo parecido ocurre con las de Vincent Lindon e Izia Higelin. El primero ya lleva en sus espaldas más de 70 personajes en películas de todos los géneros, desde 1982 (fecha de su debut) ha trabajado al servicio de un gran número de cineastas franceses que casi siempre han repetido con él (Fred Cavayé, Claire Denis, Diane Kurys, Alexandre Arcady, Paul Boujenah, Bertrand Blier, José Pinheiro, Jean-Jacques Beineix, Claude Lelouch, Pierre Jolivet, Benoit Jacquot, Mathieu Kassovitz, Colin Serrau, Jacques Deray o Tony Gatlif, y me dejo algunos). Izia Higelin, no es tan conocida quizás por su juventud, pero ya tiene cierta experiencia (10 apariciones en papeles importantes de cine y televisión franceses desde 2012). Los dos actores, bien dirigidos por Doillon, nos aproximan a las potentes personalidades de dos de los mejores escultores de la historia, a su apasionado romance, pero también a su proceso creativo. 

El parisino Jacques Doillon (nacido en 1944), había tenido un gran reconocimiento en los noventa con películas como Le petit criminel (1990), Le jeune Werther (1993) o Ponette (1996), todas protagonizadas por niños y adolescentes. Parecía que La golfilla, (La drôlesse, 1979), uno de sus primeros éxitos, había encasillado su trayectoría temática. En España, como suele ser habitual con los cineastas franceses, casi habíamos perdido su pista, desde Ponette, si no recuerdo mal, sólo se había estrenado Mis escenas de lucha (2013).




Los franceses todavía creen que el cine es un arte (y no sólo un artefacto para el ocio y la propaganda) por esa razón entienden que pueden reflejar con solvencia la trayectoria de otros grandes artistas y creadores. Ahora, con solidez y fluidez narrativa, Doillon se atreve con Auguste Rodin y sabe ir más allá de su "cinematográfica" relación amorosa con Camille. Le interesa recrearse también en la "pasión creativa", en la obsesión de toda una vida que fue la eleboración de La puerta del infierno, cuyo original en yeso se conserva en el Museo D´Orsey y de cuyo conjunto se independizó su célebre El pensador. Ocho fundiciones reprodujeron esa puerta inspirada en la obra de Dante. Esta obra y el monumento a Balzac (que cierra la película), tienen una presencia dramática constante, mostrando el interés y el respeto de un cineasta (y guionista atento) por los trabajos escultóricos de Rodin.


No es una obra maestra, pero muestra una vez más la alta calidad media del cine francés, capaz de generar productos muy diversos (en lo genérico), y mantener un nivel excelente en sus actores, guionistas y realizadores, proponiendo sin miedo temas que profundizan en la cultura y la creación artística. Ellos no dudan en las posiblidades del cine como arte.

Roberto Sánchez

-Aragonia, Palafox-

miércoles, 12 de septiembre de 2018

Kings (2017)*

Dir: Deniz Gamze Ergüven
Int: Daniel Craig, Halle Berry, Issac Ryan Brown, Rick Ravanello, Kirk Baltz, Reece Cody, Douglas Spain, Lamar Johnson, Richie Stephens, Charlotte Ubben, Rachel Hilson, Quartay Denaya, Heidi Levitt, Lorenz Arnell, Eric Watson

Cine de color descolorido            

Hay ocasiones en que un tema interesante, de actualidad (el racismo en Estados Unidos siempre lo ha estado y, ahora, de nuevo, vuelve a estar en el candelero) y reivindicativo desaprovecha un soporte visual y narrativo como es el cine, y ésta es una de ellas. La película de Deniz Gamze Ergüven 
(cineasta y guionista turca nacida en 1978 con una brevísima filmografía que se dio a conocer internacionalmente en 2015 por el filme Mustang) ha perdido la oportunidad de sacar partido a un tema tan potente como es el racismo y abuso policial y los disturbios raciales que se produjeron en los años 90 por el caso Rodney Glen King, un chico negro que fue brutalmente apaleado el 3 de marzo de 1991 por la policía de Los Angeles (California, USA) cuando conducía un taxi bajo los efectos del alcohol y en libertad condicional. King se negó a detenerse y fue perseguido por coches patrulla hasta ser finalmente cercado y detenido tras saltarse semáforos y señales de alto. Al parecer el uso de la fuerza por parte de los agentes fue excesivo y un video-aficionado lo grabó todo. En el juicio los agentes alegaron resistencia a la autoridad e incluso intentos de sustraer el arma de uno de ellos y, finalmente, el jurado (de mayoría blanca) los absolvió rechazando casi todas las acusaciones. Este incidente provocó la ira de la comunidad negra y se produjeron graves disturbios en algunas zonas de Los Ángeles, teniendo que instaurar el toque de queda hasta que las cosas se tranquilizaron. 



Con un reparto encabezado por actores de la talla de Daniel Craig (el único blanco) y Halle Berry, la cineasta turca (como ya indiqué al inicio) desaprovecha totalmente este potencial, sin que además haya ningún tipo de química entre ellos, que deambulan por la película gritando y gesticulando como pollos sin cabeza. Deniz Gamze tampoco sabe imprimir garra narrativa a un tema tan candente y actual en USA y pierde la batalla a la hora de implicar a los espectadores en la historia, que resulta desdibujada y carente de fuerza. Los personajes no tienen profundidad, todo es muy superficial, como si estuviésemos a ratos viendo un informativo como los que aparecen en la televisión de los hogares de los personajes continuamente tratando de los disturbios de forma machacona. 



Tan sólo Halle Berry, en su papel de mujer guerrera e indómita saca a relucir pequeños destellos en momentos puntuales. Al joven actor de color Lamar Johnson se le vislumbra talento y también sostiene algunas de las mejores secuencias, pero ahí se queda todo. Por lo demás, la película se hace larga, tediosa y aburrida. 



Con Mustang (2015), esta directora fue candidata al Oscar a la mejor película extranjera y obtuvo cuatro premios César del cine francés con un filme fresco, reivindicativo y de cuidada estética. Con este Kings sin embargo todo esto se ha quedado en tierra de nadie. Es una lástima que un filme que hubiera dado mucho más de sí en manos de otro director/a se haya quedado en algo tan insulso. El “rey” o posibles reyes de esta historia quedan pues destronados y sin fuerza e interés alguno. Un filme totalmente olvidable que no pasará a la historia para ninguno de sus integrantes como algo significativo.

Gonzalo J. Gonzalvo

-Palafox-