lunes, 17 de septiembre de 2018

Carmen y Lola (2018)***

Dir: Arantxa Echevarria
Int: Moreno Borja,  Carolina Yuste,  Rosy Rodriguez,  Zaira Morales,  Rafaela León

Carmen (Rosy Rodriguez) es una adolescente gitana que vive en el extrarradio de Madrid. Como cualquier otra gitana, está destinada a vivir una vida que se repite generación tras generación: casarse y criar a tantos niños como sea posible. Pero un día conoce a Lola (Zaira Morales), una gitana poco común que sueña con ir a la universidad, dibuja graffitis de pájaros y es diferente. Carmen desarrolla rápidamente una complicidad con Lola, y ambas tratarán de llevar hacia delante su romance, a pesar de los inconvenientes y discriminaciones sociales a las que tienen que verse sometidas por su familia. 

El primer largometraje de ficción de la bilbaina Arantxa Echevarria es valiente. Lo es por dos cuestiones, primero por atreverse a tratar un tema tabú todavía entre los gitanos, siendo la primera en hablar abiertamente del lesbianismo, y segundo por fusionar con eficacia aspectos documentales con la ficción. No carece de experiencia en el campo documental, la televisión y ha realizado ya varios cortometrajes, pero trabajar con actores no profesionales tiene serios riesgos que ha sabido superar con habilidad.



Una agradable sorpresa, un planteamiento visual y de puesta en escena que se quiere sentir próximo al cine de los Hermanos Dardenne, pero su cámara (su mirada) parece mucho más fresca y vital que la de los dos brillantes realizadores belgas, casi tanto como el ambiente y los
personajes que retrata. En alguna entrevista Arantxa Echevarria ha comentado que había visto con mucha atención películas como La vida de Adèle (2013), de Abdellatif Kechiche, Mustang (2015), de Deniz Gamze Ergüven, o Dheepan (2015), de Jacques Audiard, en las que las historias de mujeres y la represión sexual debida a viejas y rancias tradiciones son tema central. Sinceramente creo que ha sabido entresacar elementos y planteamientos válidos de todas ellas, pero para captar y traducir mejor al lenguaje cinematográfico las pecualiaridades de una cultura (la gitana) que convive con nosotros muy de cerca, pero que continúa viéndose como algo exótico.



Su inteligente acercamiento a un tema novedoso y el equilibrio logrado entre la sensación de realidad y ficción que debe tener toda buena historia cinematográfica, no me extraña que provocaran la buena aceptación que tuvo en Cannes...

Roberto Sánchez.

-Aragonia-

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