miércoles, 19 de septiembre de 2018

Predator (The Predator, 2018)**

Dir: Shane Black
Int: Boyd Holbrook, Olivia Munn, Trevante Rhodes, Sterling K. Brown, Jacob Tremblay, Jake Busey, Edward James Olmos, Yvonne Strahovski, Thomas Jane, Keegan-Michael Key, Kyle Strauts, Alfie Allen, Niall Matter, Paul Lazenby, Crystal Mudry, Devielle Johnson, Augusto Aguilera, Andrew Jenkins, Dean Redman, Rhys Williams, Steve Wilder.

Alienígenas con muy mala leche 

El cine de ciencia ficción (o “películas del espacio”, como decíamos de pequeños), ha sido siempre un género fascinante que ha cautivado al espectador. Desde los comienzos del séptimo arte, George Méliès con su Viaje a la luna (Le voyage dans la lune, 1901) ya mostró esa fascinación por lo misterioso y lo desconocido de esa dimensión que igualmente maravilló a escritores como Julio Verne y, posteriormente, a muchos otros (como Ray Bradbury o Philip K. Dick). Durante los años sesenta y setenta, series como Star TrekEspacio: 1999, Galáctica, estrella de combate y otras, contribuyeron a popularizar aún más ese género en el que la visita o encuentro con seres extraterrestres de otras culturas planetarias era un ingrediente indispensable. 




Más adelante, los ochenta, con filmes como Alien, el octavo pasajero (1979), de Ridley Scott (y sus secuelas de 1986 y 1992) y La cosa (El enigma de otro mundo) (1982), de John Carpenter, arrancaron de un modo vigoroso que continuó con versiones cinematográficas de la ya citada serie Star Trek y, también, con un alienígena con tan mala leche (o peor) que el Alien, que nos visitó allá por 1987. Se trataba de Depredador (Predator, de John McTiernan), filme con guión de Jim Thomas y John Thomas, y una gran banda sonora de Alan Silvestri que fue un auténtico taquillazo a nivel mundial además de estar nominada al Oscar a los mejores efectos visuales. A ésta, como casi siempre, la mejor, siguió Depredador 2  (de Stephen Hopkins, 1990), filme que tiene más semejanzas con esta nueva versión de Predator, pues también se desarrollaba en territorio urbano. En 2004 y 2007 llegaron dos Alien versus Predator, películas de puro entretenimiento para fans de ambos aliens que poco a nada aportaban a los susodichos personajes. En 2010, el húngaro Nimród Antal, nos obsequió con Predators, filme que Stephen Holden del New York Times definió en su artículo de crítica cinematográfica (yo soy más suave), como: "Este caótico potaje de fuego, sangre, fango y explosivos resulta tan carente de terror y suspense que cualquier análisis metafórico es irrelevante".




Han tenido que pasar ocho años para que Shane Black, un curtido guionista muy conocido por Arma letal (Richard Donner, 1987), con agradables incursiones como director en el cine negro con Kiss Kiss, Bang Bang (2005) y en la Marvel con Iron Man 3 (2013), con guion propio y de Fred Dekker, desempolvaran el personaje 
creado por Jim y John Thomas en los ochenta. A pesar de una mejora evidente de los efectos especiales, esta nueva versión de Predator apuesta poco por la sorpresa y el suspense, elementos que fueron tan inteligentes como vitales narrativamente en el filme dirigido por McTiernan en 1987. El nuevo Dolby Atmos es también un evidente elemento de apoyo para que  este Predator 2018 resulte espectacular (no cabe duda) y entretenido, aunque ello se base en gran medida a la propia fuerza visual y el fabuloso diseño físico de este poderoso alienígena de entre 2,20 y 3 metros de alto y 150 a 190 kilos de puro músculo. Aún con eso y con todo, la película se me hizo algo larga. 




La película que inauguró la saga tenía a su favor todo: no conocíamos al personaje, éste se nos iba mostrando con misterio y poco a poco, y el reparto contaba con un primer espada del cine de acción de los ochenta y ya de todos los tiempos: Arnold Schwarzenneger (Swarchie o “el tío Arnold” para los amigos), acompañado por Carl Weathers (el Apolo Creed de Rocky) y otros duros muchachos. Éste nuevo Predator del siglo XXI poco o nada tiene a su favor en ese sentido, salvo la tecnología de los FX y el espectacular sonido Atmos del nuevo Dolby. Un batiburrillo de referencias y guiños e filmes como E.T. El extraterrestre (llegada de la nave), Star Trek (el camuflaje invisible de la nave Klingon y las naves de Predators o Cazadores Yautjas, pues ese es el nombre de su planeta), Alien (tan peligroso o más que nuestro Depredador  por su sangre ácida pero igual de feo y letal) y alguna otra película de serie B desde los cincuenta a los ochenta (incluido el monstruo de Creature from the Black Lagoon de la Universal, posible tatarabuelo o pariente lejano de este Predator, aunque mucho más amable que éste). 




Como conclusión, cine “del espacio” bastante palomitero (y, por ende, entretenido) que recupera para nosotros a este personaje ya conocido e integrante de la mochila sentimental cinéfila de las películas de Aliens, con buen aparato visual y tecnológico de soporte. Lo peor, la falta de sorpresas y emoción. Lo mejor, ese cazador alienígena que colecciona cráneos y columnas vertebrales de sus enemigos, con un diseño visual y físico muy logrado, y al que no nos gustaría encontrarnos si salimos al campo de picnic. Un portento de criatura.

Gonzalo J. Gonzalvo

-Aragonia, C. Grancasa, Palafox, Puerto Venecia, Yelmo-

1 comentario:

Roberto Sánchez dijo...

Nada realmente novedoso ofrece este nuevo "Predator" que parece querer recomenzar la saga con intereses comerciales y nada más. Gonzalo J. Gonzalvo creo que está muy acertado al hablar de "cine palomitero" y a mi cada vez me produce este tipo de cine más rechazo y que conste que me gusta el género de la ciencia ficción y que guardo un recuerdo agradable de la versión de 1987 que disfruté en las salas sin necesidad de trucajes digitales ni Dolby Atmos. Por cierto, las concesiones al "público familiar" en este filme casi son vergonzosas, incluyéndose en la trama como casi protagonista un niño (con síndrome de Asperger) y abundando en la "corrección política", Black & Dekker colocan en la historia a una mujer (la doctora Casey Bracket, interpretada por Olivia Munn) y a un regimiento de "tarados", reclutado entre los "Doce del patíbulo"...Las malas lenguas dicen que no le dejaron montar el film a Shane Black, un deslenguado que debe tener algunos problemas parecidos a los de su personaje Baxley (Thomas Jane)...