jueves, 13 de septiembre de 2018

Rodin (2017)***

Dir: Jacques Doillon
Int: Vincent Lindon, Izia Higelin, Séverine Caneele, Edward Akrout, Olivia Baes, Patricia Mazuy, Magdalena Malina, Zina Esepciuc, Lea Jackson, Anthony Bajon, Serge Bagdassarian, Maxence Tual, Serge Nicolai, Régis Royer, Pascal Casanova, Nathalie Bécue.

Auguste Rodin (1840-1917) (Vincent Lindon), a sus 42 años, conoce a Camille Claudel (Izia Higelin), una mujer joven desesperada por convertirse en su ayudante. Él rápidamente se da cuenta de su potencial y la trata como una igual en términos creativos. Después de más de una década de trabajo y de relación apasionada, Camille se separa de él, una separación de la que nunca se recuperará y de la que Rodin saldrá profundamente herido. La película también muestra algunos de sus romances con asistentes y modelos así como su larga relación con Rose Beuret (Séverine Caneele). Afortunadamente va mucho más allá de la crónica rosa y resulta un excelente complemento a aquella producción de 1988, titulada en España La pasión de Camille Claudel, dirigida por Bruno Nuytten, e interpretada por Isabel Adjani (Camille) y Gérard Depardieu (Rodin).



Si aquellas interpretaciones ya llamaron la atención en su momento, algo parecido ocurre con las de Vincent Lindon e Izia Higelin. El primero ya lleva en sus espaldas más de 70 personajes en películas de todos los géneros, desde 1982 (fecha de su debut) ha trabajado al servicio de un gran número de cineastas franceses que casi siempre han repetido con él (Fred Cavayé, Claire Denis, Diane Kurys, Alexandre Arcady, Paul Boujenah, Bertrand Blier, José Pinheiro, Jean-Jacques Beineix, Claude Lelouch, Pierre Jolivet, Benoit Jacquot, Mathieu Kassovitz, Colin Serrau, Jacques Deray o Tony Gatlif, y me dejo algunos). Izia Higelin, no es tan conocida quizás por su juventud, pero ya tiene cierta experiencia (10 apariciones en papeles importantes de cine y televisión franceses desde 2012). Los dos actores, bien dirigidos por Doillon, nos aproximan a las potentes personalidades de dos de los mejores escultores de la historia, a su apasionado romance, pero también a su proceso creativo. 

El parisino Jacques Doillon (nacido en 1944), había tenido un gran reconocimiento en los noventa con películas como Le petit criminel (1990), Le jeune Werther (1993) o Ponette (1996), todas protagonizadas por niños y adolescentes. Parecía que La golfilla, (La drôlesse, 1979), uno de sus primeros éxitos, había encasillado su trayectoría temática. En España, como suele ser habitual con los cineastas franceses, casi habíamos perdido su pista, desde Ponette, si no recuerdo mal, sólo se había estrenado Mis escenas de lucha (2013).




Los franceses todavía creen que el cine es un arte (y no sólo un artefacto para el ocio y la propaganda) por esa razón entienden que pueden reflejar con solvencia la trayectoria de otros grandes artistas y creadores. Ahora, con solidez y fluidez narrativa, Doillon se atreve con Auguste Rodin y sabe ir más allá de su "cinematográfica" relación amorosa con Camille. Le interesa recrearse también en la "pasión creativa", en la obsesión de toda una vida que fue la eleboración de La puerta del infierno, cuyo original en yeso se conserva en el Museo D´Orsey y de cuyo conjunto se independizó su célebre El pensador. Ocho fundiciones reprodujeron esa puerta inspirada en la obra de Dante. Esta obra y el monumento a Balzac (que cierra la película), tienen una presencia dramática constante, mostrando el interés y el respeto de un cineasta (y guionista atento) por los trabajos escultóricos de Rodin.


No es una obra maestra, pero muestra una vez más la alta calidad media del cine francés, capaz de generar productos muy diversos (en lo genérico), y mantener un nivel excelente en sus actores, guionistas y realizadores, proponiendo sin miedo temas que profundizan en la cultura y la creación artística. Ellos no dudan en las posiblidades del cine como arte.

Roberto Sánchez

-Aragonia, Palafox-

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