miércoles, 30 de septiembre de 2015

El hombre que quiso ser Segundo (2014)***

Dir: Ramón Alós
Int: Ramón Langa, Enrico Vecchi, Juan Miguel Company.


La figura de Segundo de Chomón (1871-1929), uno de los pioneros del cine, nacido en Teruel, merece una atención que le sigue siendo negada hasta en su propia tierra. Este documental, con momentos ficcionados y una premisa falsa (la posibilidad de que tuviera un hermano gemelo), resulta necesario ya que las investigaciones de Juan Gabriel Tharrats, en forma de libro (Los 500 films de Segundo de Chomón, en Prensas Universitarias de Zaragoza, 1988) o de documental (Cinematógrafo 19001979) han tenido una menguada difusión y sólo los especialistas o algunos pocos interesados han acudido a ellos para conocer su trayectoria, decisiva para entender la evolución del cine en muchos de sus aspectos técnicos y también narrativos. El libro El cine de Chomón de Agustín Sánchez Vídal (editado por la Caja de Ahorros de la Inmaculada, en 1992), Catedrático de Historia del Cine y otros Medios Audiovisuales que también aparece entrevistado en el film,  permitió hacer un estado de la cuestión sobre este cineasta que, ahora, vuelve a poner en la palestra el realizador valenciano Ramón Alós que, hasta el momento. sólo había filmado cortometrajes, y en concreto con el titulado El edén de Kiko (2014) había investigado la interacción entre cine con personajes reales y la animación. Su pasión por ese género le ha aproximado a uno de los inventores de los mejores trucajes cinematográficos de la historia. Quizás sus aportaciones, como se dice de modo acertado en el documental, sólo puedan compararse con las de George Méliès, al que admiró e imitó al servicio de la Pathé para, con el tiempo, superarle en el perfeccionamiento de algunos aspectos técnicos del cine de animación, en el trabajo con maquetas, las transparencias y las sobreexposiciones. Un maestro de la fotografía y el trucaje que aportó su sabiduría a algunas obras maestras del cine mudo como Cabiria (1914) de Giovanni Pastrone o Napoleón (1927) de Abel Gance. Algunos de los fragmentos de sus películas, utilizados en el film, demuestran no sólo su pericia técnica sino un elevado grado de genialidad a la hora de transmitirnos la magia y la fantasía. Estos territorios abiertos por Méliès, fueron llevados por Chomón al límite de sus posibilidades, teniendo en cuenta los recursos técnicos de la época.
La apuesta de Ramón Alós, al desarrollar esa premisa falsa que citaba al principio, está a punto de hacer naufragar este entretenido e ilustrativo documental sobre el genial cineasta turolense. En la parte ficcionada (o de falso documental) el director, interpretado por el italiano Enrico Vecchi, junto al Doctor en Filología y Profesor de Comunicación Audiovisual Juan Miguel Company (que hace de sí mismo), recrean una serie de situaciones algo ridículas que difícilmente resultan verosímiles. Su obsesión por demostrar la existencia del hermano gemelo (Primo Chomón), les lleva a una investigación sobre la veracidad de una filmación en la que 
aparece con su gemelo. Por cierto, terminan por estudiar la posibilidad rocambolesca de que Chomón hubiera utilizado, para crear la ilusión cinematográfica de la existencia de su gemelo, uno de los autómatas de Paco Sanz, un peculiar ventrílocuo y marionetista que yo tuve la ocasión de descubrir gracias a la proyección del documental Sanz y el secreto de su arte (1918), de Maximiliano Thous y Francisco Sanz, en las XIV Jornadas de Cine Mudo de Uncastillo (2014); una película que ya mezclaba con habilidad ficción y documental. 
En definitiva, una película que no deben perderse, un documental que les aproximará a la figura de uno de los cineastas más importantes para entender el nacimiento del cine y su desarrollo artístico y técnico, pero también uno de los más injustamente olvidados y por tanto necesitado de unas cuantas reivindicaciones, homenajes y estudios... 

Roberto Sánchez

-Aragonia- 

lunes, 28 de septiembre de 2015

Everest (2015)**

Dir: Baltasar Kormákur
Int: Jason Clarke, Josh Brolin, Jake Gyllenhaal, Elizabeth Debicki, Keira Knightley, Sam Worthington, Robin Wright, Emily Watson, John Hawkes, Clive Standen, Michael Kelly, Martin Henderson, Vanessa Kirby, Thomas Goodman-Hill, Mia Goth.


Dos empresas estadounidenses especializadas en organizar viajes de aventura parten hacia Katmandú con destino al monte Everest con el objetivo de hacer cumbre en la montaña más alta e inhóspita del mundo. Con esta premisa argumental, Baltasar Kormákur, apoyado por un reparto internacional plagado de estrellas, se adentra en un filme de aventuras que, sin duda, lo hermana con las heladas tierras de las que él mismo procede. Este director islandés comenzó en la dirección con 101 Reykjavik (2000), trabajo con el que obtuvo nominaciones en diversos festivales. Posteriormente, salta al thriller, ya con un reparto internacional integrado por Forest Whitaker y Julia Stiles, con la interesante Verdades ocultas (2005). Con rodaje y producción ya plenamente norteamericana desde el año 2010, y siguiendo por la senda del thriller de acción, dirigirá al siempre brillante Denzel Washington y a Mark Wahlberg en 2 Guns (2013), logrando un filme de acción divertido que le aproximaba al  género de la comedia. Y es, desde ahí, desde donde salta (nunca mejor dicho) a este actual Everest. En este salto, le acompañan la espléndida fotografía de Salvatore Totino, y se le une un reparto coral en el que destacan sin duda la actriz Emily  Watson (recientemente galardonada), además de los siempre sólidos Josh Brolin, Jake Gyllenhaal , Keira Knightley o Robin Wright. Da la impresión de que un reparto plagado de estrellas es "conditio sine qua non" de un filme de catástrofes que se precie (en este caso con la montaña como protagonista) para paliar su carácter predecible y, junto con el apoyo de los hermosos paisajes, darle un poco más de aliciente a la cosa. 
Para mí lo más destacable es la majestuosa presencia de ese monte Everest, convertido en un personaje importante que cobra vida y que, simplemente, se defiende de las intrusiones y agresiones de esas auténticas hordas de turistas que han convertido un espléndido paisaje natural en un circo y un vertedero (en el filme puede verse como coinciden en el campo base hasta 20 expediciones diferentes al mismo tiempo para intentar escalarlo). El Everest expresa toda su furia para sacudirse a esos molestos invasores en un filme que, apoyado por la buena labor del director de fotografía, resulta en conjunto entretenido y mantiene el ritmo y la atención del espectador a pesar de su extenso metraje. Basado en la historia real que en 1996 costó la vida a varios experimentados montañeros, el filme incluye también una clara moraleja ecologista. A la vieja y enorme montaña, herida, cuajada de  cicatrices de escaleras de metal, plástico y muertos congelados, poco le importa el dinero y la búsqueda de glamour de los que pagan miles de dólares para ascender y clavar en su cima otra banderita más, dejando la más variopinta basura en el camino. El Everest representa lo genuino, el poder y la fuerza de la naturaleza en estado puro, y el hombre frente a su poder y furia, está claro que jamás tendrá nada que hacer con su estúpido orgullo. Debería recuperar el respeto que siempre le ha rendido desde tiempos inmemoriales y no considerarlo un juguete o una atracción de feria. Cuando en busca de gloria o un falso glamour ese ser llamado hombre le falta al respeto, perdiendo la verdadera dimensión de su poder destructivo, sin duda tiene la batalla perdida de antemano.

Gonzalo J. Gonzalvo

-Aragonia, C. Grancasa, Palafox, Puerto Venecia, Yelmo- 

Irrational Man (2015)**

Dir: Woody Allen
Int: Joaquin Phoenix, Emma Stone, Jamie Blackley, Parker Posey, Ethan Phillips, Julie Ann Dawson, Mark Burzenski, Gary Wilmes, Geoff Schuppert, David Pittu, Steven Howitt, Kaitlyn Bouchard, Ana Marie Proulx, Kate McGonigle, Tamara Hickey.


Abe Lucas (Joaquin Phoenix), un profesor de filosofía en plena crisis existencial, encuentra un nuevo propósito a su vida cuando se relaciona sentimentalmente con una de sus alumnas. Todo comienza con un Abe incapaz de encontrar la alegría o el significado a su vida. Tiene la sensación de que todo lo que ha intentado hacer, ya sea como activista político o profesor, no ha tenido la más mínima importancia. Al poco de llegar a la universidad de una pequeña ciudad donde va a impartir clase, Abe se relaciona con dos mujeres: Rita Richards (Parker Posey), una solitaria profesora que busca que le rescate de su infeliz matrimonio; y Jill Pollard (Emma Stone), su mejor estudiante, que termina por convertirse también en su amante, y amiga más cercana. A pesar de que Jill está enamorada de su novio Roy (Jamie Blackley), no puede evitar encontrar irresistible la personalidad artística y atormentada de Abe, así como su exótico pasado. Incluso la fascinación de Jill no hace más que crecer, cuando Abe da señales de un serio desequilibrio emocional. Es cierto que ya casi al final, repudiará su postura cuando empieza a sospechar  que realmente ha sido capaz de hacer realidad lo que parecía un mero juego filosófico-moral sobre la capacidad para tomar decisiones irreversibles en relación a personajes supuestamente dañinos para la sociedad, y todo ello provocará un final inesperado... 
Suena la música de Johann Sebastian Bach, y algo de música ligera, pero, una vez más, el jazz, especialmente los bellos arreglos del tema Wade in the Water (un espiritual negro, editado en 1901, por John Wesley Work, Jr.) hechos, en un caso, por Ramsey Lewis (una de las dos versiones suena interpretada por su Trío), y en otra no menos sugerente por el guitarrista Jimmy Bruno. Ramsey Lewis y su Trío también protagonizan el tema The ´In Crowd (de Billy Page) y la canción Look-At-Here, en las que el Jazz funk de Ramsey Lewis aporta un enriquecedor dinamismo a algunas escenas de esta estática y fallida reflexión filosófica sobre la responsabilidad y la banalización de la muerte...También suena el tema Good to Go, a cargo de Daniel May Jazz Combo, grupo liderado por el brillante compositor y pianista Daniel May. Woody Allen no está obligado a realizar una obra maestra detrás de otra –¿o sí?–, y en este caso parece estar en una fase de recapitulación. Acumula este guión, con un criterio no demasiado atractivo, ecos de la época en la que firmó su mítica Annie Hall (1977), Delitos y faltas (1989) y de la más reciente, y  magnífica, Match Point (2005). Me ha resultado difícil, más que nunca, creerme a los personajes y estos actores sobradamente capacitados (especialmente Phoenix y Stone), que no parecen asumir con soltura unos personajes típica y tópicamente "allenianos". Otra clave habitual y que no abunda en este Irrational Man es su sentido del humor, o bien esa fina ironía ha debido ser tan leve, en este caso, que me ha pasado desapercibida. Con todo una película de Woody Allen siempre tiene valores, y desde luego sí que hay unos pequeños órdagos dirigidos a los espectadores: ¿Qué postura tomarías ante una persona a la que quieres y admiras, pero que sabes que actúa de modo irracional y es muy peligrosa en algunos casos? ¿Qué harías si pudieras cometer un crimen perfecto, que además eliminara a un personaje público corrupto que tiene, a su vez, poder de decisión sobre la vida de los demás? 

Roberto Sánchez.

-Aragonia, C. Grancasa, Cervantes, Puerto Venecia, Yelmo- 

Los exiliados románticos (2015)***

Dir: Jonás Trueba
Int: Vito Sanz, Renata Antonante, Francesco Carril, Isabelle Stoffel, Luis E. Parés.

Un grupo de jóvenes españoles, chicos y universitarios, van a ir a Francia, de Toulouse a París, con la furgoneta que han prestado a Vito (Vito Sanz). En Francia conocen a algunas chicas que además de español, hablan italiano, alemán y francés. A la vuelta regresarán con dos de ellas. Son amores de juventud, jalonados con citas románticas de filósofos, versos, cartas y las canciones de Miren Iza (Tulsa), que parecen acompañarles a lo largo de  este viaje iniciático. 
¿Es un nuevo viaje romántico el de nuestra juventud universitaria por Europa? Uno de los protagonistas, Luis (Luis E. Parés), prepara una tesis sobre los exilios, y todos son conscientes de las diferencias entre ellos y estos exiliados románticos sobre los que diserta la película. 
Jonás Trueba, director y guionista del film, podría haber sido perfectamente uno de los "exiliados románticos" de su minimalista reflexión sobre el romanticismo y como lo está
viviendo una generación de jóvenes pero no tanto españoles  privilegiados, quizá algo perdida y deprimida ante la falta de horizontes. Con 34 años, Jonás Trueba ha dirigido y escrito tres largometrajes. Sus dos anteriores trabajos, Los ilusos (2013) y Todas las canciones hablan de mí (2010), mostraban ya una sorprendente madurez en los planteamientos y en los aspectos narrativos. En Los exiliados románticos, sus 70 minutos son más que suficientes para describirnos un estado de ánimo y la situación vital de tres personajes, cuyas experiencias amorosas, nos aproximan a toda una generación, marcada por unas cuantas ilusiones y utopías destruidas por el mundo que les ha tocado vivir, pero que siguen adelante, manteniéndose en una alargada y escapista adolescencia.

Antonia Bordonada
Roberto Sánchez

-Aragonia-

miércoles, 23 de septiembre de 2015

La visita (2015)**

Dir: M. Night Shyamalan
Int: Olivia DeJonge, Ed Oxenbould, Deanna Dunagan, Peter McRobbie, Kathryn Hahn, Celia Keenan-Bolger, Samuel Stricklen, Patch Darragh. 

El director de origen hindú M. Night Shyamalan comenzó a dirigir en 1992 con Praying with Anger, film en el que se estrenaba también como actor y guionista. Su primer gran éxito internacional llega en 1999 con El sexto sentido, película que catapulta al niño Haley Joel Osment, a la sazón partenaire Infantil de Bruce Willis, actor con el que repetirá un año después en El protegido. La temática de este director  y guionista parece estar siempre centrada en el misterio de acontecimientos inesperados sobrenaturales y la influencia de éstos en la vida de las personas. Sus filmes posteriores (Señales, El bosque, y especialmente, La joven del agua), marcan a mi parecer un paulatino  descenso artístico que culminará en los flojos Airbender, el último guerrero (2010) y After Earth (2013), dos auténticos despropósitos. Tras su incursión en la televisión con la primera entrega y la producción ejecutiva de al menos 10 capítulos de la serie de intriga de la Fox Wayward Pynes (basada en la novela de Blake Crouch), recupera en The Visit elementos de los cuentos de terror infantiles para intentar reencontrar la  extraviada senda de un cine y un director que había perdido absolutamente el norte. Con guión del propio Shyamalan (como es habitual en todos sus trabajos) y una buena fotografía de Maryse Alberti (maestra de la iluminación, que parece haberle echado una buena mano en este trabajo), el filme combina lo aparentemente sobrenatural con lo cotidiano y la interacción de ambos planos, en la realidad,  con los personajes. 
En La visita, Shyamalan utiliza recursos  y una estética que hicieron ya famosos a filmes como el español REC (2007), de Jaume Balagueró, o al  baratísimo y casero Paranormal Activity (2007), utilizando, tanto la cámara al hombro,  como la cámara fija en plano general,  actuando ésta de mudo testigo de lo que va a acontecer. Pero Shyamalan abusa también de los resortes clásicos del género para asustar al espectador más cómplice (ruidos, puertas chirriantes, rostros que rompen la oscuridad en primer plano...). A la evidente carencia de presupuesto, se une pues esta falta de originalidad que nos revela que no hay nada nuevo bajo el sol, aunque sí se percibe en todo el filme el sello de identidad que este director parecía ya haber perdido. Otro lastre de la película lo componen un niño rapero extremadamente impertinente y un final bastante previsible (que por supuesto no voy a desvelar). Por todo ello, La visita se erige en un filme sólo recomendable para amantes acérrimos del género de terror y de su director M. Night Shyamalan. Habrá que ver su siguiente propuesta, Labor of Love, (prevista para estrenar en el 2016) en la que recupera a su estrella Bruce Willis, para tener más opciones de retorno a la senda del éxito que este director había dejado a un lado y que parece estar recuperando con dificultad.

Gonzalo J. Gonzalvo.

-Aragonia, C. Grancasa, Palafox, Puerto Venecia, Yelmo-

martes, 22 de septiembre de 2015

La cabeza alta (La tête haute, 2015)***

Dir: Emmanuelle Bercot
Int: Rod Paradot, Catherine Deneuve, Sara Forestier, Benoît Magimel, Aurore Broutin, Ludovic Berthillot, Catherine Salée, Diane Rouxel, Anne Suarez, Martin Loizillon, Michel Masiero, Christophe Meynet, Elisabeth Mazev, Enzo Trouillet.


Contando dos películas hechas para televisión, la realizadora (y actriz) francesa Emmanuelle Bercot, suma con La tête haute el quinto largometraje como directora. Parece haber logrado, con este trabajo, un sólido e impactante retrato de un joven problemático, brillantemente interpretado por el francés Rod Paradot que debuta como actor. 
La tête haute nos pone ante una sociedad francesa que hasta ahora confiaba en una Justicia y un sistema formativo que daba oportunidades de ascenso social a los más desfavorecidos de sus conciudadanos. Está red social está en crisis. Florence Blaque (interpretada por Catherine Deneuve) es una veterana y un tanto hastiada jueza de menores, que tutela desde que tenía seis años a Malony (Rod Paradot) y Yanne (Interpretado por Benoît Magimel), su educador, que va a divorciarse, lo reflejan. 
Nos  ha resultado muy sugerente el contraste entre la desazón de Malony, acompasado por la música electrónica ("maquinera") y rap de KRS-One y Die Antwoord, y sus momentos de plenitud, subrayados por bellísimos fragmentos de música clásica como el conocido Trio Op. 100, de Franz Schubert, o la  pieza musical Spiegel in Spiegel, de Arvo Pärt. De modo no menos brillante, la Cantata nº 202 Weichet nur, bertrübte Schattende Johan Sebastian Bach, acompaña la escena final en la que el joven padre lleva en su regazo al bebé. Esta tensión entre la ira y la razón han provocado el desgarro de una adolescencia violenta, quizás ahora redimida.

Antonia Bordonada
Roberto Sánchez.

-Aragonia- 

martes, 15 de septiembre de 2015

ma ma (2015)**

Dir: Julio Medem
Int: Penélope Cruz, Luis Tosar, Asier Etxeandia, Teo Planell, Silvia Abascal, Mónica Sagrera, 
Àlex Brendemühl, Ciro Miró, Jon Kortajarena. 


Ni conociendo el personal e intransferible estilo de Medem, puede soportarse con calma este discurso ñoño y blandengue, en ocasiones marcadamente reaccionario, que defiende el realizador vasco en su última entrega. La visión de la mujer, sobre todo como símbolo de la maternidad, como representante de las fuerzas de la propia naturaleza, parece querer decirnos que los siglos de lucha por parte de la mujer por alcanzar un estatus de racionalidad humana, de capacidad de decisión sobre su propio cuerpo, nada tienen que hacer ante la Diosa Naturaleza. Esta especie de panteísmo (ya detectable en sus primeros largometrajes) ha ido evolucionando hacia una  doctrina próxima al pernicioso New Age o al neo budismo que, a mi parecer, termina con la magia y la sugerencia presente, sin adscripción detectable,  en algunos de sus primeros filmes. Hay que reconocer que se mantiene su personal universo, aunque algo contagiado de la estética y del sentido del humor almodovarianos ¿por imposición más o menos intencionada de Penélope Cruz?, que después de todo es uno de los principales productores del film.  
Tener una personalidad especial, ser un cineasta con un estilo muy definido, arriesgado formal y argumentalmente, no es garantía absoluta de calidad. Por ejemplo, asumir el riesgo de introducir elementos de cine musical (protagonizados por Asier Etxeandia, algo que termina por resultar lógico y previsible a poco que se sepa de los recientes éxitos escénicos de este actor-cantante), puede llevarnos de lo sublime a lo ridículo con facilidad. La selección de los otros personajes-símbolo (el filósofo mujeriego, el ojeador creyente del Real Madrid) también suponen una fuerte apuesta que desemboca en la vulgaridad. 
Solo los incondicionales de Medem aceptarán esta visión alucinada sobre la maternidad, la vida , la muerte y sobre la necesidad de la trascendencia...

Roberto Sánchez.

-Aragonia, Cervantes- 

lunes, 14 de septiembre de 2015

Ático sin ascensor (5 Flights Up, 2015)***

Dir: Richard Loncraine
Int: Morgan Freeman, Diane Keaton, Cynthia Nixon, Claire van der Boom, Korey Jackson, Carrie Preston, Sterling Jerins, Josh Pais, Miriam Shor. 


Basada en la novela Heroic Measures de Jill Ciment, a su vez inspirada en las vivencias propias y de su marido, el pintor Arnold Mesches, Ático sin ascensor llega a nuestras pantallas de la mano del actor Morgan Freeman, ahora también metido a labores de productor. Con una estética bastante teatral, con muchas escenas en interiores rodadas en los estudios Steiner de Brooklyn, el film nos deleita también con estupendas vistas exteriores y algunos escenarios de esa gran ciudad, paradigma de la urbe por excelencia: Nueva York. Con una deliciosa partitura musical de David Newman (autor de bandas sonoras como La guerra de los Rose, Matilda o Ice Age), la película homenajea, y en ella podemos encontrar  sin duda referencias al Manhattan de Woody Allen (y también a esa deliciosa comedia centrada en la problemática de la vivienda, que protagonizaron  en los Sesenta unos muy jóvenes Jane Fonda y Robert Redford, titulada Descalzos en el parque, en la que la madre de Jane Fonda casi sucumbe a la subida de escaleras hasta el ático). Aquí estamos ante una pareja de mucha más edad, que lleva conviviendo en armonía más de 40 años. Una maravillosa pareja interracial interpretada con brillantez  por Diane Keaton y Morgan Freeman (hay aquí otro guiño evidente, a través de los flash-backs, al filme Adivina quien viene esta noche de Stanley Kramer, donde una pareja mixta encarnada por Sidney Poitier y Katherine Houghton mostraban su lucha para sacar adelante su relación chico negro-chica blanca). La actriz Cynthia Nixon (a la que algunos reconocerán al verla en la serie Sexo en Nueva York), hace también un papel de altura como vendedora inmobiliaria y pariente de la pareja Freeman-Keaton. En el trasfondo de la sencilla historia que se nos narra en esta comedia, hay un retrato fidedigno de la actual sociedad norteamericana en el que se mezclan, a partes iguales, el miedo y la paranoia terrorista, la especulación inmobiliaria, y  el capitalismo enfermizo que sigue impregnando la sociedad de la primera potencia económica mundial, ya contagiado al resto del mundo, debido a la creciente globalización. 
Su director, Richard Loncrane, comenzó a dirigir a finales de los Setenta curiosamente a  Mia Farrow, actriz que junto a Diane Keaton, han protagonizado  muchos de los filmes del mejor retratista neoyorquino que ha dado la gran pantalla, el señor Woody Allen. En este sentido, Loncraine (director que ha visto premiados sus trabajos en festivales como el de Montreal, en 1982, o Berlín, donde ganó el Oso de Plata en 1995 por su adaptación de Ricardo III, su trabajo más laureado), intenta imitar y alcanzar la maestría del mago Allen, pero sin llegar evidentemente a alcanzar sus cotas de genialidad. Aún así, Ático sin ascensor, con una estética y ambientación cuidadas (que le dan un cierto aire de clásico de la comedia), apoyado sin duda en las grandes interpretaciones de esos dos monstruos llamados Diane Keaton y Morgan Freeman, se constituye en un film amable, muy agradable de ver, que se disfruta de principio a fin como aquellas comedias de los años Sesenta y Setenta, bañadas por una deliciosa ingenuidad. Igualmente deliciosa es esa pareja septuagenaria e interracial que sigue conservando la chispa e ilusión de su juventud, a pesar de su larga experiencia vital. Ático sin ascensor es un film para todos los públicos, una comedia conmovedora que no olvida la problemática a la que se enfrenta la tercera edad en las grandes ciudades de la sociedad actual en su vivir diario. Alex y Ruth, junto con su perrita Dorothy (también mayor y con delicada salud), son unos luchadores que desde muy jóvenes tuvieron que afrontar prejuicios raciales y familiares por parte de muchas personas que no daban un duro por ellos. Creo que se merecen que ustedes inviertan un poquito de su dinero en disfrutar de su compañía durante una maravillosa tarde.

Gonzalo J. Gonzalvo

-Aragonia, Cervantes- 

lunes, 7 de septiembre de 2015

Ricki (Ricki and the Flash, 2015)***

Dir: Jonathan Demme
Int: Meryl Streep, Kevin Kline, Mamie Gummer, Sebastian Stan, Ben Platt, Charlotte Rae, Rick Springfield, Doris McCarthy, Josh Tobin, Hailey Gates, Marlon Perrier, Christian Frazier.


Ricky es una cantante rockera líder de un grupo que versiona temas y artistas míticos sobre los escenarios. Una mujer madura, con problemas económicos, que arrastra un presente y un pasado sentimental complejos al haber apostado por alcanzar sus sueños. Estamos ante una historia que se mueve entre el musical, el drama y la comedia, pivotando en todo momento sobre la dirección de Jonathan Demme, la interpretación de su protagonista femenina, Meryl Streep y un guión firmado por Diablo Cody, que saltó a la fama gracias al film Juno en 2007. Demme ha demostrado ampliamente ser un experto en tratar el género musical en el cine como ya se hizo patente en 2006 en Neil Young: Heart of Gold, retrato perfecto del cantautor Neil Young (personaje al que volvió en 2011 con el documental Neil Young Journeys). En 2012 se llevó un premio en el Festival de Venecia por otro filme musical titulado Enzo Avitabile Music Live. Como director, Jonathan Demme ha demostrado, en su ya dilatada trayectoria, dominar con destreza todos los géneros: desde el documental, pasando por excelentes thrillers como El silencio de los corderos (1991) o  El mensajero del miedo (2004), y también la comedia, con trabajos como Algo salvaje (1986) o Casada con todos (1988). En cuanto a Meryl Streep, que sostiene la película como las columnas de Hércules, qué se puede decir a estas alturas. Es una máquina perfecta de actuar. Lo ha ganado todo y acumula el mayor número de premios Oscar en sus vitrinas. Nada se le resiste. Interpreta, canta, baila, ríe, llora y toca la guitarra. Quizá, en este momento, sea la mejor actriz sobre la faz de la tierra, con permiso de colegas suyas como Julianne Moore o la siempre impecable Jessica Chastain que siguen su estela. Sin Meryl Streep ,y sin este director, la película sería otra cosa muy diferente y, casi seguro, hubiera sido un fracaso tanto artística como comercialmente. En Estados Unidos el musical siempre ha sido un género que ha gozado de buena salud, reforzado sin duda por los musicales de los escenarios de Broadway. Cosa muy diferente ha ocurrido en España, donde siempre ha resultado un género menor, al que se le resiste  la taquilla, exceptuando obras como Sonrisas y lágrimas o Mary Poppins, vinculadas al público infantil y familiar de los años 60 y 70. 
Con un tempo correcto y bien medido, que alterna los números musicales con la historia personal de la cantante rockera y su drama familiar; y aderezada con ciertos toques de comedia, el film Ricki se sostiene, como ya he dicho, sobre los hombros de esa sobrehumana actriz llamada Meryl Streep. Arropada por un correcto Kevin Kline y el resto de secundarios, la Streep "se lo come todo" y realiza todo un recital interpretativo en el que borda su papel como si lo llevase haciendo toda la vida. Este es, junto a una más que correcta dirección de Jonathan Demme, el principal mérito de una película recomendable para los amantes del musical y también para los fans de Meryl , así como para los seguidores de la filmografía del director de El silencio de los corderos. En este caso, el silencio brilla por su ausencia y la música reina en la pantalla eso sí, con el permiso de otra reina. Una reina de la pantalla llamada Meryl Streep.

Gonzalo J. Gonzalvo.

-Aragonia, C. Grancasa, Palafox, Puerto Venecia, Yelmo-

Un día perfecto (2015)**

Dir: Fernando León de Aranoa
Int: Tim Robbins, Benicio del Toro, Olga Kurylenko, Mélanie Thierry, Fedja Stukan, Eldar Residovic, Sergi López.


Esta película tiene un guión de Fernando León de Aranoa, en el que ha colaborado Diego Farias, y ha tomado como punto de partida la novela Dejarse llover de Paula Farias. En una zona en guerra con los cascos de las Naciones Unidas tratando de controlar la situación, varios personajes viven sus propios conflictos; los cooperantes Sophie (Mélanie Thierry), recién llegada y un tanto inocente, quiere ayudar a la gente, Mambrú (Benicio del Toro), todo un veterano con fama de Don Juan, quiere volver a casa lo antes posible, Katya (Olga Kurylenko), que quiso una vez a Mambrú. ha vuelto con la intención de evaluar la continuidad de la misión, y B (Tim Robbins), no sabe muy bien lo que quiere, aunque su aparente locura le viene bien al grupo para afrontar algunas situaciones difíciles. Por su parte, Damir (Fedja Stukan), el traductor, quiere que la guerra termine lo antes posible, Nikola (Eldar Residovic), un chaval residente, quiere un balón de fútbol y recuperar a sus padres. Sophie, Mambrú, Katya y B, forman parte de un grupo de cooperantes que, entre otras cosas, trata de sacar un cadáver de un pozo en una zona de conflicto, marcada por una violenta e irracional violencia entre los que, en el pasado, fueron miembros cercanos de una misma comunidad. Alguien lo ha tirado dentro para corromper el agua y dejar sin abastecimiento a las poblaciones cercanas. Pero la tarea más simple se convierte aquí en una misión imposible, en la que el verdadero enemigo quizá sea la irracionalidad. Los cooperantes recorren el delirante paisaje bélico, repleto de minas y vacas-trampa cruzadas en su camino, tratando de resolver la situación, como cobayas en un laberinto, y Fernando  León de Aranoa parece, en muchos momentos, haberse perdido en él y en la mencionada irracionalidad, poseído por un juego absurdo e incoherente. Sólo la fuerza interpretativa de actores consolidados como Tim Robbins (ese B, cuya locura parece más cercana a la lucidez necesaria para poder afrontar este conflicto terrible y absurdo en sus últimos estertores) y Benicio del Toro (muy capaz de sugerirnos, con solvencia y credibilidad, cualquiera de los registros dramáticos, pasando por la comedia y la tragedia). Son ellos los que salvan los evidentes desajustes y transiciones, puntuadas por temas musicales, en un alarde de vulgaridad a la americana, impropios de un realizador al que yo siempre he valorado por su sobriedad y buen gusto, y que a punto están de invalidar este relato y de hacer olvidar algunos momentos de realización aceptable.  
Comencé esta crítica con la intención de salvar esta película, pero ir recordando las constantes incoherencias de guión (ni siquiera estamos ante "un día perfecto", sino que transcurren, en la acción propuesta, algo más de 24 horas), imperdonables en un Fernando León de Aranoa que tiene fama justificada de buen guionista y mejor constructor de diálogos, aunque aquí tampoco haya encontrado la mejor de sus inspiraciones, y en cuanto a sus valores como director, sobre las que siempre se han tenido algunas dudas razonables, no quedan del todo resueltas con la fría y errática puesta en escena de este "Día imperfecto"..

Roberto Sánchez. 

-Aragonia, C. Grancasa, Palafox, Puerto Venecia, Yelmo-