martes, 15 de septiembre de 2015

ma ma (2015)**

Dir: Julio Medem
Int: Penélope Cruz, Luis Tosar, Asier Etxeandia, Teo Planell, Silvia Abascal, Mónica Sagrera, 
Àlex Brendemühl, Ciro Miró, Jon Kortajarena. 


Ni conociendo el personal e intransferible estilo de Medem, puede soportarse con calma este discurso ñoño y blandengue, en ocasiones marcadamente reaccionario, que defiende el realizador vasco en su última entrega. La visión de la mujer, sobre todo como símbolo de la maternidad, como representante de las fuerzas de la propia naturaleza, parece querer decirnos que los siglos de lucha por parte de la mujer por alcanzar un estatus de racionalidad humana, de capacidad de decisión sobre su propio cuerpo, nada tienen que hacer ante la Diosa Naturaleza. Esta especie de panteísmo (ya detectable en sus primeros largometrajes) ha ido evolucionando hacia una  doctrina próxima al pernicioso New Age o al neo budismo que, a mi parecer, termina con la magia y la sugerencia presente, sin adscripción detectable,  en algunos de sus primeros filmes. Hay que reconocer que se mantiene su personal universo, aunque algo contagiado de la estética y del sentido del humor almodovarianos ¿por imposición más o menos intencionada de Penélope Cruz?, que después de todo es uno de los principales productores del film.  
Tener una personalidad especial, ser un cineasta con un estilo muy definido, arriesgado formal y argumentalmente, no es garantía absoluta de calidad. Por ejemplo, asumir el riesgo de introducir elementos de cine musical (protagonizados por Asier Etxeandia, algo que termina por resultar lógico y previsible a poco que se sepa de los recientes éxitos escénicos de este actor-cantante), puede llevarnos de lo sublime a lo ridículo con facilidad. La selección de los otros personajes-símbolo (el filósofo mujeriego, el ojeador creyente del Real Madrid) también suponen una fuerte apuesta que desemboca en la vulgaridad. 
Solo los incondicionales de Medem aceptarán esta visión alucinada sobre la maternidad, la vida , la muerte y sobre la necesidad de la trascendencia...

Roberto Sánchez.

-Aragonia, Cervantes- 

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