miércoles, 27 de noviembre de 2019

Le Mans´66 (Ford V. Ferrari, 2019)***


Dir: James Mangold
Int: Matt Damon, Christian Bale, Jon Bernthal, Caitriona Balfe, Josh Lucas, Noah Jupe, Tracy Letts, Remo Girone, Ray McKinnon, JJ Feild, Jack McMullen, Corrado Invernizzi, Joe Williamson, Ian HardingChristopher Darga, Shawn Law, Emil Beheshti, Darrin Prescott, Benjamin Rigby, Ben Collins, Francesco Bauco, Guido Cocomello, Adam Mayfield, Sean Carrigan, Lachlan Buchanan, Giles Matthey, Rudolf Martin, Darin Cooper.

Vivir a toda velocidad

No es ningún secreto que hay un fuerte revival de los años 60 y 70 en el cine actual. Tras el reciente ejemplo de Érase una vez... en Hollywood (2019) de Tarantino, nos llega ahora Le Mans´66, cuyo título original es Ford Versus Ferrari. Filme que homenajea, principalmente, a dos grandes clásicos de esas décadas hoy tan de moda: Las 24 horas de Le Mans (Lee H. Katzin, 1971), protagonizada por el mítico Steve McQueen, gran amante de los coches deportivos, y Grand Prix (John Frankenheimer, 1966), ésta última ganadora de 3 premios Óscar: Mejor Montaje, sonido y efectos de sonido. 



Precisamente en los apartados técnicos (impulsados por un espectacular Dolby Atmos), se cimenta y se luce este Le Mans´66, pilotado (nunca mejor dicho) por James Mangold. A estos apartados técnicos habría que añadir una estupenda fotografía de Phedon Papamichael, y unas sólidas interpretaciones tanto de Matt Damon como de Christian Bale, dos excelentes actores que pueden con todo lo que se les ponga por delante. 

Mangold es un director que ha demostrado solvencia fílmica en títulos como Copland (1997), Inocencia interrumpida (1999) y, más recientemente, en obras como En la cuerda floja (2005), con un excelente trabajo de Joaquin Phoenix, y El tren de las 3:10 (2007). Mangolg se revela pues como un director “todo terreno” que se atreve con todos los géneros, desde el thriller al western



A pesar de su extensa duración (algo más de dos horas y media), este Le Mans´66 se disfruta de principio a fin. Basada en hechos reales, la historia de amistad entre Carroll Shelby (Matt Damon) y el mítico piloto de carreras Ken Miles (papel bordado por Bale) añade solidez a una historia perfectamente ambientada y contada con unas secuencias espectaculares, que logran que el espectador se meta dentro de los coches en plena carrera, una experiencia que resulta, con el apoyo del sonido Atmos, totalmente inmersiva. 



Damon y Bale resultan perfectamente arropados por un elenco de secundarios que también dan la talla. La película está bien rodada, tiene acción a raudales y una historia que contar, lo que hoy día, en el cine actual, no es moco de pavo. Además de ello, si les gusta el automovilismo deportivo, Le Mans´66 es una película imprescindible. Si desean pasar un largo rato entretenido con disparos de adrenalina, también es una estupenda opción dentro de una cartelera bastante floja que aguarda el gran estreno de las Navidades: el final de la saga Star Wars



Así que hasta que veamos brillar de nuevo en la oscuridad, las refulgentes espadas Jedi, no está nada mal darse unas vueltas por el infernal y duro circuito de Le Mans. ¿Ford o Ferrari?….¿Cual eligen?...Pues yo no puedo….lo siento...me quedo con los dos...y con Bale y Damon. Un tándem, sin duda, “de cine”.


GONZALO J. GONZALVO     

-Aragonia, C. Grancasa, Cinemundo (Huesca), Palafox, Puerto Venecia, Yelmo-

martes, 19 de noviembre de 2019

La trinchera infinita (2019) ****

Dir: Aitor Arregi, Jon Garaño y Jose Mari Goenaga
Int: Antonio de la Torre, Belén Cuesta, Vicente Vergara, José Manuel Poga, Emilio Palacios, Carlos Bernardino, Óscar Corrales, Enrique Asenjo, José María del Castillo, Manuel Domínguez,  Luis Fernández de Eribe, Nacho Fortes, Esperanza Guardado, Javi Mena, Daniel Morilla, Antonio Romero.

Higinio (Antonio de la Torre) y Rosa (Belén Cuesta) llevan pocos meses casados cuando estalla la Guerra Civil y la vida de él pasa a estar seriamente amenazada. Con ayuda de su mujer decidirá utilizar un agujero cavado en su propia casa como escondite provisional. El miedo a las posibles represalias, así como el amor que sienten el uno por el otro les condenará a un encierro que se prolongará durante más de 30 años.

Esta película tiene muchas virtudes. Saca a la luz una serie de sucesos directamente vinculados a la Guerra Civil y su terrible posguerra, que aunque tuvieron una gran repercusión a finales de los años setenta y se revisaron en varias publicaciones y adaptaciones cinematográficas en los siguientes años, ahora están casi olvidados, mostrando la eficacia de la dictadura franquista a la hora de cercenar la memoria. Sus medidas de control y delación perduraron mucho más allá de la muerte del dictador, marcando a fuego y sangre a todos los españoles, y como se está comprobando en sucesos recientes, distan mucho de haberse superado estos terribles episodios de la historia de España, un país cuyo futuro democrático quedó infectado gravemente por el virus del fascismo y cuyas cepas parecen rebrotar...



No estaría mal recordar algunos libros y adaptaciones cinematográficas que antecedieron al trabajo de guion de Luiso Berdejo y Jose Mari Goenaga en La trinchera infinita. El primer análisis serio sobre el tema de los "topos" lo hizo el historiador Ronald Fraser en su libro In hiding: the life of Manuel Cortés (Escondido: el calvario de Manuel Cortés), publicado originalmente en inglés en 1972. Fueron los periodistas Jesús Torbado y Manu Leguineche los que resumieron unos cuantos casos más en Los topos (1977), siendo una de las fuentes de documentación de 30 años de oscuridad (2012), un magnífico documental de Manuel H. Martín que utilizó la animación, junto a entrevistas e imágenes de archivo, para contarnos precisamente la historia de Manuel Cortés, el alcalde socialista de Mijas (Málaga) que se quedó más de 30 años atrapado en su escondite. Esta historia, y retazos de otras contadas en Los topos, son las que se han utilizado con buen criterio en La trinchera infinita, una de cuyas mejores apuestas es, precisamente, la de aproximarse a la verosimilitud documental, sin dejar de darnos una estupenda ficción repleta de tensión y suspense, combinando esos universos aparentemente antagónicos como sólo puede hacerlo el mejor arte cinematográfico.


Sobre este tema, ya hubo algunas otras ficciones cinematográficas. Destacan, Mambrú se fue a la guerra (1986), dirigida y protagonizada por Fernando Fernán Gómez y con guion de Pedro Beltrán, y más recientes Los girasoles ciegos (2008), de José Luis Cuerda, que junto a Rafael Azcona, adaptaron al cine la novela de Alberto Méndez; y Pa negre (2010), de Agustí Villaronga, adaptando la novela de Emili Teixidor, que toca el tema de modo algo más parcial, pero no menos contundente.



Aitor Arregui, Jon Garaño y Jose Mari Goenaga dieron sus primeros pasos en el mundo del cine animado, y apostaron, con decisión, por el documental y el cortometraje en su aprendizaje del oficio. Sus primeros éxitos son las magníficas Loreak (2014) y Handia (2017), donde su dotes de narradores sobrios pero preocupados por el encuadre estético, sus planos sugerentes, pero nunca exagerados y la soberbia dirección de actores, los situó entre los más destacados jóvenes directores españoles. En  La trinchera infinita se mantienen esas características de sobriedad casi documental, y un trabajo de gran profundidad entre todo el reparto de actores, destacando el esfuerzo de Antonio de la Torre y Belén Cuesta, simplemente geniales y convincentes, capaces de transmitir el horror que sufrieron tantos españoles durante la Dictadura Franquista, pero también su pasión amorosa, la entrega de una pareja fiel, ante todo, a su propia relación y compromiso. Algunos no se encerraron en agujeros, pero excavaron una profunda topera en sus mentes, doblegándose ante la opresión y sobreviviendo en una oscuridad que no era menor a la sufrida por los que se encerraron tras los muros o se enterraron en vida para no morir del todo.



En La trinchera infinita, se atreven en 2 horas y 27 minutos a resumirnos una historia de terror que lamentablemente fue una realidad para muchos españoles sometidos a un régimen político indigno que ha marcado la vida de este país y ha dañado gravemente el sentido de una monarquia constitucional, heredera directa de la dictadura franquista y en la que los usos y costumbres democráticos están asentándose con no pocas dificultades. Los primeros años parecen haber desaparecido de nuestra historia. Es necesario recordar que estuvieron marcados por una represión salvaje (fusilamientos, encarcelamientos, desapariciones, trafico de los hijos de los perdedores); fueron cuarenta años de sometimiento, reeducación, adoctrinamiento y terror sobre un pueblo degradado y en el que los estigmas de la derrota ante la maquinaria franquista y falangista, todavía perduran, incluso en muchos de los dirigentes de la llamada izquierda.



Me ha llevado mucho tiempo dar con el tono adecuado para esta crítica. Unas nuevas elecciones generales se han cruzado por el camino antes de su publicación. Las urnas (el pueblo habla) ha calcado, casi, los anteriores resultados, pero con una peligrosa deriva de la derecha hacia postulados fascistas (franquistas, sería más preciso). Me cuesta entender que se tolere en un país democrático a partidos que renieguen de la Constitución (y aquí incluyo a Vox y a algunos de los independentistas vascos y catalanes), me cuesta creer que todavía haya personas que crean con fidelidad "religiosa" en las bondades de un sistema que impidió con saña el desarrollo de una sociedad libre y democrática, que persiguió y ejecutó a los que pensaban en la posibilidad de establecer un sistema más justo para todos, a los que creían en la enseñanza pública y en la libertad de culto. Aunque parezca mentira, con el sistema que quiere imponernos la nueva ultra derecha sería imposible que existieran películas como La trinchera infinita o Mientras dure la guerra, que curiosamente son bastante moderadas a la hora de mostrar ciertos aspectos del inicio de la Guerra Civil, en el caso del filme de Amenábar, y de alguna de sus terribles consecuencias en La trinchera infinita.



Más de cuarenta años de manipulación que no terminaron en la transición democrática, algo que se hace más que evidente escuchando a los dirigentes de Vox. "El huevo de la serpiente" (recordando el film de Ingmar Bergman), está a punto de eclosionar de nuevo. Las fuerzas progresistas (las que creen que ese oscuro pasado no debe repetirse) tienen la obligación de trabajar juntos para evitarlo. 

No puedo terminar estas reflexiones sin recordar a Luis Betrán, recientemente fallecido. Que llamaba Vergerus (en alusión evidente a algunos personajes de Bergman) a su excelente blog cinematográfico y de opinión, y que en Los Cines de Robersan ha mantenido un enlace (y vínculo) constante. Es una pena, pero se nos ha ido una voz preclara a la hora de valorar el mejor cine y de analizar la situación política de nuestro país. Fue uno de los más destacados miembros de la Tertulia Cinematógráfica Perdiguer (Ramón Perdiguer fue otro ilustre cinéfilo que falleció no hace mucho) y del Ateneo de Zaragoza, donde su labor como conferenciante sobre cine y música fue incansable. Descanse en paz, fue de los mejores...y de los más justos...Termino con uno de sus escritos, extraído de su blog y publicado el miércoles, 11 de diciembre de 2013: "La clase dirigente española que ha venido gobernando el país durante muchos siglos hasta hoy mismo, es la más reaccionaria, inculta y bárbara de toda Europa. Esa clase es la que ha venido conformando “España”. Las consecuencias son evidentes y han llegado hasta nuestros días. Han construido un país a su medida. Y es lo que hay".


Roberto Sánchez

-Aragonia, Palafox, Yelmo-