domingo, 28 de febrero de 2016

Anomalisa (2015)***

Dir: Duke Johnson, Charlie Kaufman

Int:  David Thewlis, Jennifer Jason Leigh, Tom Noonan


Esta película de animación nos lleva al mundo de los libros de auto-ayuda. El protagonista es un líder mundial en la escritura de libros para conseguir el éxito y hacer felices a sus adeptos. Encontraremos algunos personajes que son seguidores y admiradores de nuestro protagonista, habiendo conseguido todos ellos aumentar en un 90% su productividad, como les prometía su adorado líder. 

Michael Stone (con la voz de David Thewlis) va a pasar un día en Cincinnati, donde dará una conferencia; llega en avión y se aloja en una suite de un hotel estándar con vistas a los altos edificios de la ciudad y a un gran panel publicitario del zoo, famoso por intentar reproducir especies en peligro de extinción. Esta visita es una de las posibilidades de disfrutar de la vida y la felicidad con su nuevo romance, Lisa Hesselman (con la voz de Jennifer Jason Leigh), Anomalisa, como la rebautizará él,  antes de que ella empiece a perder el atractivo que el admirado gurú encuentra en su voz.




Personajes y protagonista, son muñecos a los que se les ven claramente los engranajes de las piezas y que se comportan como el más prototípico y convincente de los humanos; sin embargo, toda la historia nos deja una sensación de extrañamiento, propia de las pesadillas (como el inquietante autómata que le compra a su hijo: una muñeca japonesa), lo cual preludia la crisis personal final del famoso escritor.




A Charlie Kaufman, uno de los más inclasificables guionistas de Hollywood, resulta difícil encuadrarlo, y, una vez más, sus personajes en Anomalisa parecen tener mucho en común con las fobias y rarezas de este peculiar constructor de historias. Aquí, dirige, junto al especialista en el cine de animación con marionetas (y muñecos articulados) Duke Johnson. Adaptan la obra de teatro del propio Charlie Kaufman. Este neoyorquino debutó como guionista, después de unas cuantas experiencias televisivas, con Cómo ser John Malkovich (1999), de Spike Jonze, y siguió con una serie de títulos como Human Nature (2001), de Michel Gondry, Adaptation (El ladrón de orquídeas) (2002), de nuevo con la dirección de Spike Jonze, Confesiones de una mente peligrosa (2002), de George Clooney,  ¡Olvídate de mí! (2004), de Michel Gondry (con Jim Carrey como protagonista), y Synecdoche, New York (2008), que supuso su paso a la dirección. Todas ellas apuestan por un humor surrealista (y del absurdo), al que se añaden no pocas imágenes y situaciones "kafkianas", más cercanas a la realidad (al menos a esa inquietante sensación de realidad que tienen las pesadillas) de lo que nos gustaría.

Una película especial, de uno de los más personales escritores del Hollywood actual.


Antonia Bordonada
Roberto Sánchez

-Aragonia-

viernes, 26 de febrero de 2016

La verdad duele (Concussion,2015)***

Dir: Peter Landesman

Int: Will Smith, Gugu Mbatha-Raw, Alec Baldwin, Albert Brooks, David Morse, Eddie Marsan, 
Stephen Moyer, Luke Wilson, Adewale Akinnuoye-Agbaje, Bitsie Tulloch, Matthew Willig, Paul 
Reiser, Richard T. Jones, Mike O'Malley, Arliss Howard

DAVID CONTRA GOLIAT. 


Desafortunada traducción al castellano para su título original Concussion, aunque Game Brain (artículo publicado en GQ Magazine por Jeanne Marie Laskas que inspiró la película y que atrajo al proyecto de su producción a Ridley Scott) me parece todavía mejor. La historia que nos cuenta Peter Landesman, (curtido periodista de guerra que cubrió para importantes periódicos los conflictos de Ruanda, Kosovo y Afganistán) está evidentemente teñida de ese estilo indagador que ayuda a narrar con fluidez un filme que podríamos encuadrar como un thriller médico con tintes dramáticos y conspiración de poderes de por medio. 

Basada en hechos reales, el doctor de origen nigeriano Bennet Omalu, un neuropatólogo forense de amplia formación y cultura en otras muchas disciplinas, realiza la autopsia a un famoso jugador profesional de fútbol americano de Pittsburg (Pensilvania), uno de los lugares con mayor forofismo por este violento deporte. A través de este examen post mortem, y otros casos más de deportistas que morirán por supuestos suicidios, el doctor Omalu da con un patrón de daño cerebral que bautizará como ETC: encefalopatía traumática crónica. El actor Will Smith se mete en la piel de este profesional que recibirá por un lado el reconocimiento y admiración de algunos eminentes colegas y, por otro, deberá enfrentarse al lobby de poder que representa la NFL (Liga nacional de fútbol americano), lo que hará de su vida un auténtico infierno mientras intenta sacar adelante la verdad de sus investigaciones para evitar más muertes entre los jugadores veteranos. 

En cuanto a referencias, hay multitud de películas sobre fútbol americano  –entre todas ellas, El rompehuesos (The Longest Yard, 1974), de Robert Aldrich, sería una de las que rinden culto a esta “religión” norteamericana–, pero en este caso, como ya ocurría en la más que interesante El dilema (The Insider, Michael Mann, 1999), que mostraba la lucha contra las grandes tabaqueras, la cinta no va en la línea de glosar lo épico del deporte con todos sus tópicos (valor, dureza, masculinidad, trabajo en equipo, patriotismo e identidad nacional), sino en criticar y sacar a la luz sus trapos más sucios (secuelas físicas, jugadores dopados y sedados para entregar sus fuerzas al límite e intereses económicos). Will Smith encarna muy dignamente a este heroico médico, un David enfrentado al Goliat del sistema. Junto a él, le arropan buenos secundarios, entre los que destacan David Morse, Alec Baldwin, Albert Brooks y Luke Wilson. 

Sería impensable que en España, se hiciese una película cuestionando las consecuencias físicas y emocionales de “los toros”. Para unos una fiesta nacional, para otros un extraño deporte que recuerda a la lucha de gladiadores en la arena; para muchos otros simplemente barbarie y violencia y un espectáculo sangriento no apto para menores. Cuestionar lo más popular y atractivo para satisfacer el ocio de las masas y lo que supone en cuanto enfrentamiento al sistema y grupos de poder, es uno de los méritos del filme, aunque el ya citado El dilema lograba los mismos objetivos con una mayor brillantez. 

Peter Landesman, dirige con eficacia tras haber demostrado su pericia en Kill the Messenger (2014) y haber cosechado diversos premios con Parkland (2013), historia que narraba los sucesos en el Parkland Hospital de Dallas el día del asesinato de Kennedy. Una trayectoria no demasiado extensa y desarrollada más en el campo de la televisión (donde ha colaborado como guionista con Ridley Scott) que en el cine, lo que dota a Concussion de un cierto aire de telefilme. A pesar de ello, y de su amplio metraje, el filme se sigue con agrado e interés, aunque quizá sobran momentos sensibleros y excesivamente lacrimógenos. Al menos, La verdad duele supone un impulso para tomar aire en la carrera cinematográfica del otrora “Príncipe de Bel Air”, que después de fiascos tan tremendos como la fallida After Earth (2013), lo necesitaba.

Gonzalo J. Gonzalvo.

-Aragonia, Palafox, Puerto Venecia, Yelmo-

viernes, 19 de febrero de 2016

Creed. La leyenda de Rocky (Creed, 2015)**

Dir: Ryan Coogler.
Int: Michael B. Jordan, Sylvester Stallone, Tessa Thompson, Phylicia Rashad, Will Blagrove, Juan-Pablo Veza, Andre Ward, Tony Bellew, Philip Greene, Manny Ayala,Cory Kastle, Vincent Cucuzza, Christopher Weite.


CREED: LA LEYENDA DE ROCKY...¿CONTINÚA...?

Premios:
2015: Premios Oscar: Nominada a mejor actor de reparto (Sylvester Stallone)
2015: Globos de Oro: Mejor actor de reparto (Sylvester Stallone)
2015: National Board of Review (NBR): Mejor actor secundario (Stallone). Top 10
2015: Critics Choice Awards: Mejor actor de reparto (Sylvester Stallone)
2015: Críticos de Los Angeles: Premio Nueva generación
2015: Asociación Críticos de Chicago: Nominada a Mejor actor secundario (Stallone)
2015: Satellite Awards: Nominada a Mejor actor de reparto (Sylvester Stallone)

Adonis Johnson, un muchacho de color de buena familia que esconde su verdadero apellido (Creed, título original del filme que hace honor al boxeador rival de la saga Rocky, y que fue el padre biológico de Adonis) sale de su confortable hogar para hallar su verdadera vocación y su destino: Seguir la estela de su padre, Apollo Creed, contrincante de Rocky Balboa en un legendario combate de los pesos pesados que inauguraba la popular saga creada por la pluma de Sylvester Stallone allá por mediados de los 70. Un guión por el que se llevó el cotizado Oscar en su momento. 

Adonis viajará a Philadelphia para encontrar a Balboa, que ya es un hombre mayor retirado del boxeo, viudo y sin familia. Rocky se verá reflejado en el joven aspirante a campeón y decidirá convertirse en su mentor y entrenador personal. En esta ocasión, el guión no es de Stallone, sino de Ryan Coogler, que también dirige. He querido reflejar la cantidad de premios que lleva la película, todos concentrados en el encomiable trabajo interpretativo de un Sylvester Stallone que se aleja de los registros habituales para componer un personaje vulnerable y en decadencia (un tipo de personaje ya encarnado en Copland, un film de James Mangold de 1997, injustamente olvidado), brillantez que recupera el sentido de su vida centrándose en apoyar al hijo de su antiguo colega y también amigo: Apolo Creed. En todo momento la sombra de los primeros títulos de la saga planea por el filme como un fantasma, y los acordes míticos de la banda sonora original de Rocky que arropan el gran combate final nos ponen durante unos segundos la carne de gallina. Pero la emoción dura menos de lo que dura un asalto.



Es precisamente la figura de Rocky Balboa y la presencia física y fílmica de Stallone, lo que sirve de soporte y polo de atracción para un espectador nostálgico que acude a las salas para rememorar los títulos originales y asistir, al mismo tiempo, con expectativas e incertidumbre a esta nueva entrega. Cito al comienzo la extensa lista de premios que han recaído ya en la película: todos ellos concentrados en Sylvester Stallone, que compone el fiel retrato de un viejo boxeador viudo y sin familia que tira para adelante con valentía y que, además, deberá enfrentarse a una última y gran batalla: la de la enfermedad. Resulta inevitable recordar a ese otro personaje viejo y desencantado encarnado por Clint Eastwood en esa maravilla titulada Million Dollar Baby (2004), filme del que Creed queda a años luz, aunque Stallone de la talla amparado en su débil reflejo.

Firma la dirección y el guión Ryan Coogler, quien tras un cortometraje en el año 2006, dirigió su ópera prima en 2013 (Fruitvale Station) con una historia sobre un joven afroamericano de 22 años que tuvo una trifulca con la policía en la Nochevieja del 2008. Por este trabajo Coogler ganó el premio del Festival de cine independiente de Sundance ese año y fue seleccionada su obra para proyectar en Cannes. En este su segundo trabajo titulado Creed (La leyenda de Rocky), parece que sin ese añadido adicional en el título, poco a nada hubiese tenido que hacer el film desde el punto de vista comercial fuera de USA, en especial en España y Latinoamérica. 

Últimamente parece estar de moda confiar a directores jóvenes y sin casi experiencia misiones tan difíciles como crear un puente de unión entre generaciones y públicos muy heterogéneos. Atraer a las salas, jugando con la nostalgia, al público fiel a una saga mítica (como ocurrió hace poco con Mad Max) y al mismo tiempo a jóvenes hordas de nuevos seguidores, no parece objetivo nada fácil, ni siquiera para directores de la talla de un George Miller. 

Es cierto que las escenas del gran combate final están rodadas con espectacularidad...¿Y...? Eso ya lo habíamos visto a menudo en toda la saga Rocky, aunque no se rodase en digital y con tantos ángulos de cámara. Si quitamos eso, Creed es la partida de defunción de una saga mítica salida de la pluma y los puños de un sembrado Sylvester Stallone que, repito, con su buena interpretación (a pesar del doblaje) da un aura de dignidad a toda la película. El problema vendrá cuando en la segunda y siguientes continuaciones de este Creed el bueno de Rocky Balboa ya no esté entre nosotros. Entonces tendremos una franquicia de películas de boxeo muy alejada de obras maestras como Gentleman Jim (Raoul Walsh, 1942), El ídolo de barro (Champion, Mark Robson, 1949), Marcado por el odio (Somebody Up There Likes Me, Robert Wise, 1956), o Más dura será la caída (The Harder They Fall, Mark Robson, 1956). Esos, además de filmes sobre el deporte de los guantes, eran películas que forman ya parte de las grandes obras de la historia y la mitología del cine. También el digno Rocky de 1976, dirigido por John G. Avildsen, que se llevó 3 Oscar de entre 10 nominaciones, es ya historia del siglo XX de este arte visual y narrativo que ostenta con orgullo el número 7. No creo que la saga iniciada por Creed llegue viva hasta este número de asaltos, aunque todo es posible.

Gonzalo J. Gonzalvo

-Aragonia, Palafox, Puerto Venecia, Yelmo-

A cambio de nada (2015)***

Dir: Daniel Guzmán
Int: Miguel Herrán, Antonio Bachiller, Luis Tosar, María Miguel, Antonia Guzmán, Felipe García Vélez, Patricia Santos, Miguel Rellán, Fernando Albizu, Sebastián Haro, Roberto Álvarez, Luis Zahera, Ález Barahona, Lara Sajén, Mario Llorente, Carlos Olalla, Beatriz Argüello, Iris Alpáñez, Adelfa Calvo, Manolo Caro.


Un 15 de mayo de 2015 iniciaba sus colaboraciones con "Los cines de Robersan" nuestro colaborador Gonzalo J. Gonzalvo con la crítica y comentario de esta película. Recientemente, y debido al galardón recibido en los Premios Goya, como Mejor dirección novel, los cines Aragonia decidieron reponerla y de ese modo hemos podido recuperarla. Otro colaborador habitual (en este caso colaboradora), después de verla ha querido también transmitirnos algunas de sus impresiones. 

El protagonista de la película es Darío (Miguel Herrán), un chico de 16 años que consigue salir con bien de su crisis vital adolescente gracias a la amistad que lo une a Luismi (Antonio Bachiller), su amigo de toda la vida.

Como se temía Luismi, también él sale perjudicado de la última ocurrencia justiciera de Darío, quien será juzgado y reconducido al buen camino, con una reconciliación social digna de elogio.

Las en apariencia intrascendentes aventuras de los dos amigos se nos cuentan con fluidez y maestría, el engranaje fílmico funciona a las mil maravillas, igual que la solución encontrada para nuestro héroe en crisis. 

A destacar el magnífico trabajo de los jóvenes actores, muy bien dirigidos por Daniel Guzmán a quien se le nota su experiencia previa como actor en más de treinta trabajos. 

Sólo había dirigido dos cortometrajes anteriores, en los que ya mostraba un buen dominio técnico: Inseguridad (2002) y Sueños (2003), en la que, por cierto, ya había trabajado muy bien con actores jóvenes (niños en este caso), recibiendo dos premios importantes como Mejor Cortometraje en los Goya y la Espiga de Oro de Valladolid.
I

Ha logrado Daniel Guzmán superar no pocos escollos por ejemplo un intento fallido y no estrenado de largometraje titulado Takeando (2005)hasta llegar a esta sobresaliente A cambio de nada, que no deberían perderse...


Antonia Bordonada
Roberto Sánchez

-Aragonia-

lunes, 15 de febrero de 2016

La ley del mercado (La loi du marché, 2015)***

Dir: Stéphane Brizé
Int: Vincent Lindon, Yves Ory, Karine De Mirbeck, Matthieu Schaller, Xavier Mathieu, Noël Mairot, Catherine Saint- Bonnet, Roland Thomin.


Es una película en la que el actor Vincent Lindon interpreta a Thierry Taugourdeau, un parado en la cincuentena y protagonista absoluto del film.

Cine social y de denuncia que refleja el laberinto sin salida en que se ha convertido la vida de este personaje al perder su empleo.

Thierry intenta hacer las cosas bien, pero para él no hay solución, la crisis le está robando la esperanza de reincorporarse a la vorágine del mercado laboral.

La ley del mercado sólo le ofrece la posibilidad de convertirse en un perro guardián del engranaje explotador capitalista.

Thierry acaba por  resignarse a la situación e intentará volver al redil del sistema a cualquier precio...


Stéphane Brizé ha realizado, con éste, su sexto largometraje, y junto a Olivier Gorce ha escrito también el guión de esta sobria película, con una interpretación brillante de Vincent Lindon,que ya protagonizó recientemente para Brizé Mademoiselle Chambon (2009) y Quelques heures de printemps (2012). Parece que director y actor trabajan bien juntos. 

Lindon es un convincente parado, logra ponerse (y ponernos) en la piel de un personaje "normal" y cotidiano, acuciado por la situación, del que está siempre pendiente la cámara de Brizé, pero sin importunar demasiado. La vida real ya es suficientemente dramática para adobarla con movimientos de cámara circenses o montajes disparatados que lo único que demuestran es la pericia técnica y el "ombligismo" de quien las concibe. 

En realidad, para construir una buena película de denuncia y con un dramatismo sincero, no hace falta otra cosa que voluntad de representarla con dignidad, un criterio sólido, y tener claro lo que se quiere transmitir. 

Casi siempre se respeta el punto de vista del protagonista, miramos con él, vivimos con él, las situaciones de manifiesta injusticia cotidiana, las maniobras de los lacayos de las empresas para despedir a sus empleados, la rabia y la desazón que provocan en nuestro protagonista. La realización está en  una línea cercana a los hermanos Dardenne. 

Sirviéndose de las nuevas tecnologías (por ejemplo las cámaras de vídeo remotas), pensadas en principio para evitar robos, los nuevos empresarios logran ajustar sus plantillas con el afán de consolidar beneficios. El film dramatiza con una profunda ironía, que no parece nunca abandonar el verismo y ésto es precisamente lo más terrible la inutilidad de los servicios sociales...

En definitiva, el film nos muestra sin remilgos una situación bastante desesperada, ante la que nuestro protagonista tendrá que tomar duras decisiones...

Antonia Bordonada
Roberto Sánchez

-Aragonia-

viernes, 12 de febrero de 2016

El renacido (The Revenant, 2015)

Dir: Alejandro González Iñárritu

Int: Leonardo DiCaprio, Tom Hardy, Domhnall Gleeson, Will Poulter, Forrest Goodluck, Paul Anderson, Kristoffer Joner, Joshua Burge, Duane Howard, Melaw Nakehk'o, Fabrice Adde, Arthur RedCloud, Christopher Rosamond, Robert Moloney, Lukas Haas, Brendan Fletcher, Tyson Wood, McCaleb Burnett.


EL REALISMO MÁGICO DE IÑÁRRITU, por Gonzalo J´Gonzalvo. Su calificación ****

En 1822, Hugh Glass, explorador y aventurero, respondió a un anuncio publicado por el general William Ashley en La Gaceta de Missouri. En él solicitaba "100 hombres para remontar el río Missouri con el fin de confeccionar pieles". Una dura misión en la que, además de enfrentarse a la dureza de la naturaleza y el frío invernal, les acechaba el peligro de los salvajes indios Arikaras. Partiendo de este hecho real y, basándose parcialmente en la novela de Michael Punke The Revenant, el director mexicano Alejandro González Iñárritu ha confeccionado un film a caballo entre el western clásico y el cine de aventuras, relatando una epopeya personal en la que la lucha por la supervivencia, el sacrificio y la venganza serán temas cruciales. Comentar en este punto que, allá por 1972, Sidney Pollack dirigió a un soberbio Robert Redford en Las aventuras de Jeremiah Johnson, otro western atípico de gran belleza y poesía que narraba la dura supervivencia en las montañas rocosas de un desertor de la guerra entre EEUU y México, en un territorio dominado por los indios Crown. Ambos filmes comparten muchas similitudes, aunque en el caso del filme de Iñárritu, impregnado de la cultura ancestral prehispánica de su país, el sacrificio, el dolor y la dureza de la vida (con una naturaleza indiferente ante las desgracias del ser humano) se unen a la sed de  venganza con una intensidad mucho más descarnada, que no deja concesiones al espectador. Todo ello se une en una sublimación artística y narrativa, con el personal sello del director azteca, para componer una sinfonía visual  tan hermosa como terrible. La vida al límite de su crudeza, con la muerte acechando en cada instante, en una titánica lucha por la supervivencia. 

El genial Iñárritu, que desde sus ya lejanos Amores perros (2000) ha ascendido meteóricamente hasta alcanzar el Olimpo de los mejores directores del cine actual, ya dejó entonces patente su visión personal, alejada de lo políticamente correcto. Su cine se halla impregnado de la esencia misma de la vida en toda su crudeza y salvajismo: belleza, dolor, sufrimiento, lucha.  Un mundo de cazadores y presas, con la felicidad concentrada sólo en pequeños instantes.Y, siempre presente, la fugacidad y fragilidad de esa vida. Un camino a recorrer con honor y valentía, como los antiguos guerreros aztecas, cuyo mayor honor era morir en combate o ser sacrificados en ofrenda a los dioses mientras se extraía de su pecho el corazón aún caliente y palpitante. 

The Revenant (El renacido), basado parcialmente en la novela de Michael Punke, con un excelente guión de Mark L. Smith y del propio Iñárritu, cuenta además con el arropamiento de una maravillosa fotografía de Emmanuel Lubezky y una perfecta partitura del japonés Ryûichi Sakamoto, que aporta aún más belleza y misticismo a la historia.

Leonardo DiCaprio  está soberbio, y es candidato por séptima vez al preciado Oscar de la Academia de Hollywood por este trabajo (por el que ya se ha llevado el Globo de Oro y otras distinciones); The Revenant cuenta además con un reparto de correctos secundarios y con un casi irreconocible Tom Hardy, que también hace un gran trabajo interpretativo como John Fitzgerald, el cazador al que Hugh Glass perseguirá implacablemente a través de ese territorio hostil y  nevado. 

Con tintes "tarkosvkianos" (algunos planos recuerdan a su obra cumbre y testamentaria de 1986,  denominada precisamente Sacrificio) y ese aire de tragedia que impregna todas las películas del también director mexicano Arturo Ripstein (al que adoro), más un realismo mágico de cortes "buñuelianos";  Iñárritu parece bañado por esas mismas esencias al  tiempo que su pericia con la cámara le convierte en un narrador visual y artístico de primer orden. Tras habernos entregado obras de la talla de 21 gramos (2003), Babel (2006), Biutiful (2010) o Birdman (2014),  Iñárritu se ha erigido en abanderado de un grupo de directores aztecas en el que también estarían Alfonso Cuarón y el imaginativo e inefable Guillermo del Toro. Un grupo de cineastas que comparten genialidad artística y una particular visión de la vida a partes iguales, dotando a su cine de una identidad única y diferente. Un cine que nunca deja indiferente al espectador.  

El renacido es una epopeya personal y visual de una belleza y un lirismo apabullante, como igual de apabullante es su descarnada crudeza. Un filme que clava en la butaca al espectador en muchos momentos, que en otros lo deja hipnotizado. Un filme de un director que pone el listón artístico muy alto en cada trabajo y con un sello muy personal. Con el aliciente añadido de ser quizá, hasta ahora, el mejor trabajo interpretativo de la carrera de Leonardo DiCaprio. Lo dicho, cine con mayúsculas. Imprescindible para los amantes del western y el cine de aventuras, aunque The Revenant es mucho más que eso. No se la pierdan.

Gonzalo J. Gonzalvo


LO QUE QUEDA DE IÑÁRRITU. por Roberto Sánchez. Mi valoración***

Alejandro González Iñárritu es, sin duda, un director muy apreciable. El mexicano ha encontrado con su personal estilo, que en principio no es el más deseado por la industria, el modo de colocarse en Hollywood de un modo estable. El aprecio que le tienen algunas de las estrellas consagradas del cine norteamericano como Sean Penn, Brad Pitt, Cate Blanchet, Michael Keaton o Edward Norton, desde la época de  21 gramos (2003), no hace sino confirmar su validez para la gran industria del cine.

Además de los hechos reales en los que se inspira, novelizados por Michael Punke como ya nos ha contado Gonzalo J. Gonzalvo un poco más arriba, y de la película Las aventuras de Jeremiah Johnson, quizás, en algunos aspectos,  me ha recordado mucho más otras dos películas protagonizadas por Richard Harris en los setenta, la primera Un hombre llamado Caballo (1970), de Elliot Silverstein, y El hombre de una tierra salvaje (1971), de Richard C. Sarafian. Está claro que Iñárritu también las vio y que el esfuerzo interpretativo de Harris, debió, igualmente, de motivar a DiCaprio, obsesionado en los últimos años por obtener el Oscar, que parece negársele...El parece, en efecto, el auténtico responsable (ideólogo) del film, aunque algunos de los estilemas del director mexicano están, claro, muy presentes. Su nerviosa manera de mover la cámara, sus largos planos secuencia, están ahí, pero, yo diría que más atemperados que nunca. En realidad en el caso de El renacido, parecen más funcionales que puramente expresivos. Vamos, que ya no son una cuestión de estilo. Por otro lado, nunca he soportado muy bien sus planteamientos, ya que tengo siempre la molesta sensación de estar ante un realizador que hace mucho "ruido", pero, en realidad, transmite muy pocas cosas ("nueces")...Como ya me ocurrió en Amores perros o en su reciente y oscarizada Birdman, los arranques de estas películas me parecen sugerentes, dinámicos y hasta brillantes, a lo largo de su desarrollo va surgiendo en mí, un hartazgo ante ese sempiterno dinamismo ritmado a veces por el montaje alterno, que termina también por aburrirme. 

Su "realismo mágico" es aparatoso, y en en ese sentido se aleja mucho del de Buñuel, y de Ripstein, uno de los escasos seguidores del maestro calandino por las sendas de un surrealismo bien entendido y muy trufado del aura mexicana. No encuentro nada en esta película de los refinados planteamientos visuales de Andrei Tarkovsky, pero cada uno es libre de dejarse llevar por una u otra sugerencia...

Con todo es una película apreciable y dado su indudable virtuosismo técnico, los potentes paisajes (que adquieren el rango de personajes fundamentales en la trama), brillantemente captados por la cámara de Lubezki, y el esforzado trabajo de todo el reparto de actores (otra mención especial para Tom Hardy), terminará ganando el favor de Mr. Oscar. Otra cosa es cierta, desde un punto de vista formal  destaca bastante ante las mayoría de las propuestas de las produccines de Hollywood de este año que, en ese aspecto, son bastante vulgares. 

Y, por cierto, el oso está estupendo... 




Roberto Sánchez.

-Aragonia, C. Grancasa, Palafox, Puerto Venecia, Yelmo-

martes, 9 de febrero de 2016

Carol (2015)***

Dir: Todd Haynes
Int: Cate Blanchett, Rooney Mara, Sarah Paulson, Kyle Chandler, Jake Lacy, Cory Michael Smith, Carrie Brownstein, John Magard, Kevin Crowley, Gielreath, Ryan Wesley Gilreath, Trent Rowland, Jim Dougherty, Douglas Scott Sorenson, Nik Pajic.


Nueva York, años 50. Therese Belivet (Rooney Mara), una joven dependienta de una tienda de Manhattan que sueña con una vida mejor, conoce un día a Carol Aird (Cate Blanchett), una mujer elegante y sofisticada que se encuentra atrapada en un matrimonio infeliz. Entre ellas surge una atracción inmediata, cada vez más intensa y profunda, que cambiará sus vidas para siempre. 

El guión lo firma Phyllis Nagy, dramaturga y escritora norteamericana, que adapta la novela de Patricia Highsmith.
Todd Haynes es un realizador de cine y artista plástico ocasional, nacido en Los Ángeles y con un gusto estético que le ha aproximado en más de una ocasión al tratamiento visual y plástico de Edward Hopper, de hecho ya estaba también muy presente esa peculiar mirada en Lejos del cielo (2002), una de sus películas mejor valoradas, que era un homenaje descarado al pintor y sus obsesiones. 

Siempre le han gustado a Haynes lineas argumentales que han tocado temas relacionados con la identidad sexual, con las relaciones interraciales o, como ahora, el amor y el sexo entre personas del mismo género. Que la acción transcurra en los años cincuenta, manteniéndose fiel al espíritu de la novela, favorece ese aire de estar contándonos una historia sobre lo que todavía era prohibido, sobre unas relaciones consideradas como un tabú en aquellos años y que,  en la actualidad, a veces y por algunos, todavía son contempladas como antinaturales.

La película se centra en la presencia de Therese y de Carol, en su historia de amor, en las dificultades para poder hacerla realidad. Brilla especialmente la joven Rooney Mara, enfrentada a una Cate Blanchet, que es una de las actrices preferidas de Haynes, con el que ya había trabajado en la sorprendente I´m Not There (2007), transformándose en una de las seis "encarnaciones" de Bob Dylan, con las que se construyó esa extraña biopic sobre el conocido cantante. En definitiva, la confianza  que el director tiene en las posibilidades de la actriz australiana, resulta excesiva y hacen que su sofisticada mirada sobre los personajes se tambalee ligeramente. El duelo lo debería haber ganado la veterana actriz, pero de rondón se cuela la joven Rooney Mara, y resulta más fácil recordarla, en su ensimismamiento y sufrimiento, que a la casi siempre hierática y señorial Blanchett que está quizás un tanto sobreactuada o le falta algo de dirección...

En la línea de su mejor cine, pero en este caso con resultados irregulares, pueden aproximarse a Carol, otra manera de hacer cine en Estados Unidos, más cercana a la sutileza y la sugerencia poéticas (melodramáticas),  que al  dinamismo salvaje de las historias y la acción, que prefieren la mayoría...



Roberto Sánchez

-Aragonia, Cervantes-

miércoles, 3 de febrero de 2016

Spotlight(2015)****

Dir: Thomas McCarthy
Int: Mark Ruffalo, Michael Keaton, Rachel McAdams, Liev Schreiber, John Slattery, Stanley Tucci, Brian d'Arcy James, Gene Amoroso, Billy Crudup, Elena Wohl, Doug Murray, Sharon McFarlane, Jamey Sheridan, Neal Huff, Robert B. Kennedy, Duane Murray, Brian Chamberlain, Michael Cyril Creighton, Paul Guilfoyle, Michael Countryman. 


El guión de Thomas McCarthy y Josh Singer toca temas bastante sensibles para la comunidad católica. En 2002, un equipo de reporteros del Boston Globe destapó los escándalos de pederastia cometidos durante décadas por curas de Massachussets. La publicación de estos hechos, que la archidiócesis de Boston intentó ocultar, mediante practicas más propias de la mafia napolitana que de unos dignos representantes de Dios, sacudió a la Iglesia Católica como institución. 

Thomas MCCarthy es un actor y guionista norteamericano de ya larga trayectoria (desde 1989 presente como actor en la Industria de Hollywood), y un realizador que se inició en los largometrajes con la sobria, estupenda e independiente Vías cruzadas (The Station Agent, 2003), con un espectacular Peter Dinklage, anterior a su consagración en la serie Juego de tronos, o la también estupenda The Visitor (2007), con otro actor en estado de gracia llamado Richard Jenkins. Lo cierto es que en ninguna de las dos destacaba por los aspectos formales, que aunque cuidados, no pretenden romper con nada establecido en ese terreno por la narrativa clásica norteamericana. Será a la hora de profundizar en la psicología de sus personajes cuando su cine gane en enteros, por su buen gusto y sutileza a la hora de tratar temas complejos para la sociedad actual. Vuelve a acertar plenamente en Win Win (Ganamos todos) (2011), con Paul Giamatti y Amy Ryan, y no he visto Con la magia en los zapatos (2014), pero Spotlight se atreve con un tema bastante escabroso que, salvo en la reciente y soberbia El club (2015), de Pablo Larraín, se había tratado poco o nada. El retrato minucioso de la actividad de estos periodistas de investigación del Boston Globe y de su frenético trabajo es seguido con  con un ritmo pausado al principio, pero que crece en intensidad hasta que se va confirmando la veracidad de unos hechos que han marcado de manera definitiva al estamento sacerdotal católico, cuyas degeneradas prácticas sexuales siguen siendo tema de denuncia, a pesar  de todo lo destapado por estos periodistas y las disculpas pedidas por el actual papa, dirigente de un estamento tan antiguo como corrupto que llevaba años tolerando y tapando estas prácticas asquerosas. 

No deberían perderse esta sólida película que impresiona también por el gran trabajo de todo el equipo actoral, entre los que destacan Mark Ruffalo, Michael Keaton, Rachel McAdams, Stanley Tucci y Liev Schreiber.

Narrativa clásica, sin sorpresas formales, al servicio de una historia que había que contar...




Roberto Sánchez

-Aragonia, Palafox, Puerto Venecia, Yelmo-