miércoles, 29 de junio de 2022

Elvis (2022)****

 Dir: Baz Luhrmann

Int: Austin Butler, Tom Hanks, Olivia DeJonge, Richard Roxburgh, Helen Thomson, David Wenham, Kelvin Harrison Jr., Kodi Smit-McPhee, Dacre Montgomery, Luke Bracey, Xavier Samuel, Kate Mulvany, Natasha Bassett, Charles Grounds, Leon Ford, Josh McConville, Adam Dunn, Gareth Davies, Elizabeth Cullen, Melina Vidler, Yola, Christopher Sommers, Gary Clark Jr., Alton Mason, Shonka Dukureh, David Gannon, Shannon Sanders, Chaydon Jay.


 

El Rey del Rock ha vuelto

Tengo que reconocer que el género musical en el cine, aunque no fuese mi favorito, siempre me ha gustado. Sobre todo los grandes musicales clásicos protagonizados por estrellas como Fred Astaire, Gene Kelly o Esther Williams. En cambio, casi todas las películas que protagonizó el propio Elvis Presley me parecen bastante mediocres, quizá con excepción de El Rock de la cárcel (Richard Thorpe, 1957). 

Este recién estrenado Elvis no es, estrictamente, un musical, aunque contenga escenas musicales de gran belleza. Estamos ante una película biográfica, narrada a través del controvertido descubridor y manager de la estrella del rock, el “coronel” Tom Parker (un Tom Hanks brillante y casi irreconocible). 


La película explora la vida y la música de Elvis Aaron Presley (Butler) a través del prisma de su 
relación con el coronel Tom Parker (Hanks), su enigmático manager. La historia profundiza en la compleja relación que existió entre Presley y Parker durante más de veinte años, desde el inicio y ascenso del artista hasta alcanzar la fama y convertirse en una estrella sin precedentes, todo ello en un contexto social y políticamente convulso durante las décadas 60 y 70 del siglo XX en Estados Unidos. La otra persona que marcó la vida de Elvis fue su novia y, luego esposa, Priscilla Presley (interpretada por Olivia DeJonge). 

A través del filme también conocemos a la familia del Rey del Rock y cómo fue su vida desde su infancia en Tupelo (Mississippi), hasta sus últimos días, con un físico muy deformado y deteriorado por las drogas.


Baz Luhrmann demostró, desde su primer largometraje, El amor está en el aire (Strictly Ballroom, 1992) su interés y pericia por el género y la temática musical, trabajo que le granjeó el premio de la juventud en el Festival de Cannes, nominación al Globo de Oro y tres BAFTA. Pero fue con Moulin Rouge (2001) cuando el cineasta australiano saltó a la cúspide con otro musical que se llevó dos Oscar y ocho nominaciones, además de la Palma de Oro a mejor película en Cannes. Con estos mimbres, Luhrmann acomete Elvis con una seguridad y una espectacularidad visual apabullante, sin descuidar la dura historia vital de aquel niño pobre nacido en Tupelo que se crio entre negros, lo que le permitió absorber y modelar después, a su manera, las raíces del Gospel, del Blues y del Jazz.


El joven actor Austin Butler se mete en la piel de Presley, logrando un mimetismo y una 
identificación con el espectador que va más allá de su parecido físico con la estrella del Rock. Un actor con mucho trabajo televisivo anterior que ya estaba presente en el último largo de Tarantino (Érase una vez en Hollywood, 2019). Tom Hanks se erige en el otro pilar interpretativo metiéndose en la piel del desaprensivo, ambicioso y ludópata coronel Parker, un trabajo por el que podría ser, de nuevo, candidato al Oscar en este año, con lo que podría ser el único actor vivo, junto con Jack Nicholson, en conseguir su tercera estatuilla dorada.


Narrativamente, la cuidada ambientación, la dirección artística, la estupenda fotografía de Mandy 
Walker, así como el montaje y la extraordinaria banda sonora de Elliott Wheeler, apoyan la calidad artística del filme, lo que unido al acertado reparto, logran en conjunto un excelente relato sobre la vida y avatares del rey indiscutible del Rock&Roll. 



He de confesar que “Elvis” ha superado ampliamente mis expectativas. El director de Moulin Rouge (filme que me pareció algo excesivo y aparatoso) ha sabido conquistarme a pesar de su largo metraje que, sin embargo no pesa, y se disfruta desde el primer fotograma hasta el final que, no por menos conocido, deja de ser menos triste. 

Elvis Presley fue (al igual que Judy Garland, Marilyn Monroe y otras grandes estrellas musicales y cinematográficas) explotado y comercialmente exprimido hasta al límite, sin piedad alguna. Trabajó sin descanso, como una mula, hasta que su vapuleado corazón no pudo más. Como casi todos los artistas , era un ser especialmente sensible y tuvo unos comienzos vitales muy duros. Su figura y su música son inmortales y forman parte ya, por derecho propio, de la historia de la música, del cine y del Rock. 

Creo francamente que Elvis Presley, tras haber llenado en vida estadios y enormes casinos de Las Vegas, merece que algo más de público acuda ahora a las salas para descubrir quien fue ese niño pobre, nacido en Tupelo, que creó un nuevo estilo musical y llegó a ser el número uno del Rock&Roll. Pienso que todos aquellos que amamos la música, independientemente de que seamos o no fanáticos del Rock, le debemos mucho. Elvis transformó la música para trascender en la cultura y el arte e influir en toda la música posterior. Y eso es algo realmente extraordinario. Elvis es una figura clave para entender la evolución musical y artística del siglo XX. Por eso, por muchos años que pasen, el Rey del Rock estará siempre presente en nuestras vidas. Al igual que todos los artistas y creadores que han sabido influir y trascender en la evolución cultural del ser humano.

GONZALO J. GONZALVO

Escritor y Crítico de Cine.

lunes, 20 de junio de 2022

Jurassic World: Dominion (2022)***

 Dir: Colin Trevorrow

Int: Chris Pratt, Bryce Dallas Howard, Laura Dern, Sam Neill, Jeff Goldblum, Isabella Sermon, DeWanda Wise, Campbell Scott, Mamoudou Athie, BD Wong, Omar Sy, Dichen Lachman, Justice Smith, Daniella Pineda, Scott Haze, Kristoffer Polaha, Enzo Squillino Jr., Elva Trill, Freya Parker, Alexander Owen.


Cuando los dólares dominaban la tierra

He comenzado este artículo parafraseando, con ironía, el título ya clásico Cuando los dinosaurios dominaban la tierra, notable filme que dirigió el cineasta británico Val Guest en 1970. Y es que la saga Parque Jurásico que inauguró con acierto y brillantez el mago Steven Spielberg allá por 1993 (y que tuvo una más que digna segunda parte en 1997 también bajo su batuta de cineasta), ha demostrado ser inagotable hasta ahora. Jurassic World: Dominion supone la sexta entrega en pantalla grande tras el trabajo fílmico del cineasta español de prestigio internacional Juan Antonio Bayona con su Jurassic World: el reino caído (2018), que a mí me parece bastante mejor que la recién estrenada película de la saga.


Y algo más, la relación de los dinosaurios y el cine se remonta al periodo silente. Uno de los magos 
del comic y del cine de animación ya nos los mostró en Gertie The Dinosaur (1913), un cortometraje de animación de 12 minutos en la que fue una de las primeras ocasiones en la que los dinosaurios invadieron la gran pantalla. Algunos novelistas del XIX e inicios del XX ya nos habían hecho soñar con ellos en Viaje al centro de la tierra (1864) de Jules Verne o The Lost World (1912) de Arthur Conan Doyle, que sin duda inspiraron una obra maestra del cine mudo de aventuras, titulado igualmente El mundo perdido (The Lost World, 1925), dirigida por Harry O. Hoyt, en cuyos trucajes y animaciones intervino el maestro Willis H. O´Brien, el animador del mítico King Kong (con película del mismo título de 1933).



Lo que nos cuenta este Dominion, aunque el argumento a estas alturas ya, francamente, es lo de menos, se resumiría así: Cuatro años después de la destrucción de Isla de Nublar, los dinosaurios ahora conviven con los seres humanos en todo el mundo. Este frágil equilibrio condicionará el futuro y determinará si, en esta batalla de supervivencia de las respectivas especies, los seres humanos van a seguir en la cúspide de los depredadores en un planeta tierra que comparten con unos animales prehistóricos imprevisibles.


Estamos ante un filme que, a pesar de su largo metraje, está concebido como un espectáculo refrescante 
y veraniego acompañado de su correspondiente bol de palomitas. Lo importante no es, como ya he dicho, el argumento, ni siquiera los personajes (con el típico y tópico súper malvado a imitación de los de los filmes de James Bond). Solo el carisma de unos ya maduros Sam Neil, Laura Dern y Jeff Goldblum (de impecable aspecto físico a pesar de haber pasado casi 30 años desde su primer encuentro con los dinosaurios), salva los muebles interpretativamente, eclipsando a unos planos y repetitivos Brice Dallas Howard y Chris Pratt. Pero aquí, los personajes verdaderamente importantes no son los humanos, sino los imponentes “Diplodocus”, “T-Rex”, “Triceratops”, “Velociraptores” y demás fauna jurásica, que se adueñan de cada escena y de la pantalla apoyados por un impresionante Dolby ATMOS. 



El director, un Colin Trevorrow sin apenas filmografía, que firmó en 2015 Jurassic World, se ha limitado a valerse de la técnica para realizar un filme que, por momentos, parece más un thriller protagonizado por Jason Bourne y su acompañante femenina, pero huyendo de la persecución de los "velociraptors" en lugar de peligrosos espías. 



Jurassic World: Dominion, a pesar de todos sus desaciertos y/o falta de altura artística, es muy entretenida, y hay que despojarse un tanto de la capa de crítico cinematográfico para disfrutarla sin complejos. Es un tipo de cine concebido para eso, para hacer disfrutar al gran público y, en especial, a los peques de la casa. No hay más. Eso sí, los dinosaurios caminan, se mueven, respiran y miran al espectador, cara a cara, con un realismo realmente ya insuperable. Steven Spielberg, a través de su Amblin Entertainment, ha puesto la pasta necesaria para que, a nivel técnico y tecnológico, la película  sea impecable. Como director, ya puso el listón en lo más alto con Jurassic Park (Parque jurásico) (1993), ahora lo que le interesa es que la saga haya seguido viva para seguir dando dinero. Y es que, como digo en el título, el cine siempre ha sido arte e industria, y siempre habrá filmes que estarán más a uno de estos lados de la balanza entre lo comercial y lo artístico.

Jurassic World: Dominion es, según dicen, la última de la saga. El cierre de una saga mítica de películas que se extingue (como ya lo hicieron los propios dinosaurios). Siempre tendremos los filmes anteriores para volver a verlos gracias a los soportes físicos y a las plataformas de streaming, por lo que los espectaculares dinosaurios cobrarán vida de nuevo cuando lo deseemos. 



Quizá algún día, no muy lejano, la ciencia permita clonar y devolver a la vida a estos seres fosilizados de los que se conservan innumerables vestigios. Ese día, Parque Jurásico será una realidad. Y... ¿por qué no? Al fin y al cabo, la realidad siempre supera a la ficción. Así pues, si son amantes de la saga, tienen peques (y no tan peques) en casa y les gustan los dinosaurios y toda su aureola mítica, vayan al cine a estar fresquitos y disfrutar de la última película de la saga jurásica.

Si son de los que las dos primeras (sin duda las mejores) ya no les entusiasmaron, mejor busquen otra alternativa en una cartelera veraniega que, como ocurre invariablemente cada año, ya empieza a decaer y a poblarse de películas de dibujos animados y comedietas intrascendentes. Cine de consumo vacacional para pasar el rato y estar bien fresco alejado de las ardientes calles de las grandes urbes. Pues eso mismo, pero... con este calor infernal... ¿A quien no le apetece un rico helado de vez en cuando?

GONZALO J. GONZALVO

Escritor y Crítico de Cine