martes, 10 de diciembre de 2019

La odisea de los giles (2019)****

Dir: Sebastián Borensztein
Int: Ricardo Darín, Luis Brandoni, Chino Darín, Verónica Llinás, Daniel Aráoz, Carlos Belloso, Marco Antonio Caponi, Rita Cortese, Andrés Parra

El que no roba es un gil...                   

En esta divertidísima película del director argentino Sebastián Borensztein, se recupera con gran acierto un subgénero (el de los filmes de robos y atracos o caper movies) que, en este caso, forma parte de una variante que ha dado al cine títulos tan destacados como El quinteto de la muerte (The Ladykillers, de Alexander Mackendrick, 1955), Un trabajo en Italia (de Peter Collinson, 1969), Rififí (de Jules Dasssin, 1955), Ocean´s Eleven (de Lewis Milestone, 1960), y muchas otras cintas que  forman parte de un subgénero que, particularmente, me encanta, en especial las cintas de las décadas de los 60 y 70 que estudié a fondo en Balas, sirenas, patillas y jazz: las décadas del Neo Noir (Ed.  Vivelibro, 2016). 



Borensztein (que ya se llevó el Goya y el premio a Mejor Película en el festival de Roma en 
2011 por su trabajo en Un cuento chino y que, años después, nos entregó la interesante 
Capitán Kóblic de 2016), es un director que sabe amalgamar a la perfección la comedia y el 
drama para lograr ese cóctel perfecto en pantalla, en esta ocasión arropado por un elenco de 
actores en estado de gracia, integrado por Ricardo y Chino Darín, Luis Brandoni, Verónica 
Linás, Daniel Aráoz, Carlos Belloso, Rita Cortese, Andrés Parra y Marco Antonio Caponi. 

La odisea de los giles (un “Gil” en Argentina, es un vocablo que les llegó por aportación 
de la lengua de los gitanos españoles, y que significa “incauto”, un tonto lento de reflejos 
que se deja engañar fácilmente) nos cuenta una historia, como digo, tan dramática como 
divertida, aunque desde luego lleva aparejada también una gran crítica social hacia temas 
como la corrupción, la impunidad de los bancos y de los políticos que se enriquecen con el 
dinero de los ciudadanos. 



Estamos en la provincia de Buenos Aires, a finales del 2001. Un grupo de amigos y vecinos 
pierde el dinero que había logrado reunir para reflotar una vieja cooperativa agrícola. Al poco tiempo, descubren que sus ahorros se han esfumado por una estafa realizada por un abogado sin escrúpulos y un gerente de banco que contaban con información privilegiada sobre lo que se iba a desencadenar en el país: el temido “corralito”. Al enterarse de lo sucedido, arruinados y con la vida deshecha, este grupo de estafados decide organizarse y armar un minucioso plan con el objetivo de recuperar lo que les pertenece y les ha sido robado. 



Borensztein maneja con perfección la historia y el tempo narrativo, apoyándose en grandes actuaciones. El resultado es una comedia, con robo de por medio, brillante, ingeniosa y divertida. Desde luego, si tienen ganas de pasarlo bien con unas buenas dosis de humor inteligente (que, por desgracia, no abundan) no deberían perdérsela.

GONZALO J. GONZALVO

-Cervantes, Palafox-

CRÓNICA DEL FESTIVAL DE CINE DE ZARAGOZA 2019. EDICIÓN Nº 24






Parece mentira pero han pasado ya veinticuatro años y veintitrés ediciones de un festival que comenzó, tímidamente, allá por 1995. Desde entonces, el festival ha crecido, ha ido ganando en músculo y se ha fortalecido y consolidado. Como quien no quiere la cosa, el año que viene alcanzará la cifra redonda de la 25 edición. En todo este tiempo, el festival ha ido ganando en secciones y patrocinadores (Ayuntamiento de Zaragoza, Filmoteca, Heraldo, CARTV, Radio 4G, etc.). Cierto es también, que no todo son luces y sigue habiendo algunas sombras a difuminar. La duración del festival (este año, del 14 al 30 de noviembre) me sigue pareciendo excesiva, al igual que algunas secciones que no poseen atractivo comercial para el público (y no me refiero a los cortometrajes que, por cierto, cada vez cuentan con más público y una calidad creciente). Con todo y con eso, que una ciudad como Zaragoza cuente con un acontecimiento cultural dedicado al séptimo arte con repercusión internacional es, desde luego, algo muy a tener en cuenta. 

Vamos ahora a hacer un resumen de lo que ha dado de sí esta vigésimo cuarta edición en sus principales secciones, y lo que me ha parecido más destacado.



Hubo actividades previas en la Filmoteca de Zaragoza (el interesante Ciclo de Jazz Cinema) por lo que no quiero dejar de citarlo, con interesantes títulos dedicados en especial a la figura de Miles Davis), pues el festival está hermanado (y coincide en parte de las fechas) con el Festival de Jazz de Zaragoza. Allí se pudo ver obras como Ascensor para el cadalso (Louis Malle, 1958), Miles Electric: A Different Kind of Blue (Murray Lerner, 2004) o Miles Ahead (Don Chaeadle, 2015). Especial mención de agradecimiento al trabajo y la gran selección realizada por Roberto Sánchez, compañero de pluma en el campo de la crítica cinematográfica y con gran experiencia en estos eventos que también coordinó la sesión inaugural de los dos festivales con las proyecciones de varios trabajos de Segundo de Chomón y de El moderno Sherlock Holmes (Sherlock Jr., Buster Keaton, 1925), con música de piano en directo a cargo de Jordi Sabatés, uno de los mejores a la hora de ponerle música al cine de los maestros primigenios del séptimo arte.



En cuanto al país elegido para ilustrar otras cinematografías, este año fue Marruecos el elegido (con asistencia de la cónsul de dicho país al certamen). Seis cintas para definir una cinematografía distinta, que se nos antoja casi exótica, pero en la que subyacen temas y preocupaciones universales y actuales como el amor, la inmigración y otras inquietudes de índole social: Al-Andalus mounamour! (Mohamed Nadif, 2011), Jnah l'hwa / Love in the Medina (Abdelhai Laraki, 2011), Adios Carmen (Mohamed Amin Benamraui, 2013), o la más reciente, la interesante Itar el-layl / La noche entreabierta (Tala Hadid, 2014). 



En cuento al “cine en miniatura”, se consolida con cada vez mayor fuerza, los micro cortos y 
cortometrajes, con quince trabajos seleccionados en cuanto a los primeros y más de cincuenta si hablamos de cortometrajes. Dentro de estos, deseo destacar por su calidad e ingenio, El jefe (Fernando Tato / Ozo Perozo), Casa (Alberto Evangelio), A qué juegan los juguetes (José Ángel Guimerá), El método pigs (Boris Kozlov), el divertido humor negro de Moros en la costa (Damiá Serra) y, por encima de todos, me fascinó la fotografía y la calidad de Maras (Salvador Calvo), un retrato escalofriante de la violencia de estas bandas "delincuenciales" de latinoamérica y sus terribles repercusiones en la población, que se alzó, a la postre, con todos los premios de su categoría (público y jurado). 




En la sección de mayor peso, la de largometrajes, se alzó con la victoria la brasileña  A colmeia / Bad Honey (2019), dirigida por Gilson Vargas, presente en el festival y que recogió su galardón. Un filme con  una excelente fotografía aunque con un ritmo muy lento, un cine de autor casi experimental. Yo, particularmente, disfruté mucho más con el filme holandés Perfect Cadeau (Martijn Hullegie, 2019), dotado de un humor negro impagable, aunque no le resto méritos artísticos al filme brasileño. Mención especial al excelente documental de la aragonesa Natalia Moreno sobre su pareja en Ara Malikian. Una vida entre las cuerdas, el genial violinista armenio cuya vida retrata con acierto y sensibilidad. Con él nos hizo descubrir el hermoso interior de un ser tocado por la vara de los dioses y sus difíciles circunstancias vitales. No obstante, el plato fuerte de todo festival (los largometrajes), creo que debería cuidarse y potenciarse más, pues en total fueron solo seis los títulos de la sección oficial que optaban a premio. 




Sigue tomando fuerza la sección dedicada a las web series (con también seis trabajos), el 
Zaragoza Film Market (dedicada a los profesionales del audiovisual) y “Otras miradas”, centrada en acuciantes problemas como la violencia de género, la anorexia, los abusos sexuales y los colectivos casi “invisibles” por la mayoría de la sociedad, como los enfermos mentales o las enfermedades raras. Isabel Gemio fue invitada y homenajeada por su incansable labor para luchar contra estas extrañas enfermedades poco conocidas y recibió el Augusto Entidades. 




Pilar Miró, la montadora Teresa Font, Miguel Ángel Tapia y nuestra querida actriz Luisa Gavasa, fueron también homenajeados y premiados con diversos “Augustos” (así se denomina el galardón que reproduce la cabeza del famoso emperador romano que fundó y dio nombre a la ciudad). El auditorio se puso en pie para agradecer el trabajo y trayectoria artística de nuestra querida Luisa Gavasa, actriz zaragozana ganadora de un Goya y embajadora de la calidad artística y de la pasión por el cine que siempre ha caracterizado a esta tierra nuestra aragonesa. 




Segundo de Chomón y Luis Buñuel hubiesen estado encantados, sin duda, de comprobar que este arte visual que llamamos cine, con ya tres siglos de andadura desde su nacimiento, sigue con vida y en plena forma, pues la cantera de nuevos talentos en cuanto a realizadores, actores, actrices, directores/as de fotografía y montadores/as sigue regalando a los espectadores nuevas obras de un modo imparable. Así que larga vida al cine, larga vida al Festival de Cine de Zaragoza y, esperemos que en 2020, con la cifra redonda de la 25 Edición, su oferta y calidad ponga el broche de oro a un cuarto de siglo lleno de esfuerzo, ilusión, imaginación y trabajo.

GONZALO J. GONZALVO

miércoles, 27 de noviembre de 2019

Le Mans´66 (Ford V. Ferrari, 2019)***


Dir: James Mangold
Int: Matt Damon, Christian Bale, Jon Bernthal, Caitriona Balfe, Josh Lucas, Noah Jupe, Tracy Letts, Remo Girone, Ray McKinnon, JJ Feild, Jack McMullen, Corrado Invernizzi, Joe Williamson, Ian HardingChristopher Darga, Shawn Law, Emil Beheshti, Darrin Prescott, Benjamin Rigby, Ben Collins, Francesco Bauco, Guido Cocomello, Adam Mayfield, Sean Carrigan, Lachlan Buchanan, Giles Matthey, Rudolf Martin, Darin Cooper.

Vivir a toda velocidad

No es ningún secreto que hay un fuerte revival de los años 60 y 70 en el cine actual. Tras el reciente ejemplo de Érase una vez... en Hollywood (2019) de Tarantino, nos llega ahora Le Mans´66, cuyo título original es Ford Versus Ferrari. Filme que homenajea, principalmente, a dos grandes clásicos de esas décadas hoy tan de moda: Las 24 horas de Le Mans (Lee H. Katzin, 1971), protagonizada por el mítico Steve McQueen, gran amante de los coches deportivos, y Grand Prix (John Frankenheimer, 1966), ésta última ganadora de 3 premios Óscar: Mejor Montaje, sonido y efectos de sonido. 



Precisamente en los apartados técnicos (impulsados por un espectacular Dolby Atmos), se cimenta y se luce este Le Mans´66, pilotado (nunca mejor dicho) por James Mangold. A estos apartados técnicos habría que añadir una estupenda fotografía de Phedon Papamichael, y unas sólidas interpretaciones tanto de Matt Damon como de Christian Bale, dos excelentes actores que pueden con todo lo que se les ponga por delante. 

Mangold es un director que ha demostrado solvencia fílmica en títulos como Copland (1997), Inocencia interrumpida (1999) y, más recientemente, en obras como En la cuerda floja (2005), con un excelente trabajo de Joaquin Phoenix, y El tren de las 3:10 (2007). Mangolg se revela pues como un director “todo terreno” que se atreve con todos los géneros, desde el thriller al western



A pesar de su extensa duración (algo más de dos horas y media), este Le Mans´66 se disfruta de principio a fin. Basada en hechos reales, la historia de amistad entre Carroll Shelby (Matt Damon) y el mítico piloto de carreras Ken Miles (papel bordado por Bale) añade solidez a una historia perfectamente ambientada y contada con unas secuencias espectaculares, que logran que el espectador se meta dentro de los coches en plena carrera, una experiencia que resulta, con el apoyo del sonido Atmos, totalmente inmersiva. 



Damon y Bale resultan perfectamente arropados por un elenco de secundarios que también dan la talla. La película está bien rodada, tiene acción a raudales y una historia que contar, lo que hoy día, en el cine actual, no es moco de pavo. Además de ello, si les gusta el automovilismo deportivo, Le Mans´66 es una película imprescindible. Si desean pasar un largo rato entretenido con disparos de adrenalina, también es una estupenda opción dentro de una cartelera bastante floja que aguarda el gran estreno de las Navidades: el final de la saga Star Wars



Así que hasta que veamos brillar de nuevo en la oscuridad, las refulgentes espadas Jedi, no está nada mal darse unas vueltas por el infernal y duro circuito de Le Mans. ¿Ford o Ferrari?….¿Cual eligen?...Pues yo no puedo….lo siento...me quedo con los dos...y con Bale y Damon. Un tándem, sin duda, “de cine”.


GONZALO J. GONZALVO     

-Aragonia, C. Grancasa, Cinemundo (Huesca), Palafox, Puerto Venecia, Yelmo-

martes, 19 de noviembre de 2019

La trinchera infinita (2019) ****

Dir: Aitor Arregi, Jon Garaño y Jose Mari Goenaga
Int: Antonio de la Torre, Belén Cuesta, Vicente Vergara, José Manuel Poga, Emilio Palacios, Carlos Bernardino, Óscar Corrales, Enrique Asenjo, José María del Castillo, Manuel Domínguez,  Luis Fernández de Eribe, Nacho Fortes, Esperanza Guardado, Javi Mena, Daniel Morilla, Antonio Romero.

Higinio (Antonio de la Torre) y Rosa (Belén Cuesta) llevan pocos meses casados cuando estalla la Guerra Civil y la vida de él pasa a estar seriamente amenazada. Con ayuda de su mujer decidirá utilizar un agujero cavado en su propia casa como escondite provisional. El miedo a las posibles represalias, así como el amor que sienten el uno por el otro les condenará a un encierro que se prolongará durante más de 30 años.

Esta película tiene muchas virtudes. Saca a la luz una serie de sucesos directamente vinculados a la Guerra Civil y su terrible posguerra, que aunque tuvieron una gran repercusión a finales de los años setenta y se revisaron en varias publicaciones y adaptaciones cinematográficas en los siguientes años, ahora están casi olvidados, mostrando la eficacia de la dictadura franquista a la hora de cercenar la memoria. Sus medidas de control y delación perduraron mucho más allá de la muerte del dictador, marcando a fuego y sangre a todos los españoles, y como se está comprobando en sucesos recientes, distan mucho de haberse superado estos terribles episodios de la historia de España, un país cuyo futuro democrático quedó infectado gravemente por el virus del fascismo y cuyas cepas parecen rebrotar...



No estaría mal recordar algunos libros y adaptaciones cinematográficas que antecedieron al trabajo de guion de Luiso Berdejo y Jose Mari Goenaga en La trinchera infinita. El primer análisis serio sobre el tema de los "topos" lo hizo el historiador Ronald Fraser en su libro In hiding: the life of Manuel Cortés (Escondido: el calvario de Manuel Cortés), publicado originalmente en inglés en 1972. Fueron los periodistas Jesús Torbado y Manu Leguineche los que resumieron unos cuantos casos más en Los topos (1977), siendo una de las fuentes de documentación de 30 años de oscuridad (2012), un magnífico documental de Manuel H. Martín que utilizó la animación, junto a entrevistas e imágenes de archivo, para contarnos precisamente la historia de Manuel Cortés, el alcalde socialista de Mijas (Málaga) que se quedó más de 30 años atrapado en su escondite. Esta historia, y retazos de otras contadas en Los topos, son las que se han utilizado con buen criterio en La trinchera infinita, una de cuyas mejores apuestas es, precisamente, la de aproximarse a la verosimilitud documental, sin dejar de darnos una estupenda ficción repleta de tensión y suspense, combinando esos universos aparentemente antagónicos como sólo puede hacerlo el mejor arte cinematográfico.


Sobre este tema, ya hubo algunas otras ficciones cinematográficas. Destacan, Mambrú se fue a la guerra (1986), dirigida y protagonizada por Fernando Fernán Gómez y con guion de Pedro Beltrán, y más recientes Los girasoles ciegos (2008), de José Luis Cuerda, que junto a Rafael Azcona, adaptaron al cine la novela de Alberto Méndez; y Pa negre (2010), de Agustí Villaronga, adaptando la novela de Emili Teixidor, que toca el tema de modo algo más parcial, pero no menos contundente.



Aitor Arregui, Jon Garaño y Jose Mari Goenaga dieron sus primeros pasos en el mundo del cine animado, y apostaron, con decisión, por el documental y el cortometraje en su aprendizaje del oficio. Sus primeros éxitos son las magníficas Loreak (2014) y Handia (2017), donde su dotes de narradores sobrios pero preocupados por el encuadre estético, sus planos sugerentes, pero nunca exagerados y la soberbia dirección de actores, los situó entre los más destacados jóvenes directores españoles. En  La trinchera infinita se mantienen esas características de sobriedad casi documental, y un trabajo de gran profundidad entre todo el reparto de actores, destacando el esfuerzo de Antonio de la Torre y Belén Cuesta, simplemente geniales y convincentes, capaces de transmitir el horror que sufrieron tantos españoles durante la Dictadura Franquista, pero también su pasión amorosa, la entrega de una pareja fiel, ante todo, a su propia relación y compromiso. Algunos no se encerraron en agujeros, pero excavaron una profunda topera en sus mentes, doblegándose ante la opresión y sobreviviendo en una oscuridad que no era menor a la sufrida por los que se encerraron tras los muros o se enterraron en vida para no morir del todo.



En La trinchera infinita, se atreven en 2 horas y 27 minutos a resumirnos una historia de terror que lamentablemente fue una realidad para muchos españoles sometidos a un régimen político indigno que ha marcado la vida de este país y ha dañado gravemente el sentido de una monarquia constitucional, heredera directa de la dictadura franquista y en la que los usos y costumbres democráticos están asentándose con no pocas dificultades. Los primeros años parecen haber desaparecido de nuestra historia. Es necesario recordar que estuvieron marcados por una represión salvaje (fusilamientos, encarcelamientos, desapariciones, trafico de los hijos de los perdedores); fueron cuarenta años de sometimiento, reeducación, adoctrinamiento y terror sobre un pueblo degradado y en el que los estigmas de la derrota ante la maquinaria franquista y falangista, todavía perduran, incluso en muchos de los dirigentes de la llamada izquierda.



Me ha llevado mucho tiempo dar con el tono adecuado para esta crítica. Unas nuevas elecciones generales se han cruzado por el camino antes de su publicación. Las urnas (el pueblo habla) ha calcado, casi, los anteriores resultados, pero con una peligrosa deriva de la derecha hacia postulados fascistas (franquistas, sería más preciso). Me cuesta entender que se tolere en un país democrático a partidos que renieguen de la Constitución (y aquí incluyo a Vox y a algunos de los independentistas vascos y catalanes), me cuesta creer que todavía haya personas que crean con fidelidad "religiosa" en las bondades de un sistema que impidió con saña el desarrollo de una sociedad libre y democrática, que persiguió y ejecutó a los que pensaban en la posibilidad de establecer un sistema más justo para todos, a los que creían en la enseñanza pública y en la libertad de culto. Aunque parezca mentira, con el sistema que quiere imponernos la nueva ultra derecha sería imposible que existieran películas como La trinchera infinita o Mientras dure la guerra, que curiosamente son bastante moderadas a la hora de mostrar ciertos aspectos del inicio de la Guerra Civil, en el caso del filme de Amenábar, y de alguna de sus terribles consecuencias en La trinchera infinita.



Más de cuarenta años de manipulación que no terminaron en la transición democrática, algo que se hace más que evidente escuchando a los dirigentes de Vox. "El huevo de la serpiente" (recordando el film de Ingmar Bergman), está a punto de eclosionar de nuevo. Las fuerzas progresistas (las que creen que ese oscuro pasado no debe repetirse) tienen la obligación de trabajar juntos para evitarlo. 

No puedo terminar estas reflexiones sin recordar a Luis Betrán, recientemente fallecido. Que llamaba Vergerus (en alusión evidente a algunos personajes de Bergman) a su excelente blog cinematográfico y de opinión, y que en Los Cines de Robersan ha mantenido un enlace (y vínculo) constante. Es una pena, pero se nos ha ido una voz preclara a la hora de valorar el mejor cine y de analizar la situación política de nuestro país. Fue uno de los más destacados miembros de la Tertulia Cinematógráfica Perdiguer (Ramón Perdiguer fue otro ilustre cinéfilo que falleció no hace mucho) y del Ateneo de Zaragoza, donde su labor como conferenciante sobre cine y música fue incansable. Descanse en paz, fue de los mejores...y de los más justos...Termino con uno de sus escritos, extraído de su blog y publicado el miércoles, 11 de diciembre de 2013: "La clase dirigente española que ha venido gobernando el país durante muchos siglos hasta hoy mismo, es la más reaccionaria, inculta y bárbara de toda Europa. Esa clase es la que ha venido conformando “España”. Las consecuencias son evidentes y han llegado hasta nuestros días. Han construido un país a su medida. Y es lo que hay".


Roberto Sánchez

-Aragonia, Palafox, Yelmo-

lunes, 28 de octubre de 2019

Parásitos (Gisaengchung, 2019)****


Dir: Joon-ho Bong
Int: Kang-ho Song, Yeo-jeong Jo, So-dam Park, Woo-sik Choi, Sun-kyun Lee, Seo-joon Park, Ji-so Jung, Jeong-eun Lee, Andreas Fronk, Hye-jin Jang, Myeong-hoon Park, Hyun-jun Jung, Ji-hye Lee, Keun-rok Park Joo-hyung Lee. 

La familia de Kim Ki-taek (Kang-he Song) no tiene trabajo y malvive a base de pequeñas estafas y hurtos, se alojan en un sótano, y aunque las cosas van mal, intentan ponerle buena cara a la adversidad. Kim Ki woo (Woo-sik Choi), el hijo mayor, gracias a la mediación de Min (Seo-joon Park), un amigo universitario, consigue dar clases particulares a la joven Park Da-hye (Ji-so Jung), hija de una acaudalada familia formada por Park Yeon-kyo (Yeo-jeong Jo), la madre, y Park Dong-ik (Sun-kyum Lee), el padre, que viven en una lujosa y exclusiva mansión. Poco a poco, con hábiles maniobras y estrategias algo rocambolescas, la familia de Kim Ki-woo, va introduciéndose, haciéndose insustituible, parasitando literalmente a la familia Park.




Joon-ho Bong, nacido en 1964, es un director de Corea del Sur, con unas cuantas películas interesantes. Destacan Memories of Murder (Crónica de un asesino en serie) (2003), The Host (Gwoemul, 2006), Mother (Madeo, 2009), Snowpiercer: Rompenieves (2013), Okja (2017). No resulta fácil generalizar sobre sus estilo narrativo, pero, de momento, Parásitos ha resultado ser su mejor película. Una vez más fusiona géneros, mezcla estilos que le llevan del humor (muy negro), al thriller y a la denuncia social. No resulta complejo detectar, en  muchas de las irónicas peripecias argumentales, algunas intenciones metafóricas que permiten analizar las enormes diferencias que existen hoy en esa Corea del Sur, entregada en cuerpo y alma al neocapitalismo, entre las clases con alto poder adquisitivo y los que viven en los más bajos estratos sociales.



Joon-ho Bong, suele escribir sus propios guiones y aquí también,  junto a Jin Won Han, logrando un perfecto hilvanado de acciones y situaciones. Al sentido del suspense (con evidentes guiños a Hitchcock), hay que sumar una visión marcadamente irónica de sus personajes, que en algunos momentos recuerda la compleja mirada sobre la cruda realidad social de un cineasta como Buñuel, que criticó sin compasión alguna a los burgueses, pero eso no significó que fuera compasivo con las clases desheredadas a las que mostró también en su lado más oscuro. Joon-ho Bong, desarrolla con esas influencias, y otras propias del cine de su país, un estilo personal que va mucho más allá de los estereotipos genéricos. Con movimientos de cámara siempre precisos, significativos y estéticamente bellos que permiten construir la historia con mesura, por encima de los sucesos relatados, en muchos casos cercanos al caos. 




Con esta película, Joon-ho Bong se consagra como uno de los mejores realizadores de estos inicios de siglo. Así lo ha sancionado la Palma de Oro del prestigioso Festival de Cannes y de este modo se reafirma la opinión de que Corea del Sur es uno de los países con mejor nivel en este complicado arte de hacer cine. Puede que todas las historias estén ya contadas, pero el coreano ha dado con las claves para entretenernos, hacernos reflexionar y construir un relato fílmico apasionante.




Roberto Sánchez

-Aragonia, Palafox- 

miércoles, 23 de octubre de 2019

El asesino de los caprichos (2019)**

Dir: Gerardo Herrero
Int: Maribel Verdú, Aura Garrido, Daniel Grao, Roberto Álamo, Antonio Velázquez, Ruth Gabriel, Ginés García Millán, Bianca Kovacs, Laurent D'Elia, Paula Pielfort, Eduardo Aladro, Daniel Kovacs.

Gerardo Herrero (nacido en Madrid en 1953), quizás sea una de las personalidades más importantes de la cinematografía española reciente. Ha destacado sobre todo en el trabajo de producción. En ese sentido ha asumido ya, desde 1980 hasta la actualidad, más de 140 películas. Son de géneros y estilos muy diferentes. Quiero destacar algunas apuestas por el cine de autores muy personales que quizás no hubieran tenido salida sin su decisiva intervención: Ovejas negras (1990), de José María Carreño, No, o la vana gloria de mandar (1990), de Manoel de Oliveira, Un paraguas para tres (1992), de Felipe Vega, El diario de Lady M (1993), de Alain Tanner, Madregilda (1993), de Francisco Regueiro, Tierra y libertad (1995), de Ken Loach, Guantanamera (1995), de Tomás Gutiérrez Alea y Juan Carlos Tabio, Martín (Hache) (1997), de Adolfo Aristarain, El coronel no tiene quien le escriba (1999), de Arturo Ripstein, Sin noticias de Dios (2001), de Agustín Díaz Yanes, El hijo de la novia (2001), de Juan José Campanella, En la ciudad (2003), de Cesc Gay, Triple agente (2004)vj de Eric Rhomer, El método (2005), de Marcelo Piñeyro, Tetro (2009), de Francis Ford Coppola, Balada triste de trompeta (2010), de Álex de la Iglesia, El hombre que mató a Don Quijote (2018), de Terry Gilliam. Insisto en su faceta como productor, ya que no existe ahora ninguno con su nivel de riesgo. Ha producido muchos más trabajos de Ken Loach o del argentino Juan José Campanella y es uno de los más claros responsables de intentar sustentar una industria cinematográfica en español que también potencie el cine de género, y en especial el thriller: El alquimista impaciente (2002), de Patricia Ferreira, La vida mancha (2003), de Enrique Urbizu, Trece campanadas (2003), de Xavier Villaverde, El aura (2005), de Fabián Bielinsky, Tesis sobre un homicidio (2013), de Hernán Goldfrid, La ignorancia de la sangre (2014), de Manuel Gómez Pereira, La niebla y la doncella (2017), de Andrés M. Koppel, Que Dios nos perdone (2016) y El reino (2018), estas dos últimas de Rodrigo Sorogoyen, y aunque la segunda se convierta en una crónica de la corrupción política, han supuesto, además, sendos éxitos de taquilla,  indicando una senda aprovechada por otros, y por el mismo Gerardo Herrero como realizador. 



Sin embargo, en su trabajo como director (19 largometrajes), me resultaría complejo escoger una película que me satisfaga lo suficiente como para recomendarla sin dudar...Lo que si parece claro es que siente una clara predilección por el thriller, el policíaco y la intriga, y al menos siete de sus largometrajes pueden clasificarse sin dudas en esos géneros, y al menos Silencio en la nieve (2011), aunque fusionado con aspectos de reconstrucción histórica y bélica, reúne también giros argumentales que lo emparentan con el thriller. Por cierto, quizá sea uno de sus mejores y más complejos trabajos, tanto por la ambientación como por su historia situada en medio de la Segunda Guerra Mundial, con la División Azul en el frente ruso como escenario, deben resolverse una serie de asesinatos que parecen tener detrás a un psicópata.



Toda esta larga introducción no tiene otra justificación que la defender la labor de Gerardo Herrero como productor, pero al mismo tiempo dejando claro, una vez más, que como realizador sigue sin conseguir un pleno. Ahora, vuelve al thriller (el terreno parece abonado y en cierta medida por sus producciones) y lo hace con un guion de Ángela Armero, a priori atractivo. El protagonismo recae en dos mujeres detectives (policías) que llevarán el peso de una enrevesada investigación. Varios crímenes en un barrio de clase alta (en Madrid) tienen algo en común: sus víctimas coleccionan grabados de Goya. Las inspectoras Carmen Cobos (Maribel Verdú) y Eva González (Aura Garrido) iniciarán la investigación en un entorno elitista en el que el tráfico de obras de arte es habitual. Tendrán que descubrir a un asesino que reproduce con sus víctimas las escenas de los Caprichos de Goya.



Es verdad que arranca el film con un pulso firme, y que el personaje de Carmen Cobos (Maribel Verdú) es un puro estereotipo de policía (hombre) atormentado, alcoholizado, visto miles de veces en el género, y también que la pobre Verdú (excelente en casi todos sus últimos trabajos) se esfuerza tanto en hacerlo verosímil (recuerden que es una mujer policía...) que parece una mala parodia, un mal chiste...El  contraste con su compañera (algo más convincente está Aura Garrido) todavía favorece menos la necesaria coherencia de una historia que se diluye con rapidez en la incredulidad (y hasta en un cierto ridículo) y en los clichés preestablecidos para el género en sus variantes anglosajonas.



Lamentablemente esta nueva película no va a contribuir a la buena salud del thriller español reciente, pero al menos sus 100 minutos transcurren sin hacerse demasiado pesados. Tampoco va a aportar demasiado al buen uso que en el cine se le han dado a las imágenes inspiradas en la portentosa imaginación de Goya, y que tan bien han ilustrado filmes de muy diversos géneros, desde el terror y la fantasía, a la reconstrucción histórica, aunque de eso hablaremos otro día.

Roberto Sánchez

-Aragonia, Cinemundo (Huesca), Palafox-

martes, 22 de octubre de 2019

Terumae Romae (2012)* Referencia exprés nº 41

Dir: Hideki Takeuchi
Int: Hiroshi Abe, Aya Ueto, Kazuki Kitamura, Masachika Ichimura.

Ya ha pasado casi un año desde que visioné la decepcionante Terumae Romae, del japonés Hideki Takeuchi. El Festival de Cine de Zaragoza le dedicó una sección a Japón y se seleccionó, entre otras muchas, esta "rareza" nipona que mezcla comedia, fantasía y reconstrucción histórica a partir de un manga de Mari Yamazaki y que adaptó al cine Shôgo Mutô. 

Un arquitecto de la Antigua Roma es transportado a la casa de baños del Tokio actual y a partir de esa premisa se crean unas situaciones de enredo que solo son aptas para los más empedernidos "frikis" de lo japonés. No hay ser humano que pueda soportar sin sonrojarse escuchar al emperador Adriano, expresándose en el perfecto japonés de Masachika Ichimura, el actor al que le ha tocado en suerte ser Publio Elio Adriano, uno de  los emperadores romanos que mayor impulso dio a la creación artística, según algunos historiadores nacido en Itálica (Hispania) en el año 76 d. C.

-Filmoteca de Zaragoza, Festival de Cine de Zaragoza-

Superlópez (2018)** Referencia exprés nº 40

Dir: Javier Ruiz Caldera
Int: Dani Rovira, Alexandra Jiménez, Julián López, Maribel Verdú, Pedro Casablanc, Gracia Olayo,  Ferran Rañé, Gonzalo de Castro, Mireia Portas, David Fernández, Jordi Colom, Xavi Colom, Teresa Rodríguez, Alejandro Serrano, León Martínez, Nao Albet.

Desde su llegada a la Tierra procedente del planeta Chitón, la vida de Juan López (Dani Rovira) no ha sido fácil. Con superpoderes es difícil no destacar. Poder volar, leer la mente, tener supervisión o detener un convoy del metro para que no descarrile… y regresar luego a la oficina, esforzándose en ser un tipo normal, no ha sido nada sencillo para él. O quizás sí, porque Juan no necesita más que su cruasán matinal para ser feliz… Sin embargo, algo está a punto de cambiar. La aparición en la ordenada vida de López de Luisa (Alexandra Jiménez), un antiguo amor de instituto, va a causar estragos. Ya no es momento de pasar inadvertido. A pesar de que con ello pueda llamar la atención del malvado Skorba (Ferrán Rañé) y de su sibilina hija, Ágata (Maribel Verdú), y poner en peligro la supervivencia de su planeta de origen.



El esfuerzo de Borja Cobeaga y Diego San José, en el guion, y de Javier Ruiz Caldera, en la dirección, para adaptar el popular tebeo de Superlópez, creado en 1973 por el dibujante español «Jan» (seudónimo de Juan López Fernández).es apreciable. Desde el punto de vista técnico el trabajo ha sido impecable. Lo que a mi me parece más dudoso, y en parte decepcionante, es la elección de Dani Rovira, un actor-monologuista que está haciendo carrera en el cine. Este fenómeno, en el que por cierto hay que incluir a Julián López  (Jaime, en el film), sigue siendo un misterio para mí. Es cómo si ya no quedaran actores con vis cómica suficiente en el cine español. Nunca hubiera podido imaginar que la fisonomía del "auténtico superhéroe español" tuviera la apariencia de este polifacético presentador, comediante y ¿actor? malagueño.

domingo, 20 de octubre de 2019

Joker (2019)****

Dir: Todd Phillips
Int: Joaquin Phoenix, Robert De Niro, Zazie Beetz, Frances Conroy, Brett Cullen, Shea Whigham, Bill Camp, Glenn Fleshler, Leigh Gill, Josh Pais, Rocco Luna, Marc Maron, Sondra James, Murphy Guyer, Douglas Hodge.

Me ha costado mucho reconocerlo y asimilarlo, pero debo decir que Joker me parece una gran película. Mis reparos tenían que ver con la trayectoría fílmica de su director (y coguionista de este film junto a Scott Silver) Todd Phillips que ha firmado lindezas como Aquellas juergas universitarias (2003), Starsky & Hutch (2004), Escuela de pringaos (2006), Resacón en Las Vegas (2009) y sus secuelas Resacón 2: ¡Ahora en Tailandia! (2011) o R3sacón (2013), además de otras rebuscadas comedias como Salidos de cuentas (2010) o Juego de armas (2016). Ese gusto por la fusión de géneros (películas policíacas de colegas, más comedia de corte juvenil), con un sesgo escabroso, ha sido explotado hasta la saciedad por el neoyorquino Todd Phillips. 

Pero los milagros (al menos, en el cine) pueden hacerse realidad. Algunos detalles de la serie iniciada con Resacón en Las Vegas (cuyo título original es The Hangover), es cierto que indicaban cierta solvencia de Phillips para moverse en ambientes turbios y hacerlo con una soltura que le viene bien para meterse en el tortuoso mundo de Arthur Fleck / Joker / Joaquin Phoenix, en el que todas las desgracias de un mundo oscuro y corrupto parecen haberse volcado. El personaje ha ido conformándose dentro de una serie de películas inspiradas en los cómics creados por Bob Kane, y en las vueltas de tuerca, a nivel de guion, para el cine y las series (con personajes reales y de animación) que le han dado Bill Finger y Jerry Robinson. Este último, ya ayudó a definir a un espectacular Joker, incorporado de modo inquietante por Heath Ledger, al servicio de El caballero oscuro (2008), de Christopher Nolan (ayudado en la escritura del guion por su hermano Jonathan). Con todo, Joker fue tomando una fuerza imparable en el mundo de los cómics gracias a la intervención de Alan Moore en la novela gráfica Batman: The Killing Joke, cuya primera edición es de 1988. Allí, ciertos rasgos de este nuevo Joker, ya empiezan a aproximarse al retrato de la actual visión de Phillips.




En el cine, siempre atrajo a actores de fuerte personalidad que se sienten a gusto aproximándose al inquietante mundo de la locura: César Romero, Jack Nicholson, el citado Heath Ledger y ahora Joaquin Phoenix.




Sin el histrionismo de Joaquin Phoenix, sin su decidida capacidad para llevar al límite (incluido el físico) a su personaje, la película, magnífica en su factura visual y recreación musical, no alcanzaría la brillantez que me ha llevado a incluirla entre las mejores de los últimos años.




Creo que logra trascender el universo de las adaptaciones de cómics y convertirse en una dura metáfora de una parte de la realidad que nos afecta directamente a los que nos ha tocado vivir estos tortuosos inicios del siglo XXI. Un planeta que lejos de las idealizadas profecías utópicas de bienestar general, se aproxima indiferente a su autodestrucción.




El único problema, que es al mismo tiempo virtud, es la profunda oscuridad que transmite el film, siempre empeñado en aproximarnos y explicarnos la tortuosa personalidad de un individuo cuya vida se ha ido construyendo inexorablemente tomando como referencia una sociedad corrupta, injusta y marcada por la ambición desmedida. Es como si todas las esencias del sistema liberal-capitalista hubieran sido exprimidas y decantadas en la carcasa de un joven marcado por la desgracia y la locura, pero que aprenderá, golpe tras golpe, a sobreponerse y convertirse en "el mejor". Esa risa-tos que ha creado Phoenix, si se dejan seducir, les producirá pesadillas..., sin duda.




El trabajo en la iluminación (fotografía) de Lawrence Sher, la música incidental de Hildur Guðnadóttir y la espléndida selección de temas de Charles Chaplin, George Gershwin e Ira Gershwin (con la voz de Fred Astaire), Stephen Sondheim, las voces de Frank Sinatra, Gary Glitter, Ray Davies, o el grupo Cream, siempre aparecen en el momento oportuno para describir el estado de ánimo de nuestro "entrañable" Joker, contribuyen a convertir en un magno espectáculo audiovisual esta terrible historia, inspirada en personajes de papel y tinta, pero con un poderoso halo de realidad, adquirido en este formato cinematográfico que de vez en cuando muestra las grandes posibilidades que tiene de conmover y hacernos pensar...

Roberto Sánchez

-Aragonia, C. Grancasa, Cinemaundo (HUesca), Palafox, Puerto Venecia, Yelmo-