martes, 10 de diciembre de 2019

CRÓNICA DEL FESTIVAL DE CINE DE ZARAGOZA 2019. EDICIÓN Nº 24






Parece mentira pero han pasado ya veinticuatro años y veintitrés ediciones de un festival que comenzó, tímidamente, allá por 1995. Desde entonces, el festival ha crecido, ha ido ganando en músculo y se ha fortalecido y consolidado. Como quien no quiere la cosa, el año que viene alcanzará la cifra redonda de la 25 edición. En todo este tiempo, el festival ha ido ganando en secciones y patrocinadores (Ayuntamiento de Zaragoza, Filmoteca, Heraldo, CARTV, Radio 4G, etc.). Cierto es también, que no todo son luces y sigue habiendo algunas sombras a difuminar. La duración del festival (este año, del 14 al 30 de noviembre) me sigue pareciendo excesiva, al igual que algunas secciones que no poseen atractivo comercial para el público (y no me refiero a los cortometrajes que, por cierto, cada vez cuentan con más público y una calidad creciente). Con todo y con eso, que una ciudad como Zaragoza cuente con un acontecimiento cultural dedicado al séptimo arte con repercusión internacional es, desde luego, algo muy a tener en cuenta. 

Vamos ahora a hacer un resumen de lo que ha dado de sí esta vigésimo cuarta edición en sus principales secciones, y lo que me ha parecido más destacado.



Hubo actividades previas en la Filmoteca de Zaragoza (el interesante Ciclo de Jazz Cinema) por lo que no quiero dejar de citarlo, con interesantes títulos dedicados en especial a la figura de Miles Davis), pues el festival está hermanado (y coincide en parte de las fechas) con el Festival de Jazz de Zaragoza. Allí se pudo ver obras como Ascensor para el cadalso (Louis Malle, 1958), Miles Electric: A Different Kind of Blue (Murray Lerner, 2004) o Miles Ahead (Don Chaeadle, 2015). Especial mención de agradecimiento al trabajo y la gran selección realizada por Roberto Sánchez, compañero de pluma en el campo de la crítica cinematográfica y con gran experiencia en estos eventos que también coordinó la sesión inaugural de los dos festivales con las proyecciones de varios trabajos de Segundo de Chomón y de El moderno Sherlock Holmes (Sherlock Jr., Buster Keaton, 1925), con música de piano en directo a cargo de Jordi Sabatés, uno de los mejores a la hora de ponerle música al cine de los maestros primigenios del séptimo arte.



En cuanto al país elegido para ilustrar otras cinematografías, este año fue Marruecos el elegido (con asistencia de la cónsul de dicho país al certamen). Seis cintas para definir una cinematografía distinta, que se nos antoja casi exótica, pero en la que subyacen temas y preocupaciones universales y actuales como el amor, la inmigración y otras inquietudes de índole social: Al-Andalus mounamour! (Mohamed Nadif, 2011), Jnah l'hwa / Love in the Medina (Abdelhai Laraki, 2011), Adios Carmen (Mohamed Amin Benamraui, 2013), o la más reciente, la interesante Itar el-layl / La noche entreabierta (Tala Hadid, 2014). 



En cuento al “cine en miniatura”, se consolida con cada vez mayor fuerza, los micro cortos y 
cortometrajes, con quince trabajos seleccionados en cuanto a los primeros y más de cincuenta si hablamos de cortometrajes. Dentro de estos, deseo destacar por su calidad e ingenio, El jefe (Fernando Tato / Ozo Perozo), Casa (Alberto Evangelio), A qué juegan los juguetes (José Ángel Guimerá), El método pigs (Boris Kozlov), el divertido humor negro de Moros en la costa (Damiá Serra) y, por encima de todos, me fascinó la fotografía y la calidad de Maras (Salvador Calvo), un retrato escalofriante de la violencia de estas bandas "delincuenciales" de latinoamérica y sus terribles repercusiones en la población, que se alzó, a la postre, con todos los premios de su categoría (público y jurado). 




En la sección de mayor peso, la de largometrajes, se alzó con la victoria la brasileña  A colmeia / Bad Honey (2019), dirigida por Gilson Vargas, presente en el festival y que recogió su galardón. Un filme con  una excelente fotografía aunque con un ritmo muy lento, un cine de autor casi experimental. Yo, particularmente, disfruté mucho más con el filme holandés Perfect Cadeau (Martijn Hullegie, 2019), dotado de un humor negro impagable, aunque no le resto méritos artísticos al filme brasileño. Mención especial al excelente documental de la aragonesa Natalia Moreno sobre su pareja en Ara Malikian. Una vida entre las cuerdas, el genial violinista armenio cuya vida retrata con acierto y sensibilidad. Con él nos hizo descubrir el hermoso interior de un ser tocado por la vara de los dioses y sus difíciles circunstancias vitales. No obstante, el plato fuerte de todo festival (los largometrajes), creo que debería cuidarse y potenciarse más, pues en total fueron solo seis los títulos de la sección oficial que optaban a premio. 




Sigue tomando fuerza la sección dedicada a las web series (con también seis trabajos), el 
Zaragoza Film Market (dedicada a los profesionales del audiovisual) y “Otras miradas”, centrada en acuciantes problemas como la violencia de género, la anorexia, los abusos sexuales y los colectivos casi “invisibles” por la mayoría de la sociedad, como los enfermos mentales o las enfermedades raras. Isabel Gemio fue invitada y homenajeada por su incansable labor para luchar contra estas extrañas enfermedades poco conocidas y recibió el Augusto Entidades. 




Pilar Miró, la montadora Teresa Font, Miguel Ángel Tapia y nuestra querida actriz Luisa Gavasa, fueron también homenajeados y premiados con diversos “Augustos” (así se denomina el galardón que reproduce la cabeza del famoso emperador romano que fundó y dio nombre a la ciudad). El auditorio se puso en pie para agradecer el trabajo y trayectoria artística de nuestra querida Luisa Gavasa, actriz zaragozana ganadora de un Goya y embajadora de la calidad artística y de la pasión por el cine que siempre ha caracterizado a esta tierra nuestra aragonesa. 




Segundo de Chomón y Luis Buñuel hubiesen estado encantados, sin duda, de comprobar que este arte visual que llamamos cine, con ya tres siglos de andadura desde su nacimiento, sigue con vida y en plena forma, pues la cantera de nuevos talentos en cuanto a realizadores, actores, actrices, directores/as de fotografía y montadores/as sigue regalando a los espectadores nuevas obras de un modo imparable. Así que larga vida al cine, larga vida al Festival de Cine de Zaragoza y, esperemos que en 2020, con la cifra redonda de la 25 Edición, su oferta y calidad ponga el broche de oro a un cuarto de siglo lleno de esfuerzo, ilusión, imaginación y trabajo.

GONZALO J. GONZALVO

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