lunes, 28 de octubre de 2019

Parásitos (Gisaengchung, 2019)****


Dir: Joon-ho Bong
Int: Kang-ho Song, Yeo-jeong Jo, So-dam Park, Woo-sik Choi, Sun-kyun Lee, Seo-joon Park, Ji-so Jung, Jeong-eun Lee, Andreas Fronk, Hye-jin Jang, Myeong-hoon Park, Hyun-jun Jung, Ji-hye Lee, Keun-rok Park Joo-hyung Lee. 

La familia de Kim Ki-taek (Kang-he Song) no tiene trabajo y malvive a base de pequeñas estafas y hurtos, se alojan en un sótano, y aunque las cosas van mal, intentan ponerle buena cara a la adversidad. Kim Ki woo (Woo-sik Choi), el hijo mayor, gracias a la mediación de Min (Seo-joon Park), un amigo universitario, consigue dar clases particulares a la joven Park Da-hye (Ji-so Jung), hija de una acaudalada familia formada por Park Yeon-kyo (Yeo-jeong Jo), la madre, y Park Dong-ik (Sun-kyum Lee), el padre, que viven en una lujosa y exclusiva mansión. Poco a poco, con hábiles maniobras y estrategias algo rocambolescas, la familia de Kim Ki-woo, va introduciéndose, haciéndose insustituible, parasitando literalmente a la familia Park.




Joon-ho Bong, nacido en 1964, es un director de Corea del Sur, con unas cuantas películas interesantes. Destacan Memories of Murder (Crónica de un asesino en serie) (2003), The Host (Gwoemul, 2006), Mother (Madeo, 2009), Snowpiercer: Rompenieves (2013), Okja (2017). No resulta fácil generalizar sobre sus estilo narrativo, pero, de momento, Parásitos ha resultado ser su mejor película. Una vez más fusiona géneros, mezcla estilos que le llevan del humor (muy negro), al thriller y a la denuncia social. No resulta complejo detectar, en  muchas de las irónicas peripecias argumentales, algunas intenciones metafóricas que permiten analizar las enormes diferencias que existen hoy en esa Corea del Sur, entregada en cuerpo y alma al neocapitalismo, entre las clases con alto poder adquisitivo y los que viven en los más bajos estratos sociales.



Joon-ho Bong, suele escribir sus propios guiones y aquí también,  junto a Jin Won Han, logrando un perfecto hilvanado de acciones y situaciones. Al sentido del suspense (con evidentes guiños a Hitchcock), hay que sumar una visión marcadamente irónica de sus personajes, que en algunos momentos recuerda la compleja mirada sobre la cruda realidad social de un cineasta como Buñuel, que criticó sin compasión alguna a los burgueses, pero eso no significó que fuera compasivo con las clases desheredadas a las que mostró también en su lado más oscuro. Joon-ho Bong, desarrolla con esas influencias, y otras propias del cine de su país, un estilo personal que va mucho más allá de los estereotipos genéricos. Con movimientos de cámara siempre precisos, significativos y estéticamente bellos que permiten construir la historia con mesura, por encima de los sucesos relatados, en muchos casos cercanos al caos. 




Con esta película, Joon-ho Bong se consagra como uno de los mejores realizadores de estos inicios de siglo. Así lo ha sancionado la Palma de Oro del prestigioso Festival de Cannes y de este modo se reafirma la opinión de que Corea del Sur es uno de los países con mejor nivel en este complicado arte de hacer cine. Puede que todas las historias estén ya contadas, pero el coreano ha dado con las claves para entretenernos, hacernos reflexionar y construir un relato fílmico apasionante.




Roberto Sánchez

-Aragonia, Palafox- 

miércoles, 23 de octubre de 2019

El asesino de los caprichos (2019)**

Dir: Gerardo Herrero
Int: Maribel Verdú, Aura Garrido, Daniel Grao, Roberto Álamo, Antonio Velázquez, Ruth Gabriel, Ginés García Millán, Bianca Kovacs, Laurent D'Elia, Paula Pielfort, Eduardo Aladro, Daniel Kovacs.

Gerardo Herrero (nacido en Madrid en 1953), quizás sea una de las personalidades más importantes de la cinematografía española reciente. Ha destacado sobre todo en el trabajo de producción. En ese sentido ha asumido ya, desde 1980 hasta la actualidad, más de 140 películas. Son de géneros y estilos muy diferentes. Quiero destacar algunas apuestas por el cine de autores muy personales que quizás no hubieran tenido salida sin su decisiva intervención: Ovejas negras (1990), de José María Carreño, No, o la vana gloria de mandar (1990), de Manoel de Oliveira, Un paraguas para tres (1992), de Felipe Vega, El diario de Lady M (1993), de Alain Tanner, Madregilda (1993), de Francisco Regueiro, Tierra y libertad (1995), de Ken Loach, Guantanamera (1995), de Tomás Gutiérrez Alea y Juan Carlos Tabio, Martín (Hache) (1997), de Adolfo Aristarain, El coronel no tiene quien le escriba (1999), de Arturo Ripstein, Sin noticias de Dios (2001), de Agustín Díaz Yanes, El hijo de la novia (2001), de Juan José Campanella, En la ciudad (2003), de Cesc Gay, Triple agente (2004)vj de Eric Rhomer, El método (2005), de Marcelo Piñeyro, Tetro (2009), de Francis Ford Coppola, Balada triste de trompeta (2010), de Álex de la Iglesia, El hombre que mató a Don Quijote (2018), de Terry Gilliam. Insisto en su faceta como productor, ya que no existe ahora ninguno con su nivel de riesgo. Ha producido muchos más trabajos de Ken Loach o del argentino Juan José Campanella y es uno de los más claros responsables de intentar sustentar una industria cinematográfica en español que también potencie el cine de género, y en especial el thriller: El alquimista impaciente (2002), de Patricia Ferreira, La vida mancha (2003), de Enrique Urbizu, Trece campanadas (2003), de Xavier Villaverde, El aura (2005), de Fabián Bielinsky, Tesis sobre un homicidio (2013), de Hernán Goldfrid, La ignorancia de la sangre (2014), de Manuel Gómez Pereira, La niebla y la doncella (2017), de Andrés M. Koppel, Que Dios nos perdone (2016) y El reino (2018), estas dos últimas de Rodrigo Sorogoyen, y aunque la segunda se convierta en una crónica de la corrupción política, han supuesto, además, sendos éxitos de taquilla,  indicando una senda aprovechada por otros, y por el mismo Gerardo Herrero como realizador. 



Sin embargo, en su trabajo como director (19 largometrajes), me resultaría complejo escoger una película que me satisfaga lo suficiente como para recomendarla sin dudar...Lo que si parece claro es que siente una clara predilección por el thriller, el policíaco y la intriga, y al menos siete de sus largometrajes pueden clasificarse sin dudas en esos géneros, y al menos Silencio en la nieve (2011), aunque fusionado con aspectos de reconstrucción histórica y bélica, reúne también giros argumentales que lo emparentan con el thriller. Por cierto, quizá sea uno de sus mejores y más complejos trabajos, tanto por la ambientación como por su historia situada en medio de la Segunda Guerra Mundial, con la División Azul en el frente ruso como escenario, deben resolverse una serie de asesinatos que parecen tener detrás a un psicópata.



Toda esta larga introducción no tiene otra justificación que la defender la labor de Gerardo Herrero como productor, pero al mismo tiempo dejando claro, una vez más, que como realizador sigue sin conseguir un pleno. Ahora, vuelve al thriller (el terreno parece abonado y en cierta medida por sus producciones) y lo hace con un guion de Ángela Armero, a priori atractivo. El protagonismo recae en dos mujeres detectives (policías) que llevarán el peso de una enrevesada investigación. Varios crímenes en un barrio de clase alta (en Madrid) tienen algo en común: sus víctimas coleccionan grabados de Goya. Las inspectoras Carmen Cobos (Maribel Verdú) y Eva González (Aura Garrido) iniciarán la investigación en un entorno elitista en el que el tráfico de obras de arte es habitual. Tendrán que descubrir a un asesino que reproduce con sus víctimas las escenas de los Caprichos de Goya.



Es verdad que arranca el film con un pulso firme, y que el personaje de Carmen Cobos (Maribel Verdú) es un puro estereotipo de policía (hombre) atormentado, alcoholizado, visto miles de veces en el género, y también que la pobre Verdú (excelente en casi todos sus últimos trabajos) se esfuerza tanto en hacerlo verosímil (recuerden que es una mujer policía...) que parece una mala parodia, un mal chiste...El  contraste con su compañera (algo más convincente está Aura Garrido) todavía favorece menos la necesaria coherencia de una historia que se diluye con rapidez en la incredulidad (y hasta en un cierto ridículo) y en los clichés preestablecidos para el género en sus variantes anglosajonas.



Lamentablemente esta nueva película no va a contribuir a la buena salud del thriller español reciente, pero al menos sus 100 minutos transcurren sin hacerse demasiado pesados. Tampoco va a aportar demasiado al buen uso que en el cine se le han dado a las imágenes inspiradas en la portentosa imaginación de Goya, y que tan bien han ilustrado filmes de muy diversos géneros, desde el terror y la fantasía, a la reconstrucción histórica, aunque de eso hablaremos otro día.

Roberto Sánchez

-Aragonia, Cinemundo (Huesca), Palafox-

martes, 22 de octubre de 2019

Terumae Romae (2012)* Referencia exprés nº 41

Dir: Hideki Takeuchi
Int: Hiroshi Abe, Aya Ueto, Kazuki Kitamura, Masachika Ichimura.

Ya ha pasado casi un año desde que visioné la decepcionante Terumae Romae, del japonés Hideki Takeuchi. El Festival de Cine de Zaragoza le dedicó una sección a Japón y se seleccionó, entre otras muchas, esta "rareza" nipona que mezcla comedia, fantasía y reconstrucción histórica a partir de un manga de Mari Yamazaki y que adaptó al cine Shôgo Mutô. 

Un arquitecto de la Antigua Roma es transportado a la casa de baños del Tokio actual y a partir de esa premisa se crean unas situaciones de enredo que solo son aptas para los más empedernidos "frikis" de lo japonés. No hay ser humano que pueda soportar sin sonrojarse escuchar al emperador Adriano, expresándose en el perfecto japonés de Masachika Ichimura, el actor al que le ha tocado en suerte ser Publio Elio Adriano, uno de  los emperadores romanos que mayor impulso dio a la creación artística, según algunos historiadores nacido en Itálica (Hispania) en el año 76 d. C.

-Filmoteca de Zaragoza, Festival de Cine de Zaragoza-

Superlópez (2018)** Referencia exprés nº 40

Dir: Javier Ruiz Caldera
Int: Dani Rovira, Alexandra Jiménez, Julián López, Maribel Verdú, Pedro Casablanc, Gracia Olayo,  Ferran Rañé, Gonzalo de Castro, Mireia Portas, David Fernández, Jordi Colom, Xavi Colom, Teresa Rodríguez, Alejandro Serrano, León Martínez, Nao Albet.

Desde su llegada a la Tierra procedente del planeta Chitón, la vida de Juan López (Dani Rovira) no ha sido fácil. Con superpoderes es difícil no destacar. Poder volar, leer la mente, tener supervisión o detener un convoy del metro para que no descarrile… y regresar luego a la oficina, esforzándose en ser un tipo normal, no ha sido nada sencillo para él. O quizás sí, porque Juan no necesita más que su cruasán matinal para ser feliz… Sin embargo, algo está a punto de cambiar. La aparición en la ordenada vida de López de Luisa (Alexandra Jiménez), un antiguo amor de instituto, va a causar estragos. Ya no es momento de pasar inadvertido. A pesar de que con ello pueda llamar la atención del malvado Skorba (Ferrán Rañé) y de su sibilina hija, Ágata (Maribel Verdú), y poner en peligro la supervivencia de su planeta de origen.



El esfuerzo de Borja Cobeaga y Diego San José, en el guion, y de Javier Ruiz Caldera, en la dirección, para adaptar el popular tebeo de Superlópez, creado en 1973 por el dibujante español «Jan» (seudónimo de Juan López Fernández).es apreciable. Desde el punto de vista técnico el trabajo ha sido impecable. Lo que a mi me parece más dudoso, y en parte decepcionante, es la elección de Dani Rovira, un actor-monologuista que está haciendo carrera en el cine. Este fenómeno, en el que por cierto hay que incluir a Julián López  (Jaime, en el film), sigue siendo un misterio para mí. Es cómo si ya no quedaran actores con vis cómica suficiente en el cine español. Nunca hubiera podido imaginar que la fisonomía del "auténtico superhéroe español" tuviera la apariencia de este polifacético presentador, comediante y ¿actor? malagueño.

domingo, 20 de octubre de 2019

Joker (2019)****

Dir: Todd Phillips
Int: Joaquin Phoenix, Robert De Niro, Zazie Beetz, Frances Conroy, Brett Cullen, Shea Whigham, Bill Camp, Glenn Fleshler, Leigh Gill, Josh Pais, Rocco Luna, Marc Maron, Sondra James, Murphy Guyer, Douglas Hodge.

Me ha costado mucho reconocerlo y asimilarlo, pero debo decir que Joker me parece una gran película. Mis reparos tenían que ver con la trayectoría fílmica de su director (y coguionista de este film junto a Scott Silver) Todd Phillips que ha firmado lindezas como Aquellas juergas universitarias (2003), Starsky & Hutch (2004), Escuela de pringaos (2006), Resacón en Las Vegas (2009) y sus secuelas Resacón 2: ¡Ahora en Tailandia! (2011) o R3sacón (2013), además de otras rebuscadas comedias como Salidos de cuentas (2010) o Juego de armas (2016). Ese gusto por la fusión de géneros (películas policíacas de colegas, más comedia de corte juvenil), con un sesgo escabroso, ha sido explotado hasta la saciedad por el neoyorquino Todd Phillips. 

Pero los milagros (al menos, en el cine) pueden hacerse realidad. Algunos detalles de la serie iniciada con Resacón en Las Vegas (cuyo título original es The Hangover), es cierto que indicaban cierta solvencia de Phillips para moverse en ambientes turbios y hacerlo con una soltura que le viene bien para meterse en el tortuoso mundo de Arthur Fleck / Joker / Joaquin Phoenix, en el que todas las desgracias de un mundo oscuro y corrupto parecen haberse volcado. El personaje ha ido conformándose dentro de una serie de películas inspiradas en los cómics creados por Bob Kane, y en las vueltas de tuerca, a nivel de guion, para el cine y las series (con personajes reales y de animación) que le han dado Bill Finger y Jerry Robinson. Este último, ya ayudó a definir a un espectacular Joker, incorporado de modo inquietante por Heath Ledger, al servicio de El caballero oscuro (2008), de Christopher Nolan (ayudado en la escritura del guion por su hermano Jonathan). Con todo, Joker fue tomando una fuerza imparable en el mundo de los cómics gracias a la intervención de Alan Moore en la novela gráfica Batman: The Killing Joke, cuya primera edición es de 1988. Allí, ciertos rasgos de este nuevo Joker, ya empiezan a aproximarse al retrato de la actual visión de Phillips.




En el cine, siempre atrajo a actores de fuerte personalidad que se sienten a gusto aproximándose al inquietante mundo de la locura: César Romero, Jack Nicholson, el citado Heath Ledger y ahora Joaquin Phoenix.




Sin el histrionismo de Joaquin Phoenix, sin su decidida capacidad para llevar al límite (incluido el físico) a su personaje, la película, magnífica en su factura visual y recreación musical, no alcanzaría la brillantez que me ha llevado a incluirla entre las mejores de los últimos años.




Creo que logra trascender el universo de las adaptaciones de cómics y convertirse en una dura metáfora de una parte de la realidad que nos afecta directamente a los que nos ha tocado vivir estos tortuosos inicios del siglo XXI. Un planeta que lejos de las idealizadas profecías utópicas de bienestar general, se aproxima indiferente a su autodestrucción.




El único problema, que es al mismo tiempo virtud, es la profunda oscuridad que transmite el film, siempre empeñado en aproximarnos y explicarnos la tortuosa personalidad de un individuo cuya vida se ha ido construyendo inexorablemente tomando como referencia una sociedad corrupta, injusta y marcada por la ambición desmedida. Es como si todas las esencias del sistema liberal-capitalista hubieran sido exprimidas y decantadas en la carcasa de un joven marcado por la desgracia y la locura, pero que aprenderá, golpe tras golpe, a sobreponerse y convertirse en "el mejor". Esa risa-tos que ha creado Phoenix, si se dejan seducir, les producirá pesadillas..., sin duda.




El trabajo en la iluminación (fotografía) de Lawrence Sher, la música incidental de Hildur Guðnadóttir y la espléndida selección de temas de Charles Chaplin, George Gershwin e Ira Gershwin (con la voz de Fred Astaire), Stephen Sondheim, las voces de Frank Sinatra, Gary Glitter, Ray Davies, o el grupo Cream, siempre aparecen en el momento oportuno para describir el estado de ánimo de nuestro "entrañable" Joker, contribuyen a convertir en un magno espectáculo audiovisual esta terrible historia, inspirada en personajes de papel y tinta, pero con un poderoso halo de realidad, adquirido en este formato cinematográfico que de vez en cuando muestra las grandes posibilidades que tiene de conmover y hacernos pensar...

Roberto Sánchez

-Aragonia, C. Grancasa, Cinemaundo (HUesca), Palafox, Puerto Venecia, Yelmo-

sábado, 19 de octubre de 2019

Día de lluvia en Nueva York (2019)***

Dir: Woody Allen
Int: Timothée Chalamet, Elle Fanning, Rebecca Hall, Kelly Rohrbach, Jude Law, Annaleigh Ashford, Selena Gomez, Liev Schreiber, Suki Waterhouse, Diego Luna, Cherry Jones, Ben Warheit, Taylor Black, Griffin Newman, Liz Celeste

Nueva York y Woody Allen: un idilio sin fin.              

Woody Allen nació en Nueva York, una ciudad que le fascina desde siempre. No en vano, el genio neoyorquino (como 
se le suele llamar), que comenzó a dirigir allá por 1966 (nada más y nada menos que seis décadas haciendo cine), ha declarado su amor incondicional a la metrópoli USA por excelencia en muchos de sus filmes pero, especialmente, en títulos como: Manhattan (1979), Broadway Danny Rose (1984), Historias de Nueva York (1989), Misterioso 
asesinato en Manhattan (1993) y, más recientemente, en Wonder Wheel (2017), donde Coney Island y su parque de 
atracciones se llevaban el protagonismo, y, ahora, en esta A Rainy Day in New York (se agradece que no le hayan cambiado el título en España).




El jazz es otro de sus amores, por lo que Allen nos deleita en cada una de sus películas con una deliciosa banda sonora. En esta ocasión, he de confesarlo, con temas de uno de mis pianistas favoritos, el gran Erroll Garner, como esos maravillosos y románticos Misty  o The Man I Love, que le van al pelo a la historia, además de otros de los maravillosos compositores Irving Berlin, Johnny Mercer y Hoagy Carmichael (Everything Happens To Me). 




El ya octogenario genio (nacido en Brooklyn en 1935) sigue pues fiel a lo que le gusta, y también a esa comedia inteligente con su inconfundible sello personal a la que nos tiene acostumbrados. Y digo acostumbrados, porque este prolífico director y guionista, que tantos años lleva haciéndonos sonreír y reflexionar con sus historias, sabe que esperamos de él, como mínimo, un filme con humor y cerebro, bien narrado y bien rodado, y con un reparto de primera que, en tiempos más recientes, opta más por darnos a conocer a jóvenes estrellas emergentes (en esta ocasión, nombres como Timothée Chalamet, Suki Waterhouse o Selena Gómez). 




Parece que con la edad, Allen se está volviendo cada vez más nostálgico y romántico, digamos que su humor ácido y corrosivo “marca de la casa Allen” se ha suavizado, aunque sigue conservando destellos de esa genialidad que le caracteriza, apoyado en brillantes diálogos y giros de guión, de unos guiones que siguen rayando a alto nivel a pesar de que algunas de sus películas sean consideradas menores y, otras, verdaderas obras maestras.




Pues eso, que Allen nunca defrauda. Así que si quieren disfrutar de una comedia inteligente, con una maravillosa fotografía, de ese Nueva York lluvioso y melancólico, firmada por otro veterano ilustre como el gran Vittorio Storaro y de unas buenas interpretaciones, no dejen de ir a ver  Día de lluvia en Nueva York. Un filme romántico impregnado de una extraña melancolía pero, al mismo tiempo, de una belleza conmovedora. Y es que...el genio de la ciudad de los rascacielos se nos hace mayor…Y todos los que hemos crecido con él también...Bueno, lo dejamos aquí que me estoy poniendo melancólico yo también. Señor Allen, gracias por volvernos a despertar una sonrisa inteligente con sus historias. Sé que un día nos va a faltar. Ojalá los genios como usted no muriesen nunca. Le echaremos mucho de menos, se lo aseguro.

GONZALO  J.  GONZALVO


-Aragonia, Cervantes, Cinemundo (Huesca), Palafox, Yelmo-

martes, 15 de octubre de 2019

El crack cero (2019)****

Dir: José Luis Garci
Int: Macarena Gómez, Paula Echevarría, Cayetana Guillén Cuervo, Miguel Ángel Muñoz, Carlos Santos, Pedro Casablanc, Luisa Gavasa, Belén López, Patricia Vico, Raúl MéridaRaúl Mérida, Fiorella Faltoyano, Luis Varela, María Cantuel, Ramón Langa, Alfonso Delgado. 

Cine negro a la española by José Luis Garci

Comenzaré diciendo que amo el género negro en toda su extensión (la cinematográfica y literaria). No en vano, el que suscribe y escribe este artículo, intenta ser mejor escritor de novela negra, desde hace ya un par de décadas, con cada nueva obra. Y dicho esto, (mi declaración eterna de amor al cine es bien sabida por todos los que me leen), expresar también, que mi nivel de exigencia con uno de los géneros rey de las letras y el cine es alto. Hasta el último instante de este artículo he estado dudando si concederle finalmente al último filme de Garci tres o cuatro estrellas. Al final he decidido otorgarle la más alta de entre las dos opciones. ¿Por qué? Por varias razones en las que ahora me extenderé. Vamos a ello.



José Luis Garci es un director valiente, que realiza el cine que el desea hacer, de un modo consecuente, huyendo del abrigo de las modas y el márketing. Con una espléndida fotografía en blanco y negro (en esta ocasión de Luis Ángel Pérez). José Luis Garci ya no tiene nada que demostrar. Ha ganado un Oscar (Volver a empezar, en 1982) y ha estado nominado a dicho premio dos veces más (por Sesión Continua, de 1994 y Asignatura aprobada, de 1987). Además, tiene un Emmy por el guión de la extraordinaria La cabina (1972), junto con Antonio Mercero, amén de muchos otros galardones y menciones que dan fe de su buen hacer como cineasta, guionista y productor. 

Es cierto que el cine de Garci no gusta a todo el mundo ni es para todos los paladares. La media de edad de los espectadores que asistieron el día que yo fui a verla superaba los cuarenta años de largo, (por cierto, una maravilla poder disfrutar de una buena película de estreno sin adolescentes ruidosos, palomitas y luces de pantallas de móviles). Pero lo que también es cierto, es que este director de ascendencia asturiana sabe mucho de cine, de buena literatura y de hacer cine. 



El crack cero, aunque se anuncia como una precuela de sus hermanos mayores El crack  y El crack dos (1981 y 1983), podría funcionar también de forma autónoma, aunque culmina y pone el broche de oro a una trilogía que, posiblemente, sea la mejor en cuento al cine negro español. 

Con un argumento típicamente policíaco (no en vano el filme está dedicado al autor norteamericano de novela negra James M. Cain), El crack cero nos introduce en el “caso Benavides”, un sastre que, aparentemente, se quitó la vida. Sin embargo, el detective Germán Areta recibirá la visita de una atractiva y enigmática mujer que no se cree esa teoría y le encargará que inicie una exhaustiva investigación. Su experiencia como ex policía de la brigada criminal y su olfato de sabueso le ayudarán a deshilvanar una compleja madeja que cada vez hace menos creíble la teoría del suicidio. Todos los elementos del cine y la novela negra están ahí: los informantes o confidentes, las mujeres fatales, los garitos de juego, los antros de boxeo. Al mismo tiempo, Garci fusiona todos esos elementos con los típicamente hispanos y autóctonos: las calles de Madrid, las tascas típicas o casas de comidas, y una  época turbulenta social y políticamente como fue la década de los años setenta del siglo veinte, que la entronca también con el cine Neo Noir, aunque manteniendo una fidelidad estética en cuanto a color y fotografía más cercana al cine negro norteamericano clásico. Con todo este cóctel de elementos tenemos la fórmula mágica de Garci que crea un cine negro a la española con su particular e inconfundible estilo.



Podrá decirse que El crack cero es una película demodé, fuera de tiempo, anacrónica, extraña. Habrá opiniones para todos los gustos. A quien le guste ver cine negro clásico norteamericano de los años 40 y 50, aquel que surgió de la batuta de grandes directores como John Huston, Nicholas Ray, Robert Siodmack o Michael Curtiz, estará encantado con esta película de Garci. Un filme valiente, original, arriesgado, que no se casa con nadie y que, sin duda, pertenece a un gran director de cine que podríamos encuadrar como uno de esos directores clásicos que hicieron películas inmortales e inolvidables. Y es que, los clásicos, es lo que tienen, que sobreviven a las modas y el márketing contra viento y marea. Así que...El crack ha muerto....larga vida al crack”.

GONZALO J. GONZALVO

-Aragonia, Palafox-

lunes, 7 de octubre de 2019

Mientra dure la guerra (2019)***

Dir: Alejandro Amenábar
Int: Karra Elejalde, Eduard Fernández, Santi Prego, Luis 
Bermejo, Tito Valverde, Nathalie Poza, Patricia López Arnaiz, Inma Cuevas, Carlos Serrano-Clark, Luis Zahera, Luis Callejo, Mireia Rey, Ainhoa Santamaría, Itziar Aizpuru, Miquel García Borda.

España. Verano de 1936. El célebre escritor Miguel de Unamuno (Karra Elejalde) decide apoyar públicamente la 
rebelión militar que promete traer orden a la convulsa situación del país. Inmediatamente es destituido por el 
gobierno republicano como rector de la Universidad de Salamanca. Mientras tanto, el general Franco (Santi Prego) consigue sumar sus tropas al frente sublevado e inicia una exitosa campaña con la secreta esperanza de hacerse con el mando único de la guerra. La deriva sangrienta del conflicto y el encarcelamiento y asesinato de algunos de sus compañeros hacen que Unamuno empiece a cuestionar su postura inicial y a sopesar sus principios. Cuando Franco traslada su cuartel a Salamanca y es nombrado Jefe del Estado de la zona nacional, Unamuno acudirá a su Palacio, decidido a hacerle una petición de clemencia.




Alejandro Amenábar ya no es el niño prodigio del cine español, entre otras cosas por que ya tiene 47 años, y desde Tesis (1996), su primer largometraje, ya ha llovido mucho. La carrera de Amenábar está siendo irregular y su estilo, en los aspectos más formales, parece no existir. Esto último, en principio no sería grave, pues lo que parece intentar es que se vaya adaptando al tipo de historia que quiere contar. Se ha acercado a diversos géneros, aunque en sus inicios prefiere el drama y el misterio, que conviven en Abre los ojos (1997) y Los otros (2001), esta última rodada en inglés y con un reparto internacional encabezado por Nicole Kidman. Parece consagrarse en Mar adentro (2004), pero su arriesgada apuesta por Ágora (2009), una película ambientada en la antigüedad, en torno a la figura de Hipatia de Alejandría (interpretada por Rachel Weisz), no termina de funcionar , ni en taquilla, ni por sus resultados artísticos. Hasta el año 2015 no retorna a la dirección de largos en Regresión, de nuevo a la búsqueda del misterio y el terror, y otra vez en inglés. Resultados irregulares de nuevo en las valoraciones críticas y entre el público, supondrán una larga espera hasta encontrar un nuevo proyecto: Mientras dure la guerra.



Parece que hay en Amenábar una clara intención de madurar a nivel personal y también artístico, de afrontar una temática tan cruda y, en realidad, muy poco tratada en el cine como el inicio de la Guerra Civil Española. Para ello se busca una excusa (muy atractiva y potente a nivel simbólico) como la contradictoria postura ante el golpe militar de Miguel de Unamuno (1864-1936), uno de los más brillantes pensadores (desde la filosofía y la literatura) que ha dado nuestro país. En torno a él (estupendo Karra Elejalde) y las figuras de Franco (con una sutil y sugerente interpretación de Santi Prego) y Millán Astray (el espléndido Eduard Fernández), se crea un efectivo entramado dramático, que más allá de ciertos errores históricos, permite calibrar ese enfrentamiento entre la razón y ese fascismo hispano (franquismo) que se va perfilando en esos momentos, en mitad del levantamiento militar contra la República.




Quizás sorprenda algunos que comente la escasez de películas realizadas en España sobre la Guerra Civil. No quiero hacer un repaso de esa nómina, pero es evidente que los herederos directos del franquismo han logrado ir imponiendo una cierta amnesia colectiva sobre la realidad de ese terrible conflicto. Es cierto que resulta doloroso recordar y reconstruir algunos sucesos (algunas víctimas directas todavía viven), pero no es menos cierto que una sociedad democrática madura debería ser capaz de afrontar con ecuanimidad el repaso (desde la ficción, o desde el documental) de las potentes historias que provocó el conflicto a nivel interno y la evidente repercusión internacional para un periodo histórico tan importante en Europa y el Mundo como son los años previos a la Segunda Guerra Mundial. Hay muchos investigadores que insisten, y con razones, en que este conflicto en suelo hispánico, fue todo un banco de pruebas, desde muchos puntos de vista que van desde las disputas ideológicas entre fascismo y comunismo, hasta lo meramente armamentístico.




Amenábar ha optado por una realización pausada, meticulosa en los detalles, con unas imágenes asépticas y con un cierto preciosismo formal (que firma Álex Catalán que viene destacando por trabajos como La isla mínimaYuli o 1898. Los últimos de Filipinas). Es ese escenario, ganan protagonismo las sugerentes interpretaciones de todo el reparto, aunque destacan los protagonistas: Karra Elejalde, Eduard Fernández y Santi Prego. Los militares golpistas no están caricaturizados ni ridiculizados, por supuesto que sí han sido incorporados por actores capaces de mostrar, más allá del estereotipo, al ser humano que pudo haber debajo de su fachada pública.

Al final, y de un modo más próximo y comprensible, se ha vuelto al universo caótico que intentaba mostrar en Ágora: el enfrentamiento en un "templo de la cultura" (entonces fue La Biblioteca de Alejandría, ahora la Universidad de Salamanca) entre el fanatismo y la razón. Cierto es que hay más factores y es que el golpe no fue fruto de la casualidad y tampoco el ascenso de ese general gallego que llegó desde África hasta controlar la Junta Militar y ostentar el mando supremo, y bien pudo ser como se relata, con la necesaria síntesis fílmica, en esta apreciable película, que ha juzgar por el revuelo que ha levantado entre los renacidos nostálgicos del fascismo va a tener una más que apreciable trascendencia.

Tengo la agradable sensación de que Amenábar, después de unas cuantas dudas, ha renacido. Espero con ganas sus nuevas propuestas.

Roberto Sánchez

-Aragonia, C. Grancasa, CineMundo (Huesca), Palafox, Puerto Venecia, Yelmo-