miércoles, 28 de noviembre de 2018

El infinito (The Endless, 2017)** Referencia esprés 25

Dir: Justin Benson, Aaron Moorhead
Int: Aaron Moorhead, Justin Benson, Tate Ellington, Callie Hernandez, James Jordan, Lew Temple. 

Años atrás, los hermanos Justin (Justin Benson) y Aaron (Aaron Moorhead) lograron escapar de la secta donde se habían criado. Ahora, malviven en un apartamento de Los Ángeles, hasta que un día reciben una cinta de vídeo de aquella secta, y a Aaron le entran las dudas de si deberían volver al campamento del que huyeron. 

Una película no estrenada en las salas zaragozanas, cuyo gran éxito crítico en España (le dan una elevada calificación Jordi Costa, Nando Salvá o Antonio Trashorras, entre otros), me impulsó a verla.  Indaga en el mundo de las sectas desde la perspectiva del fantástico. Un cine, el de Benson/Moorhead que apuesta por la sutileza y que quizás por los bajos presupuestos, prefiere el camino de la sugerencia. Por otro lado, estamos ante un producto que fue seleccionado en Sitges y en Tribeca en 2017. 

Es tan sutil en los planteamientos que el resultado a mi me pareció en exceso superficial e inane, pero hay que reconocerles que te dejan con ganas de saber más...

Roberto Sánchez.

Museo (2018)***

Dir: Alonso Ruizpalacios
Int: Gael García Bernal, Leonardo Ortizgris, Alfredo Castro, Simon Russell Beale, Bernardo Velasco, Leticia Brédice, Ilse Salas, Lisa Owen, Lynn Gilmartin, Maite Suarez Diez, Gabriel Nuncio.

La película cuenta una historia tan aparentemente absurda que sólo puede ser real. Se trata de indagar en las circunstancias que rodearon al robo de varios objetos prehispánicos del Museo Nacional de Antropología de la Ciudad de México en 1985, y la sorpresa de las autoridades al descubrir que los autores de semejante hazaña habían sido dos jóvenes marginales de los suburbios, Carlos Perches y Ramón Sardina, en lugar de los ladrones profesionales de arte a los que se le atribuía la sustracción de los objetos.

Alonso Ruizpalacios y Manuel Alcalá, desde el guion, intentan descubrirnos las motivaciones de estos dos jóvenes, en la ficción llamados Juan Nuñez (Gael García Bernal) y Benjamin Wilson (Leonardo Ortizgris), para decidirse a robar estas piezas arqueológicas de un valor económico difícil de evaluar, pero con una carga simbólica todavía mayor, ya que forman parte de ese tesoro cultural anterior a la llegada de los españoles que ayuda a definir la personalidad del país.



Alonso Ruizpalacios tiene mucha experiencia en series para la televisión y algunos cortometrajes previos. En Museo afronta su segundo largo de ficción y ya tenía en Güeros (2014), un más que interesante precedente que lo situaba entre los realizadores más interesantes de México que de momento no se han pasado al lado norteamericano y que apuestan por desarrollar un estilo personal al margen de la narrativa comercial imperante. 

Museo describe el robo de las piezas arqueológica con un estupendo ritmo, con una planificación aceptable para los parámetros genéricos aceptados, pero no se queda ahí. Apoyándose en el buen nivel interpretativo de sus actores, en especial Gael Gaecía Bernal, Leonardo Ortizgris y Alfredo Castro (el Dr. Nuñez, padre de Juan), profundiza en la psicología de unos personajes que se formaron en la universidad (en este caso en veterinaria) pero cuyos horizontes laborales y su futuro es dudoso, analiza sus ansías por llamar la atención, por destacar, la aparente ligereza  de un atraco perfecto, sin sentido.



Alejandro Ruizpalacios, nacido en 1978, se sitúa en una órbita cercana a la de Carlos Reygadas, quizás con algo menos de radicalidad formal que la del realizador de Batalla en el cielo (2005), o la reciente Nuestro tiempo (2018). Un cine situado en una vanguardia formal en las antípodas del cine-ocio actual de raigambre anglosajona, y  además está muy preocupado por la realidad que acosa al México actual, a sus tradiciones contradictorias (lo indio versus lo hispano, la presión del gigante del Norte) y a las tensiones de una sociedad marcada por el capitalismo salvaje.



Un cine de gran categoria formal y de cuidado análisis psicológico de sus personajes que está pasando desapercibido al "gran público" en las salas comerciales españolas, pero que merece más atención que la de los críticos y los Festivales. Si están interesados en conocer lo último del cine mexicano, deberán darse prisa, ya que su escasa acogida limitará el tiempo de su presencia en salas. 

Que la cinematografía mexicana tiene buena salud parece evidente por esta película, pero también por la reciente Pacífico Norte (2018), ópera prima de Valentina Sachetti, que nos ha dejado ver la selección del Festival de Cine de Zaragoza en Edición 23; o por la deseada y multipremiada Roma (2018),de Alfonso Cuarón, que al ser de la marca Netflix, corre el riesgo de no llegar a las salas zaragozanas, lo que sería una pena... 

Roberto Sánchez

-Palafox-

sábado, 24 de noviembre de 2018

Jaulas (2018)****

Dir: Nicolás Pacheco.   
Int: Estefanía de los Santos, Belén Ponce de León, Antonio Dechent, Manuel Tallafé, Manolo Caro, Marta Gavilán, Manuel Cañada, Antonio Estrada, Stefan Mihai, Manuel Cañadas, Mila Fernández, Carlos Tirado.

Vidas enjauladas  


En una de las sesiones especiales de preestreno de este Festival de cine de Zaragoza 2018 (23 edición), he tenido el placer de visionar el trabajo que supone la puesta de largo del joven director sevillano Nicolás Pacheco. Formado en las escuelas de dirección cinematográfica de Barcelona y Madrid, y en la especialidad de guión en la de La Habana (Cuba), Pacheco posee una voz narrativa muy personal que confiere a sus trabajos fílmicos un sello característico. La ambientación en escenarios vitales duros alejados del glamur del centro de las grandes ciudades y la fuerza y el carácter de los personajes que habitan estos mundos, lo emparenta con directores como los mexicanos Ripstein o Iñárritu, con el Buñuel (sobre todo de la etapa mexicana) e incluso contiene guiños al neorrealismo italiano de los cincuenta. 



Jaulas es una obra inclasificable, por un lado por la mezcla de géneros que contiene (aunque predomine el drama social), y que también ofrece al espectador momentos de comedia y de thriller de acción. Por otro lado, por el realismo mágico que la impregna de principio a fin, dotando a la historia de un aura de cuento o fábula que la entronca también con películas como Blancanieves (2012), de Pablo Berger, o la francesa The Artist (2011), de Michel Hazanavicius. 

La falta de libertad, la violencia machista, el terror al patriarcado en culturas que aún tienen ese poder masculino muy patente (como la Gitana) son puntales de este retrato social de personas que tienen sus vidas literalmente enjauladas, por lo que el título es perfecto para describir la historia que nos narra con originalidad y acierto el director sevillano. Por otro lado, tenemos la fuerza de estas mujeres, que a pesar de tener las peores cartas de la baraja, no se rinden, e intentan tirar para adelante como sea, aunque se dejen la vida por el camino. 

Jaulas tiene mucha fuerza. Fuerza visual y narrativa, que reside fundamentalmente en un conjunto de actrices que, unidas, conforman una alianza interpretativa más que poderosa, destacando entre ellas, la espléndida Estefanía de los Santos (Concha), sin olvidar a Belén Ponce de León y a la joven Marta Gavilán, que interpreta a Adela, la hija de Concha. En cuanto a la parte masculina, también están impecables el siempre sólido Antonio Dechent (que interpreta el lado masculino “bondadoso” aunque ciertamente manipulador) y otro Antonio, de apellido Estrada, que encarna al terrible y violento “Canario”. Manuel Cañadas como el entrañable “Antoñito” y Manuel Tallafé (“Cansino”) también cumplen con holgura sus papeles, redondeando un reparto que, en conjunto, da vida perfectamente a este microcosmos marginal teñido de violencia que, en el fondo, es también el retrato de los defectos morales de una gran parte de la sociedad actual que, a pesar de sus diferentes clases sociales y edades, sigue teniendo por desgracia los comportamientos machistas aún bastante enraizados. 



Jaulas desempeña pues el papel de un cine de denuncia y crítica social, mostrando un drama de vidas descarnadas y prisioneras de su propia condición y destino, pero lo hace desde las tripas, sin caer en la complacencia del cine político o panfletario; sin abanderar otros colores que los de mostrar una realidad que es tan dura, tan gris y tan polvorienta, que cuando algo intenta aportarle color y magia, se escapa de entre los dedos como un manojo de globos de las manos de una niña en una luminosa mañana de feria. En una de esas ferias de tantos y tantos pueblos que retratan la vida de una España que, en pleno siglo XXI, sigue teniendo más sombras y claroscuros que los que serían deseables.

GONZALO J. GONZALVO

-Aragonia, Festival de Cine de Zaragoza-

jueves, 22 de noviembre de 2018

La cámara de Claire (Keul-le-eo-ui Ka-me-la, 2017)*** Referencia esprés 24

Dir: Sang-soo Hong
Int: Isabelle Huppert,  Kim Min-hee,  Shahira Fahmy,  Jang Mi-Hee,  Jeong Jin-Yeong. 

Durante un viaje de negocios al Festival de Cannes la joven Manhee (Kim Min-hee), asistente de ventas de una distribuidora, es despedida por su jefa acusada de ser deshonesta, pero en el fondo lo que hay es una cuestión de celos. Por suerte, conocerá allí a una profesora llamada Claire (Isabelle Huppert), que hace fotos con su cámara Polaroid. Cada una de ellas tiene una peculiar visión de la vida, y juntas lograrán entender sus mundos. 

Con sutileza, el director coreano, construye con muy pocos elementos una reflexión sobre ese cine que quiere aproximarse tanto a la "vida" que termina por abrasarse en la realidad. Además, otro filme a sumar a ese género oculto que habla del cine dentro del cine. Una "delicatessen" que Sang-soo Hong "improvisó" durante su estancia en Cannes, un festival en el siempre ha tenido una muy buena acogida.


Roberto Sánchez.

Lazzaro feliz (2018)****

Dir: Alice Rohrwacher
Int: Alba Rohrwacher, Adriano Tardiolo, Agnese Graziani, Luca Chikovani, Sergi López, Natalino Balasso, Tommaso Ragno, Nicoletta Braschi, Leonardo Nigro.

Lazzaro (Adriano Tardiolo), un joven campesino de excepcional bondad, vive en La Inviolata, una aldea que ha permanecido alejada del mundo y es controlada por la marquesa Alfonsina de Luna (Nicoletta Braschi). Allí, la vida de los campesinos no ha cambiado nunca; son explotados, y ellos, a su vez, abusan de la bondad de Lazzaro. Un verano, se hace amigo de Tancredi (interpretado por Luca Chikovani, en su juventud, y ya adulto por Tommaso Ragno), el hijo de la Marquesa. Entre ellos surge una amistad tan preciosa, al menos para Lazzaro, que le hará viajar a través del tiempo y le llevará a conocer el mundo moderno.

Alice Rohrwacher, nacida en Fiesole (Toscana, Italia) en 1982, ya ha mostrado en Corpo celeste (2011) y, sobre todo en El país de las maravillas (Le meraviglie, 2014), su capacidad para hacer un cine de calidad y bastante original en el panorama europeo.



La crítica ha sacado a relucir, a propósito de Lazzaro felice, los nombres de prestigiosos maestros del cine italiano como Ermanno Olmi (1931-2018) o Pier Paolo Pasolini (1922-1975). Y a mi me parece que esas citas están justificadas. Alice Rohrwacher está construyendo (con éxito) un estilo personal que no reniega de sus raices. Arañando un poco más, pueden encontrase inteligentes guiñosa al cine de Luchino Visconti (1906-1976) e  incluso al de Luis Buñuel (1900-1983) y sus "Olvidados". De todo ese esplendoroso pasado cinéfilo, Alice Rohrwacher ha sacado "oro puro".



Hacía tiempo que veía una película tan compleja en un envoltorio tan sencillo y directo. Alice Rohrwacher ha logrado transmitir el misterio, la denuncia de una situación de explotación que persiste, mediante un personaje-símbolo (nuestro Lazzaro) de una candidez peligrosa. La bondad transfigurada en carne viva y eterna que nos obliga a pensar quiénes somos y hacia dónde vamos.



Una película que nos obliga a mirarnos el ombligo, a mirar más allá de las apariencias, mediante un relato transparente, limpio de trampas conceptuales y trucos innecesarios y que parece abrir (si es que el público se entera y se libra de la maraña del ocio-espectáculo con el que nos bombardean a diario, a veces en forma de cine) una nueva senda a un cine neo neorealista, con enriquecedoras notas de una delicada fantasía...



Una vez más, el mejor cine casi pasa desapercibido. Para verlo en salas en Zaragoza deberían darse prisa ya que desaparecerá en breve. De todos modos, apúntenla en su agenda e intenten verla aunque sea por otros medios. Este cine parece que está condenado al consumo casero. Una pena, ya que las salas de cine, siguen siendo el mejor lugar para el cine...

Roberto Sánchez

-Aragonia-

lunes, 19 de noviembre de 2018

La bruma (Dans la brume, 2018)*** Referencia esprés 24

Dir: Daniel Roby
Int: Romain Duris,  Olga Kurylenko,  Fantine Harduin,  Michel Robin,  Anna Gaylor

El día que una extraña niebla letal sumerge París, los supervivientes encuentran refugio en los pisos superiores de los edificios y en los tejados de la capital. Sin información, sin electricidad, sin agua ni comida, una pequeña familia trata de sobrevivir a este desastre. Pero 
pasan las horas y una cosa está clara: la ayuda no llegará y será necesario para poder salir, probar suerte en la niebla. 

El guion de Guillaume Lemans, Jimmy Bemon y Mathieu Delozier es eficiente y simple. Cumple de sobras con la idea genérica del apocalipsis urbano, aplicando y desarrollando ideas que Stephen King ya ha usado en otros escenarios (más que apreciable fue la adaptación que hizo Frank Darabont de una de esas ideas en La niebla, de 2007). Daniel Roby, que firma con este su cuarto largometraje, viene de dirigir tres episodios de Versaillles (2015), la apreciable serie de reconstrucción histórica francesa.

Otra película pequeña, pero que gracias al buen trabajo de actores y una eficiencia que también tiene el producto comercial francés, se deja ver con agrado (y un poco de inquietud).

Roberto Sánchez.

domingo, 18 de noviembre de 2018

Casi 40 (2018)*** Referencia esprés 22

Dir: David Trueba
Int: Lucía Jiménez, Fernando Ramallo, Carolina África, Vito Sanz. 

Una modesta gira de conciertos vuelve a reunir a dos amigos de juventud. Ella es Lucía (Lucía Jiménez), cantante de éxito, ya retirada de la escena. Él, Tristán (Fernando Ramallo), que sobrevive como vendedor de productos cosméticos, pretende relanzar la carrera musical de quien fue su amor de adolescencia.  

Regreso de David Trueba a unos planteamientos primigenios marcados por la sencillez  narrativa, un apego formal a los planteamientos de la vieja Nouvel Vague francesa, por una claridad formal, que roza los planteamientos documentales. Después de los éxitos (más de crítica que de público) de Vivir es fácil con los hojos cerrados (2013) ha realizado dos series de televisión y un documental. La serie ¿Qué fue de Jorge Sanz? (2010-2017), ha permitido aproximarse a la figura del conocido actor desde una óptica ciertamente novedosa que juega con habilidad con realidad y ficción. En Casi 40, su cine parece mirar a sus inicios y curiosamente termina por parecerse al cine de Jonás Trueba (hijo de su hermano Fernando). Supongo que son cosas de familia... 

En todo caso, el resultado es refrescante y lleno de sentido. Una película "pequeñita", inteligente y repleta de frescura. Seguramente un buen (auto)retrato generacional.

Roberto Sánchez

Dogman (2018)****

Dir: Matteo Garrone
Int: Marcello Fonte, Edoardo Pesce, Nunzia Schiano, Adamo Dionisi, Francesco Acquaroli, Alida Baldari Calabria, Gianluca Gobbi, Aniello Arena.

El guion, como es habitual en el mejor cine italiano de siempre, ha sido elaborado por un equipo formado por Maurizio Braucci, Ugo Chiti, Massimo Gaudioso y el mismo realizador Matteo Garrone. En España, a veces, tenemos la falsa sensación de que el cine italiano está en decadencia. Nada más alejado de la realidad. En 2018 dos películas como esta que nos ocupa y Lazzaro feliz, de Alice Rohrwacher, demuestran lo contrario: una salud de hierro y un aprovechamiento de los referentes magistrales de los maestros eternos de su cine.

El director romano Matteo Garrone, nacido en 1968, activo desde 1997 con Terra di mezzo, ha ido deslizándose por varias opciones que van desde una reinvención del cine de gansters con fuertes dosis naturalistas de la brillante Gomorra (2008), a revisiones del neorrealismo desde la ficción posibilista y la recreación de la "verdad" televisiva de Reality (2012) o la fantasía con un punto de partida pasoliniano (con notas de Fellini) de El cuento de los cuentos (2015). Vamos que no resulta fácil encasillarlo...



Ahora, nos cuenta las peripecias de Marcello (brillante y ya premiado en Cannes Marcello Fonte). Estamos en los suburbios de una ciudad italiana (más que nada por el idioma y algunas señas de identidad) y en 1988. Marcello es el dueño de una peluquería canina a las afueras de Roma, dominado (esclavizado, sería más correcto) por Simoncino (Edoardo Pesce), un delincuente local, no muy espabilado pero con una fuerza brutal y un salvajismo primigenio, hasta que su vida personal se complica tanto que decide tomar las riendas de la situación.




Es verdad que Garrone se aprovecha incluso de alguna clave genérica del western (de la marca propia al estilo italiano). Las localizaciones en este extrarradio urbano remiten a un territorio de frontera, sin ley, dónde la fuerza bruta se impone. En ese contexto el apocado Marcello hace lo posible por sobrevivir. Garrone es capaz de transportarnos al terreno de este antihéroe, de mostrarnos sus debilidades y mediocridad, pero también su capacidad de amar incondicionalmente a su hija y a los perros, a los que trata de "igual a igual". Pero, lo mejor es que logra retratar una sociedad sometida, pero que en algún momento, acorralada, se rebelará...


Cuento cruel, agridulce y de una efectividad apabullante. Garrone es un cineasta a seguir teniendo en cuenta.

Roberto Sánchez

-Aragonia-

sábado, 10 de noviembre de 2018

Hunter Killer. Caza en las profundidades (2018)**

Dir: Donovan Marsh
Int: Gerard Butler, Gary Oldman, Common, Michael Nyqvist, Michael Trucco, Caroline Goodall, Ryan McPartlin, Zane Holtz, Taylor John Smith, Cosmo Jarvis, Shane Taylor, Michael Jibson, Gabriel Chavarria, Will Attenborough, Jason Matthewson, Theo Barklem-Biggs, Alexander Diachenko.

El cine de submarinos  

Dentro del cine bélico, el subgénero de submarinos lleva gozando de buena salud desde hace décadas. Allá por el año 1939, coincidiendo con el comienzo de la segunda guerra mundial, el gran director Michael Powell ya dirigió El espía negro, estela que siguió Delmer Daves en 1943 para realizar Destino Tokio (1943), a dos años de la finalización del gran conflicto. Tras él, llegaron los años 50 y 60 con la llamada “guerra fría”, que ahí latente, perdura hasta nuestros días debido a la actual competencia (más que enfrentamiento, afortunadamente) entre Rusia y los Estados Unidos, aunque siempre quedará flotando ese aroma anticomunista en los filmes bélicos norteamericanos.

El filón de la guerra fría ha dado filmes más que notables, como Estado de alarma (1965), de James B. Harris, o La hora final (1959), de Stanley Kramer, pero dicha guerra fría, como digo, sobrevive durante las décadas 80 y 90 y posteriores, dando lugar a aventuras bélicas submarinas de la talla de El submarino (1981), de Wolfgang Petersen, La caza del octubre rojo (1990), de John McTiernan o Marea roja (1995), de Tony Scott, con actores de la talla de Sean Connery o Denzel Washington a los mandos de estos complejos buques subacuáticos.



Hunter Killer resucita pues ese fantasma de la guerra fría latente entre Rusia y Estados Unidos, introduciendo el riesgo de un golpe de estado militar contra un moderno y moderado presidente soviético, y lo hace de la mano del director y guionista sudafricano Donovan Marsh, que a pesar de mo contar con una gran filmografía resuelve muy dignamente esta tensa aventura apoyado por las interpretaciones de un sólido y austero Gerard Butler y un histriónico y algo sobreactuado Gary Oldman que, a pesar de todo, pone su nombre y peso actoral para reforzar en pantalla los momentos y secuencias que se desarrollan fuera del submarino. 



Con estas mimbres y un guion lleno de acción, que firman Peter Craig y Jamie Moss (basado en la novela de  Don Keith y George Wallace), Donovan Marsh construye un filme muy entretenido, que no da tregua en cuanto a la acción y la tensión, y creo que eso no es poco para un filme de estas características. Lo cierto es que no alcanza los niveles de brillantez de las ya citadas La caza del octubre rojo o Marea roja, pero aún así, se disfruta con agrado (espectacular la secuencia del campo de minas submarinas). Sería el equivalente a los viejos productos de serie B, pero con una apariencia técnica y un presupuesto bastante superior a aquellos del pasado.



Y, es que, a pesar del “buen rollo” surgido a raíz de la “perestroika” de Mihail Gorbachov y que las relaciones entre Rusia y Estados Unidos son hoy día mucho mejores que en las décadas duras de la guerra fría, siempre quedará flotando en el ambiente esa tensión entre dos potencias económicas y bélicas que durante mucho tiempo se han repartido el poder en el mundo y han competido a nivel militar y espacial. 

Después de todo, la guerra fría es como un submarino. No lo ves, está ahí bajo tus aguas, muy cerca de ti, como un peligroso tiburón blanco pero nuclear, y nunca sabes cuando va a emerger y/o mostrar todo su poder destructivo.

Gonzalo J. Gonzalvo 

-Aragonia, Palafox, Puerto Venecia, Yelmo-

viernes, 9 de noviembre de 2018

Abracadabra (2017)** Referencia esprés 21

Dir: Pablo Berger
Int: Maribel Verdú, Antonio de la Torre, José Mota, Josep Maria Pou, Quim Gutiérrez, Priscilla Delgado, Saturnino García, Ramón Barea, Javivi, Julián Villagrán, Rocío Calvo, Javier Antón, Janfri Topera, Fabia Castro, Bea de la Cruz. 

Carmen (Maribel Verdú), un ama de casa del barrio madrileño de Carabanchel, descubre un día que su marido, Carlos (De la Torre), parece estar poseído por un espíritu maligno. Ahí empieza una exhaustiva investigación, entre terrorífica y disparatada, para intentar recuperarlo. 

Pablo Berger, el director bilbaino, sólo ha rodado tres largometrajes: Torremolinos 73 (2003), la sorprendente Blancanieves (2012), un arriegado trabajo mudo en blanco y negro, y ahora Abracadabradigna comedia fantástica de enredo, simplona, con un buen arranque y un desrrollo monótono.

Miau (2018)**

Dir: Ignacio Estaregui
Int: José Luis Gil, Manuel Manquiña, Luisa Gavasa, Álvaro de Luna, Jorge Usón, Jorge Asín, Laura Gómez-Lacueva.

Por una serie de circustancias he terminado por ver en dos ocasiones el segundo largometraje del director aragonés Ignacio Estaregui y también he podido hablar con él, brevemente pero con intensidad, gracias a su pase en la inauguración del último Festival de Cine de Fuentes de Ebro. Soy muy consciente de que es un proyecto hecho realidad después de no pocos esfuerzos y sacrificios. No es sencillo valorar una película que como muchos zaragozanos siento muy cercana y siendo conocedor del esfuerzo y trabajo, de la indudable profesionalidad de todos los responsables en la producción (el mismo Ignacio Estaregui, Jaime García Machín y Gloria Sendino), también se sobradamente que hacer cine desde Aragón, desde España, es una gran aventura en la que los riesgos económicos y las concesiones creativas a la búsqueda desesperada de la comercialidad (entiándase rentabilidad) son los principales inconvenientes para un ejercicio más o menos libre del oficio. Pero lo justo es que me despoje de todas esas cuestiones e intente un análisis al margen, centrándome en el producto final.  Sin ser profundo, espero justificar suficientemente la valoración que aparece más arriba. 

Ignacio Estaregui ya se la jugó en Justi&Cia (2014), un intento fallido en lo formal, pero que partía de una idea original del propio director y que, en ese sentido, tenía un tono de comedia dramática con tintes sociales más que apreciable, teniendo en cuenta que el cine español es habitualmente demasiado romo a la hora de denunciar y mostrar las injusticias sociales y económicas que no sólo perduran como perniciosos quistes del pasado sino que se reproducen y crecen descontrolados. Sus protagonistas, Hovik Keuchkerian (Justino) y el lamentablemente ya fallecido Álex Angulo (Ramón el &Cia), estaban soberbios y lograron construir, de la mano de Estaregui, dos de las personalidades más atractivas y sugerentes del reciente cine español. El público respondió poco y mal...




Sin embargo, la pasión por una estética inspirada en el cómic, quizás filtrada por el cine de los franceses Marc Caro, Jean-Pierre Jeunet o el español Guillermo Fesser, que había sido manifiesta en algunos de sus cortometrajes, no había quedado satisfecha en un film como el de Justi&Cia más oscuro y denso de lo que aparenta. Por cierto, Miau, vendida (y es justificable) como comedia, deja igualmente un regusto más bien triste y melancólico que empieza a ser toda una seña distintiva del director.



Estaregui se encontró para bien y para mal con una historia que parecía encajar a la perfección en su peculiar universo: la novela Hilo musical para una piscifactoria, de Juan Luis Saldaña, creador suavemente irreverente, de visiones cercanas al surrealismo. En ella se ha apoyado el guion de Miau y en una colección de actores sobradamente competentes como José Luis Gil, Manuel Manquiña, Luisa Gavasa y el entrañable y recientemente fallecido Álvaro de Luna. Además, para los personajes secundarios se sirve de valiosos actores aragoneses como Jorge Usón, Jorge Asín o Laura Gómez-Lacueva y quizás de modo algo gratuito ha contado con variados personajes de la "cultura" zaragozana y aragonesa mediante cameos que poco o nada transmitirán al público no aragonés. Aunque conveniente recortada, ha sido Estaregui muy fiel a la historia básica del libro (incluso con excesivos textos escuchados en off en la voz de Telmo/José Luis Gil) y al mismo tiempo ha preferido olvidarse de la estructura rota, cortante y "saltarina" del libro de Saldaña. Ha preferido darle una estructura lineal que en teoría sería más más fácil de segui por el público. 



Hay momentos muy llamativos en esta tragicomedia, como ese viaje a los submundos chinos, o los "viajes a la playa", o a los territorios del western psicodélico (para más señas Los Monegros), hay ternura (quizás en demasiadas dósis) y gotitas de suave comedia, Zaragoza y el Casino Oscense demuestran ser muy fotogénicos, Adrián Barcelona, el responsable de la fotografía, hace un bello trabajo con el tratamiento del color y hay homenajes a películas clásicas como la "fordiana" Centauros del desierto (The Searches). Todo contribuye a encontrarnos con una película amable, fácil de consumir y, esto es lo peor, de olvidar. 

Alberga un precioso mensaje en el que se ha insistido en sus presentaciones y promoción, sospechando quizás que no se hiciera tan evidente al visionar filme: la necesidad de las personas de sentirse vivas, más allá de las cortapisas impuestas por la edad y por el "sistema". 

Cuatro jubilados trazan un plan para sentirse vivos: van a robarle al aburrimiento y a la vida. Telmo (José Luis Gil) ocupa su tiempo escribiendo un ensayo sobre el origen de su chiste favorito cuando se reencuentra casualmente con dos amigos de juventud. Un tercero, Monreal (Manuel Manquiña), sale de la cárcel con la intención de revolucionar al grupo, proponiéndoles un rocambolesco plan y poniendo patas arriba su monótona rutina. Sin nada que perder, el variopinto grupo se verá inmerso en el robo a un museo...

Roberto Sánchez

-Aragonia, Palafox, Yelmo-

jueves, 8 de noviembre de 2018

Un padre (2017)*** Referencia esprés 20

Dir: Victor Forniés


El zaragozano Victor Forniés se formó en la Universidad de Zaragoza, pero su gusto por la danza, la poesía y la imagen le llevó pronto a buscar otros territorios más complacientes con la creatividad. Su preocupación por dar un tratamiento a la imagen en movimiento, cercano a la poesía, le hicieron buscar refugio en el Master de Documental de Creación de la Universidad Pompeu i Fabra de Bercelona, dónde también hizo un Postgrado de Edición. Digamos que su estilo que juega con ficción, realidad y poética ya era patente en el documental La voz del viento (Viento de voz) (2008), pero terminó por cuajar en el ambito universitario barcelonés de la universidad citada un poco antes. 

Hace unos meses nos regaló con este trabajo dedicado a su padre (en efecto, Un padre), al que sigue con delicadeza y tesón para desvelarlo, desvelarnoslo, aproximarse a sus ser, a su existencia y para así poder reconocerse, reflejarse en él con todas las luces y sombras que puede tener un proceso tan complejo. Retratar la verdad íntima es trabajo hercúleo, pero quizá sea válida y posible como recurso una mirada poética pero que sea al mismo tiempo naturalista en el tratamiento de la imagen, certera en el retrato... 

Debo reconocer que me une una relación de amistad (en los últimos años en la distancia) con el realizador y eso me permitió escudriñarla y luego presentarla, junto a él, en la Filmoteca de Zaragoza, en una sesión que al finalizar tuvo un interesante intercambio con el público, un enriquecedor y sugerente diálogo, en el que el realizador nos abrió todavía algo más su alma, su espíritu creativo que bebe con riesgo y decisión de su propia experiencia vital. Poesía y cine reunidos con sinceridad para mostrar las infinitas posibilidad que todavía tiene el cine-arte...

Así nos habla el propio Victor Forniés de Un padre:"Cuando te observo pienso qué pasa en tu mente en cada momento de silencio. Es un recuerdo de mi vida tus silencios y nuestros silencios. ¿Por qué tanta tensión? ¿por qué ese silencio?. Nunca pregunté a mis amigos si también les pasaba lo mismo con sus padres. Y entonces yo he creído que ese silencio era nuestro, personal y familiar"

Roberto Sánchez.

-Filmoteca de Zaragoza-

Quién te cantará (2018)****

Dir: Carlos Vermut
Int: Najwa Nimri, Eva Llorach, Carme Elías, Natalia de Molina, Julián Villagrán, Vicenta N'Dongo, Inma Cuevas, Ignacio Mateos, Catalina Sopelana.

Lila Cassen (Najwa Nimri) era la cantante española con más éxito de los noventa hasta que desapareció misteriosamente de un día para otro. Diez años después, Lila prepara su triunfal vuelta a los escenarios pero, poco antes de la esperada fecha, pierde la memoria al sufrir un accidente. Violeta (Eva Llorach) vive dominada por su conflictiva hija Marta (Natalia de Molina). Cada noche escapa de su realidad haciendo lo único que la hace feliz: imitar a Lila Cassen en el karaoke donde trabaja. Un día Violeta recibe una fascinante propuesta: enseñar a Lila Cassen a volver a ser Lila Cassen.

Una impecable banda sonora de Alberto Iglesias acompaña las sugerentes imágenes de este hipnótico film. Alberto Iglesias también se ha ocupado de arreglar temas como "Procuro olvidarte", de Manuel Alejandro y Ana Magdalena, importantes para embellecer y centrar una trama envolvente, preciosista pero oscura, que interpretan las voces de Eva Amaral (cuando canta Violeta/Eva Llorach) y Najwa Nimri,  "Quién te cantará" de Juan Carlos Calderón (que también suena en las voces de los que lo popularizaron en su momento: Mocedadades), o "Ni tú, ni nadie", de Nacho Canut y Carlos García Berlanga.



Carlos Vermut, o lo que es lo mismo Carlos López del rey, tiene una trayectoria como director todavía poco extensa que se limita a tres cortometrajes y tres largometrajes. Diamond Flash (2011), su primer largo tuvo una distribución limitada a internet, pero le permitió darse a conocer a la industria, además de mostrtar a una actriz estupenda como Eva Llorach, que ahora repite; Magical Girl (2014), supuso un aldabonazo, tanto por la historia  como por los trabajos de sus protagonistas Luis Bermejo y Bárbara Lennie. Con esta película, Vermut convova, como en un sortilegio, los nombres de realizadores tan atractivos y complejos como Stanley Kubrick o Michael Haneke, pero no los plagia, al contrario logra una síntesis que da como resultado un estilo bastante personal. 



Vermut, acostumbrado a las síntesis narrativas del arte del cómic, en el que desarrolló sus habilidades artísticas previamente a su salto cinemático, vuelve a tomar aspectos de otros maestros del cine (sin plagiar, sin copiar) como Luis Buñuel, Pedro Almodóvar o Ingmar Bergman. Los cinéfilos más avispados serán capaces de localizar esos guiños, pero deberán reconocer que Vermut está logrando construir una mirada muy personal y con evidentes cualidadades hipnóticas en la cadencia y el ritmo de sus imágenes, en el desarrollo azaroso de sus argumentos, siempre escritos por el mismo, siempre trufados de un humor sutil, acerado, capaz de indagar en las heridas que va provocando la vida.



Una vez más, ha logrado un excelente rendimiento en sus actores que logran enfrentarse a la complejidad de sus personajes, nunca monolíticos, siempre entrañables, aún en las situaciones más terribles. 

El cine español puede seguir confiando en Carlos Vermut...

Roberto Sánchez

-Aragonia, Palafox-

martes, 6 de noviembre de 2018

El ángel (2018)****

Dir: Luis Ortega
Int: Lorenzo Ferro, Chino Darín, Mercedes Morán, Daniel Fanego, Luis Gnecco, Peter Lanzani, Cecilia Roth, William Prociuk, Malena Villa. 

Carlitos (Lorenzo Ferro) es un joven de diecisiete años con fama de estrella de cine, rizos rubios y cara de bebé, algunos dicen que se parece a Marilyn Monroe. Ya en su adolescencia manifestó su verdadera vocación: ser un ladrón. Cuando conoce a Ramón (Chino Darín) en su nueva escuela, Carlitos se siente inmediatamente atraído por él y quiere llamar su atención. Juntos se embarcarán en un viaje de descubrimientos, amor y crimen. Debido a su apariencia angelical, la prensa llama a Carlitos 'El ángel de la muerte', y no le falta algo de razón. Llama la atención por su belleza, pero también por su "angelical" modo de matar con una "inocencia" sin límites, y se convierte en una celebridad de la noche a la mañana. En total, se cree que cometió más de cuarenta robos y once homicidios. Hoy, después de más de cuarenta y  cinco años en la cárcel, Carlos Robledo Puch es el preso que más tiempo lleva en prisión en la historia de Argentina.




No es extraño que el joven realizador argentino Luis Ortega (nacido en 1980), se interesara por este personaje y construyera, junto a Sergio Olguín y Rodolfo Palacios, una brillante y espectacular guion que resulta, gracias a la apabullante puesta en escena, una película excitante, inquietante y muy entretenida.




Casi todo encaja en esta película de Luis Ortega, por cierto hijo del conocido cantante y compositor Palito Ortega, que también suena en la estupenda selección musical que acompaña esta película ambientada en los trepidantes años setenta en Argentina. Además, con una sinergia extraordinaria, hay temas del extraño Moondog (1916-1999), músico, compositor e inventor, que se llamaba en realidad Louis Thomas Hardin, ciego desde los 16 años, y residente durante años en Nueva York en las que adquirió como músico callejero el apodo de "The Viking of 6th Avenue", debido a sus peculiares disfraces; del mismo Palito Ortega es una versión apoteósica en español de La casa del sol naciente, algún poderoso blues de la banda argentina Pappo´s Blues y la oportuna Milonga del Ángel de Astor Piazzola. Insisto en su música, ya que junto al trabajo del prestigioso director de fotografía argentino Julián Apezteguia, han logrado elaborar un ambiente denso, inquietante pero morbosamente atractivo.




Todos los protagonistas (sobre todo Carlitos, Ramón y sus padres) tienen esa extraña cualidad. Son, al mismo tiempo, atractivos y repelentes, sus actividades delictivas, sus planteamientos vitales son antisociales, violentos e irresponsables, pero parecen encajar perfectamente en una época caótica de la que serían sus mejores representantes. El ritmo narrativo es literalmente musical, intenso, efectivo y brillante. 







Debo confesar que es el primer trabajo que veo de este realizador y estoy entusiasmado, ahora mismo tengo ganas de repasar una filmografía que se me antoja apasionante. Ya firmó con 19 años, Caja negra (2002), su primer largometraje al que seguirían cinco más (incluido el que nos ocupa) y varias series de televisión entre las que la crítica ha destacado Historia de un clan (2015). Los que si parecían muy bien informados fueron Pedro y Agustín Almodóvar que apostaron por él con su productora El Deseo. 

Una muestra más de que Argentina sigue siendo un vivero excelente de la creación audiovisual en Español. No deberían dejarla pasar de largo...

Roberto Sánchez

-Aragonia-

jueves, 1 de noviembre de 2018

La noche de Halloween (Halloween, 2018)****

Dir: David Gordon Green
Int: Jamie Lee Curtis, Nick Castle, Judy Greer, Miles Robbins, Virginia Gardner, Will Patton, Toby Huss, Haluk Bilginer, Jefferson Hall, Andi Matichak, Christopher Allen Nelson.

Michael Myers siempre estuvo ahí

Allá por el año 1978 (yo tenía 12 añitos para 13 y no pude verla en pantalla grande hasta bien entrados los años 80 y en un cine de reestreno), un genio del cine llamado John Carpenter dirigió, produjo, escribió el guion (junto a Debra Hill, por cierto nacida en Haddonfield, la localidad donde tiene lugar la terrible historia, y que temía entonces 28 años) y también compuso una de las partituras musicales más terroríficas y recordadas de este género junto a la de Psicosis de Bernard Herrmann. Esto no es casualidad, pues La noche de Halloween (al Igual que el Psicosis de Hitchcock en su momento) innovó y marcó un antes y un después dentro del género del cine de terror, y creó un asesino en serie, un psicópata o psico-killer (como dicen en USA) sobrehumano tanto por su maldad como por su fuerza y su capacidad para moverse, aparecer y desaparecer como un ente casi irreal y fantasmagórico pero, a la vez, muy real y corpóreo cuando ataca a sus víctimas. 

Un asesino sobrenatural que entronca con esa tradición oral del “monstruo” mata niños: el hombre del saco. Está en todas partes y nunca sabes cuando va a aparecer ante ti. Quizá esté en tu mente y seas tú mismo, con el miedo o la curiosidad morbosa volcada sobre él, el que lo convierta en una realidad (que es, en definitiva, lo que les pasa a los periodistas de este Halloween 2018). 

La noche de Halloween (Halloween, 2018), no sólo conserva una extrema fidelidad al original de 1978, sino que además, la mano del propio John Carpenter y de Jamie Lee Curtis (ambos como productores) y Carpenter como compositor, de nuevo, de una magnífica banda sonora (con la ayuda de su hijo Cody), han sido sin lugar a dudas una clara guía para su director, David Gordon Green, que sin tener hasta ahora una filmografía destacable, con su anterior trabajo Stronger (2017) y este Halloween,  ha realizado los dos mejores de su carrera. La sombra de Carpenter y de Michael Myers demuestran ser alargadas e incombustibles, y ambos son ya parte de la historia del cine y también dos iconos del cine de terror. Si no existiera el original de 1978, es muy posible que este Halloween, cuarenta años después (hay que ver como pasa el tiempo) se convirtiera rápidamente en un filme de culto, aunque es muy posible que vaya a serlo para las nuevas generaciones de aficionados al género, a la vez que les haya redescubierto el original y les haga volver la vista a los “clásicos” del cine, pues el Halloween de 1978 ya lo es por derecho propio. 




Además de estas virtudes, el nuevo Halloween tiene muchas otras que lo vuelven a emparentar con el original mientras que, al mismo tiempo, actualiza el mito Myers con acierto, al igual que la figura del Dr. Loomis, ahora llamado Dr. Sartain, e interpretado por el turco Haluk Bilginer (siempre a la sombra de Myers pero no menos importante en la trama). Aquí, tenemos un Dr. mucho más en sintonía con el Doctor Frankentein (otro clásico inmortal), que defiende a su “criatura” incluso poniendo en juego su propia vida. El filme posee un comienzo inquietante y lleno de fuerza, que nos hace temer a ese “hombre del saco” llamado Michael Myers desde el primer fotograma. He de decir que, de toda la saga de Halloween, el filme que más me gustaba hasta ahora (junto con el original), era Halloween. El origen (de Rob Zombie, 2007), filme que nos mostraba más a fondo al Myers niño y nos explicaba su terrible infancia junto a un padre alcohólico y maltratador y una madre bailarina de streaptease. Como sucede en muchos otros casos de asesinos múltiples, el verdugo fue antes víctima, y aunque esto no justifique que sea un ser que se dedique a matar, si que es un lento detonante que prende la mecha del mal en su interior hasta explotar y que explica en parte también esa auto anulación de su propia humanidad, su silencio total, su falta de diálogo y de empatía, y ese ocultarse tras la máscara (como ya hicieron otros personajes clásicos del horror en El fantasma de la ópera (con variadas versiones que van desde la de 1925 con Lon Chaney al musical de 2004, dirigido por Joel Schumacher) o su primo hermano slasher más reciente, el Jason Voorhees de Viernes 13 (de Sean S. Cunninghan,1980) y unas cuantas entregas más de otra franquicia terrorífica no menos exitosa. La figura del asesino Michael Myers retoma en este Halloween 2018 toda su fuerza y terrible poder maligno y aniquilador. De nuevo (como también ocurría en 1978), Michael se fuga aprovechando un traslado desde el centro psiquiátrico donde lleva 40 años recluido; una escena que supone un claro homenaje a La noche de los muertos vivientes (1969), de George A. Romero, con los locos deambulando como zombies en medio de una noche brumosa)





Aunque han pasado los años y lo percibimos en las tomas iniciales, su vigor y ansia por matar están igual de intactos y vitales. Los largos travellings, la profundidad de campo en las tomas generales, sello de la "casa Carpenter", y la perfecta alianza de la música junto a las diversas secuencias, la emparentan con su hermano clásico de 1978 de manera indudable para placer de cinéfilos y fans del género. 



John Carpenter (nacido en 1948), al igual que el ya citado George A. Romero, y otros ya míticos directores del terror de los 70 y 80 como Wes Craven, juegan con las dimensiones del sueño y de la realidad (recordad Pesadilla en Elm Street, de 1984), con lo que parece irreal e inexplicable pero puede suceder y sucede, volviendo la vista atrás a los mismos orígenes del género fantástico y la definición más pura de dicho término, pero al mismo tiempo innovando con unos “monstruos” mucho menos góticos y más reales, a pesar de que sus facultades para aterrorizar y matar sobrepasen todo lo humano. Es eso mismo lo que les dota de un carácter y un aura mítica, y lo que les hace mucho más temibles y terroríficos, puesto que no podemos apartarlos de nuestra mente y siempre formarán parte de nuestras más terribles pesadillas, como ese “hombre del saco” o “sacamantecas” de cuando éramos niños, pero al que no sabíamos poner cara. 

Es cierto que, desde un punto de vista comercial, se abusó en exceso de la saga Halloween, creando una franquicia que (como ya he apuntado) hizo las delicias de sus fans pero con una calidad mediocre (excepto en el original), hasta que llegó hace 11 años Halloween. El origen (2007), también citada en este artículo. Nada más y nada menos que 10 títulos desde 1981 (sin contar el original de 1978) hasta este La noche deHalloween (2018), siendo la segunda (secuela con guión de Carpenter y Hill nuevamente) la más decente hasta la explicación por parte de Rob Zombie del origen de Myers y este, vamos a llamar, “renacimiento” del asesino en serie más letal del cine de los 70 y 80. 



El papel guerrero de las mujeres, en este caso del personaje de Laurie Strode, encarnado por una Jamie Lee Curtis que, a pesar de su edad (han pasado 40 años), está en plena forma, es una de las cosas que más marca esta vez al personaje protagonista femenino, dando continuidad al original de Carpenter, en el que Laurie ya le plantaba cara a Myers con esa aguja de hacer punto o con cualquier otro objeto punzante. Una Jamie Lee Curtis que comenzó a destacar precisamente en esta saga y que, por cierto, era hija de Tony Curtis y Janet Leigh, quien encarnó a Marion Crane, la protagonista femenina del Psicosis  de Hitchcock, otra curiosa e interesante coincidencia. 




Laurie/Lee Curtis demuestra de nuevo tener una conexión mental o extrasensorial con Michael Myers, percibiendo su cercanía y sabedora de que su destino está ligado de manera indefectible al de él, y que ella no descansará en paz hasta que Myers sea destruido. En este sentido, Laurie se erige en el elemento que impartirá justicia y equilibrio entre las fuerzas del bien y del mal, aunque ya sabemos que la esencia del mal o “el mal absoluto” (como así definía a Myers el propio doctor Loomis en 1978) nunca puede morir del todo, pues forma parte, al igual que el bien, del equilibrio de fuerzas que rigen la naturaleza y el universo (de esto sabe mucho también el director George Lucas). 



Y que más puedo decirles, que yo he disfrutado con este Halloween 2018. Que me ha reencontrado y mostrado de nuevo a ese terrible “hombre del saco” de nuestras pesadillas con una fuerza visual y un respeto al filme de 1978 que hace que me quite el sombrero (estoy seguro que hay mucho de Carpenter en él, pues también aparece acreditado como productor ejecutivo además de compositor). Que ya con el comienzo de los títulos de crédito (muy similares a los de 1978) y con esas primeras notas musicales, se te ponen los pelos de punta y te entran ganas de tararear su magnífica partitura. En fin, que si son fans de la saga o amantes del género no se la pierdan. Y si pueden verla en V.O.S.E aún mejor. Y es que, Myers ha vuelto con toda su fuerza y malignidad. En realidad, ténganlo por seguro, Michael Myers siempre ha estado ahí, frente a nuestra ventana, frente al espejo de nuestras peores pesadillas. 

Gonzalo J. Gonzalvo

-Aragonia, C. Grancasa, Palafox, Puerto Venecia, Yelmo-