jueves, 25 de octubre de 2018

Burning (Buh-ning, 2018)****

Dir: Chang-dong Lee
Int: Ah-In Yoo, Steven Yeun, Jong-seo Jeon, Soo-Kyung Kim, Seung-ho Choi, Seong-kun Mun

De modo habitual, el director coreano Chang-dong Lee ha escrito los guiones de sus películas. Nacido en 1954, sólo ha firmado seis largometrajes. No era extraño que le llamara la atención el cuento Barn Burning del japonés Haruki Murakami, incluido en el libro de relatos El elefante desaparece, de 2005, aunque en España, traducido, no se editó hasta el año 2016. Barn Burning (literalmente sería "quemando el granero"), por cierto, también es el título de un relato corto de William Faulkner (editado en 1939), escritor que gusta bastante a Murakami, y también a su protagonista, recreado por Chang-dong Lee y Jungmi Oh (los adaptadores al cine del relato), que ahora se llama Jong-su Lee, interpretado con la habitual eficiencia de los actores coreanos por Ah-In Yoo.  No era extraña la coincidencia por que las historias de Murakami y Chang-dong Lee suelen caracterizarse por un obsesivo fatalismo que como una maldición divina, se impone sobre el destino de sus personajes.



Jong-su Lee (escritor aficionado y granjero por herencia familiar) se gana la vida como puede en la ciudad haciendo de mensajero. Al hacer una entrega, se encuentra por casualidad con Shin Hae-mi (Jong-seo Jeon), una chica que vivía en su vecindario y de la que se enamora a primera vista. La joven le pide que cuide a su gato durante un viaje a África. A su regreso, Hae-mi le presenta a Ben (Steven Yeun), un joven misterioso y con dinero que conoció allí. Un día, Ben revela a Jong-su Lee un pasatiempo muy extraño... 



El tejido narrativo creado por Chang-dong Lee es un sólido tapiz, preciso en su diseño, implacable en su destino, pero se las arregla para ir sugiriendo dibujos inquietantes. Bajo ese tapiz hay otros mundos insospechados. El casi autismo de Jong-su, la eterna sonrisa de Ben, la desesperación vital de Hae-mi, oculta trás su escapada continuada (a África, etc.), y propensa a aislarse de la realidad, el gato que está pero no está..., en fin una de las películas más sugerentes del año.



Por si fuera poco, en una de las mejores secuencias del film (deben descubrirla por su 
cuenta) el fondo musical escogido es un tema de Miles Davis, que nos habla de la estudiada 
perfección de un encaje artístico, de la fusión entre la imagen y la música que es en ocasiones sublime (entre el cine y el jazz, en este caso), puro cine. Además, estamos ante todo un homenaje a Murakami que ama profundamente este estilo musical como ha dejado claro en algunos de sus escritos (y en especial en su ensayo Retrato en jazz, de 1997).



Los que tengan algún reparo al cine coreano deben superarlo, seguramente estamos ante una de las cinematografías con mejor estado de salud del planeta. Además de Chang-dong Lee, yo les recomiendo que se apunten los siguientes nombres: Sang-Soo Hong, Ki-duk Kim, Chan-wook Park, Joon-ho Bong y Sang-ho Yeon, que son la punta de un inmenso iceberg, realizadores con sensibilidades y estilos muy variados que van desde el cine de géneros (terror y ciencia ficción) a la experimentación, pero siempre con miradas bastante personales y una calidad formal incuestionable.

Roberto Sánchez

-Aragonia-

miércoles, 24 de octubre de 2018

Ha nacido una estrella (A Star Is Born, 2018)**

Dir: Bradley Cooper
Int: Bradley Cooper, Lady Gaga, Sam Elliott, Rafi Gavron, Andrew Dice Clay, Anthony Ramos, Bonnie Somerville, Dave Chappelle, Michael Harney, William Belli, Rebecca Field, D.J. Pierce, Steven Ciceron, Andrew Michaels, Jacob Taylor, Geronimo Vela, Frank Anello, Germano Blanco, Ron Rifkin, Alec Baldwin

La autodestrucción del ser humano 

Bradley Cooper es un conocido y exitoso actor y, recientemente, también director y guionista (además de haber participado como productor en más de una decena de series de televisión y largometrajes) que se dio a comocer 
(allá por el año 2001) a través de la serie Alias del mago J.J. Abrams. Desde el comienzo del nuevo milenio hasta hoy, su filmografía como actor es bastante irregular, abundando en series y títulos comerciales como De boda en boda (David Dobkin, 2005), Boda por contrato (Tom Day, 2006), Resacón en Las Vegas (Todd Philips, 2009), etc. Unos pocos títulos destacables, como La gran estafa americana (David O Russell, 2013) y, especialmente, El francotirador (Clint Eastwood, 2014), hacen subir su caché como actor. Lo que aprovecha para incrementar su cuenta corriente con, de nuevo, la comercial saga de Guardianes de la galaxia I y II (2014 y 2017), aunque sólo ponga en ella la voz de Rockett, y con Vengadores: Infinity War (2018). 



Hago esta exposición previa porque, además de avispado, (en el filme de Eastwood también metió pasta como productor, lo que seguro que le rentó lo suficiente para poder lanzarse ahora a la producción de sus propios proyectos), está claro que a Bradley le gusta mucho el dinero, y ha visto en la revisión y remake de un clásico melodrama como Ha nacido una estrella (del que ya existían  tres versiones que ahora pasaré a comentar), una clara oportunidad comercial jugando a lo seguro y, además, captando al público joven y adolescente mediante la incorporación de la popular estrella de la canción pop actual Lady Gaga a este proyecto fílmico en el que se estrena como director sin arriesgar demasiado. 



Ha nacido una estrella (traducción literal del título original en inglés A Star Is Born), es una historia que mezcla el melodrama al estilo tradicional de Hollywood con el cine musical, fusión que ha dado dos obras maestras. La primera de ellas, data de 1937, y la dirigió William A. Wellmann sobre una historia original creada por él mismo y por Robert Carson. La pareja estuvo formada por Fredric March (Norman Maine) y Janet Gaynor (Esther Blodgett), y, además de ganar el Oscar al Mejor Guión original obtuvo 7 nominaciones más en los premios Oscar. 



Habría que esperar hasta 1954 para que otro gran director, George Cukor, reuniera a una gran pareja formada por Judy Garland y James Mason  para resucitar al artista fracasado Norman Maine y a Esther, una cantante en alza (¿les va sonando el argumento y los nombres respecto al filme de Cooper, verdad?). El guión corría de nuevo a cargo de William A. Wellman y Robert Carson, que contaron también con las aportaciones de Moss Hart, Dorothy Parker y Alan Campbell. Esta vez fueron 6 las nominaciones a los Oscar, destacando las de los protagonistas Garland y Mason (también Globos de oro y muchos otros premios). 



Y llegamos así hasta los años 70 para que a mediados de dicha década, la mina de oro creada por Wellmann y Carson volviera a llevarse a la pantalla de la mano del director y actor Frank Pearson, que juntó a la gran cantante Barbra Streisand (en la cima de su carrera) y al también actor y cantante Kris Kristofferson para dar vida a Esther y a Norman (ésta vez John Norman, van alternando nombre y apellido para despistar un poco). En esta ocasión, Kristofferson encarna a un cantante rockero alcohólico pero también adicto a las drogas (como era de esperar en los 70). Aunque artísticamente no es la más brillante, la pareja musicalmente es de altura (Oscar a la Mejor canción más 4 nominaciones más) y, para mí (aunque tendría que revisarla) superan de largo a la pareja Gaga/Cooper si sumamos sus cualidades vocales y actorales (estamos hablando de la Streisand que, además de ser una bestia vocal ha sido una actriz con una filmografía más que destacable). 



Y así llegamos a este 2018 con esta “nueva” versión de Bradley Cooper (bastante talludito ya para ser pareja de una Lady Gaga, que ha cumplido tan solo 32 añitos). Predecible y repetitiva (los cinéfilos que hemos visto las anteriores nos sabemos de memoria la historia), su metraje se hace además excesivo (dos horas y cuarto para contar algo que en hora y media sería más que suficiente). La primera parte aguanta, pero a mitad se comienza a desinflar y a perder fuelle, al igual que el papel de Cooper, que le va dejando un progresivo protagonismo a la Gaga mientras él se diluye como un azucarillo. La larga duración es el soporte o excusa para meter bastantes números musicales bien ejecutados tanto por Cooper como por la Gaga, pero pesando más la parte musical que el drama, el conjunto se hace bastante pesado a pesar del espectacular Dolby Atmos y la garganta prodigiosa de Lady Gaga, que por otra parte, en su primer papel en la pantalla grande, sorprende por las ganas, fuerza y calidad de una cantante a la que hasta ahora no se la podía considerar actriz, a pesar de haber participado ya en series de televisión y cuidar bastante el aspecto interpretativo en sus shows y videoclps. 



El filme de Cooper (que seguro que ha aprendido buenas maneras de Clint Eastwood cuando coincidieron en El francotirador) es muy parecido al de 1976, especialmente por el rollo rockero y anfetamínico y por eso del revival setentero que vivimos en el cine, y poco o nada aporta ya a una historia magistralmente narrada por directores de la talla de George Cukor o William A. Wellmann. Quizá Clint Eastwood hubiera logrado un melodrama de mayor profundidad, con una excelente banda sonora y con esa magia tan especial que hace que él sea el útimo gran director clásico que le queda al cine norteamericano. Quizá Cooper se lo propusiera antes a Eastwood, que bien le pudo responder: “Oye, chaval….eso ya lo han hecho otros...y muy bien, antes que yo...pero tú que eres joven y estás empezando,…adelante...en estos tiempos la memoria cinematográfica del espectador es como la de un mosquito...”. 

Pues eso,...que los que tenemos memoria cinematográfica y artística tenemos ese “inconveniente”. Aún así, le doy a Cooper un aprobado alto, pero no pretendan que le dé la misma nota que a Cukor o Wellmann. Como diría el tio Clint….”Muchacho….esos juegan en otra liga...”. Y él también. Eastwood...te echo de menos.

Gonzalo J. Gonzalvo

-Aragonia, C. Grancasa, Palafox, Puerto Venecia, Yelmo- 

lunes, 22 de octubre de 2018

Climax (2018)**

Dir: Gaspar Noé
Int: Sofia Boutella, Romain Guillermic, Souheila Yacoub, Kiddy Smile, Claude Gajan Maull, Giselle Palmer, Taylor Kastle, Thea Carla Schott, Sharleen Temple, Lea Vlamos, Alaia Alsafir, Kendall Mugler, Lakdhar Dridi, Adrien Sissoko, Mamadou Bathily. 

A Gaspar Noé (nacido en Buenos Aires, Argentina, en 1963) le gusta la provocación y la polémica. Sus apuestas cinematográficas casi siempre escogen caminos complejos y temas tratados desde su vertiente más desagradable. Ha desarrollado su carrera profesional en Francia y su película Irreversible (2002), causó no pocos rechazos por la larga y difícilmente soportable escena de una violación (protagonizada por Monica Bellucci). Enter the Void (2009) y Love (2015), sus dos siguientes largometrajes, sin ser tan polémicos han despertado entre la crítica y el público más de una controversia. Para calificar su obra parecen ser igualmente válidos terminos como experimentación, cine primario y burdo, o cine sensible y delicado. Ahora con Climax, de nuevo, ha provocado más de una polémica, con numerosas deserciones entre sus espectadores, aunque en el Festival de Sitges (2018) ha logrado recientemente ser la ganadora del Premio a la Mejor Película.



De nuevo ha logrado provocar variados comentarios con su personal visión y reconstrucción de lo que fue un suceso real. A mediados de los años noventa, veinte jóvenes bailarines de danza urbana que se habían reunido para unas jornadas de tres días de ensayos en un internado en desuso situado en el corazón de un bosque, hacen su último baile común y luego festejan una última fiesta de celebración alrededor de una gran fuente de sangría. Pronto, la atmósfera se vuelve eléctrica y una extraña locura los atrapará toda la noche. Les parece obvio que han sido drogados, pero no saben por quién o por qué.



La situación caótica en la que se ven envueltos estos personajes le permite a Noé poner en funcionamiento toda una batería de recursos efectistas: iniciar el filme por la secuencia final y por los "créditos finales", utilizar unas grabaciones en vídeo del supuesto casting de los bailarines y así presentarnos a la variopinta galería de personajes con un punto de vista "televisivo" y confesional, insertar textos más o menos explicativos de algunas situaciones, invertir el punto de vista de la cámara, marearnos con ciertos desplazamientos de cámara  y apostar siempre por una grandilocuencia expresionista tenga sentido o no para la lógica de la narración.



Lo importante para Noé es transmitir el mareo, dejar que nos identifiquemos con la afloración de los más bajos instintos en un grupo de personas arrastradas por el frenesí, por la locura inducida por las drogas. 

A Gaspar Noé, casi siempre muy cuidadoso y aplicando a sus imágenes una cierta idea de lo verosímil, ha querido deslizarnos hacia la locura y el descontrol, afectando de manera demasiado evidente (y poco o nada original) a una puesta en escena deslabazada, rota y en la que los actores parecen tan desorientados como sus personajes después de ingerir el brebaje-sangria.



No es imposible de soportar (aunque las últimas secuencias decidídamente están concebidas para marear al espectador), así que aquellos que ya hayan visto alguna de sus películas y no se hayan sentido escandalizados, deberían volver a intentarlo. Los más pusilánimes deberían abstenerse. 
A mi, me ha gustado mucho menos que la dura e impactante Irreversible, aquí creo que hay "mucho ruido y pocas nueces". 

Roberto Sánchez

-Aragonia- 

viernes, 19 de octubre de 2018

La sombra de la ley (2018)**

Dir: Dani de la Torre
Int: Luis Tosar, Michelle Jenner, Vicente Romero, Ernesto Alterio, Paco Tous, Manolo Solo, Jaime Lorente, Pep Tosar, Fernando Cayo, William Miller, Adriana Torrebejano, Xosé Barato, Ricardo de Barreiro, José Manuel Poga, Elías Pelayo, Paula del Río, Albert Pérez. 

El director gallego Dani de la Torre (nacido en 1975) debutó en el largometraje con la alabada película de acción El desconocido (2015), con guion de Alberto Marini. Ahora, decide emular a grandes maestros del cine de gangsters como Martin Scorsese en La sombra de la ley, con guion de Patxi Amezcua que ha intentado trasladar esta trama típica del cine negro, un tanto inconexa, a la Barcelona de los años veinte. 





En concreto a 1921, en la que España vive un momento agitado y caótico: son los años del plomo, fruto de los violentos enfrentamientos callejeros entre matones y anarquistas. Ese momento parecía especialmente adecuado para incluir los pertinentes tiroteos y persecuciones. El gansterismo y los negocios ilegales están instalados en la sociedad. En esta situación de disturbios, Aníbal Uriarte (Luis Tosar) es un policía enviado a Barcelona para colaborar en la detención de los culpables del robo a un tren militar. Aníbal, recién llegado, parece adaptarse bien a las formas mafiosas del inspector Rediú (Vicente Romero), ganándose su confianza, pero enseguida comenzarán los enfrentamientos y desconfianzas. Aníbal entrará en contacto no sólo con los bajos fondos de la sociedad barcelonesa, en los que destaca un personaje especialmente repulsivo, conocido como El Barón (interpretado de modo muy convincente por un excelente Manolo Solo), sino también con el mundo anarquista más radical, dispuesto a todo para conseguir sus objetivos. Allí conocerá a Sara (Michelle Jenner), una joven luchadora y temperamental, cuyo encuentro tendrá consecuencias inesperadas para ambos.



Para contar esta historia, ambientada de modo muy libre en los Años de plomo, de la Barcelona de los años veinte en los que los pistoleros y matones contratados por la patronal, por un lado, y la acción directa de los sindicatos obreros anarquistas, por otra, convirtieron la ciudad en un reguero continuo de violencia, Dani de la Torre ha decidido mover la cámara con desenfreno (y yo diría que descontrol) para mostrarnos ese frenesí y sin razón que definía la situación. Ha optado por un estilo grandilocuente y una reconstrucción ambiental espectacular (esta sí muy destacable) que nos permite viajar a los años veinte, pero acercándonos más que a la Barcelona de esa época, a la visión "idealizada" de la Norteamérica que nos daba la serie Boardwalk Empire (2010-2014), creada por Terence Winter, producida, entre otros, por Martin Scorsese que también dirigió alguno de los capítulos iniciales.



Al final, podría ser un capítulo (algo largo) de esa serie que igualmente destacaba por un diseño de producción espectacular en la que la acción, ahora, es algo más hispana, mostrándonos de soslayo el movimiento obrero y las primeras reivindicaciones de las mujeres trabajadoras. Los actores hacen un esfuerzo de caracterización elogiable, aunque a mi me siguen pareciéndo algo forzados y ridículos, en su afán por aproximarse a los modelos estereotipados del cine norteamericano de gangsters. En definitiva, un quiero y no puedo, que a pesar de todo alberga algunos valores. Dani de la Torre parece estar haciendo un muestrario de las posibilidades de la cámara en movimiento, de lo bien que se maneja para trabajar con los numerosos figurantes que rellenan las escenas y del manejo de los trucajes digitales para retroceder en la historia hasta la arquitectura y urbanismo de la época retratada.




Muchos juegos de artificio y muy poca profundidad en los personajes y en la historia.

Roberto Sánchez

-Aragonia, C. Grancasa, Palafox, Puerto Venecia, Yelmo-

jueves, 18 de octubre de 2018

Carrasca (2018)*** Referencia esprés 19

Dir: Alejandro Cortés


Un testamento en vida y una road movie sobre ser mujer, artista, abuela, madre y esposa, y sobrevivir a ello en un mundo de hombres. La veterana pintora Teresa Ramón nos transporta al corazón del proceso creativo, a sus renuncias y retos, en el viaje de vuelta de su experiencia con la muerte. 

El responsable en el guion, la producción y la dirección es Alejandro Cortés, joven realizador aragonés, formado en la Universidad del Cine de Buenos Aires, con un interesante largometraje de ficción titulado Refugios (2015), previo a esta aventura documental, marcada por el cuidado estético y el respeto a la trayectoria vital y creativa de una artista plástica oscense, de reconocido prestigio pero que decidió quedarse en Huesca, ser madre, abuela y nunca renunciar a su faceta artística y docente. 

Pude disfrutarla, durante el pasado Festival de Huesca (Edición 46, de 2018) y sigue proyectándose en muestras y festivales por todo el mundo. Recientemente, el día 16 de octubre de 2018, se ha visto en la Sección Oficial del 27º Festival de Cine de Madrid, ..

Roberto Sánchez.

Marguerite Duras. París 1944 (La douleur, 2017)** Referencia esprés 18

Dir: Emmanuel Finkiel
Int: Mélanie Thierry, Benoît Magimel, Benjamin Biolay, Shulamit Adar, Grégoire Leprince-Ringuet,  Emmanuel Bordieu, Elsa Amiel, Brett Gillen, Grégoire Gros, Anne-Lise Heimburger, Patrick Lizana.

Al encontrar dos viejos cuadernos en una caja olvidada, Marguerite Duras, interpretada por Mélanie Thierry, recuerda su pasado y el insoportable dolor de la espera. En la Francia ocupada por los nazis de 1944, la joven y brillante escritora participa activamente en la Resistencia 
junto con su marido, Robert Antelme (Emmanuel Bordieu). 

Cuando Robert es deportado por la Gestapo, Marguerite se embarca en una lucha desesperada para lograr que regrese. Entabla una inquietante relación con el colaboracionista Rabier (Benoît Magimel) y corre grandes riesgos para salvar a Robert, en un juego peligroso de manipulación y seducción en el que sabe puede poner en riesgo a sus compañeros de la Resistencia y a su pareja. ¿Rabier quiere realmente ayudarla? ¿O está tratando de obtener información sobre los grupos clandestinos anti nazis? Finalmente la guerra termina y las víctimas regresan de los campos, un periodo insoportable para ella, una larga y silenciosa 
agonía tras el caos de la liberación de París. Pero ella continúa esperando, encadenada al 
tormento de la ausencia, incluso más allá de la esperanza. 

Irregular y ligeramente tediosa, por momentos interesante, esta es la sexta película de Emmanuel Finkiel. Lo que la hace relativamente atractiva es la poderosa personalidad del personaje retratado (la Duras) en unas circustancias límite y el habitual y eficiente trabajo de los actores franceses (excelentes Mélanie Thierry y Benoit Magimel) que logran transmitir esa situación de desesperación ante la ocupación alemana, aprovechada por algunos franceses para medrar a costa de las vidas de sus compatriotas. Un tema siempre polémico y que todavía mantiene heridas abiertas en Francia.

Roberto Sánchez

lunes, 15 de octubre de 2018

Petra (2018)****

Dir: Jaime Rosales
Int: Bárbara Lennie, Àlex Brendemühl, Marisa Paredes, Joan Botey, Petra Martínez, Carme Pla, Oriol Pla, Chema del Barco. 

El guion de Petra está firmado por Jaime Rosales, Clara Roquet y Michel Gaztambide. Una historia que el
mismo Jaime Rosales define como drama de inspiración clásica y en el que la mentira y la manipulación 
conducen a situaciones trágicas, pero no necesariamente a un desenlace terrible. Una película que le permite, además, reflexionar sobre la personalidad del artista, quizás sobre si mismo... 

Petra (Bárbara Lennie) no sabe quién es su padre, se lo han ocultado a lo largo de su vida. Tras la muerte de su madre inicia una búsqueda que le conduce a Jaume (Joan Botey), un célebre artista plástico poderoso y despiadado. En su camino por conocer la verdad, Petra también entra en contacto con Lucas (Àlex Brendemühl), hijo de Jaume, y Marisa (Marisa Paredes), esposa de Jaume y madre de Lucas. A partir de ese momento, la historia de estos personajes se va entretejiendo en una espiral de maldad, secretos familiares y violencia que los lleva a todos al límite. 




El miércoles, 10 de octubre, en los Cines Palafox de Zaragoza, Jaime Rosales protagonizó una master class y el preestreno de su última película Petra. Desveló en parte su laborioso proceso de trabajo en el guion, con numerosas versiones que depuradas dieron como resultado un necesario punto de partida para la recreación de los actores y del director,  sus técnicas en la dirección de actores (y no actores, como Joan Botey) y dejó claro su intento (quizás con éxito, ya veremos) de hacer un cine menos críptico y más abierto a un público amplio. 

No es que su cine sea incomprensible, pero en ocasiones la puesta en escena, al alejarse de los estándares narrativos más aceptados, puede crear un desasosiego en el espectador medio que no suele gustar a los productres. 




Yo creo que Jaime Rosales es uno de los cineastas españoles más sólidos. A mi, me apasiona la mirada escrutadora y desapasionada de La soledad (2007), él prefiere Sueño y silencio (2012), la que más dificultades tuvo con el público (y crítica). Sin duda, Rosales es uno de los directores más personales y tiene una gran capacidad para contar de un modo diferente historias que quizás no sean tan novedosas, pero que con su mirada (puesta en escena) adquieren una dimensión diferente. En la tensión eterna entre arte y ocio, el cine de Rosales, ha apostado siempre por el arte, por el camino menos fácil y al tiempo más sugerente para quien no sólo busca entretenimiento...En la master class (y presentación), antes citada, dejó claro que en Petra había intentado ser narrativamente más cercano a  los cánones clásicos y así ha sido, aunque conscientemente ha roto la secuencia natural de los hechos, dividiendo en capítulos (como Lars von Trier) la historia, pero desordenados temporalmente, lo que provoca un inevitable extrañamiento que, sin embargo, no dificulta el seguimiento de la historia.




Llama la atención el personaje de Jaume, su maldad intrínseca, el hecho de que sea un actor no profesional, y su poderosa presencia. También el excelente rendimiento del resto de los actores, sometidos a un estilo de trabajo en el que predomina la improvisación y una manipulación por parte de un director (así lo confesó el mismo Rosales en la Master Class) que lleva al límite la exigencia de construir unos personajes que deben ajustarse a una visión personal y obsesiva. Nos relató las dificultades de Marisa Paredes, para construir con los parametros dados a la Marisa de esta historia y la satisfacción de haber logrado un excelente rendimiento de la, por otra parte, veterana y excelente actriz madrileña (nacida en 1946), que con más de 100 personajes incorporados es una de las más ilustres de la historia del cine español. 




Una de las mejores películas del cine español reciente, y una muestra de que Jaime Rosales continúa en el oficio de cineasta apostando por la pasión creadora del artista comprometido...

Roberto Sánchez

jueves, 11 de octubre de 2018

Sweet Country (2017)*** Referencia esprés 17

Dir: Warwick Thornton
Int: Hamilton Morris, Bryan Brown, Sam Neill, Thomas M. Wright, Matt Day, Ewen Leslie, Anni Finsterer,  Natassia Gorie Furber, Tremayne Trevorn Doolan, Gibson John. 

El guion, escrito por Steven McGregor y David Trantern, se inspira en una historia real sucedida en el interior de Australia en 1929. Cuando el aborigen Sam (Hamilton Morris) mata al propietario blanco Harry March (Ewen Leslie) en defensa propia, Sam y su mujer Lizzie (Natassia Gorey-Furber) emprenden la huida. Pero la pareja será perseguida de forma incansable por las autoridades. 

Una historia, entre otras muchas, sobre cómo la cultura anglosajona se impuso a sangre y fuego sobre la de los aborígenes australianos. Una vez más, sabemos muy poco sobre el comportamiento racista e inhumano de los colonizadores británicos, que durante mucho tiempo han logrado silenciar ese pasado ominoso. De vez en cuando, algún cineasta australiano (éste es, además, aborigen), rescata algunos de los sangrantes hechos del dominio de los "blancos", de las atroces prácticas de los colonos y no sólo de las autoridades.



Warwick Thornton empezó trabajando en documentales para la televisión en 1998. Desde esa época ha realizado más de 38 trabajos, entre los que hay más documentales, varios cortometrajes y 7 largometrajes de ficción. Sweet Country, es el primero de sus largos en estrenarse en Zaragoza en salas comerciales y puede que en España. Dirigió el fragmento True Gods, del film colectivo Words with Gods (2014), en el que acompañó a Guillermo Arriaga, Álex de la Iglesia, Héctor Babenco, Bahman Gohbadi, Amos Gitai, Emir Kusturica, Hideo Nakata y Mira Nair. 

Pasó algo desapercibido, pero tiene indudables valores, tanto por su mensaje como por el verismo casi documental de sus imágenes, así que les recomiendo que lo recuperen para su agenda de visionados...

Roberto Sánchez

martes, 9 de octubre de 2018

Cold War (Zimna wojna, 2018)****

Dir: Pawel Pawlikowski
Jnt: Joanna Kulig, Tomasz Kot, Agata Kulesza, Borys Szyc, Cédric Kahn, Jeanne Balibar, Adam Woronowicz, Adam Ferency, Adam Szyszkowski. 

Cold War no es otra cosa que una apasionada y apasionante historia de amor, ambientada en los años de la Guerra Fría. Una historia de amor entre dos personas de diferente origen y temperamento, pero cuyos talentos convergen más allá de las ideologias y de los territorios. El contexto político y social en el que tienen que sobrevivir dificulta su relación, pero su pasión prevalecerá por encima de todo.

Pawel Pawlikowski, en la dirección, la historia y el guion (junto a Janusz Glowacki ), Lukasz Zal, en la dirección de fotografía (un esplendoroso blanco y negro), y los actores Joanna Kulig y Tomasz Kot (los enamorados Zula y Wiktor), han logrado la combinación necesaria para poder decir que estamos ante una de las mejores películas del año. 

Quizás la historia que se cuenta no sea novedosa (aunque tiene un interesante sabor a reinvención de un pasado familiar algo tamizado por la fabulación), pero Paulikowski viene demostrando que es un director al que le gusta narrar sobre todo con imágenes. Sabe prescindir de lo meramente textual, y trascender la historia de amor y su contexto. No hay un solo plano que no tenga un fuerte valor expresivo.





Hay películas que le sacan a uno de la mediocridad estética habitual en el cine reciente, siempre pulcro en sus imágenes y a menudo carente de imaginación en la puesta en escena. De esto último anda sobrado este polaco, nacido en Varsovia en 1957, Graduado en literatura y filosofía en Inglaterra y con un postgrado en Oxford en literatura alemana, desarrolló su carrera cinematográfica en Inglaterra con una serie de brillantes documentales para la televisión y títulos como The Stringer (1998), Last Resort (2000), My Summer of Love (2004) y, con participación francesa en la producción, La mujer del quinto (2011). En 2013 vuelve a Polonia, donde firma la premiada y apreciada Ida, en la que la acción ya transcurre en su Polonia natal durante  ese periodo de la Guerra Fria.





Factor decisivo es el de la música, tanto que en algunos momentos el filme se convierte en un bello musical en el que podemos escuchar arreglos espectaculares sobre folclore tradicional polaco, la espléndida voz de Joanna Kulig, o un excelente jazz durante la estancia parisina, con los arreglos del pianista Marcin Masecki. Otra pieza más que encaja a la perfección con las imágenes e interpretaciones para lograr el disfrute estético que supone contemplar esta película. 

Roberto Sánchez

-Aragonia, Palafox-

lunes, 8 de octubre de 2018

Un pequeño favor (A Simple Favor, 2018)***

Dir: Paul Feig
Int: Anna Kendrick, Blake Lively, Henry Golding, Glenda Braganza, Dyanne Ramsay, Zach Smadu, Eric Johnson, Sarah Baker, Kelly McCormack, Cyndy Day, Gia Sandhu, Kerry-Lee Finkle, Joshua Satine, Lucas Kalechstein, Patti Harrison.

Mujeres peligrosas 
A medio camino entre la comedia y el thrilller, Un pequeño favor es una historia basada en la novela homónima de Darcey Bell, con guión del propio Paul Feig y de Jessica Sharzer. Historia que pivota sobre dos mujeres (Stephanie y Emily) y dos actrices (Anna Kendrick y Blake Lively). La primera de ellas es una joven madre bloguera que vive en una pequeña ciudad, en la que también reside su mejor amiga, la extraña y sofisticada Emily. Después de que ésta desaparezca de manera repentina, Stephanie comenzará a buscarla con ayuda del marido de Emily, Sean (Henry Golding). Su objetivo será descubrir la verdad en una trama en la que nada es lo que parece, donde se entrelazan misterios, traiciones y venganzas. 




Paul Feig, el director de todo esto, posee una filmografía irregular, habiendo destacado especialmente en episodios de series de televisión como Freeks and Geeks (1999), Arrested Development (2003) y, especialmente, la más reciente Mad Men (HBO, 2007). Respecto a cine, Feig (con apenas media docena de largometrajes en su haber), se ha centrado en proyectos comerciales facilones como La boda de mi mejor amiga (2011), la estulta Cuerpos especiales (2013) o el fallido e innecesario remake de los Cazafantasnas (2016). Tras estos títulos palomiteros y más que discretos Feig intenta emular al Polanski de la reciente Basado en hechos reales (2017), en la que pudimos disfrutar de un buen duelo de actrices entre Emmanuelle Seigner y la bella y morbosa Eva Green, valiéndose incluso la chanson francesa. Y, aunque el filme que cito no es de los mejores del gran Roman Polanski (autor de más de una obra maestra del cine como el Neo Noir Chinatown), está claro que Paul Feig no es comparable y juegan en ligas distintas.




Un pequeño favor es una película tan extraña como estas dos mujeres y que se luce más, a mi entender, en el terreno de la comedia. Blake Lively, hermosa y deslumbrante, resulta verdaderamente magnética y maquiavélica en el papel de Emily Nelson, siendo ella realmente lo más destacable del filme, aunque la Kendrick da la talla y la réplica en el papel de esa joven viuda hiperactiva, verborréica y algo ingenua (aparentemente). Es, como digo, en la comedia, donde ambas más se lucen (especialmente gracias a la vis cómica de la Kendrick), aunque Blake Lively borda una femme fatale algo desaprovechada, que en manos de un gran director y en una película de cine negro más seria, podría estar a la altura de grandes mujeres fatales clásicas como una Barbara Stanwick o una Lauren Bacall (señor Polanski, hermanos Coen... tomen nota de esto).




A pesar de la mezcolanza de géneros, Un pequeño favor funciona, aunque se va desinflando poco apoco y su metraje se hace algo largo y pesado. Lo dicho, en manos de un gran director maestro del thiller y del suspense y con el imprescindible ingrediente del humor negro, podría haber sido un filme de altura. Aún así, sólo por disfrutar en versión original de este duelo de actrices merece la pena, y Blake Lively demuestra que, además del cuerpazo que ya mostró en Infierno azul (de Jaume Collet Serra, 2016) es una actriz guapísima y con un gran talento fílmico, como bien sabe Woddy Allen, que ya la fichó para su bella y melancólica Café Society (2016). 

Un filme pues, recomendable para amantes de la comedia provista de humor negro y que exijan algo más que las descerebradas y olvidables comedias palomiteras de humor zafio, simplón y grueso.

Gonzalo J. Gonzalvo

-Aragonia, Palafox, Puerto Venecia, Yelmo-

viernes, 5 de octubre de 2018

Lean on Pete (2017)*** Referencia esprés 16

Dir: Andrew Haigh 
Int: Charlie Plummer, Travis Fimmel, Steve Buscemi, Chloë Sevigny, Steve Zahn, Thomas Mann, Amy Seimetz, Justin Rain, Frank Gallegos, Rachael Perrell Fosket, Dana Millican, Chris Ihlenfeldt, Lewis Pullman, Julia Prud'homme, P.E. Ingraham, Bob Olin. 

Charlie Thompson (Charlie Plummer), un chico de quince años que queda solo al morir su padre (Ray, interpretado por Travis Fimmell), emprende junto a un caballo de carreras robado un peligroso viaje en busca de su tía, de la cual no tiene noticias desde hace tiempo, y un nuevo hogar. 

Una road movie, o mejor un western iniciático. El director inglés Andrew Haigh, nos propone un sensible retrato de un chaval de quince años en una situación vital desesperada y compleja. Un brillante trabajo del joven Charlie Plummer, acompañado por los siempre eficientes Steve Buscemi, Chloë Sevigny, Steve Zahn y el "vikingo" Travis Fimmel. 

Pasó desapercibida en su estreno zaragozano, pero merece ser vista y recordada...

Roberto Sánchez 

Las estrellas de cine no mueren en Liverpool (2017)*** Referencia esprés 15

Dir: Paul McGuigan
Int: Annette Bening, Jamie Bell, Julie Walters, Vanessa Redgrave, Stephen Graham, Leanne Best, Kenneth Cranham, Frances Barber, Tom Brittney, Ben Cura, Bentley Kalu, Adam Lazarus, Tim Ahern, Rick Bacon, Nicola-Jayne Wells. 

En 1981, el actor británico Peter Turner (Jamie Bell) recibe una llamada inesperada: su ex amante,la oscarizada actriz Gloria Grahame (Annette Bening), ha sufrido un colapso en un hotel de Lancaster. Como ella se niega a ser atendida por los médicos, a él no le queda más remedio que ir a buscarla para llevársela a su humilde casa familiar, en Liverpool. Allí, mientras cuida de ella, revivirá todo lo que les unió durante años, y también lo que les separó. Peter se enamoró de Gloria la primera vez que la vio; era su nueva vecina, una diva de Hollywood, alegre, divertida y llena de energía. Él era un joven actor que comenzaba a cosechar tímidos éxitos en el Liverpool de finales de los 70. Pero ni la diferencia de edad entre ellos, ni la fama, impidieron el flechazo que dio lugar a una de las historias de amor más apasionadas y comentadas de la época... 

El guion es de Matt Greenhalgh, basado en las memorias del actor Peter Turner. Este guionista ya ha dado muestras de su especial sensibilidad hacia temas con ambientación británica (y en especial enManchester o Liverpool) y protagonizados por creadores y artistas que son retratados en sus momentos más complejos, como en Control (2007), dirigida por Anton Corbijn, sobre la vida y temprana muerte de Ian Curtis (líder de la banda Joy Division) o Nowhere Boy (2009), de Sam Taylor-Johnson, sobre los años mozos de John Lennon. Pues eso, Greenhalgh y McGuigan aplican un estilo delicado, coherente y muy elegante para retratar el ocaso de una estrella de Hollywood que se movió siempre en los límites del fracaso...Una oportunidad para ver brillar de nuevo a Annette Bening...



Gloria Grahame (1923–1981), intervino en más de 60 producciones para el cine y la televisión (ya en los años sesenta). Destacó, aunque a veces en papeles secundarios, en importantes filmes, ahora ya clásicos indiscutibles, como ¡Qué bello es vivir! (1946),de Frank Capra, En un lugar solitario (1950), de Nicholas Ray, Cautivos del mal (1952), de Vincente Minnelli, Los sobornados (1953) y Deseos humanos (1954, de Fritz Lang. Una actriz soberbia, con una fuerza "animal" frente a la cámara...

Roberto Sánchez.