jueves, 22 de noviembre de 2018

Lazzaro feliz (2018)****

Dir: Alice Rohrwacher
Int: Alba Rohrwacher, Adriano Tardiolo, Agnese Graziani, Luca Chikovani, Sergi López, Natalino Balasso, Tommaso Ragno, Nicoletta Braschi, Leonardo Nigro.

Lazzaro (Adriano Tardiolo), un joven campesino de excepcional bondad, vive en La Inviolata, una aldea que ha permanecido alejada del mundo y es controlada por la marquesa Alfonsina de Luna (Nicoletta Braschi). Allí, la vida de los campesinos no ha cambiado nunca; son explotados, y ellos, a su vez, abusan de la bondad de Lazzaro. Un verano, se hace amigo de Tancredi (interpretado por Luca Chikovani, en su juventud, y ya adulto por Tommaso Ragno), el hijo de la Marquesa. Entre ellos surge una amistad tan preciosa, al menos para Lazzaro, que le hará viajar a través del tiempo y le llevará a conocer el mundo moderno.

Alice Rohrwacher, nacida en Fiesole (Toscana, Italia) en 1982, ya ha mostrado en Corpo celeste (2011) y, sobre todo en El país de las maravillas (Le meraviglie, 2014), su capacidad para hacer un cine de calidad y bastante original en el panorama europeo.



La crítica ha sacado a relucir, a propósito de Lazzaro felice, los nombres de prestigiosos maestros del cine italiano como Ermanno Olmi (1931-2018) o Pier Paolo Pasolini (1922-1975). Y a mi me parece que esas citas están justificadas. Alice Rohrwacher está construyendo (con éxito) un estilo personal que no reniega de sus raices. Arañando un poco más, pueden encontrase inteligentes guiñosa al cine de Luchino Visconti (1906-1976) e  incluso al de Luis Buñuel (1900-1983) y sus "Olvidados". De todo ese esplendoroso pasado cinéfilo, Alice Rohrwacher ha sacado "oro puro".



Hacía tiempo que veía una película tan compleja en un envoltorio tan sencillo y directo. Alice Rohrwacher ha logrado transmitir el misterio, la denuncia de una situación de explotación que persiste, mediante un personaje-símbolo (nuestro Lazzaro) de una candidez peligrosa. La bondad transfigurada en carne viva y eterna que nos obliga a pensar quiénes somos y hacia dónde vamos.



Una película que nos obliga a mirarnos el ombligo, a mirar más allá de las apariencias, mediante un relato transparente, limpio de trampas conceptuales y trucos innecesarios y que parece abrir (si es que el público se entera y se libra de la maraña del ocio-espectáculo con el que nos bombardean a diario, a veces en forma de cine) una nueva senda a un cine neo neorealista, con enriquecedoras notas de una delicada fantasía...



Una vez más, el mejor cine casi pasa desapercibido. Para verlo en salas en Zaragoza deberían darse prisa ya que desaparecerá en breve. De todos modos, apúntenla en su agenda e intenten verla aunque sea por otros medios. Este cine parece que está condenado al consumo casero. Una pena, ya que las salas de cine, siguen siendo el mejor lugar para el cine...

Roberto Sánchez

-Aragonia-

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