lunes, 8 de noviembre de 2021

El último duelo (2021)***

 Dir: Ridley Scott

Int: Matt Damon, Adam Driver, Jodie Comer, Ben Affleck, Harriet Walter, Nathaniel Parker, Marton Csokas, Sam Hazeldine, Michael McElhatton, Zeljko Ivanek, Alex Lawther, Clive Russell, William Houston, Ian Pirie, Julian Firth, Caoimhe O'Malley, Serena Kennedy, Bosco Hogan, Kevin McGahern, Florian Hutter, Zoe Bruneau, Brian F. Mulvey, Simone Collins, Paul Bandey, Thomas Silberstein, Kyle Hixon, Daniel Horn, Jérome Verney.



Ridley Scott (nacido en 1937) es un veterano productor y realizador británico con una larga experiencia. Como director ha firmado unos cuantos largometrajes que han quedado, sin duda, en la reciente historia del cine: Alien, el octavo pasajero (1979), Blade Runner (1982), Thelma & Louise (1991), Gladiator (El gladiador) (2000), Hannibal (2001), El reino de los cielos (2005), American Gangster (2007) o Marte (The Martian) (2015). En su haber tiene, además, en torno a 150 producciones audiovisuales (series, cortometrajes, publicidad, largos) y ha dirigido más de 50 de ellos. Todos responden a criterios de calidad en su acabado formal y suelen responder a una narrativa sólida y eficiente, aunque no siempre brillante. Los destellos de calidad suelen estar muy condicionados por sus equipos. Normalmente, en sus películas más destacadas es fácil encontrarse a algunos de los mejores argumentistas y guionistas del momento, así como diseños de producción espectaculares, necesarios para muchas de las películas de ciencia ficción o de reconstrucción histórica que suele preferir, aunque no reniegue de otros géneros.


Quizás, con cierto sentido del oportunismo social (feminismo y movimiento "Me Too" presentes) y encima 
con uno de sus apreciados temas de reconstrucción histórica (La Edad Media, en concreto el siglo XIV), ha apostado por un guion escrito por Ben Affleck, Matt Damon y Nicole Holofcener. Estamos ante una adaptación del libro de Eric Jager, basado en hechos reales, la película se centra en el duelo entre rudo Jean de Carrouges (Matt Damon) y el sofisticado Jacques Le Gris (Adam Driver), dos amigos que se convirtieron en rivales. Localizada en la Francia del siglo XIV, cuenta la historia de Marguerite de Carrouges (Jodie Comer), que declara haber sido violada por el caballero Le Gris, el mejor amigo de su marido Jean. Al no creerle nadie y ante tal ofensa, su marido acusa a su mejor amigo ante el rey, Carlos VI (Alex Lawther), quien decide autorizar un duelo a muerte entre ambos. En esa época, ya no eran habituales estos "Juicios de Díos", así que la presencia de personajes conectados con estamentos de la nobleza cercanos a la realeza, el escándalo y la valentía de esta mujer al delatar al violador convirtieron estos hechos en memorables, envueltos en un cierto tono legendario, de novela de caballerías.


Los guionistas, se pertrechan de cinefilia y deciden contar la historia desde tres puntos de vista (los 
de Jean de Carrouges, Jacques Le Gris y el de Marguerite). En realidad, todo un homenaje a dos obras maestras: Rashomon (1950) de Akira Kurosawa (guion de Akira Kurosawa y Shinobu Hashimoto) y su remake Cuatro confesiones (The Outrage, 1964) de Martin Ritt (guion de Michael Kanin) que ya escogieron ese novedoso ejercicio de ofrecer hasta cuatro visiones diferentes de la misma historia, para que el espectador pueda construir la suya...Y es precisamente en este planteamiento triple donde esta sólida reinterpretación de un suceso de la Baja Edad Media está a punto de naufragar. A mi me ha parecido poco útil (y algo pesada) la repetición de unos hechos que el cine y su capacidad sintética hubiera podido contarnos en una menor duración; así que no hay aportación ni novedad alguna, solamente un juego retórico falto de variantes originales. Las 2 horas y 32 minutos son un lastre que sólo se supera por los soberbios trabajos de interpretación de Damon, Driver y Comer, capaces de matizar unas situaciones que ya conocemos de sobras, después del primer capítulo. Otro aspecto destacable, marca de fábrica de Ridley Scott, es el sólido y creíble diseño de producción. La crudeza de las escenas de combate y la escenografía son irrebatibles, y junto al citado trabajo de interpretación hacen recomendable su visionado.



Por cierto, también me parece forzado el alegato feminista, que inevitablemente tiene que ser sutil e indirecto, si no quiere traicionar definitivamente el retrato "¿fiel?" de una época en la que como en las viejas producciones de los años cuarenta y cincuenta, todos hablan en inglés, aunque sus personajes sean franceses (y de vez en cuando canten las mesnadas en ese idioma).


Roberto Sánchez 

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