jueves, 17 de diciembre de 2015

Ocho apellidos catalanes (2015)**


Dir: Emilio Martínez-Lázaro
Int: Dani Rovira, Clara Lago, Karra Elejalde, Carmen Machi, Berto Romero, Belén Cuesta, 
Rosa María Sardà, Alfonso Sánchez, Alberto López, Agustín Jiménez.


Las alarmas de Koldo (Karra Elejalde) se encienden cuando se entera de que su hija Amaia (Clara Lago), tras romper con Rafa (Dani Rovira), se ha enamorado de un catalán (Berto Romero). Decide entonces poner rumbo a Sevilla para convencer a Rafa de que lo acompañe a Cataluña para rescatar a Amaia de los brazos del joven y de su ambiente. 

Este nuevo guión de Borja Cobeaga y Diego San José, pretende y logra darle continuidad a Ocho apellidos vascos (2014), que también dirigió Emilio Martínez-Lázaro. Mezclando el estilo de las comedias norteamericanas de éxito más inanes y superficiales, al de gloriosas figuras de la comedia hispana más rancia como las facturadas por los Ozores o Paco Martínez Soria, y después del aparatoso éxito de público, a los productores, Álvaro Augustín y Gonzalo Salazar-Simpson, no les ha quedado otro remedio que repetir la fórmula, y parece que los resultados económicos volverán a ser excelentes, al igual que en la primera entrega.

Afrontar crítica de un producto de estas características, no es sencillo. Si hubiera que valorar los aspectos más creativos (entiéndase artísticos), habría que puntuarla seguramente más abajo del cero, pero es necesario reconocer que el cine es también un modo de ocio y entretenimiento. Para muchos, no debería ser otra cosa y por tanto, dentro de sus planteamientos de búsqueda de puro entretenimiento (al que se suma un ¿estudiado? proceso de atontamiento del público medio), ésta sería una película sobresaliente. Y desde la vertiente más puramente económica (el cine también es industria) supone un éxito pleno, que probablemente provocará más secuelas e imitaciones. 
Les prometo que está será la última crónica que yo le dedique a esta saga, si se cumple el augurio de su continuidad directa o indirecta. 
Insisto, para mi, es difícil de valorar una película que se aleja conscientemente de la creación, para  entregarse a la producción meramente artesanal de un espectáculo de ocio intrascendente, y lo que es peor, profundamente deformador de una realidad tan dura como la que está viviendo España. Ah, y es tan poco recomendable como la de los apellidos vascos.

Al final, me he decidido a valorarla del mismo modo que la primera entrega, por que algunos de los excelentes profesionales que la han construido siempre merecen un respeto. La suma al reparto actoral de Rosa María Sardà, y su parodia de lo que puede ser una "señorona" catalana;  a lo que hay que añadir los bellos arreglos musicales de Roque Baños, con su peculiar remembranza sinfónica -que resulta irónica al mismo tiempo- de las melodías tradicionales vascas, catalanas y andaluzas, merecen reconocimiento, y me hicieron medianamente soportable "el producto". De todo lo demás, mejor no hablar...

Roberto Sánchez 

-Aragonia, C. Grancasa, Palafox, Puerto Venecia, Yelmo-

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