domingo, 22 de mayo de 2016

La bruja. Una leyenda de Nueva Inglaterra (The Witch: A New England Folk-Tale, 2015)***

Director: Robert Eggers
Int: Anya Taylor-Joy, Ralph Ineson, Kate Dickie, Harvey Scrimshaw, Lucas Dawson, Ellie Grainger, Julian Richings, Bathsheba Garnett, Sarah Stephens, Jeff Smith. 




Nueva Inglaterra, 1630. Una familia de colonos es expulsada por sus planteamientos religiosos (que parecen todavía más extremados que los de la comunidad puritana en la que habitan); tienen cinco hijos, y ahora deben vivir cerca de un bosque que, según las creencias populares, está dominado por el "Mal". Cuando el hijo recién nacido desaparece y los cultivos no crecen, los miembros de la familia entrarán en una espiral de violencia autodestructiva. Aparentemente un mal sobrenatural les acecha desde el bosque cercano. 

El guionista de esta inquietante historia es el mismo Robert Eggers (nacido en 1983), un realizador norteamericano que firma con The Witch su primer largometraje y que ha logrado una sugerente propuesta de cine de terror que no se queda en la superficie de lo tratado. La brujería y sus orígenes, desde un punto de vista antropológico, enlaza con los orígenes de las creencias precristianas, y fue debidamente "satanizado" por el cristianismo que, aunque se aprovechó, y adaptó, muchas de esas viejas creencias y conocimientos, intentó siempre relacionarlas con la pervivencia directa de ese conocimento diabólico que procedía de los cultos paganos del pasado. La película, como el mismo Eggers nos dice, mezcla varias leyendas sobre brujas que cruzaron al Nuevo Mundo desde Inglaterra (es decir desde la Vieja Europa) y que, en realidad, poco o nada tenían que ver con los pobladores indios que, por cierto, sólo son entrevistos, como en una ensoñación breve, "los otros", en la población de la que nuestros colonos son expulsados. 

Se establecen en el límite de un bosque que está prohibido, pero que será  "violentado" con la presencia de estos "extraños" y de algún modo reaccionará contra ellos. El bosque parece habitado, pero directamente por el "Mal" (la bruja). Para intentar explicar la desaparición del recién nacido se nombra al lobo y algunas de las  "apariciones" de esa bruja recuerdan, incluso por su iconografía, a cuentos populares como el de Caperucita Roja, cuyos orígenes seguramente son comunes a las historias de y con brujas. Eggers, en este aspecto, nos ha sorprendido agradablemente, siendo hábil al construir las imágenes de las brujas con referencias a Goya (recuerden algunos de sus grabados y pinturas) y a las ilustraciones de William Blake. Diálogo con las tradiciones presentes en el arte desde el origen de los tiempos.





El guión de Eggers ha sido capaz también de sumar a la historia de terror, las posibles explicaciones racionales (nunca explícitas). Por un lado, el fanatismo, por otro el desarrollo extremo de un sentimiento de culpabilidad, la sexualidad, la asunción plena del pecado original, que les lleva a un proceso de autodestrucción, al carecer de procesos racionales que expliquen lo que les está sucediendo. De modo inteligente, Eggers, va sembrando dudas sobre la "realidad" que presenciamos.

Robert Eggers logra también, con una gran pericia técnica (y muy pocos medios), llevarnos de paseo por un mundo perdido. La fotografía de Jarin Blaschke ha utilizado mayoritariamente la luz natural de velas y alambiques, logrando efectos expresionistas de gran eficiencia. La luz, el bosque, sus animales, son reales y al mismo tiempo inquietantemente fantásticos. La música, con cadencias dodecafónicas, de Mark Korven, nos ayuda a percibir la presencia del "Mal" (la irracionalidad). Los necesarios "sustos" genéricos son pocos, pero impactantes.






También es destacable el trabajo de sus actores. Intérpretes poco conocidos, pero que ha sabido meterse en sus personajes. Ralph Ineson es William, el padre; Kate Dickie es Katherine, la madre; Anya Taylor-Joy es Thomasin, la hija mayor; Harvey Scrimshaw es Caleb, el hijo mayor; y Ellie Grainger y Lucas Dawson son los mellizos Mercy y Jonas.



Roberto Sánchez
Antonia Bordonada

-Aragonia, Palafox, Puerto Venecia, Yelmo-

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