lunes, 9 de mayo de 2016

El libro de la Selva (The Jungle Book, 2016)***

Director: Jon Favreau
Int: Neel Sethi, Ben Kingsley (voz), Idris Elba (voz), Bill Murray (voz), Scarlett Johansson (voz), 
Christopher Walken (voz)

El niño que conquistó la selva 



Cuarta versión (sin contar las de animación) llevada a la gran pantalla de El libro de la selvainmortal novela de aventuras del escritor Rudyard Kipling qué, allá por 1942, plasmaba por vez primera el director Zoltan Korda con una inolvidable partitura compuesta por el gran Miklós Rózsa. Tendrían que pasar bastantes años para que, en 1994, Stephen Sommers dirigiese El libro de la selva: la aventura continúa. Sólo tres años después, en 1997, Duncan McLachlan adaptaba de nuevo la historia nacida de la mente de Kipling con el título Mowgli y Baloo.

El libro de la selva de 2016, dirigida por Jon Favreau, tiene algunos atractivos adicionales (sobre todo para el público que opte por verla en versión original subtitulada) al contar con las voces de Bill Murray, Ben Kingsley, Lupita Nyong'o y Scarlett Johansson; además cuenta con el sello de calidad que supone ser una producción Walt Disney Pictures, que en este caso se ha aliado con Fairview Entertainment y MPC (Moving Picture Company) para componer un trío con un potencial tecnológico insuperable. En este sentido, esta versión juega a caballo ganador, pues técnicamente es de una factura irreprochable. Sin embargo este alarde de tecnología digital ha logrado un filme tan impecable como carente de la magia y  la profundidad de los filmes anteriores, en especial si recordamos el clásico de Korda. Y a pesar de ser fiel a la maravillosa historia de Kipling, queda también muy lejos de lo que uno lograba imaginar al leer, especialmente siendo un niño, este excepcional relato. Todo intenta parecer real y, al mismo tiempo, es muy falso. Todo resulta demasiado perfecto, demasiado medido. La imperfección de los seres auténticos, humanos y animales, daba en la versión clásica una pátina de realidad y un carisma a los personajes que toda la imaginería digital, con sus millones de píxeles y sus super ordenadores, es incapaz de igualar. 




Comentar en este punto que la versión de Zoltan Korda de 1942, que obtuvo cuatro nominaciones al Óscar (fotografía, banda sonora original, dirección artística en color y efectos especiales), y que tan especial resulta en el recuerdo y en el imaginario colectivo cinematográfico de todos los que hoy pasamos de los cuarenta, contaba además con el inolvidable Sabú. 
El libro de la selva era uno de esos clásicos que impregnaba las televisiones los fines de semana con el mejor cine de aventuras, algo que ahora es casi misión imposible a no ser que se recurra a canales temáticos de pago o a nuestra colección privada de películas en DVD, Blu-ray e incluso a viejas grabaciones de vídeo VHS. En cuanto a las versiones de animación, bastante numerosas, la de 1967, dirigida por Wolfgang Reitherman, en la que el gran actor George Sanders ponía la voz al malvado tigre Shere Khan, Sterling Holloway a la serpiente Kaa y el gran Louis Prima a Louie: el rey de los monos, es otra joya que persiste en la memoria y resiste comparaciones ante esta versión digitalizada del siglo XXI. El Mowgli de esta versión animada es otro icono de la historia del cine que, junto con el Sabú de la versión de Korda, no se lo pone fácil a Neel Sethi (el único cachorro humano y no digital de esta cinta del 2016, un niño de 12 años que cumple con su papel).

Nos quedamos pues con esa fidelidad al Libro de la selva salido de la pluma de Kipling como mayor virtud de esta cara y actualizada versión. Respecto al aliciente para los cinéfilos que la vean en versión original subtitulada, de las voces de famosos y taquilleros actores y actrices norteamericanas prestando sus cuerdas vocales a los personajes, decir que este aspecto pasará desapercibido para la gran mayoría del público (que en España sigue optando por las versiones dobladas), y no tendrá el tirón que en la taquilla USA suponen este tipo de curiosidades.

Como conclusión final diré que, en muchas ocasiones, la perfección puede resultar demasiado aburrida.

Gonzalo J. Gonzalvo


-Aragonia, C. Grancasa, Palafox, Puerto Venecia, Yelmo-

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