martes, 24 de mayo de 2016

El hombre perfecto (Un homme idéal, 2015)***

Dir: Yan Gozlan
Int: Pierre Niney, Ana Girardot, Ludovic Berthillot, Valeria Cavalli, Marc Barbé, André Marcon,
Laurent Grévill, Thibault Vinçon.



El hombre que quiso escribir su propio éxito.

Matthieu Vasseur es un aspirante a escritor frustrado por el continuo rechazo de sus obras por parte de las editoriales. Un día, encuentra un viejo manuscrito entre las pertenencias de un anciano fallecido cuándo se ocupaba de la limpieza y el desalojo de su vivienda. La apropiación de dicho original le acarreará consecuencias imprevisibles. Vasseur , de 25 años, es un joven ególatra que busca el éxito rápido a cualquier precio exhibiendo un comportamiento psicopático y carente de toda ética y moral. 

Estamos ante una historia que supone el segundo trabajo del director Yann Gozlan, quien en 2010 se dio a conocer por Captifs, thriller sobre el cautiverio de una joven enfermera con guión del propio Gozlan. Con este El hombre perfecto Gozland parece querer  consolidarse en el género del thriller como un especialista. 

La historia narrada posee fuerza y contiene secuencias duras e impactantes que logran que al espectador se le vaya formando un nudo en el estómago presa del agobio y la situación límite que vive el protagonista. Un joven que puedo tenerlo todo pero, como decía Woody Allen en su espléndido Match Point (2005), uno de los filmes con el que mantiene similitudes y que, junto con Delitos y faltas (1989)  y El sueño de Cassandra (2007), componían el retrato con el que el maestro neoyorquino trataba de ilustrar los temas del éxito insano y el sentido de culpabilidad. La pelota, en un partido de tenis, cuando golpea la red, puede pasar al otro lado o caer en el nuestro impidiendo ganar el punto y el partido. 

El guión a tres bandas de Guillaume Lemans, Grégoire Vigneron y el propio Gozlan, además de seguir las huellas de los citados filmes de Allen, bebe de varias y evidentes fuentes cinematográficas. Y entre ellas, sin duda es inevitable pensar en el A pleno sol, dirigido en 1960 por René Clement, sobre la adaptación de  la novela de Patricia Highsmith, nuevamente adaptada por Anthony Minghella en 1999 con El talento de Mister Ripley. Pero si hay un film que nos recuerda vivamente este argumento, hemos de remitirnos al relativamente reciente El ladrón de palabras, dirigida por Brian Klugman en el año 2012; filme con casi idéntico argumento en el que un escritor fracasado que vivió la Segunda Guerra Mundial destinado en París, encontrará allí el amor de su vida y plasmará toda esa historia en un manuscrito. 



El hombre perfecto se articula y se apoya sobre todo en las buenas interpretaciones de Pierre Niney y Ana Girardot. El primero, es un joven y prolífico actor del que pronto veremos otro estreno titulado Franz, a las órdenes del gran director francés François Ozon, y al que se ha podido ver también en la reciente Altamira (2015, Hugh Hudson). Ana Girardot, que ha compartido cartel con Benicio del Toro en Escobar (2014, Andrea Di Stéfano), antes de ser ganadora del Lumière Award en 2015, fue mejor joven promesa un año antes por Le beau monde (2014) y La próxima vez apuntaré al corazón (La prochaine fois je viserai le coeur, 2014). 

El segundo punto de apoyo es lo que el maestro del suspense, Alfred Hitchcock, denominaba un "McGuffin". En este caso el McGuffin consiste en el hallazgo de un diario de la Guerra de Corea (1954 a 1962) que aparece en el piso de un anciano muerto sin familia.  En base a este elemento se construye una historia cuya temática: la mentira, el plagio y/o la suplantación para lograr el éxito rápido a cualquier precio (aderezada con el crimen), ha sido utilizada de manera recurrente en numerosos thrillers desde el cine clásico hasta la actualidad. La pérdida, el arte y el fraude (explorado tan brillantemente por Orson Welles en su interesante obra homónima), así como el sentimiento de culpabilidad, forman parte de un abanico de temas que tanto El ladrón de palabras como El hombre perfecto comparten, amén de todos los filmes clásicos relacionados ya nombrados (A pleno sol y su remake, y los del gran Woody Allen). Todo ello sería mucho más sorprendente si nunca hubiese existido una maleta (en cuyo interior se encontraban varios manuscritos del escritor Ernest Hemingway) que se extravió en el trayecto de Lyon a Berna cuando su primera mujer, Hadley, vivía con él en Francia. ¿Qué ocurriría si alguien con unas mínimas facultades para escribir se topase con esa extraordinaria maleta plagada de arte literario? Pues está claro que, a estas alturas, más de un avispado director de cine y/o guionista se lo ha preguntado. 

A pesar de todas estas limitaciones y similitudes, El hombre perfecto funciona y aprovecha bien todos los recursos del thriller de suspense para mantener al espectador en tensión y en un permanente desasosiego. Como ya dije, gran parte de este mérito es de su protagonista, un excelente Pierre Niney, así como de su "partenaire" Ana Girardot, esa novia perfecta que forma parte de los anhelos delirantes de ese escritor frustrado y farsante, encumbrado al éxito de un día para otro.

El resto del lubricante artístico de la maquinaria del filme pivota sobre la inquietante partitura del compositor Cyrille Aufor y la estupenda fotografía de Antoine Roch, pues ambas contribuyen a crear una buena atmósfera negra y perturbadora.

Gonzalo J. Gonzalvo

-Aragonia-

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