lunes, 23 de noviembre de 2015

Nadie quiere la noche (2015)***

Dir: Isabel Coixet
Int: Juliette Binoche, Rinko Kikuchi, Gabriel Byrne, Matt Salinger, Velizar Binev, Ciro Miró, Reed Brody.


Un poco antes de su estreno en salas comerciales (el 19 de noviembre) pudimos ver en los cines Aragonia de Zaragoza, y dentro de la ceremonia de apertura del Festival de Cine de Zaragoza, la más reciente realización de Isabel Coixet. Probablemente, desde Mi vida sin mí (2003) o La vida secreta de las palabras (2005), no había dado Isabel Coixet con una historia con tantas posibilidades como la de este guión de Miguel Barros, capaz de darle la vuelta a una historia de conquista y sacrificio a la búsqueda del Polo Norte, protagonizada solo por hombres como Robert Peary  y su lugarteniente Matthew Henson. Una película producida para la televisión, titulada Glory & Honoren 1998, dirigida por Kevin Hooks, nos contaba la controvertida peripecia de la expedición, así como las serias dudas sobre la veracidad en cuanto a su llegada al Polo Norte. La historia, en el film de la Coixet, gira de modo radical hacia las mujeres, siempre ocultas en esa anterior revisión a las expediciones de Peary, que serán, ahora, personajes decisivos. Peary estará presente, como obsesión  y motivación constante, en Josephine (Juliette Binoche) -la esposa del explorador norteamericano que nos narra en primera persona su aventura boreal-, y con una calma existencial muy especial, en la de la esquimal Allaka (Rinko Kikuchi), las verdaderas protagonistas en el film de la Coixet. El trabajo de las dos actrices es impecable y nos ayuda, junto a la bella fotografía de Jean-Claude Larrieu, uno de sus colaboradores habituales, a convertir las heladas localizaciones noruegas en un pavoroso protagonista, un territorio cuya naturaleza rechaza con tozudez al hombre blanco y que solo permite, y a regañadientes, la presencia de los esquimales, los únicos humanos adaptados a ese ambiente hostil que parece negar la vida. Josephine es una mujer sofisticada, acostumbrada a un tipo de existencia que nada tiene que ver con las privaciones necesarias para poder sobrevivir en una zona tan extremada. Su fuerte personalidad decimonónica no impedirá que descubra, poco a poco, que su supervivencia sólo es posible gracias a Allaka, una esquimal muy joven, además embarazada, pero que atesora toda la sabiduría ancestral de los Inuit y que terminará por ser su única tabla de salvación cuando la naturaleza polar decide imponer sus vientos helados. El análisis psicológíco de los dos personajes femeninos es apasionante, la situación extrema en el que se sitúan permite analizar sus reacciones y  una vez más, sin alejarnos de la cortante frialdad de los páramos que sirven de escenario, Coixet construye unas imágenes cargadas, al mismo tiempo, de poesía y dureza. 




Roberto Sánchez

-Cervantes-

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