sábado, 17 de diciembre de 2016

El editor de libros (Genius,2016)***

Dir: Michael Grandage
Int: Colin Firth, Jude Law, Nicole Kidman, Laura Linney, Guy Pearce, Dominic West, Vanessa Kirby, Demetri Goritsas, Katherine Kingsley, Andrew Byron, Jacqui Boatswain, Leon Seth.

La magia de las palabras.      

Thomas Wolfe es un escritor tan perdido como el título inicial de su manuscrito (¡Oh perdido!). Tras enviarlo a numerosas editoriales que lo desestiman una tras otra, conocerá a Max Perkins, lector jefe de la prestigiosa editorial Charles Scribner & Sons, que se sentirá fascinado por el texto y cambiará para siempre la vida del escritor. Perkins es un editor con gran olfato, y a descubierto genios de la literatura como Scott Fitzgerald, Ernest Hemingway o John Steinbeck.

Este es el planteamiento argumental de un filme nominado al Goya 2016 como mejor película extranjera  que se presentó en el festiva de Berlín de este año. 

Ópera prima de Michael Grandage, actor de series de televisión metido ahora a labores de dirección. Con un guión de John Logan basado en la novela Genius de Scott Berg. Filme muy británico en cuanto a su puesta en escena, perfecta ambientación y una dirección impecable y elegante. Con un excelente reparto en el que sobresale el siempre perfecto Colin Firth y la bella Nicole Kidman, que aunque no tiene demasiadas escenas destaca por su fuerza en pantalla (y una voz que se luce especialmente en versión original). Jude Law, en el papel de Wolfe, sobreactúa y resulta histriónico en exceso, quedando por debajo de Firth, aunque cumple con su cometido. Laura Linney resulta también impecable como sufrida esposa del editor y madre de familia numerosa (todas hijas). Con todos estos elementos deberíamos tener un filme que, a todos los que nos gustan los libros y la literatura, nos debería resultar fascinante e interesante. Ver reencarnados a grandes escritores como Wolfe, Fitzgerald o Hemingway, acompañados de un editor que parece más un mago a la hora de preparar la publicación de una novela de éxito y poder penetrar en el secreto mundo de la creación de la mano de unos genios debería resultar algo atractivo. Pues bien, a pesar de todos esos ingredientes antes citados: buen reparto, correcta dirección,  excelente ambientación, fotografía y banda sonora; la superficialidad en la que se queda tras intentar rascar y no alcanzar lo profundo de los personajes, merma estas expectativas. 



La película queda bastante reducida a ciertos clichés y tópicos (el escritor de mente torturada, bebedor y mujeriego), algo bastante alejado de la realidad, pues la poesía y, especialmente, las novelas, exigen mucho esfuerzo, tesón y concentración, aparte de talento para la escritura, claro está. Hay, sin embargo, algunos breves momentos, quizá los más sutiles, que resultan muy bellos (como los de el editor con sus hijas y esposa). A pesar de estar enfrascado en un trabajo que le absorbe por completo, Perkins valora una familia comprensiva y los esfuerzos de ésta por soportar su carga de trabajo.  

El editor de libros es una película sobre la dificultad de la creación literaria (algo que, desde luego, conocemos bien los escritores); sobre la magia que surge de las palabras cuando éstas se combinan para crear personajes, ambientes y universos propios. Pero también es una película sobre la amistad y el amor. Sobre la amistad que surge entre un editor y un escritor, y también sobre el amor a la vida, sobre la pasión, la creatividad. Creo que, en efecto, podría haber sido un filme mucho más pleno y apasionante. Aún así, merece una oportunidad, en especial para cualquier persona amante de la cultura y, en especial, de los libros y la literatura.  

El filme, en versión original subtitulada, nos permite disfrutar de las espléndidas voces de Colin Firth y Nicole Kidman. Desafortunadamente, el aforo de la sala daba buenas muestras del nivel de interés por la cultura y la literatura que tenemos en este país, contrastando con la cola para ver una determinada comedia de humor ramplón y zafio con pocas o nulas virtudes cinematográficas. Que pensarían hoy figuras como Hemingway, John Steinbeck (autor de esa maravilla llevada al cine por John Ford titulada Las uvas de la ira) o el propio Wolfe si vieran el poco interés que despiertan hoy en día en esta sociedad del siglo XXI lobotomizada por la televisión-basura y el fútbol. Afortunadamente ellos vivieron en una época mucho mejor para la 
literatura, y sus obras siguen ahí para quien desee descubrirlas y soñar y vivir a través de ellas 
otras vidas y otras realidades. 

Esta ópera prima de Michael Grandage, en la que también ha ejercido de productor junto a Riverstone Pictures, da la impresión de ser un proyecto personal con el que quiere rendir homenaje a Thomas Wolfe y a Maxwell E. Perkins, dos hombres muy distintos a los que, sin embargo, les unió la pasión común por las letras. Wolfe murió prematuramente poco antes de cumplir treinta y ocho años, y William Faulkner dijo de él que era el mejor escritor norteamericano y que lo había dejado a él en segundo lugar. La editorial Charles Scribner & Sons, a través de su lector jefe Maxwell E. Perkins, publicó en plena Gran Depresión El ángel que nos mira (1929). En 1938 llegaría su segunda novela  El tiempo y el río. Después de muerto, de Wolfe se publicarían dos novelas más: The Web and the Rock (La tela y la roca) y You can´t Go Home Again (No puedes volver a casa). Sólo cuatro obras, pero que influyeron de forma notable en posteriores generaciones de escritores de Norteamérica y del mundo.  

Y es que, la magia de las palabras, siempre estará ahí esperando que abramos las solapas de un buen libro. Como un tesoro escondido.



Gonzalo J. Gonzalvo

-Aragonia, Palafox-

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