sábado, 14 de enero de 2017

Solo el fin del mundo (Juste la fin du monde, 2016 )***

Director: Xavier Dolan
Int: Léa Seydoux, Nathalie Baye, Gaspard Ulliel, Vincent Cassel, Marion Cotillard, Antoine Desrochers, Sasha Samar.

Tras doce años de ausencia, Louis-Jean (Gaspard Ulliel), un joven escritor regresa a su pueblo natal para anunciar a su familia que pronto morirá. Vive entonces un reencuentro bastante abrupto con su entorno familiar, que descubrimos es especialmente tenso y problemático. Su familia parece envuelta en una eterna batalla dialéctica, en muchos casos con estallidos de histerismo y violencia. Todo muy alejado de la calma y el equilibrio que parece necesitar para despedirse de sus ancestros.

El canadiense Xavier Dolan nació en Montreal en 1989, como director este es su sexto largometraje, y como actor para cine y televisión, ha aparecido acreditado al menos en 18 trabajos. Además, suele escribir sus guiones, y responsabilizarse del montaje. Como también es actor, aparece a menudo en sus películas. No es el caso de Juste la fin du monde, en la que adapta la obra teatral de Jean Luc Lagarce, reuniendo a alguno de los más brillantes intérpretes franceses de varias generaciones. A todos ellos les ha exigido interpretaciones en el límite de lo soportable (forzando la sobreactuación), acercándose con su cámara hasta la misma  piel de los actores / personajes. Primeros y primerísimos planos de sus rostros, recortados, en muchos casos, por el encuadre, seguido de escenas más convencionales, o recuerdos a modo de flash backs, con estética de video-clip, con una "sobreactuación" de diferentes piezas sonoras, junto a las composiciones de Gabriel Yared.




La música está igualmente presente en el inicio y final del film (quizás los momentos más sugerentes), subrayados con el tema Natural Blues, interpretado por Vera Hall, y las máquinas de Moby. Todo es un intento (oportuno en opinión de sus fans y torpe para detractores) por romper la procedencia teatral del texto.




Aunque lo más probable es que salgan anonadados después de la terapia de choque que puede suponer este filme, yo les recomendaría que se aproximaran sin reparos a los universos de este joven realizador canadiense cuyas películas nunca te dejan indiferente. De hecho, y aunque tenga algunos problemas para aceptar sus planteamientos, algunas de sus  obras son magníficos ejemplos de por dónde irá (¡está yendo!) la estética cinematográfica actual, marcada por las fusiones (lo híbrido) con otros géneros audiovisuales y la transexualidad como telón de fondo. 

Recuperen, si quieren conocer mejor su apuesta estético / temática, dos de sus películas: Yo maté a mi madre (2009), su debut en la dirección, y Laurence Anyways (2012), que le hizo más conocido a nivel internacional.

Roberto Sánchez  

-Aragonia-

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