viernes, 19 de enero de 2018

Wonderstruck. El museo de las maravillas (2017)****

Dir: Todd Haynes
Int: Oakes Fegley, Julianne Moore, Millicent Simmonds, Michelle Williams, Jaden Michael, Amy Hargreaves, Cory Michael Smith, Tom Noonan, Marko Caka, James Urbaniak, Hays Wellford, Morgan Turner, Ekaterina Samsonov, Raul Torres, John P. McGinty, Mark A. Keeton.

Ben (Oakes Fegley) y Rose (Millicent Simmonds) son niños de dos épocas distintas (los años setenta y finales de los veinte), que desean en secreto que sus vidas sean diferentes. Ben sueña con el padre que nunca conoció, mientras Rose lo hace con una misteriosa actriz (Lillian Mayhew, interpretada por Julianne Moore) cuya vida condensa en un cuaderno de recuerdos. Cuando Ben descubre una pista en su casa, y Rose lee un tentador titular en el periódico, ambos comienzan una búsqueda que se desarrollará con una fascinante simetría. 

Brian Selznick ha escrito dos libros que muestran su amor por el cine y su historia. El primero se convirtió en La invención de Hugo (2011), de la mano de Martin Scorsese (dirección) y John Logan (guion); ahora su libro Wonderstruck, guionizado por él mismo, ha sido convertido en cine de la mano de Todd Haynes, en uno de su mejores obras. 

El californiano Todd Haynes (nacido en 1961) lleva una sólida trayectoria como realizador, iniciada en 1978 con el cortometrajes The Suicide, se ha ido complementando con películas que siempre apostaron por la sutileza y la elegancia narrativa. Destacan Velvet Goldmine (1998), Lejos del cielo (2002), I'm Not There. (2007), la mini-serie de 5 episodios Mildred Pierce (2011) o Carol (2015). Aunque irregulares, verlas supone siempre un placer estético evidente y un trabajo soberbio de actrices de incuestionable carisma como Julianna Moore y Cate Blanchet .




En Wonderstruck maneja de modo magistral el blanco y negro para situarnos a finales de los años veinte (la historia de Rose y Lilliam Mayhew) y el color matizado de los años setenta (la historia de Ben), con la firma inconfundible del director de fotografía Edward Lachman.




La eficiente banda sonora de Carter Burwell (un habitual de los Coen), cede ante el poder de evocación del tema Space Oddity, de David Bowie, o la versión setentera de Deodato de  Así hablaba Zarathustra. Todo está dispuesto para hacernos viajar al Gabinete de las Maravillas. 




La sala de cine vuelve a estar ocupada por la magia de la imagen (todavía más poderosa en blanco y negro), y la película que podía haberse hundido en el magma informe de la sensiblería infantiloide va remontándose hasta dejarnos la agradable sensación de estar contemplando un bello sueño que permite, además, mirar hacia dos décadas muy importantes para las transformaciones y evolución del séptimo arte y remontarnos a la época de los Panoramas, espectáculos precinematográficos que jugaron un papel importante para hacer posible la invención del cine, y que fueron y son muy útiles en los museos, compitiendo durante décadas con el mismo cine, por su popularidad.



El hecho de que Rose sea sordomuda y Ben se quede sordo, en un momento determinado, podría parecer (y quizás lo sea) artificioso, pero termina por dar verosimilitud a una serie de situaciones coincidentes y azarosas que van acompañándonos en paralelo durante este exquisito relato. 

Como ha ocurrido siempre con su pausado y delicado estilo, creará disensiones en cuanto a su valoración. Para mí es uno de sus más sólidos trabajos, repleto de sensibilidad y un gran amor al cine y sus posibilidades para seguir haciéndonos soñar...

Roberto Sánchez 

-Aragonia, Palafox, Puerto Venecia, Yelmo-

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