sábado, 13 de enero de 2018

Loving Vincent (2017)***

Dir: Dorota Kobiela y Hugh Welchman
Int: Douglas Booth, Helen McCrory, Saoirse Ronan, Aidan Turner, Eleanor Tomlinson, Chris O'Dowd, Jerome Flynn, John Sessions, Holly Earl, Robert Gulaczyk, James Greene, Bill Thomas, Martin Herdman,  Josh Burdett, Richard Banks, Shaun Newnham. 


Esta historia escrita por Dorota Kobiela, Hugh Welchman y Jacek Dehnel es una sentida declaración de amor a la figura de Vincent van Gogh (1853-1890). El cine ha sentido una especial predilección por este pintor de vocación tardía y profunda influencia. Hay unas cuantas películas (generalmente muy respetuosas con su arte y vida) y a mi me gustaría destacar, entre ellas, El loco del pelo rojo (Lust 
for Life, 1956), de Vincente Minnelli, Van Gogh (Vincent & Theo, 1990), de Robert Altman, Van Gogh (1991), de Maurice Pialat, y Van Gogh: Painted with Words (2010), de Andrew Hutton. Hay, incluso una serie biográfica (de cuatro episodios), titulada Van Gogh; een huis voor Vincent (2013), dirigida por el holandés Pim van Hoeve, que no he podido ver todavía y unas cuantos trabajos más documentales y de ficción.  

En el caso que nos ocupa, el esfuerzo por hacer una aportación al universo de este pintor ha sido memorable. Cada fotograma es un cuadro pintado sobre óleo, tal y como el propio Vincent lo hubiera pintado. Sus 80 minutos de duración están compuestos por 56.800 fotogramas que han sido pintados, uno a uno, por una gran cantidad de excelentes pintores a lo largo de varios años, todos inspirándose en el estilo y arte magistral de Van Gogh.


Lo más interesante es que el homenaje al color, paisajes y personajes que inmortalizó el pintor holandés, está implícito en esos fondos pintados animados y va surgiendo de modo natural de una trama sencilla que intenta profundizar, como en una investigación policial, los sucesos y encuentros que tuvo el pintor en los días anteriores a su muerte. En realidad, la historia intenta desentrañar con sutileza las motivaciones que llevaron a Vincent van Gogh al suicidio, en un momento en el que su vida parecía haber alcanzado un cierto equilibrio, y empezaba a ser algo reconocido, al menos por otros pintores.  Además, resulta muy atractivo el recurso de "pintar" en blanco y negro todos los flashbacks, todos esos saltos al pasado carecen de los espléndidos colores y texturas al estilo de Van Gogh que sirven para construir paisajes y personajes.



Dorota Kobiela ya había participado en la dirección de The Flying machine (2011), codirigida junto a los ingleses Martin Clapp y Geoff Lindsey, combinando animación e imagen real. Welchman, el  otro responsable, debuta en la dirección, pero está sobradamente acreditado en la producción de más de 20 trabajos de animación, incluidos los que ha dirigido la polaca Dorota Kobiela.



A mi, me despista un poco que esta coproducción entre Polonía y Gran Bretaña, se exprese sólo en inglés (aunque entiendo que por razones de distribución y producción podía ser lo más fácil), y olvide que las únicas lenguas que escucharon y escribieron Vincent van Gogh y su hermano Theo, fueron el neerlandés y el francés. Por cierto, la correspondencia que mantuvieron los dos hermanos ha sido siempre una excelente fuente de información para aproximarse a la psicología de este pintor que desde la pasión y la entrega obsesiva a su oficio fue capaz de modificar nuestra percepción de la realidad y de impregnar de pasión unos lienzos que ni siquiera podía pagarse.



La película es una bella y espléndida reflexión sobre el universo pictórico de Van Gogh y una más que correcta investigación sobre una muerte, una perfecta fusión entre el género negro y la más pura creatividad en el mundo de las imágenes.

Roberto Sánchez

-Aragonia- 

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