sábado, 22 de abril de 2017

Nieve negra (2017)**

Dir: Martín Hodara
Int: Ricardo Darín,  Leonardo Sbaraglia,  Laia Costa,  Dolores Fonzi,  Federico Luppi, Biel Montoro,  Mikel Iglesias,  Liah O'Prey,  Andrés Herrera

Acusado de haber matado a su hermano durante la adolescencia, Salvador (Ricardo Darín) vive aislado en el medio de la Patagonia. Tras varias décadas sin verse, su hermano Marcos (Leo Sbaraglia) y su cuñada Laura (Laia Costa), llegan para convencerlo de vender las tierras que comparten por herencia. El cruce, en medio de un paraje solitario e inaccesible, reaviva el duelo dormido donde los roles de víctima y asesino se trastocan una y otra vez.

Martin Hodara (nacido en 1968 en Argentina) ha sido uno de los más valorados asistentes de dirección y director de segunda unidad de su país, interviniendo en películas como Nueve reinas (2000), o El aura (2005), del recientemente fallecido Fabian Bielinsky (1959-2006). Debutó en la dirección mano a mano con Ricardo Darín en La señal (2007). Con el célebre actor argentino parece que hay una especial complicidad, y en Nieve negra, que dirige en solitario, Darín vuelve a tener un papel muy importante (ahora como actor) con un  personaje especialmente complejo.



El film se construye mediante saltos temporales que le acaban dando a esta historia, escrita por Hodara y Leonel D´Agostino, un empaque y una apariencia de gran drama que no responde a la realidad de la historia que se nos cuenta. Es cierto que el grupo de actores reunido (en especial Darín, Sbaraglia y Luppi) tienen una demostrada capacidad y que cumplen sobradamente, dándoles profundidad a sus personajes, también que los duros paisajes nevados de la Patagonia casi logran ser un personaje más, pero al final todo parece demasiado previsible. Es como si el jugador de una partida de póker, algo inexperto todavía, desvelara su combinación de cartas demasiado pronto.



Tampoco juega a su favor el estilo grandilocuente  en la realización. La película tiene una apariencia expresionista (colores virados al claroscuro) pero luego, en realidad, se trata tan sólo de desvelar ese misterio familiar de quién mató a quién y por qué, sin ahondar demasiado en personalidades que intuimos complejas. Algunas de las justificaciones y de los giros finales, la estructura que ya comentamos, en flasbacks, sólo parecen estar para enredar una trama en realidad bastante simple. 

Al final, el buen trabajo de actores, y la eficacia de los cineastas argentinos, logran que no estemos ante una película desechable. Los seguidores de la ya extensa trayectoria de Ricardo Darín pueden respirar tranquilos, aunque tampoco sea uno de sus trabajos más memorables pueden disfrutarlo moderadamente sin caer en la desesperación.

Roberto Sánchez.

-Aragonia-  

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