sábado, 22 de abril de 2017

El otro lado de la esperanza (Toivon tuolla puolen, 2017)***

Dir: Aki Kaurismäki
Int: Kati Outinen,  Tommi Korpela,  Sakari Kuosmanen,  Janne Hyytiäinen,  Ilkka Koivula, Kaija 
Pakarinen,  Nuppu Koivu,  Tuomari Nurmio,  Sherwan Haji


Helsinki. Dos destinos se cruzan. Wikhström (Sakari Kuosmanen), de 50 años, decide cambiar su vida, rompe con su mujer (Kati Outinen, una de las actrices preferidas de Kaurismaki) y abrir un restaurante. Khaled (Sherwan Haji) es un joven refugiado sirio que llega a la capital finlandesa por accidente. Su solicitud de asilo es rechazada pero decide quedarse de todos modos. Una tarde, Wikhström se lo encuentra en la puerta de su restaurante y, emocionado, decide ofrecerle su ayuda. Después, poco a poco, Khaled descubrirá lo difícil que resulta ser un exiliado. 

Este director finés, nacido en 1957, viene trabajando con regularidad desde los años ochenta. Ya tiene unos cuantos títulos muy recomendables, en los que siempre ha mantenido unos criterios personales marcados por un cuidadoso encuadre, un cierto estatismo y unos peculiares personajes marcados por la melancolía o una profunda tristeza, que parece muy finlandesa. Aunque a veces cuesta identificarlo, hay un sentido del humor muy negro, en ocasiones muy soterrado, pero siempre presente incluso en sus filmes más trágicos. Me parecen muy logradas y sugerentes sus películas La chica de la fábrica de cerillas (1990), La vida de bohemia (1992), Juha (1999), Un hombre sin pasado (2002), o El Havre (2011). La suya es una trayectoria firme y constante, con un modo de hacer muy bien definido que no ha variado en El otro lado de la esperanza.





Kaurismaki al tocar el tema de los exiliados forzosos, en realidad se mantiene fiel a sus personajes, siempre al límite de la desesperación, pero contenidos, volcados hacia dentro. Su cine no es grandilocuente ni aparatoso. Kaurismaki, que suele responsabilizarse también de sus guiones, es un realizador muy preocupado,como ya dijimos, por una meticulosa composición del encuadre, pero logra casi siempre que pase desapercibido y que no dificulte la fluidez de las historias entrecruzadas que suele proponer. Hay un cierto aire de irrealidad, un distanciamiento en su mirada, que produce una suerte de ironía, y en los espectadores atentos lleva al reconocimiento de situaciones absurdas, surrealistas, pero no por ello menos ciertas. En esa línea está el retrato de los representantes de la justicia en su país y la sorprendente valoración que hacen de la situación en Siria, uno de los conflictos más sangrantes de la actualidad que dura ya seis años y con evidentes responsabilidades de las potencias mundiales y de las facciones del integrismo islámico, que todavía está llevando al desamparo y la muerte a miles de civiles inocentes. 




No es una de las mejores películas del finés, pero es de agradecer que incluya en su galería de personajes a estos exiliados forzosos, cuya situación, debería recordarnos a otros muy cercanos, familiares y hermanos nuestros, que tuvieron que intentar salvar sus vidas huyendo de la dictadura franquista.

Roberto Sánchez

-Aragonia-

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