sábado, 10 de septiembre de 2016

El elegido (The Chosen, 2016)**

Dir: Antonio Chavarrías
Int: Alfonso Herrera, Hannah Murray, Julian Sands, Elvira Mínguez, Frances Barber, Henry Goodman, Gustavo Sánchez Parra, Emilio Echevarría, Javier Godino, Luis Rosales, Brontis Jodorowsky, Alejandro Calva. 

España, 1937. Un joven oficial republicano llamado Ramón Mercader (Alfonso Herrera) es reclutado por el servicio de espionaje soviético para participar en una misión de alto secreto ordenada por el propio Stalin: asesinar a León Trotsky (interpretado por Henry Goodman), a quien considera un traidor. Tras prepararse en Rusia, Ramón deja su vida y viaja a París bajo una nueva identidad, la de un belga adinerado llamado Jacques Mornard. Allí conoce a Sylvia Ageloff (interpretada por Hannah Murray), una joven trotskista norteamericana, quien no tardará en ser seducida por Jacques. En 1940 se reencuentran en México, país en el que Trotsky vive exiliado. Ramón dice refugiarse de la Guerra que asola Europa y Sylvia trabaja como secretaria de Trotsky. Ajena a los verdaderos planes de su amado, Sylvia le abre las puertas de su vida y le introduce en el círculo íntimo de su objetivo. 

La primera película de Chavarrías fue Una ombra en el jardí (1989), luego siete largometrajes más y dos participaciones en series de la televisión catalana le avalan como profesional. 

En 1999, José Luis López-Linares y Javier Rioyo filmaron el estupendo documental Asaltar los cielos que ya trataba, precisamente, sobre este atractivo personaje de Ramón Mercader. Y ya en 1972, el realizador norteamericano Joseph Losey, filmó El asesinato de Trotsky, que contó con un reparto estelar encabezado por Richard Burton (como Trotsky), Alain Delon y Romy Schneider, pero que dejaba de lado intencionadamente la figura del asesino y se centraba en la de Leon Trotsky que termina por adquirir rasgos casi mesiánicos. Existe al menos otra versión reciente, 2007, titulada del mismo modo, producida en Argentina y dirigida por Matías Gueilburt, que no he podido ver.




En The Chosen, título original del film que comentamos, Chavarrías, junto a Dominic Harari y Teresa Pelegrí, cuentan ficcionada la biografía de Ramón Mercader, el español que mató a Trotsky, interpretado con corrección por el actor y cantante mexicano Alfonso Herrera. 
El leitmotiv de la película es el juego de las identidades. Mercader se preparó para ser un espía de la URSS, tomó el nombre de un belga, Jacques Mornard, francófono, y viviendo en Estados Unidos, por lo tanto también habla perfectamente inglés. Estas características, sobre todo apreciables en la versión original, refuerzan el juego de fingimientos y mentiras, que le permitirán introducirse en el círculo más íntimo de Trotsky y asesinarlo en México.  

Hay cuatro lenguas importantes en la película: francés, inglés, español y ruso. En un momento determinado nuestro protagonista suelta un exabrupto despectivo con la lengua española, la de México, que ha acogido a Trotsky, considerándola una lengua vulgar, poco elegante, nada refinada y soez, es, según él, lo contrario que el francés, el inglés y el alemán. Tras este comentario un mexicano suelta casualmente una grosería al fondo de la cantina...

Mercader, durante los interrogatorios, siempre dijo que él era Mornard, poniendo en práctica de nuevo una de sus primeras lecciones como espía. Sí repites con insistencia una mentira y la consideras tú mismo verdad, no importa cual sea la enormidad de ella, acabarán por creerla también los demás. La seguridad del personaje depende de que su verdadera lengua y su desprecio hacia ella le permitan desviar la atención sobre su verdadero origen y también su autoconvencimiento de una nueva identidad, es decir, un francófono que vive en Estados Unidos y habla inglés. Ese detalle, por ejemplo, le libra de ser descubierto por los mexicanos que custodian a Trosky cuando lo provocan con un juego lingüístico en español simula convincentemente no comprender. 

No se supo de su verdadera identidad hasta el año 1953. Después de 20 años de reclusión en México, en1960 terminó su condena y pudo viajar a Moscú. Pasó los últimos años viviendo entre Moscú y La Habana, siendo condecorado en secreto como Héroe de la Unión Soviética, con la orden de Lenin y la Medalla de Oro. Murió en 1978 y fue enterrado en el cementerio de Kúntsevo de Moscú, reservado a los Héroes de la Unión Soviética. 

La película a pesar de aciertos parciales, cómo ese juego de las lenguas y su conexión con la personalidad y la identidad, tan apropiados para una trama de espionaje, resulta algo trivial y básica. La puesta en escena es rutinaria, cercana a lo "televisivo" y se ajusta a los parámetros mínimos de una producción internacional (aunque con un presupuesto más bien escaso). Adolece, igualmente, de un ritmo narrativo algo cansino que termina por producir un cierto hastío. La apuesta de profundizar en la compleja psicología de Ramón Mercader y la de su madre, Caridad del Río, interpretado por Elvira Mínguez (como símbolos de aquellos turbulentos años, de la propia República Española, después de la Guerra Civil y previos a la Segunda Guerra Mundial y de los juegos de espías) no tiene éxito, y si quieren profundizar algo más en esa historia no les quedará otro remedio, en el campo del cine, que recurrir al ya citado documental de Rioyo y López-Linares. 

Roberto Sánchez
Antonia Bordonada

-Aragonia-

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