martes, 25 de agosto de 2015

Mr. Holmes (2015)****

Dir: Bill Condon
Int: Ian McKellen, Laura Linney, Hiroyuki Sanada, Frances de la Tour, Roger Allam, Philip Davis, Hattie Morahan, Patrick Kennedy, Gioacchino Jim Cuffaro, Shina Shihoko Nagai, Paul Blackwell, Eileen Davies, Sonia Mason, Milo Parker, Zak Shukor, Hermione Corfield. 

En 1947, Holmes vive retirado en una remota granja de Sussex con un ama de llaves y el hijo de ésta. Cumplidos los 93 años, su memoria y su capacidad intelectual empiezan a deteriorarse. Su rutinaria vida se limita al cuidado de su colmena, a la escritura de su diario y a la lucha contra su pérdida de facultades. El guión de Jeffrey Hatcher, se inspira en la novela A Slight Trick of the Mind de Mitch Cullin, peculiar escritor norteamericano del que ya se han adaptado otras historias al cine como Tideland (a manos del no menos peculiar Terry Gilliam en 2005). Bill Condon, es también norteamericano, pero su estilo es muy camaleónico. Ya parecía perfectamente británico en la apreciable Dioses y monstruos (1998) en la que dirigió al soberbio Ian McKellen, cuya reconstrucción de un Holmes casi arrasado por la edad es simplemente brillante. Poco a poco, con parsimonia, la dirección de Condon nos relata con elegantes y sedosos flash-backs el último caso que llevó al retiro (y al olvido) a Mr. Holmes. Sabe, además, como ir entrelazando una serie de acontecimientos del presente en los que jugarán un especial papel Roger (Milo Parker), el hijo de su ama de llaves Mrs. Munro (Laura Linney), y el japonés Tamiki Umezaki (Hiroyuki Sanada). Una inteligente, entretenida y refrescante película que se suma a la leyenda de Sherlock  Holmes, uno de los personajes de ficción (creado por Arthur Conan Doyle en 1887) que más veces ha sido recreado en el cine, la televisión y en otras adaptaciones y revisiones literarias o teatrales. Holmes tiene un aura especial, una carnalidad extrañamente verosímil para ser un personaje de ficción. Siempre fue un héroe peculiar, con grandes cualidades deductivas, casi un procesador de información humano (cuando se creó, el concepto de computación todavía no había sido desarrollado), y evidentes debilidades y carencias que últimamente sirven a sus adaptadores (y recreadores) para humanizar sus actividades y, como ocurre en este film, para colarnos algunas leves reflexiones sobre las elecciones vitales (el amor), la realidad y la ficción, y el poder de la ficción (del arte) para construir nuestra memoria y por tanto para darle sentido a nuestra vida. 
Estamos ante una película delicada, sensible y bastante entretenida que conscientemente propone un ritmo narrativo sosegado e inteligente, reforzado por la sutil y elegante banda sonora de Carter Burwell y la colorista fotografía del alemán Tobias A. Schliessler. Nadie debería perdérsela (a ser posible en versión original para disfrutar de los matices idiomáticos del simpar Ian Mckellen) y todavía menos los que siguen creyendo en el poder de Sherlock Holmes, uno de los personajes de ficción más reales y carnales que ha dado la literatura.

Roberto Sánchez

-Aragonia,Cervantes- 

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