martes, 7 de julio de 2015

San Andrés (San Andreas, 2015)**

Dir: Brad Peyton 
Int: Dwayne "The Rock" Johnson, Alexandra Daddario, Carla Gugino, Paul Giamatti, Hugo Johnstone-Burt, Art Parkinson, Ioan Gruffudd, Will Yun Lee, Todd Williams, Natalie Stephany Aguilar, Kylie Minogue, Archie Panjabi, Colton Haynes, Simone Kessell, Marissa Neitling, Morgan Griffin.

Brad Peyton es un cineasta canadiense que comenzó en este país en el cine dentro del género de la animación 
con la obra Bad Luck. Peyton había ya dirigido en 2012 a "La roca" Johnson en el film USA Viaje al centro de la tierra 2 (La isla misteriosa). Ahora tiene por estrenar, previsiblemente en 2016, Incarnatefilme de terror del subgénero de posesiones y exorcismos. 
San Andrés, con un guión de Carlton Cuse (inspirado por una historia escrita por Andre Fabrizio, Jeremy  Passmore) es una película veraniega, refrescante, con abundancia de agua. Con mucha agua diría yo. No quiero ser tan duro con ella como  lo han sido otros críticos por varias razones. La primera, porque tiene al siempre destacable y magnífico actor Paul Giamatti. La segunda, porque en este filme aparece una muchacha llamada Alessandra Daddario (actriz neoyorquina de origen italiano que ha participado en series como True Detective), que mi intuición me dice que tiene ese algo especial para convertirse en una futura estrella. Poseedora de una extraordinaria fotogenia,  Alessandra se come la escena cuando entra en plano y eclipsa a sus compañeros de reparto, algo que, sin querer establecer comparaciones, también sucedía en sus papeles infantiles o adolescentes con las  magníficas Ellen Page o Natalie Portman, desde sus primeras apariciones en el cine. Además de esta guapísima chavala de mirada inteligente, aparece también, haciendo el papel de su madre, la actriz norteamericana también de origen italiano Carla Gugino (que ha trabajado a las órdenes de directores como Ridley Scott o Jon Avnet en filmes como American Gangster o Asesinato justo), prototipo cinematográfico de  la morena carnal y peligrosa, y que todavía mantiene un considerable sex-appeal como mujer madura. Por otro lado, los efectos especiales de última generación en los que se han invertido escandalosas cantidades de dinero, crean escenas espectaculares y la película resulta entretenida y visualmente impactante de principio a fin. San Andrés no forma parte del ese cine de altura. Tampoco posee un gran guión. Es una película de entretenimiento puro y de alucine visual. En ese sentido, no desea jugar en otras ligas de mayor nivel artístico o intelectual. Es por tanto honesta, coherente y certera en su finalidad. Siguiendo un lema muy americano, ese que dice: "Si puedes hacerlo, hazlo a lo grande", el director parece decirnos: "si el cine de catástrofes es tu hamburguesa preferida, no te pierdas ésta, porque es la Súper Big Mac. 
San Andrés resulta una versión aumentada en su espectacularidad y actualizada de aquel otro Terremoto (Earthquake) dirigido en 1974 por Mark Robson. Sin, desde luego, tantas estrellas y con un sistema de sonido que desde luego supera al famoso "Sensurround", que en aquellos ya lejanos años 70 hacia retumbar las salas de manera innovadora . Aquel terremoto de los 70, tampoco era tan buena, y sin embargo, se llevó dos Oscar (sonido y efectos especiales ) y tuvo cuatro nominaciones más. No voy desde luego a comparar a este Peyton con un director de la talla de Mark Robson, que dio obras al cine cómo Más dura será la caída, El premio o El ídolo de barro, pero hay sin duda coincidencias argumentales, de esquema narrativo y de género, pues en ambas estamos ante un sismólogo que predice un gran terremoto y, a partir de ahí, asistimos al espectáculo destructivo.  
San Andrés forma parte de ese cine de acción y aventuras sin complejos, que propone al público adentrarse en un parque de atracciones donde la destrucción es el denominador común de todas las butacas a las que el espectador se sube. Es, por tanto, cine de subgénero y de verano. Por todo ello, voy a ser benevolente y voy a concederle la calificación de 2 estrellas. Porque, cuando es verano, ¿a quién no le apetece darse un buen chapuzón? Pues eso...A veces, cuando el calor apenas deja que el cerebro procese complejidades, apetece 
y mucho.


Gonzalo J Gonzalvo





-Aragonia,C. Grancasa, Palafox, Puerto Venecia, Yelmo-

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