domingo, 12 de julio de 2015

El padre (The Cut, 2015)***

Dir: Fatih Akin 
Int: Tahar Rahim, George Georgiou, Makram Khoury, Akin Gazi, Lara Heller, Numan Acar, Alejandro Rae, Dustin MacDougall, Shubham Saraf, Joel Jackshaw

El guión de Fatih Akin y Mardik Martin nos lleva hasta Mardin, Turquía, en el año 1915. La policía arresta a todos los hombres armenios de la ciudad. Entre ellos está el joven herrero Nazaret Manoogian (Tahar Rahim), al que separan de su familia. Años después de haber sobrevivido al genocidio, se entera por casualidad de que sus dos hijas gemelas siguen vivas. Entonces se obsesiona con la idea de encontrarlas y empieza una búsqueda que le va a llevar desde el desierto de Mesopotamia, pasando por La Habana, hasta las desiertas praderas de Dakota del Norte. Durante su odisea conoce a gente muy diferente, a personas de buen corazón, dispuestas ha ayudarle, y a otras para los que la vida humana no vale nada. Fatih Akin es un director turco-alemán, nacido en Hamburgo, con una trayectoria iniciada como actor en 1994 para la televisión y como realizador en 1995, después de dos cortometrajes pasa al largometraje con Corto y con filo (1998), su primer éxito, una película de turcos, serbios y griegos ambientada en Hamburgo; en Contra la pared (2004) de nuevo turcos en Alemania y viceversa, protagonizada por el brillante, inestable e imprevisible Birol  Ünel, logra la que por el momento es su mejor película; y aunque también son recomendables Al otro lado (2007), ahora turcos y alemanes en Istambul y viceversa; y Soul Kitchen (2009), griegos, turcos y otras etnias en Alemania-Hamburgo, en torno a un restaurante, no ha conseguido el impacto de la brillante Contra la pared.  
En The Cut es fácil reconocer referencias a importantes películas que han tocado el tema de la emigración más o menos forzada. Hay recuerdos al América, América (1963) de Elia Kazan, aunque la crudeza con la que se cuenta la llegada y supervivencia en América sea sin duda más naturalista que en la película del greco-norteamericano Kazan; la otra referencia inevitable es Ararat (2002) del armenio-canadiense Atom Egoyan  (por cierto, nacido en el exilio familiar en Egipto) que sí relataba con crudeza el genocidio. 
La película de Fatih Akin peca quizá de un exceso de duración, y de un cierto esquematismo, pero para compensar muestra un brillante trabajo del francés (de origen argelino) Tahar Rahim, y mantiene un estilo directo poco o nada contemplativo, en el que cuando aparece esa lado oscuro y violento del ser humano no hay remilgos en mostrarlo. La crudeza de las imágenes en un campo de refugiados armenios que visitará en su periplo es un buen ejemplo de que, cuando es necesario, Fatih Akin no se esconde y es capaz de conmovernos profundamente. 
No deberían perdérsela. La pena es que en Zaragoza solo hemos podido verla en una versión doblada...


Roberto Sánchez


-Aragonia-

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