jueves, 28 de diciembre de 2017

Star Wars: Los últimos Jedi (2017)**

Dir: Rian Johnson
Int: Daisy Ridley, John Boyega, Adam Driver, Óscar Isaac, Mark Hamill, Carrie Fisher, Kelly Marie Tran, Domhnall Gleeson, Benicio del Toro, Laura Dern, Andy Serkis, Gwendoline Christie, Lupita Nyong'o, Anthony Daniels, Frank Oz, Warwick Davis, Justin Theroux, Billie Lourd, Lily Cole, Temirlan Blaev, Sara Heller, Josiah Oniha, Joonas Suotamo, Joseph Gordon-Levitt.

Los últimos brillos de lo que fue La guerra de las galaxias 

Vaya por delante que sé que a muchos fans de Star Wars no les va a gustar este artículo, pero he de ser consecuente con lo que me ha parecido esta última, penúltima..., o quien sabe, entrega de la ya cuarentona saga de Star Wars

No es un mal director Rian Johnson, aunque su territorio es más la televisión y las series (pues ha sido uno de los directores de la excelente Breaking Bad), ésto quizá vaya ya dando pistas de por dónde va la cosa. Con su primer largometraje Brick (2005), gana el Premio Especial del jurado en Sundance, con un thriller que resulta ser un Neo Noir más que curioso. En Looper (2012), un thriller futurista con reparto de estrellas (Bruce Willis, Jeff Daniels, Emiy Blunt), consolidó su fama internacional (aunque reconozco que tampoco es un filme que me emocione). Pues, ahí es nada, a Johnson le ha tocado lidiar con la saga Star Wars y éste Los últimos Jedi, inagotable “a priori” saga galáctica nacida de la mente genial de un señor llamado George Lucas, y que allá por 1977 nos hizo soñar y ver el cine de ciencia ficción de otro modo con La guerra de las galaxias




Mucho ha llovido desde entonces: Dos trilogías completas y dos filmes de una tercera (El despertar de la fuerza y Los últimos Jedi) a la que, al parecer, el propio Johnson pondrá broche final allá por 2020 con un filme del que aún se desconoce el título.  

De la primera trilogía, conducida por George Lucas, Irvin Kershner y Richard Marquand (está claro que para mí sin duda la mejor), decir que contaba con el soporte de guionistas como Lawrence Kasdan, Leight Brackett o el propio Lucas (ahí es nada, vaya tres), hecho que marca una barrera de calidad infranqueable para la última trilogía en vigor y las que vengan. Lo que nos cuenta Los últimos Jedi en esta última entrega es que la llamada Primera Orden, con su oscuro poder, tiene contra las cuerdas a las fuerzas rebeldes de la República, lideradas por la general Leia Organa (último papel de Carrie Fisher). Con la ayuda de un viejo Jedi (Luke Skywalker), la fuerza de pilotos liderada por Poe Dameron intentará destruir un enorme acorazado de la Primera Orden de gran poder destructivo. 




Sin llegar al hastío que este filme le ha producido a mi colega Carlos Boyero, quien textualmente dice acerca de la película: “Más de lo mismo, que matraca...guión sin pies ni cabeza...ha degenerado en un serial tan calculado y fofo que me aburre a morir, sin inspiración ni alma”; coincido con él en que lo que empezó con una historia y personajes fascinantes (Luke, Leia, Darth Vader, Han Solo, Yoda, etc.) se ha convertido en una interminable franquicia de enormes resultados comerciales (ganan más dinero con el merchandising que con la propia película) pero que, desde luego, para el que escribe y suscribe, ha perdido gran parte de su magia. De esa magia que nos cautivó a finales de los 70 y comienzos de los años 80 del siglo veinte. 




Son precisamente los pocos personajes originales que quedan (el recuperado y viejo Jedi Luke Skywalker, la eterna y querida princesa Leia tristemente desaparecida este año, los droides C3PO y R2D2 acompañados de ese entrañable gigante peludo llamado Chewacca), los que siguen aportando el mínimo aliciente  que le queda  a esta saga intergaláctica que, está claro, quieren perpetuar para tener enganchadas a las nuevas generaciones, con nuevos personajes y aventuras que cada vez tendrán menos que ver con la propuesta original de La guerra de las galaxias (ésto mismo ya pasó con Star Trek, cuya primera película dirigida por Robert Wise era una obra maestra de la ciencia ficción). 



Los últimos Jedi es impecable a nivel técnico (faltaría más) gracias a la unión de la ILM del señor Lucas más el poder de los Walt Disney Studios. Esta penúltima entrega (o lo que demonios vaya a ser según las que hagan después) juega al despiste desconcertando a gran parte de los seguidores de la saga, en un intento casi suicida de dar una vuelta de tuerca a la saga en la que “todo vale”. Y, desde luego, señor Johnson (autor también del guion) , no, no todo vale. La saga de Star Wars (ya no es La guerra de las galaxias, el marketing yanqui se impone) es eso, una saga muy muy rentable….pero que...hace mucho...mucho tiempo….que ha perdido su encanto y espíritu original. Quizá esa magia se haya quedado en  “aquella galaxia...muy...muy lejana". 

Al menos nos quedan los maravillosos acordes de ese genio octogenario de la música de cine llamado John Williams… Que la Fuerza nos acompañe….la vamos a necesitar.

Gonzalo J. Gonzalvo





Ya nada brilla en en La guerra de las Galaxias

O sí, algo brilla, pero son los efectos especiales, y lo hacen muy poco en realidad. Nada novedoso hay sobre la pantalla perlada, ni en los juegos de artificio de esos trucajes, ahora digitales, ni en el vano intento de emular, modernizando y rejuveneciendo a los personajes, la eficiente Star Wars: Episodio V - El Imperio contraataca (1980), de Irvin Kershner, guionizada por Leigh Brackett, Lawrence Kasdan y el mismísimo George Lucas. En realidad, se mantiene el rotundo patinazo artístico de la anterior entrega Star Wars: Episodio VII - El despertar de la Fuerza (2015), a su vez un remedo demasiado clónico de Star Wars: Episodio IV - Una nueva esperanza (1977), que fue el inicio efectivo de toda la saga y cuyos rasgos característicos que fusionan y mezclan diversos elementos genéricos de la ciencia-ficción, el western, o las historias legendarias de los caballeros artúricos, dieron como refinado resultado la exitosa idea de una nueva Space Opera cinematográfica, renacida de las cenizas de las ínfimas series de bajo presupuesto que no lograron dignificar este subgénero en las décadas inmediatamente anteriores.




Siento decir que en mi opinión crítica, estaría más cerca de la de Carlos Boyero que de la de mi colega Gonzalo J. Gonzalvo, si no fuera por que Rian Johnson ha logrado construir un relato entretenido, a pesar de que soporta no pocos lastres. El más pesado es el de los productores (la reaccionaria Disney) y su afán por infantilizarlo todo (léase los Porgs, por ejemplo) hasta extremos impensables, incluyendo las historias con personajes extrafalarios y ridículos y los giros de guion forzados. El único propósito es la búsqueda, a costa de lo que sea (ridículo incluido), de nuevos públicos más jóvenes y a los que no es tan complejo satisfacer. Estos planteamientos parecen haber obligado al guionista (el mismo Rian Johnson) a "saltarse a la torera" cualquier verosimilitud recomendable y, al final, la fidelidad a la historia original. Aunque, todo hay que decirlo, este realizador y su hipervalorada Looper  (2012), no ha debido poner muchos incovenientes ya que aquel guion no era precisamente un dechado de coherencia narrativa a la hora de explicar y dar sentido a los sorpresivos saltos en el tiempo (literales) del film. 




Hay otra cuestión en la que discrepo con mi querido compañero de fatigas críticas Gonzalo J. Gonzalvo. Mi opinión sobre el trabajo de los veteranos  Carrie Fisher (1956-2016) y Mark Hamill (nacido en 1951).  La recientemente fallecida Carrie Fisher está decididamente desapareciendo a lo largo del metraje, su personaje se desvanece..., y en el caso del segundo, puede entenderse perfectamente, sufriendo su interpretación, que nunca haya hecho nada memorable después de su Luke Skywalker de la trilogía central. Hacia tiempo que no veía y sufría un actor tan pésimo y deplorable en una superproducción de éxito..., en taquilla.
Un auténtico y ridículo guiñapo humano imposible de creer...




Y, al contrario, los jóvenes Daisy Ridley (Ray) y Adam Driver (Kylo Ren), están correctos en la construcción de sus personajes a pesar de que el guion va siempre en su contra. Los que no han superado la prueba (quizás ante el absurdo continúo de sus personajes) han sido los, casi siempre brillantes, Oscar Isaac (Poe Dameron) y Laura Dern (la Vicealmirante Holdo).

En fin, y para ir terminando, sólo los más enfebrecidos "frikis" sacarán algo en claro de esta estrella que ya no brilla; y, si la "fuerza" no lo impide, terminará por desintegrarse en la nada. 

Aunque aún me quedan las ligeras chispas de esperanza que espero surgan de los spin-offs de la serie, como las ya vistas en Rogue One: Una historia de Star Wars (2016), de Gareth Edwards, o las que están por provocar una nueva llamarada en Solo: A Star Wars Story (2018), de Ron Howard. De verdad, deseo que con ellas pueda salvarse del ridículo una de las sagas más importantes de la ciencia-ficción cinematográfica.

Roberto Sánchez

-Aragonia, C. Grancasa, Palafox, Puerto Venecia, Yelmo-

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