miércoles, 20 de diciembre de 2017

Coco (2017)**

Dir: Lee Unkrich y Adrian Molina
 
El guion es de Adrian Molina y Matthew Aldrich, la historia original de Lee Unkrich, Jason Katz, Matthew Aldrich y Adrian Molina. Está claro que Adrian Molina, el hispano, ha logrado imponer  algunos aspectos de su cultura de origen, aunque en una medida inferior a lo que aparenta en su aspecto superficial. 

Miguel es un joven con el sueño de convertirse en leyenda de la música a pesar de la prohibición de su familia. Su pasión le llevará a adentrarse en la "Tierra de los Muertos" para conocer su verdadero legado familiar. 

Lee Unkrich, ahora mismo, dentro de la factoria Disney-Pixar quizás sea uno de los más prestigiosos directores. Ha participado como director en Toy Story 2 (1999), Monstruos, S. A. (2001), Buscando a Nemo (2003), Toy Story 3 (2010) y ahora Coco. Adrian Molina, el factor hispano del que hablaba un poco antes, es un californiano, descendiente de mejicanos, que debuta en la dirección pero que pertenece desde hace tiempo a la factoría Pixar. Fue guionista en Monstruos University (2013) y en El viaje de Arlo (2015), y trabajó en el departamento de animación (para los créditos finales) de la mítica Ratatouille (2007).



De vez en cuando, y si participa Pixar, me atrevo a consumir una película de animación Disney. El cine "familiar",  me repugna y generalmente me da mucho miedo. Detrás de él suele esconderse una visión reaccionaria, mentirosa y manipuladora de la realidad, y encima suele estar cada vez mejor construido desde el punto de vista formal, con lo que la eficacia a la hora de influenciar "positivamente" a los más jóvenes es evidente. 

Las visión monolítica de Trump, tan poco favorable al vecino del sur, parece querer suavizarse en Coco, un caramelo envenedado, capaz de hacernos reir, llorar y soñar con la apariencia de paraíso capitalista que tiene esa "Tierra de los Muertos" en la que transcurre el fim, una suerte de parque temático para esqueletos (mexicanos).



De nuevo, saludo con respeto a esta factoría de animación, capacitada para seguir produciendo películas de animación de éxito casi seguro. La posible reivindicación de lo latino (mexicano), queda tan embadurnada de la babosa blandura "Disneyana", de su excelsa corrección política, que las evidentes virtudes formales de Pixar, también en sus historias que en el pasado incluían dósis mínimas de alusiones satírico-críticas, siempre reconfortantes, pasan a un plano secundario. Ahora lo importante es hacer taquilla y no cerrar las puertas del gran nicho de mercado que suponen Los Estados Unidos Mexicanos. 

Vamos, que esta película no es para nada la obra maestra que algunos han querido ver en ella...

Roberto Sánchez

-Aragonia, C. Grancasa, Palafox, Puerto Venecia, Yelmo-

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