domingo, 21 de agosto de 2016

El caso Fischer (Pawn Sacrifice, 2014)***

Dir: Edward Zwick
Int: Tobey Maguire, Michael Stuhlbarg, Peter Sarsgaard, Liev Schreiber, Lily Rabe, Conrad Pla, Seamus Davey-Fitzpatrick, Sophie Nélisse, Robin Weigert, Evelyne Brochu, John Maclaren, Andreas Apergis, Ilia Volok, Alexandre Gorchkov, Aiden Lovekamp. 






Edward Zwick (nacido en 1952), productor, guionista y realizador norteamericano, comenzó a dirigir a finales de la década de los setenta, fundamentalmente para la TV (series y TV Movies). En la pantalla grande su primera incursión como director fue una comedia titulada ¿Qué pasó anoche? (1986), a la que siguieron unos cuantos éxitos de variados géneros como Tiempos de gloria (1989), Leyendas de pasión (1994), El último samurái (2003) o Diamante de sangre (2006). Quizás no pueda ni deba hablarse de genialidad, pero desde luego sí que estamos ante uno de los narradores más eficaces del Planeta Hollywood actual, que ha sabido construir con cierta solvencia la historia de la preparación y del legendario enfrentamiento por el campeonato del mundo entre Bobby Fischer (interpretado con solidez por Tobey Maguire), campeón de ajedrez norteamericano, y el campeón soviético Boris Spassky (Liev Schreiber). El duelo, que tuvo lugar en 1972, en plena Guerra Fría, fue mucho más que un conjunto de partidas para conquistar un campeonato; prueba de ello es que captó la atención televisada de todo el mundo y que sigue siendo recordado..






El guión lo firma Steven Knight, apoyándose en una historia que escribieron para el cine el
mismo Steven Knight, junto a Stephen J. Rivele y Christopher Wilkinson. Pawn Sacrifice (cuya
traducción literal sería "El sacrificio del peón") intenta profundizar en la psicología de un brillante jugador de ajedrez, para algunos el mejor de la historia, que tuvo que enfrentarse siempre contra su propia locura. Será precisamente, al intentar explicar el origen de su enfermedad mental, donde la historia se resienta bastante. La simplificación y la síntesis no son siempre el mejor modo de explicar este complejo universo del ajedrez que si, además, se mezcla con el oscuro e histérico mundo de la Guerra Fría entre Estados Unidos y la desaparecida Unión Soviética, durante los años sesenta y setenta, puede alcanzar cotas de complejidad sobre las que la película solo hace una liviana panorámica. 

Por otro lado, nunca ha sido fácil para el cine mostrar la complejidad y riqueza psicológica  del ajedrez. Hay muchos títulos relacionados con el ajedrez, pero pocos realmente brillantes  (ver listado en este enlace http://www.filmaffinity.com/es/movietopic.php?topic=149274), poco puede ser destacado en esta conexión ajedrez-cine, más  allá de los planteamientos "ajedrecísticos" del genial Stanleyl Kubrick (buen jugador de ajedrez, además de buen fotógrafo y mejor director), o las visiones simbólicas de Ingmar Bergman en El séptimo sello (1957), o las de Satyajit Ray en Los jugadores de ajedrez (1977); o los trabajos vanguardistas de Vsevolod Pudovkin y Nikolai Shpikovsky en La fiebre del ajedrez (1925), o Hans Richter y Jean Cocteau en 8 X 8: A Chess Sonata in 8 Movements (1957). 

Aunque llenas de defectos y problemas recuerdo con simpatía dos películas: La diagonal del loco (1984), de Richard Dembo, que reconstruye los enfrentamientos, no menos míticos, entre otros dos grandes maestros Karpov y Kasparov, aunque cambiando los nombres (los imaginarios Pavius Fromm vs. Akiva Liebskird); y La defensa Luzhin (2000), de la holandesa Marleen Gorris, que se atreve a adaptar una de las mejores novelas sobre ajedrez de Vladimir Nabókov casi del mismo título: La defensa de Luzhin





Bobby Fischer ya mereció la atención del cine en un magnífico documental titulado Bobby Fischer Against the World (2011), de Liz Garbus, y aparecía omnipresente (aunque más como esperanza y deseo) hasta en el título de la aceptable En busca de Bobby Fischer (1993) de Steven Zaillian. 

En fin, una película recomendable, que rememora un periodo histórico relativamente reciente como el de la Guerra Fría y, aunque se queda corta al hablarnos del genio de Fischer, permite volver a poner el objetivo en las posibles conexiones entre la locura, y la genialidad necesaria para ser un gran maestro en el ajedrez. Bobby Fischer fue uno de los mejores, capaz de vencer a los grandes maestros rusos de su época y casi había vuelto a caer en el olvido. Nació en Chicago (Illinois, USA) en 1943 y fallecido en Reikiavik en 2008 (sí, en Islandia, país que le concedió la nacionalidad en 2004, después de un rocambolesco problema con los pasaportes que le hizo pasar unos ocho meses detenido en el país que le vio nacer). 


Roberto Sánchez

-Palafox-

1 comentario:

Luis Betrán dijo...

Esta película carece de sentido doblada, como la proyectan en Zaragoza entre otras cosas porque el excelente Liev Schreiber (Spassky) habla.....en ruso. Yo, lógicamente, la he visto en mi casa en vose y es una muy entretenida función. Aunque era muy joven, recuerdo perfectamente el enfrentamiento Fischer-Spassky y la mítica sexta partida (momento que recoge el film de forma admirable), Zwick imprime un ritmo molto vivace a lo que de otra forma hubiese resultado aburrido. Y no se olvida de las circuntancias políticas de guerra fría que se vivián aquellos años, con imágenes de archivo de Kruschev. Breznev, Kissinguer, Nixon, el Watergate y hasta los Beatles. Yo no soy jugador de ajedrez, pero reconozco que el inventor de ese juego diabólico (chino o egipcio) fue un genio, y ,según me dicen aquellos que conozco y juegan como aficionados, Bobby Fischer también lo fue. Sin embargo esta notable película tiene dos problemas: 1) Tobey Maguire, esforzadísimo, no tiene recursos para interpretar a un bipolar como Fischer y pone constantemente cara de loco. 2) Se incide más en el desequlibrio psíquico de Fischer que en otros aspectos de su fascinante personalidad. Igualmente se obvia el triste destino de Spassky despues de au abultada derrota, y nada de porque Fischer no quiso disputar el campeonato del mundo con Karpov cuatro años despues. Resumiendo, película noblemente artesanal hecha para contentar a tirios y troyanos. Nada que reprochar a Zwick si la propuesta es la que es, y la disyuntiva popósitos/resultados es resuelta con total solvencia. También aprecio las películas ajedrecísticas que citas e incluyo "Juego de reyes" de Gerd Oswald. Tengo debilidad por la catalana "Hijo de Caín", pero no es una película sobre el ajedrez sino como un chaval psicótico aplica la máxima de Kasparov: "El ajedrez solo consiste en matar al rey".