martes, 15 de marzo de 2016

La chica danesa (The Danish Girl,2015)***

Dir: Tom Hooper. 
Int: Eddie Redmayne, Alicia Vikander, Matthias Schoenaerts, Amber Heard, Ben Whishaw, 
Sebastian Koch, Victoria Emslie, Adrian Schiller, Richard Dixon, Paul Kerry, Helen 
Evans, Michael Gade Thomsen, Alicia Woodhouse.


Cuando la identidad está encarcelada 

Viendo La chica danesa uno piensa: "qué difícil tiene que ser vivir siendo una mujer encarcelada en el cuerpo de un hombre o viceversa”. El filme de Tom Hooper nos cuenta la historia y la relación de dos artistas, de dos pintores: el matrimonio compuesto por Einar (Eddie Redmayne) y Gerda Wegener (Alicia Vikander). Dos seres complejos unidos por el arte y también por el amor. Dos vínculos que, a pesar de las dificultades, les mantendrán unidos hasta el final del camino que hayan de recorrer juntos. Como toda película candidata a los cotizados Oscar, La chica danesa (con guión de Lucinda Coxon sobre una novela de David Ebershoff), tiene una ambientación exquisita (con el español Paco Delgado nominado por segunda vez en la categoría de mejor vestuario), una estupenda música compuesta por el gran Alexander Desplat y una notable dirección artística que también mereció la candidatura a la dorada estatuilla. Nominados también estaban (como mejor actor y actriz respectivamente), Eddie Redmayne y la sueca Alicia Vikander (a la  sazón, flamante nueva novia de Michael Fassbender, cosa que muchas y muchos le perdonarán aún menos que haberse llevado el Oscar), aunque para mí el trabajo de ambos difiere en niveles de calidad, rozando la perfección la Vikander (merecido premio) y cumpliendo simplemente Redmayne que, desde luego, queda muy alejado de las cotas que, no hace mucho, le dieron a él el Oscar cuando se metió en la piel del eminente físico Stephen Hopkins.
 
En papeles similares y, comparativamente, me parece muy superior la interpretación que en el filme francés Une nouvelle amie (François Ozon, 2014) realizaba el actor Romain Duris. Entre el filme de Ozon y el de Tom Hooper habría una gran brecha en cuanto a matices y riqueza del personaje transgenérico, lo que hace que el filme de Ozon llegue a emocionar al espectador y el de Hooper resulte en algunos momentos excesivamente recargado y barroco.  

Todo lo que en Duris era sutileza y realismo es afectación y exceso de poses forzadas en el trabajo de Redmayne que, a pesar de ser un buen actor, no logra hacernos ver a esa “Lily”, sino que lo seguimos viendo a él, a Redmayne, disfrazado y maquillado de mujer, no logrando despegar artísticamente de un círculo plano del que no logra salir. No obstante, como digo, “La chica danesa” es un producto con una envoltura lujosa e impecable en las formas (de no ser así no hubiese entrado en la lista de filmes nominados a los Oscar), pero su contenido no logra trascender ni emocionar al espectador (salvo que sea de lágrima fácil). Aún así, estamos ante una película de una factura muy digna, estéticamente muy bella. Lo que ocurre es que, el arte, no es sólo una hermosa estética, es algo más. Y cinematográficamente, La  chica danesa no pasará desde luego a los anales de las grandes películas del séptimo arte.

Gonzalo J. Gonzalvo.

-Aragonia, Palafox-

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