lunes, 10 de diciembre de 2018

FESTIVAL DE CINE DE ZARAGOZA 2018. 23 EDICIÓN.

FESTIVAL DE CINE DE ZARAGOZA 2018.      
23 EDICIÓN.

A punto de cumplir el cuarto de siglo                 

No cabe duda de que el Festival de Cine de Zaragoza, que nació allá por 1995, goza de buena salud. Mucho han cambiado las cinematografías y los medios técnicos audiovisuales desde entonces, pues aunque como reza el viejo tango “veinte años no es nada”, la tecnología digital ha avanzado notablemente en el terreno audiovisual. Por otro lado, el cine (especialmente como arte), siempre será una especial forma de contar historias, y en cuanto a lo sustancial de su lenguaje narrativo, siempre se mantendrá fiel a sus principios.  

En esta nueva edición (ya la número 23), mucho se nos ha querido contar por parte de cineastas de todo el mundo. Muchas y variadas historias tanto en formato corto como en largometraje, lo que da muestras patentes del interés y la cantera de nuevos y jóvenes cineastas que serán y son ya el presente y el futuro de la cinematografía internacional. Países como México, Bolivia, Grecia, Reino Unido y, por supuesto, España, presentaron trabajos muy variados y diferentes. Además, Japón y su estupenda y curiosa cinematografía fue el país invitado, con una especial colaboración de la Asociación Aragón-Japón en las actividades del festival. En este sentido, citar títulos como Museum (Myûjiamu, 2016), de Keishi Ohtomo ; I Am a Hero (2015), de Shinsuke Sato o Nagasaki, recuerdos de mi hijo (Haha to kuraseba, 2015), de Yoji Yamada,y algunos menos recientes pero no menos interesantes, como Dolls-Marionetas (Dolls, 2002) del gran director y actor Kitano Takeshi o la mítica Los siete samuráis (Shichinin no samurai, 1954), de  Kurosawa Akira. 















La sección dedicada al cine japonés fue un éxito, pero tuvo sus luces y sombras. En el lado luminoso, destacó el estreno de Un asunto de familia (Manbiki kazoku, 2018), de Koreeda Hirozaki y en el de las sombras, la recuperación de Thermae Romae (Terumae romae,2012), de Hideki Takeuchi, un filme insignificante e "infantiloide", adaptación de un manga del mismo nombre que disfraza a unos cuantos japoneses de romanos de la época del emperador Adriano.




Este año además, el festival de Cine se hermanó con el de Jazz de Zaragoza (y su sección Jazz Cinema), que coincidieron en fechas en parte, y ello hizo posible experiencias tan interesantes como la que se pudo disfrutar en la sala Luis Galve del Auditorio de Zaragoza, en la cual, mi compañero en la lidia cinematográfica Roberto Sánchez presentó y organizó una interesante disertación sobre el Jazz en el cine, y el grupo musical de jazz EVO (con los grandes músicos aragoneses Chus Fernández al bajo eléctrico, Chavi Naval a los saxos y clarinetes y David Fernández a la batería) puso una nueva banda sonora de jazz al ya mítico filme de Luis Buñuel Un Perro Andaluz. También, y de la mano del profesor Sánchez, pudimos disfrutar en la Filmoteca de Zaragoza (otra de las sedes del festival), del excelente filme de Clint Eastwood Medianoche en el jardín del bien y del mal (1997), además de Anatomía de un asesinato (Otto Preminger, 1959), el documental Tete Montoliu: una mirada (Pere Pons, 2007), y el inclasificable y lisérgico El almuerzo desnudo (David Cronenberg, 1991). 

Dentro de los múltiples cortometrajes (sección imprescindible y que merece todo el apoyo) destacar la sección Aragón Negro, que los hermana con el cada vez más importante certamen literario de novela negra de Aragón. En esta sección, se pudieron ver interesantes trabajos como: A contratiempo  (Juan Bermúdez), Las flores grises (José Ubieta),  Inattendu (Brasil),  Sangre en la medianoche (Roberto Navarro) o Tres tristes tigres (Albert lagos). 



En el plato fuerte de los largometrajes, dentro de los trabajos españoles, destacar en especial el filme Jaulas (2018), del joven director sevillano Nicolás Pacheco.  La divertida y disparatada Kill Ben Lyk, de Erwan Marinopoulos (Reino Unido), hizo pasar un buen rato. Más reflexivas e introspectivas los filmes mexicano y boliviano respectivamente: Pacífico Norte  (2018), una algo verde pero curiosa road movie de la joven directora Valentina Sachetti, y la interesante El río, dirigida por Juan Pablo Richter, un drama con pinceladas de thriller que va de menos a más. De Portugal nos llegó Uma Vida Sublime (2018), de Luís Diogo, inteligente fusión entre thriller, psicopatías varias y reflexión sobre la vida y todo lo demás...

Mención aparte merece el durísimo drama social impregnado de thriller Holy Boom, de María Lafi, excelente filme griego que se alzó con el galardón a la mejor película del festival. Para tener información exhaustiva de todos los premios y galardones de la distintas categorías y secciones (que son muchas), conviene consultar este enlace: 
http://festivalcinezaragoza.com/noticia/49  

Destacar también el muy merecido homenaje a la gran actriz Julia Gutiérrez Caba, que recibió el Augusto Ciudad de Zaragoza por sus seis décadas de dedicación al cine y el teatro, premio rodeado de emoción que le entregó su hermano Emilio. La popular actriz aragonesa Laura Gómez Lacueva y la veterana figurinista María Araújo, también se llevaron su robusta estatuilla del emperador Augusto a casa. 


En la gran gala de clausura brillaron también con luz propia la música de cine (de la mano del piano y la prodigiosa voz de Ariadna Redondo)  y la percusión japonesa del grupo aragonés japonés “Kamidaiko”, y que pusieron el broche de oro a un festival que se encamina ya a su edición número 24. Por mi parte expresar el deseo de que la sección de largometrajes gane en envergadura y peso de cara a esa importante cita con público y medios que será la vigésimo quinta edición, pues existen mucha secciones menores que, sin quitarles importancia, hacen que el festival sea un tanto extenso, largo e inabarcable.

GONZALO J. GONZALVO

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