miércoles, 2 de noviembre de 2016

Que Dios nos perdone (2016)****

Dir: Rodrigo Sorogoyen

Int: Antonio de la Torre, Roberto Álamo, Javier Pereira, Luis Zahera, José Luis García Pérez, Mónica López, María Ballesteros, Rocío Muñoz-Cobo, Ciro Miró, Andrés Gertrúdix, Silvia Casanova, Josean Bengoetxea. 


En Madrid, durante el tórrido verano de 2011 nos encontramos con un panorama complejo y convulso marcado por la crisis económica, el Movimiento 15-M, y un millón y medio de peregrinos que esperan la llegada del Papa. En este contexto, los inspectores de policía Alfaro (Roberto Álamo) y Velarde (Antonio de la Torre) deben encontrar al que parece ser un asesino en serie cuanto antes y sin hacer ruido. La caza del asesino les irá poniendo a prueba paulatinamente. Los dos tienen serios problemas en las relaciones personales, y aunque parecen buenos profesionales, tendrán que superar esos problemas, con no poco sufrimiento y la incomprensión de sus jefes y compañeros. 

Rodrigo Sorogoyen había destacado en la dirección de algunas series televisivas (por ejemplo en La pecera de Eva, de 2010-2011) y sobre todo por el elegante y sobrio trabajo de dirección de Stockholm (2013), que fue su primer largometraje. Una parte de la sabiduría en la dirección de actores presente en ese film, vuelve a ponerse de manifiesto en Que Dios nos perdone. El guión, escrito junto a su habitual colaboradora Isabel Peña, es la clave para entender los elementos propios (hispanos), aunque haya ciertas dependencias genéricas respecto al thriller norteamericano actual.



Lo del thriller español empieza a ser un fenómeno importante. Lo que fue un género secundario está dejando paso, gracias al trabajo de realizadores como Enrique Urbizu, Alberto Rodríguez o este recién llegado Sorogoyen, un modo personal y con características propias. En el caso que nos ocupa, el papel indirecto de la religión, las tortuosas relaciones materno-filiales, las peculiaridades de algunos barrios madrileños, y el convulso contexto socio-económico, contribuyen a crear un ambiente enrarecido y denso al que contribuyen especialmente el espectacular trabajo de Antonio de la Torre y Roberto Álamo, además del conjunto de secundarios. 



Por otro lado, el trabajo de Alejandro de Pablo (otro de sus habituales colaboradores) en la dirección fotográfica, unida a la eficiencia de la puesta en escena nos dan como resultado una película excelente, con un ritmo narrativo incansable y siempre ajustado a una historia que muestra con soltura los lados más oscuros del ser humano, dejando ligeras, muy ligeras esperanzas, para que Dios nos perdone.

Roberto Sánchez

-Aragonia, Palafox, Puerto Venecia, Yelmo-

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