jueves, 17 de noviembre de 2016

Las furias (2016)**

Dir: Miguel del Arco
Int: José Sacristán, Mercedes Sampietro, Bárbara Lennie, Carmen Machi, Emma Suárez, Alberto San Juan, Elisabet Gelabert, Raúl Prieto, Gonzalo de Castro, Pere Arquillué, Macarena Sanz.

Marga (Mercedes Sampietro), una mujer de casi setenta años, anuncia a sus tres hijos que tiene la firme intención de vender la casa de verano familiar –un caserón en algún lugar de la costa española que servirá de escenario para el melodrama– con el propósito de emprender un largo y misterioso viaje. Después de algunos enredos y equívocos, los emplaza a pasarse por allí lo antes posible para elegir muebles, enseres o recuerdos que quieran conservar antes de que la venta se lleve a cabo.  Héctor (Gonzalo de Castro), el hermano mayor, propone aprovechar el mismo fin de semana en el que deshagan la casa entre todos para celebrar en familia su boda con la mujer con la que lleva más de quince años viviendo y de la que todos esperaban que se separara. La familia vivirá un fin de semana dividido entre: qué ha pasado, qué te pasa, no me puedo creer que esto esté pasando, eso nunca debió de pasar y ha pasado lo que tenía que pasar…una típica reunión familiar.

Miguel del Arco, un hombre que viene del mundo del teatro, ha intentado emular con su primer largometraje al británico Sam Mendes (otro cineasta que llegó desde los territorios de Talía y Melpómene). También ha intentado, en algunos aspectos parciales, optar por un humor descarnado con ciertos reflejos a Woody Allen. Bueno, pues ha logrado alejarse de esos dos posibles modelos; aunque hay que reconocerle que el trabajo con todos los actores ha sido brillante.


Miguel del Arco ha pretendido lograr en casi todas las secuencias momentos impactantes, situaciones límite. Vamos, que no ha querido, o no ha podido, adecuarse a los tiempos necesarios de la narración cinematográfica, confiando ciegamente en las capacidades de sus actores para salir airosos de las unas situaciones planteadas siempre como retos interpretativos. Además, todos los personajes están vinculados al mundo del teatro, en un guiño autorreferencial constante a un grupo de actores que igualmente han tenido y tienen mucha relación con ese medio. Miguel del Arco quería lograr la fórmula de la fusión perfecta de cine con teatro, y de teatro con cine.

En mi opinión, sólo ha habido por el momento, un gran creador que supo trabajar con maestría y perfección estos dos mundos: el sueco Ingmar Bergman, aunque incluso él, tuvo constantemente  que engañar a su esposa "El teatro", con esa apasionada amante en la que se convirtió "su cine".


Miguel del Arco es ambicioso, y ha querido que su historia se pareciera lo más posible a una película. Ha querido, sin éxito, superar la teatralidad, imitar algunos recursos de maestros consagrados... Por ejemplo, ha cuidado al máximo la fotografía (por cierto, excelente), contando con el buen hacer de Raquel Fernández Núñez, en activo desde 1999, con trabajos para Mariano Barroso o María Ripoll, entre otros.

Con todo, para mi, sigue estando demasiado cerca de la experiencia teatral, un aspecto que debidamente articulado no debería haber resultado un lastre si no fuera por que este nuevo director de cine todavía no es un cineasta pleno. Le pesan demasiado las musas del teatro...


Roberto Sánchez

-Aragonia-

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