martes, 20 de octubre de 2015

Un paseo por Sitges.



El Festival Internacional de Cinema Fantàstic de Catalunya ha cumplido 48 años. Ha logrado situarse por sus dimensiones e intensidad en una de las citas más importantes del mundo en cuanto al cine de temática fantástica. Los criterios amplios de selección incluyen películas que están seguramente en los límites del género. Se trata de una decisión consciente de su director Ángel Sala, que permite hacer un repaso anual a lo mejor (y lo peor) que ofrece la amplia temática de lo fantástico. Este año han podido verse, entre una abundante oferta, las últimas películas de algunos directores que a mi me interesan especialmente y que no 
siempre tienen un seguimiento fácil en las salas de estreno como Takashi Miike, Apichatpong 
Weerasethakul, Bernard Rose, Karyn Kusama (cuya The Invitation, ganó el Premio a la Mejor Película de la Sección Oficial), Tsui Hark, Terry Jones, Anton Corbijn, Gaspar Noé, Hou Hsiao-hsien, Paolo Sorrentino, Andrzey Zulawski (llevaba 15 años sin dirigir), Michael Almereyda o Michael Winterbotton. Después de su éxito en San Sebastián también pudo verse La novia, el segundo largometraje de la aragonesa Paula Ortíz con una valiente y bella reinterpretación de Lorca y sus Bodas de sangre
El único defecto del Festival es que para disfrutarlo hay que tener mucho tiempo libre y dinero. La selección de títulos es muy atractiva y el atractivo del Festival no sólo está en la gran cantidad de películas "disfrutables" en variados sentidos. Hay presentaciones de libros, mesas redondas, la oportunidad de convivir con algunas figuras incuestionables del cine (esta edición con Oliver Stone), y la oferta hostelera de la ciudad y sus playas, que son un complemento ideal nada despreciable. Además la población, sus comercios y sus gentes acogen con los brazos abiertos la ingente masa de aficionados de todo el mundo que pululan con entusiasmo por las calles, terrazas y puestos de venta especializados, hablando de cine, de cómic, de libros y de sus pasiones confesables e inconfesables.Todo un paraíso para los cinéfilos.


En esta ocasión sólo pude pasar dos días en Sitges y ver tres películas. Me gustó bastante Demon (2015), una coproducción entre Polonia e Israel que terminó por llevarse el premio a la mejor fotografía (de Pawel Flis), con una interpretación brillante de todo el reparto, pero destacándose el joven actor israelí Itay Tiran, Piotr "Pyton" en la ficción, que terminará poseído por el alma de una joven asesinada y enterrada en la misma casa donde se celebra su boda. Una ocasión para imbricar en el fantástico el sentimiento de culpa del pueblo polaco, implicado igualmente en las masacres de las familias judías que también tuvieron lugar en su país antes y durante la II Guerra Mundial. La película carga con una desagradable y morbosa circunstancia: su director Marcin Wrona de 42 años (también coguionista del film junto a Pawel Maslona), se suicidó poco antes del estreno del film, truncando una interesante trayectoria que incluía ya dos cortometrajes, dos largometrajes, una serie y tres películas para la televisión. 


También pude ver Night Fare (2015) del francés Julien Seri, con guión de Cyril Ferment, Julien Seri, Pascal Sid y Tarubi. Una película muy sencilla, con mucha acción (al estilo de algunas producciones de Luc Besson), pero con un giro sorprendente hacia las temáticas del manga y animé japonés. Como hacia Tarantino en Kill Bill, introduce una serie de secuencias animadas para explicar el pasaso del taxista justiciero (interpretado por todo un especialista francés en artes marciales llamado Jess Liaudin). No deberían sentir ningún tipo de pérdida si no llegan a poder verla.


Una de las citas obligatorias del Festival es en el Espai Selecta Visión (de entrada gratuita), montado en Hort de Can Falç. En él se hizo una selección de animé que incluía La chica que saltaba a través del tiempo (Toki o kakeru shôjo, 2006) de Mamoru Hosoda, una demostración de cómo las factorías de cine (y series) norteamericanas fagocitan temáticas y tendencias para empaquetarlas y venderlas por todo el mundo. Los toques de fantasía un tanto babosa, los adolescentes, los viajes en el tiempo, los primeros amores juveniles, bien mezclados, han sido fuente de inspiración directa para unas cuantas producciones y series norteamericanas en los últimos años. El único problema es que se pasan dobladas al catalán..., y no tengo nada contra ese idioma, pero sí contra el doblaje que, sea en el lenguaje que sea, me parece una salvajada... 

Para el resto de la programación remito a su web http://sitgesfilmfestival.com/

Roberto Sánchez

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