viernes, 22 de mayo de 2015

Una nueva amiga (2014)****

Dir: François Ozon.
Int: Romain Duris, Anaïs Demonstier, Raphaël Personnaz, Isild LeBesco, Aurore Clément, Jean Claude Bolle-Reddat, Bruno Pérard, Claudine Chatel, Anita Gillier, Alex Fondja,

François Ozon es ya, por derecho propio, un referente en el cine francés de las dos últimas décadas. Tras entregarnos en los últimos años dos excelentes trabajos: Joven y bonita, en 2013 (donde también exploraba la posibilidad de una doble vida oculta y moralmente cuestionable por la sociedad) y En la casa (Dans la maison, 2011), nos llega ahora de su mano Una nueva amiga (Une nouvelle amie), un trabajo por el que recibió dos nominaciones a los Premios César del cine francés en 2014 y fue seleccionada para la sección oficial del Festival de Cine de San Sebastián. Ozon sabe enfrentarse con astucia, elegancia e inteligencia a todos los géneros. Exploró con brillantez el cine negro (el noir, como dicen en Francia), con La piscina (Swimming pool, 2003) ; también el musical con tintes igualmente negros en Ocho mujeres (Huit femmes, 2002), magnífico film y uno de mis preferidos dentro de su filmografía. La dualidad y esa imposibilidad de optar por una sola opción, la exploraba también el excepcional y ya tristemente desaparecido director francés Claude Chabrol en Una chica cortada en dos (2007). Innegable es también la influencia almodovariana del iconoclasta director manchego a través de filmes suyos como Todo sobre mi madre (1999) y Hable con ella (2002). Sin embargo Ozon profundiza con precisión de cirujano aún más en esta faceta escondida o parcialmente oculta, pero real, que todo ser humano posee, incluso aunque niegue su existencia. Con sutilidad y un gran respeto al interior más profundo de los personajes, sin que haya en ningún momento salidas de tono, mal gusto, o escenas que chirríen, logrando en todo momento un equilibrio y una normalidad absoluta a la hora de que estas escenas sean digeridas por el espectador. Esto es mérito del director, indudablemente, pero sobre todo y también de su actor protagonista, Romain Duris, que hace un trabajo  absolutamente magistral, quizá el mejor de su carrera hasta ahora. En el caso de Una nueva amiga, se nos muestra la dualidad sexual, pero también la de la moral individual. El lado masculino que toda mujer puede tener y tiene, y el femenino que, en mayor o menor medida, también alberga todo varón se asoman a los ojos del espectador con gran sensibilidad y delicadeza. Una mujer dura en los negocios, por ejemplo, o una boxeadora, saca sin duda a relucir su lado masculino sin necesidad sin dejar por ello de ser mujer o desear a un hombre. Un hombre, no tiene por tanto que travestirse para mostrar ternura y afecto, pero, aun en caso de adoptar ese travestismo, puede seguir sintiéndose atraído por una mujer (el también director de cine Tim Burton exploró ya esto en Ed Wood, film en el que el protagonista se vestía de mujer al rodar Glen or Glenda, sin dejar de amar a su prometida). En el fondo, Ozon no pretende hablarnos de otra cosa que de la complejidad y personalidad contradictoria de los seres humanos. Y la dualidad forma parte de esa complejidad en todos los órdenes: tanto en el orden ético y moral como estético y sexual. Podemos ser buenos o malos, ángeles o demonios, dulces o amargos. Y así, hasta mil cosas más. En este film, con el ojo de su cámara, Ozon ha sido tierno, sensual, picante; pero sobre todo escrutador y retratista perfecto, un pintor perfeccionista y respetuoso de la multidimensional realidad humana.
Por todo ello creo que Una nueva amiga, es una película imprescindible para los amantes del cine francés y para los seguidores de la filmografía de este interesante director que es François Ozon. Pero, también, no sólo para ellos. Cualquier espectador amante del cine y con un mínimo de sensibilidad, encontrará en esta historia perfectamente narrada un filme interesante, hermoso y artísticamente de gran altura.


Gonzalo J Gonzalvo

-Palafox-

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