martes, 19 de enero de 2016

Los odiosos ocho (The Hateful Eight, 2015)***

Dir: Quentin Tarantino
Int: Samuel L. Jackson, Kurt Russell, Jennifer Jason Leigh, Demian Bichir, Walton Goggins, Tim Roth, Bruce Dern, Michael Madsen, James Parks, Dana Gourrier, Zoë Bell, Channing Tatum, Lee Horsley, Gene Jones, Keith Jefferson, Craig Stark, Belinda Owino.


Bajo el punto de vista de Gonzalo J. Gonzalvo

Al terminar la Guerra de Secesión, un cazarrecompensas llamado John Ruth (Kurt Russell) conduce a una fugitiva buscada por la justicia llamada Daisy Domergue (estupendamente interpretada por la actriz Jennifer Jason Leigh) en una diligencia que se dirige a toda velocidad hacia la localidad de Red Rock, atravesando un infierno de nieve. Cuando llegue la entregará al Sheriff y cobrará 10.000 dólares por su cabeza. A esa diligencia se sumarán por el camino, el Mayor Marquis Warren (otro cazarrecompensas), un soberbio Samuel L. Jackson,  antiguo soldado negro de la Unión, y un extraño personaje llamado Chris Mannix (interpretado por Walton Goggins, un actor que ya vimos en la fantástica serie policíaca The Shield), el nuevo y supuesto sheriff de Red Rock. 

Una tremenda ventisca hace que la diligencia pare buscando refugio en un lugar llamado "La mercería de Minnie". Allí, todo se irá complicando con otros cuatro personajes que habitan esa aislada cabaña en la nieve. Este es el punto de partida argumental y las piezas del tablero de ajedrez con las que Quentin Tarantino desarrolla su partida y compone la que hace en su cómputo particular su octava película. Rodada en Panavision, en 70 milímetros, y con una espléndida fotografía de Robert Richardson, The Hateful Eight está plagada de referencias cinematográficas, dejando patente una vez más la gran cinefilia de su director y guionista. Por un lado, desde el western clásico (La diligencia de Ford, por ejemplo), hasta el spaghetti western en general, con filmes como , Por un puñado de dólares de Leone, y otros muchos. Por otro lado, los relatos de intriga al más puro estilo Agatha Christie, que reúnen a varios personajes en un recinto cerrado al estilo de Asesinato en el Orient Express

La tercera pata del taburete y, no menos importante a nivel de referencias, es el cine de terror de la década de los 80. Para ello, Tarantino ha contado  y reunido a los mejores: John Dykstra, creador de los efectos especiales de la versión de John Carpenter de La Cosa (El enigma de otro mundo), de 1982, y además el tándem formado por Gerard Berger y Greg Nicotero, artífices de la fantástica serie de terror Masters of Horror, que homenajean sin tapujos a aquella Posesión infernal (1981) creada por Sam Raimi. De hecho, la bandolera interpretada por Jennifer Jason Leigh nos recuerda más a una endemoniada poseída que a una perseguida por la justicia. Por no hablar de otro detalle que desvelaría demasiado de la película y que no voy a mencionar.

El guión, como siempre magistral, cuenta con escenas impactantes y frases ingeniosas al más puro estilo Tarantino, que juega con los flash backs para llevar al espectador por donde quiere. La forma narrativa, tanto visual como argumental, que caracteriza el director de Reservoir Dogs (1992), rompe esquemas, moldes y tiempos para crear situaciones y efectos impactantes en el público. Otra pieza fundamental de la película es el humor negro y socarrón marca de la casa Quentin. Con eso y con todo, Los odiosos ocho(título que no sabemos si hace referencia no sólo a los odiosos personajes o a la cifra alcanzada dentro de la trayectoria de un director que ya va haciéndose mayor y no quiere serlo) no pasará a la  historia por ser el mejor cine de Tarantino. Para mí, títulos como Jackie Brown (1997), Pulp Fiction (1994) o Malditos bastardos (2009), junto con su rompedora y aclamada ópera prima de 1992 ya citada, me parecen sin duda trabajos fílmicos de más talla y calidad. No obstante, estamos ante uno de los directores más personales y peculiares del panorama actual. Un "enfant terrible" del séptimo arte que esperamos nos dé aún muchas más películas y que vuelva a sorprendernos y maravillarnos con su particular cine como en otras ocasiones. Esta vez, con Los odiosos ocho ha logrado un film notable, aunque el larguísimo metraje y  una inicial hora y media de muy lento desarrollo, lo hace algo pesado de digerir a pesar del  "crescendo" de la segunda parte y de la apoteosis final qué, a buen seguro, hará las delicias de sus fans.



Una breve reflexión sobre el cine de Tarantino por Roberto Sánchez.

La verdad es que planteé, como ocurrió con Star Wars: El despertar de la fuerza, la posibilidad de hacer una crítica doble. Sobre todo porque esperaba una cierta discordancia entre Gonzalo J. Gonzalvo y quien firma este segundo comentario. Me he decepcionado al leerla, ya que coincido casi al completo con la valoración y su análisis. Esto quiere decir que no podré polemizar demasiado, aunque intentaré apuntar algunas ideas sobre lo que a mí me ha parecido esta última entrega de las obsesiones de este eterno adolescente llamado Quentin Jerome Tarantino (nacido en 1963). La película adolece de  un acusado "Tarantinismo", una enfermedad que sería letal para cualquier otro que no fuera Quentin. De hecho, su influencia sobre otros cineastas a partir de Pulp Fiction (1994) –que para mí, sigue siendo su obra maestra incuestionable– ha sido una de las cosas más nefastas que le ha ocurrido al cine comercial y de consumo rápido que ha adquirido, desde ese momento, unas insoportables ínfulas de supuesta originalidad, solo al alcance, en realidad, del amigo Quentin.

Las bajas pasiones de cualquier cinéfago, enganchado a la más deleznable basura de cine de terror, fantástico o policíaco, artes marciales, o cualquier otro subgénero de fusión que se les ocurra, no pueden producir como resultado un cine de calidad; sin embargo, en sus manos, se convierten en cine de primera. Tarantino es un virtuoso creador de diálogos, capaz de relacionar en sus películas las temáticas más dispares y de hacerlas verosímiles. Sus alargadas secuencias en las que sus personajes no hacen otra cosa que hablar, hablar y hablar, funcionan a la maravilla. Si además tenemos en cuenta que rara vez sus textos tienen otra trascendencia, a no ser la de prepararnos para un desenlace trepidante, e indirectamente, y poco a poco, ir modelando sus personajes; deberíamos concluir que el material de base que utiliza es poco susceptible de convertirse en arte cinematográfico, y el modo de elaborarlo, que en principio tampoco es nada original, nunca daría como resultado películas como la citada y mágica Pulp Fiction

Tarantino cada vez está más seguro de sí mismo. Cada vez es más Tarantino, o eso parece en Los odiosos ocho que se inicia recordándonos que estamos ante su octavo largometraje. La capacidad para copiar y parodiar los géneros más ínfimos, y a sí mismo, llega al paroxismo en las últimas secuencias del film, un guiño, sobre todo dirigido a todos los "cinéfilos frikiadictos" y "tarantinistas" que ya deben ser legión...


Roberto Sánchez.

-Aragonia, C. Grancasa, Palafox, Puerto Venecia, Yelmo-



1 comentario:

Luis Betrán dijo...

Como es sabido, yo no estoy aquejado precisamente de tarantinitis, lo que no es óbice para que me gusten algunas películas suyas: "Jackie Brown", "Django desencadenado". No es el caso de estos odiosos ocho de ridículo título, que me parece, a mí, el punto más bajo de la filmografía de Tarantino. Este reciclador de basura ajena, que suele mejorar la mierda de la que parte, de vez en cuando le da por mostrarse progre cuando lo único que busca es la taquilla a base de violencia, sangre y extremado machismo. Confieso la repugnancia que, ideológicamente, me producen "Reservoir dogs", "Pulp fiction", "Kill Bill" o "Malditos bastardos". Como cada uno tiene su opinión y todas son respetables, hay quién se ha divertido mucho y hasta se le había hecho corta. A mí sus 167 minutos me produjeron, pese a la balacera, un inmenso sopor ante la tontería ridícula que mr. Tarantino me estaba ¿contando?. Por cierto, parece que está filmada en 70 mm. Desaparecidos el Rex y el Fleta, no existe en Zaragoza ni una sola pantalla para 70 mm. Ni que decir tiene que dado lo dificil y costoso que me resulta acceder a los Aragonia, la ví en mi casita pero es que yo, a estas alturas, no pago ni un euro por un Tarantino.Sí pagué, y no poco porque precisé de dos taxis, por ver en los Aragonia "Hijo de Saúl". Y bien que fui recompensado.