miércoles, 25 de octubre de 2017

La piel fría (Cold Skin, 2017)**

Dir: Xavier Gens
Int: David Oakes, Ray Stevenson, Aura Garrido, John Benfield, Iván González, Ben Temple.

El sueño de la razón...produce monstruos 


Con esta frase del inmortal Francisco de Goya, pintor aragonés y universal que supo como nadie plasmar lo oscuro (sobre todo en sus últimas pinturas negras) he querido titular mi artículo sobre una extraña película. Película que firma el francés Xavier Gens (nacido en 1975 en Dunkerque), director y guionista que se inicia en el género del fantástico y del terror, primero en la televisión francesa y, después, con el largometraje Frontera(s) (2007). 

Basado en la novela de Albert Sánchez Piñol (que han adaptado Eron Sheean y Jesús Olmo), La piel fría se mueve en una mezcla extraña de géneros que combina la aventura marítima (como aquellos estupendos filmes de piratas en technicolor) de rudos hombres de mar, que nos remite a títulos como La isla del tesoro (con diversas versiones hasta hoy desde la de 1934, de Victor Fleming), El capitán Panamá (Sidney Salkow, de 1952) o El mundo en sus manos (Raoul Walsh, 1952). 




La piel fría (estrenada en el Festival de Sitges 2017,  fuera de concurso) nos narra el periplo de un hombre que viaja a una remota isla para incorporarse como ayudante y oficial atmosférico en un faro junto a su solitario y huraño compañero. Pronto descubrirá que ellos dos no son los únicos habitantes de la isla.  

El género de terror, de un tiempo a esta parte,  parece varado en tierra de nadie como una barca perdida en una de esas islas desiertas. Entre una avalancha de remakes de filmes de los años 70, 80 y 90 (llegará pronto una recuperación de la historia de Halloween que Carpenter realizó con maestría a finales de los setenta), con payasos asesinos recuperados, muñecas diabólicas y otras viandas bastante discretas a nivel cinematográfico, parece que algunos cineastas busquen rizar el rizo y mezclar géneros para lograr algo novedoso. Incursiones de seres extraños que se mueven como "muertos viviente" o vampiros, las hemos visto en montones de filmes, en especial en las últimas películas de zombies, tan veloces que ganarían olimpiadas (The Descent, 28 semanas después, Guerra Mundial Z, etc.). Por otra parte, La piel fría tiene un aire inicial semejante al de esos filmes de aventuras marítimas estilo Master and Commander (Peter Weir, de 2003), lo que le da una pátina y una factura técnica impecables gracias a la estupenda fotografía de Daniel Aranyo y sobre todo, al impecable diseño artístico y de producción de Gil Parrondo, quizá lo mejor de una película, lógicamente dedicada a su memoria. Gil Parrondo falleció recientemente (24 de 
diciembre de 2016), fue toda una leyenda del cine español, y un técnico muy considerado a 
nivel internacional.




Además, el film de Gens, iene momentos de suspense que lo emparentarían con el terreno del thriller. Todo este batiburillo de géneros conforman una amalgama extraña que no termina de funcionar, en la que sólo los momentos álgidos de asedio de esos extraños seres alivia del tedio y el bostezo. El fabuloso sonido del nuevo Dolby Atmos, adorna esas mismas escenas y también otras de gran belleza bucólica (el embate de las furiosas olas contra las rocas), pero se queda en otro aporte técnico que hace de hermoso envoltorio a este caramelo bastante insípido. 




Se nota que Xavier Gens ama el género de terror, prueba de ello es su anterior trabajo, The Crucifixion (2017), película perteneciente al subgénero de posesiones y presencias demoníacas que tampoco pasa de ser discreto. Sin embargo sus trabajos fílmicos se quedan más en la forma que en el fondo, y eso a pesar de contar con una novela detrás que ha sido un éxito de ventas. Sin necesidad de hacer “espoilers”, la verdad es que en el fantástico (desde la época de la Universal en los años 30 y el expresionismo alemán) todo o casi todo está inventado. Y, además de los títulos anteriormente nombrados, me vienen a la mente la fabulosa La mujer y el monstruo (Jack Arnold, 1954), y un filme de los ochenta titulado Humanoides del abismo  (Barbara Peters y Jim T, Murakam, 1980), en el que el título ya es bastante explícito. El filme de Gens respira también por los poros de La isla del Doctor Moreau (Don Taylor, 1977, ), de Misterio en la isla de los monstruos (Joan Piquer Simón 1981 ) y de otras películas que mezclan el terror con la aventura marítima. A pesar de todas estas múltiples referencias, la piel del espectador (parafraseando el título del filme y de la novela) se queda bastante fría. Al menos la mía. 

Recomendable sólo para fans muy recalcitrantes del género fantástico con marcos y entornos marítimos.

Gonzalo J. Gonzalvo

-Aragonia, Palafox, Puerto Venecia, Yelmo-

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