viernes, 13 de octubre de 2017

Blade Runner 2049 (2017)***** o ***

Dir: Denis Villeneuve
Int: Ryan Gosling, Harrison Ford, Ana de Armas, Jared Leto, Sylvia Hoeks, Robin Wright, 
Mackenzie Davis, Carla Juri, Lennie James, Dave Bautista, Barkhad Abdi, David 
Dastmalchian, Hiam Abbass, Edward James Olmos.


CUANDO LOS REPLICANTES SON MÁS HUMANOS QUE LOS PROPIOS HUMANOS. 

¿Estaría usted seguro de pasar el test que diferencia a humanos de replicantes? ¿Qué somos? ¿Cuanto tiempo nos queda? ¿Adónde vamos? Estas preguntas tan humanas se las hacían ya los replicantes Nexus 6 del filme Blade Runner de 1982. Entonces la megalópolis de Los Ángeles se hallaba sumida en el horizonte espacio temporal del año 2019. Ahora, treinta años después, la situación no ha ido a mejor, todo lo contrario. La ciudad ha crecido aún más, está mucho más polucionada. Sólo los más pobres y los replicantes clandestinos viven como pueden en total aislamiento, controlados por la tecnología e inmersos en una realidad deprimente que sólo otra realidad artificial, la virtual, parece aliviarles un tanto, mediante acompañantes virtuales que “les hacen la vida más fácil y amable”. 

Blade Runner 2049 deja claro en su título que no es un remake o una nueva versión de la misma historia actualizada técnicamente y con un reparto de nuestros días. El director que se ha atrevido con una empresa tan difícil y de tanta responsabilidad para afrontar un nuevo proyecto sobre un filme de culto como es el Blade Runner dirigido por Ridley Scott  (una de sus mejores obras sin duda, junto a Alien, el octavo pasajero) hubiese cometido un error garrafal, aunque técnicamente ese remake hubiera sido perfecto. Denis Villeneuve (uno de los mejores directores en la actualidad) no iba a caer en ese error que hubiese permitido comparaciones mucho más odiosas de las que ya está teniendo con el filme de 1982 de Ridley Scott. Villeneuve,  es un director canadiense que  se inició como documentalista (lo que habla ya en favor de su meticulosidad y perfección). Con su segundo trabajo Next Floor (2008), gana el premio al mejor cortometraje en los festivales de Cannes, Sitges y Toronto. Con su primer largometraje Polytechnique (2009), se revela como un buen conductor de los resortes y vías del thriller. A partir de ahí, con su siguiente trabajo, la fenomenal Incendies (2010), salta a lo más alto del prestigio internacional con la nominación a mejor película en los Oscar, Bafta, César franceses y Canadá.  Con Prisioneros (2013), llega a la cima del thriller con un filme desasosegante y oscuro, que lo pone al nivel de los mejores directores del género y recibe de nuevo premios internacionales. En este filme cuanta ya con el binomio Johann Johannsson en la música y Roger Deakins en la fotografía. Con éste último, y los compositores Hans Zimmer y Benjamin Wallfisch, forma un equipo ganador para crear un mundo audiovisual propio realmente hipnótico y adictivo en este Blade Runner 2049. Tras el intenso thriller Sicario (2015), Villeneuve vuelve a lograr un filme muy sugerente (de nuevo con la partitura de Johannsson) con la hermosa La llegada (2016), sin duda uno de los mejores filmes de ciencia ficción de los últimos años que obtiene 8 nominaciones a los Oscar. 




Blade Runner 2049 logra una perfecta transición respecto a la historia del Blade Runner de Scott y clarifica lo sucedido en aquella, manteniendo al mismo tiempo ciertas incógnitas de índole filosófico y humano que acompañan al hombre desde que éste se hirguió sobre sus dos patas y dejó de ser un mono para pasar a ser un homo sapiens (cuestión que Stanley Kubrick abordó ya hace décadas con esa obra maestra de la ciencia ficción llamada 2001: Una odisea del espacio). Villeneuve con indudable personalidad, deja ahí planteados esos enigmas trascendentales que el novelista Philip K. Dick introdujo en su novela corta inspiradora del filme de Scott (¿Sueñan los androides con ovejas eleéctricas?pero introduce además multitud de subtemas con un tratamiento muy respetuoso al Blade Runner de 1982 y con guiños a éste (recuperando a Harrison Ford  y a la replicante Rachel) para mayor placer de sus fans. 



Dentro de estos temas podemos encontrar: la “humanidad” cada vez mayor de los replicantes 
frente a personas cada vez menos humanas/ El cada vez mayor abismo entre pobres y ricos en la sociedad del futuro, donde la tierra ya es un lugar inhabitable/ El mito de Frankenstein a través del magnate de la ingeniería genética Niander Wallace (un inquietanteJared Leto), ese Dios de la cibernética creador de unos replicantes cada vez más perfectos, pero frustrado por no ser capaz de darles una cualidad que sólo poseen los nacidos de un útero materno. Un dios cruel y despiadado. / La realidad virtual como una vía alienante y de escape para huir de una realidad vital desalentadora tanto para humanos como para replicantes, donde el aislamiento es casi absoluto y los acompañantes virtuales se imponen para sustituir al real, afectivo y humano (¿esto ya les suena en el actual 2017, verdad?). Los subtemas pues son muchos, y además de permitir una reflexión filosófica, incluyen una crítica social implícita sobre el futuro que nos espera, en el que la evolución de los robots es creciente, inquietante e imparable debido a los avances gigantescos de la inteligencia artificial. 




Villeneuve nos sumerge pues en ese futuro descarnado y desesperanzador con una maestría visual y narrativa apoyada por una increible fotografía de Roger Deakins y una banda sonora hipnótica que hacen de todo el filme una experiencia audiovisual inmersiva de gran calibre. Con planos interiores que parecen obras del pintor Edward Hopper. Los diálogos son los justos, dejando que las situaciones y las imágenes hablen por si solas. Con un reparto de altura en el que el duelo Goslin-Ford  logra momentos muy emotivos, destacando también el excepcional trabajo de las actrices: Robin Wright Penn, la hispana Ana de Armas y la holandesa Sylvia Hoeck. Recupera también en una breve pero intensa aparición del Chicano Californiano Edward James Olmos (el inquietante policía amante de la papiroflexia en la versión de 1982). No faltan tampoco los guiños a toda la imaginería visual que idearon Douglas Trumbull, Syd Mead, Richard Yurichich y David Dryer, con ese plano del anuncio de ATARI (marca fetiche de videojuegos ochenteros) y esa ciudad cuajada de enormes edificios lúgubres llena de anuncios luminosos que parece un cementerio compartido por humanos y replicantes. 


El tiempo dirá si este Blade Runner 2049 se convertirá por derecho propio en un clásico de la ciencia ficción de este nuevo siglo XXI. Indudablemente, estamos ante una obra magnífica de un creador (Denis Villeneuve) que se ha enfrentado con pericia y maestría a un reto que era muy difícil: contentar a los amantes del filme de Scott  (una obra ya universal y de culto) y, al mismo tiempo, anonadar a los nuevos espectadores con un filme que supone toda una experiencia audiovisual. Los que lo tildan de frío y lo vapulean (como ya pasó en el estreno de 1982 por parte de más de una voz) han de pensar que ese mundo futuro y apocalíptico que bebe directamente del cine Neo Noir y de una estética ciber punk que sentó el primer Blade Runneres un mundo poblado de personajes sin alma (replicantes y robots de todo tipo) y “mascotas virtuales” igualmente desprovistas de humanidad. En un momento dado, la lugarteniente Joshi interpretada por Robin Wright le dice a K (Ryan Goslin): “Tu no tienes alma, y no te ha ido mal sin ella”. Quizá en ese futuro distópico que nos espera llegue un momento en que los replicantes y los robots alberguen en su interior más humanidad que los propios humanos. Muchos de nosotros no llegaremos a vivirlo (afortunadamente), pero como Deckard decía en el Blade Runner de Scott: “Yo no sabía cuanto tiempo viviría ella. Cuanto tiempo me quedaría a mí....pero en realidad... ¿Quien vive?... “

Gonzalo J. Gonzalvo.


CUANDO LA SECUELA LE DEBE DEMASIADO AL ORIGINAL.


Coincido con Gonzalo J. Gonzalvo en que estamos ante un film apreciable, con indudable calidad. La ciencia ficción (y sus variantes subgenéricas) necesitan películas planteadas con seriedad y que puedan aportar algunas ideas, más allá de la parafernalia de los trucajes digitales. Estamos ante uno de esos casos y puede entenderse, hasta cierto punto, que al contrastar con la mediocridad y ramplonería reinantes pueda deslumbrarnos con algunos de sus elementos. De hecho, yo iba muy bien predispuesto (quizás demasiado) ante la opción en la dirección del canadiense Denis Villeneuve, que en La llegada (2016), ya había logrado dignificar el género, en este caso en la variante: encuentro con alienígenas. 

Lo que ocurre ahora es que una vez vista, la sombra del Blade Runner de 1982 es demasiado alargada. Los mejores momentos del nuevo film, le deben todo, incluso desde el punto de vista más formalista, a las imágenes y sonidos creados por el equipo de Ridley Scott en el pasado (Jordan Cronenweth, dirigiendo la fotografía, o Vangelis en la banda sonora; por citar a dos de los más evidentes). Ridley Scott que ahora es uno de los productores ejecutivos y Hampton Fancher (guionista, junto a Michael Green, un reciente colaborador de Scott en Alien Covenant), parece que han impuesto su visión sobre los trabajos del director canadiense Denis Villeneuve, del veterano director de fotografía inglés Roger Deakins o en la música compuesta por el joven Benjamin Wallfisch (responsable ya de la banda sonora en las exitosas Dunkerque o It) y Hans Zimmer. En principio, esa descarada influencia no es perniciosa, pero es evidente que invalida cualquier posibilidad de originalidad e innovación real. De hecho, uno de los puntos más fuertes del film, esa reflexión sobre lo que significa ser humano, esa sensación de que los seres nacidos parecen frias máquinas sin conciencia y que los replicantes parecen más humanos que sus creadores, acertadamente señalado por Gonzalo J. Gonzalvo en su crónica, ya estaba presente, y de un modo más sutil y efectivo en la vieja película que culminaba con esas imágenes épicas de la mítica escena en la que moría Roy Batty, el líder de los rebeldes Nexus 8, en una soberbia interpretación de Rutger Hauer.




Tampoco hay nada demasiado novedoso en cuanto a la recreación de los universod ideados por el escritor norteamericano Philip K. Dick (1928-1982) que  en su novela ¿Sueñan los androides con ovejas elécricas?, de 1968, fue el primero en inventar este universo en el que las máquinas reivindicarán su humanidad. Incluso la fusión genérica (serie negra policíaca + Ciencia ficción) ya había sido investigada, con éxito, por este prolífico escritor capaz de moverse en los dos géneros con soltura. El mérito de haber puesto de moda la obra de K. Dick es de Scott (junto a Hampton Fancher y David Webb Peoples, los guionistas del viejo Blade Runner) que "actualizaron" las brillantes ideas del escritor. Desde los años ochenta, muchos han utilizado sus novelas y relatos. Paul Verhoeven en Desafío total (1990), Steven Spielberg en Minority Report (2002), o desde la experimentación e independencia Richard Linklater en A Scanner Darkly (2006), han reinterpretando con libertad sus ideas, logrando películas de género muy diferentes entre sí, pero más que apreciables.




En el año 2015, K. Dick pasó a formar parte también del universo de las series. Dos, al menos, se pusieron en marcha durante ese año: Minority Report (10 episodios) y The Man in High Castleen la que Frank Spotnitz adapta una de sus mejores novelas (escrita en 1963, y que está traducida al español con el título de El hombre en el castillo). 

Resumiendo, creo que las razones para no considerar Blade Runner 2049, una obra maestra son evidentes, pero insisto en que puede y debe verse esta revisión, aunque se quede a la sombra de la película de Ridley Scott. Por cierto, algunas salas están recuperando, la versión conocida como The Final Cut (Blade Runner, el montaje del director), de 2007, la única sobre la que Ridley Scott tuvo el control artístico completo. Programarse una doble sesión con ambas, podría ser una experiencia inolvidable, pero estoy seguro  que pondría de relieve las carencias de esta reciente secuela, que a pesar de todo también recomiendo ver y disfrutar. Si fuera posible, se puede completar la sensación de inmersión (más allá del videojuego creado en 1997 y desarrollado a partir del film) con el paisaje sonoro reforzado por el sistema Atmos que ya tienen algunas salas...

Roberto Sánchez.

-Aragonia, C. Grancasa, Palafox, Puerto Venecia, Yelmo-

No hay comentarios: