miércoles, 25 de octubre de 2017

Handia (Aundiya) (2017)***

Dir: Jon Garaño y Aitor Arregi
Int: Ramón Agirre, Eneko Sagardoy, Joseba Usabiaga, Aia Kruse, Iñigo Aranburu, Iñigo 
Azpitarte.


Jon Garaño, Aitor Arregi y Jose Mari Goenaga (aquí sólo guionista) son tres cineastas guipuzcoanos que vienen colaborando en trabajos de ficción y documentales desde hace unos años. En el año 2014 fueron los responsables (Garaño y Goenaga en la dirección) de una pequeña joya titulada Loreak, plena de belleza y sensibilidad.

Con un presupuesto más abundante (ahora dirigen Garaño y Arregi) han afrontado una película ambientada en el siglo XIX, inspirada en las vidas de Miguel Joaquin Eleizegi (El Gigante de Alzo) y la de su hermano Martín. Seguro que en la concepción del film ha pesado la magistral El hombre elefante (1980), de David Lynch, pero han logrado ir en otra dirección alternativa y darle un punto de vista personal, tomado (como ocurría en el film de Lynch) de una realidad histórica que, en muchas ocasiones, supera con creces a la

imaginación. 


Tras haber luchado en la Primera Guerra Carlista, Martín (Joseba Usabiaga) vuelve a su caserío familiar en Gipuzkoa y allí descubre con sorpresa que su hermano menor, Joaquín (Eneko Sagardoy), es mucho más alto de lo normal. Convencido de que todo el mundo querrá pagar por ver al hombre más grande sobre la Tierra, ambos hermanos se embarcan en un largo viaje por Europa en el que la ambición, el dinero y la fama cambiarán para siempre el destino de la familia. 

Garaño y Arregi construyen, otra vez,  una película llena de sensibilidad y buen gusto que en muchos aspectos es un homenaje a su tierra. El trabajo fotográfico de Javier Agirre, y la música delicada de Pascal Gaigne, nos van llevando con dulzura, con suavidad, por los entresijos de una historia compleja y terrible al mismo tiempo, en la que se nos relata el sinsentido de las guerras y la psicología de unos personajes marcados por la naturaleza, la familia y la sociedad que le rodea y que señalan como monstruo, como un ser diferente (casi no humano) a uno de ellos y por extensión a todos los vascos de las zonas rurales. La idea de hacer negocio aprovechándose de su singularidad, la presión psicológica que padece y sufre el gigante, están muy bien reflejados en la cuidadosa interpretación y son mostrados con el grado necesario de precisión y sensibilidad.



De vez en cuando, el film, nos sorprende con algunas reconstrucciones de hechos históricos. Con un sentido del humor algo ácido (en un agradable contraste con el tono comedido de todo el film) nos muestra su encuentro con los científicos y con la Reina Isabel II; o con un planteamiento poco coherente, que está a punto de hacer naufragar la  trayectoria impecable de la historia, la visita programada con otros gigantes de las ruinas de Stonehenge en su viaje a Inglaterra, que sólo parece una excusa para favorecer el encuentro con Maria (Aia Kruse), una gigante británica, con la que mantuvo relaciones el Gigante de Alzo.




He tenido que ver la versión doblada (que mantine en un sólo momento el idioma vasco) con lo que creo haber perdido algunos de los matices en la interpretación y en la hábilmente reconstruida ambientación de los caseríos rurales, Bilbao, Tolosa y otros lugares del paisaje vasco, pero creo que no me ha impedido apreciar el más que apreciable trabajo de estos cineastas que continúan retratando sin aspavientos la sensibilidad, la vida y la muerte de sus gentes (no importa la época), tan próximas y tan lejanas, al mismo tiempo, a las de todos nosotros.




Roberto Sánchez

-Aragonia-

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